domingo, 4 de mayo de 2008

CATARSIS DOLOROSA: Entrevista a Lali García, autora de HIPERESTESIA (Editorial Zignos, 2008) por Tomacini Sinche López


Lali García. Nació en Lima, en abril de 1978. Desde los 18 se ha dedicado a trabajar para mantener a su hija que ahora tiene 11 cumplidas primaveras. No había publicado antes, estaba separada del mundo, escribiendo por ella y para ella. Es autodidacta.

–¿Cómo nace tu interés por ser poeta? ¿Qué es lo que te enrumba a serlo?


Yo no quise ser poeta. Escribía por inercia (desde chica), empujada por un extraño impulso, que era a la vez re componedor y destructivo. Si a eso le llaman ser poeta, entonces quizá lo soy. Estaba abstraída totalmente de lo que había fuera de esa relación entre ese impulso y yo. Ya mucho después, por curiosidad y quizá por un poco de soledad, intenté buscar en los libros y en otros escritores esa señal que me identificara, me reconfortara y me enseñara nuevas vías para traducir más eficazmente ese impulso, poder deshacer los nudos de la garganta y ser más precisa a la hora de transmitir el mensaje.

–¿Qué poetas te han marcado y forman parte de tu poética?

Me siento muy identificada con Anne Sexton y Alejandra Pizarnik, me gusta Lorca, Alberti, y los surrealistas Tzara y Antonin Artaud, me gusta la poesía del chileno Julio Espinoza Guerra; no me llama la atención la poesía coloquial, pienso que un poema debe ser concebido como un cuadro, como una imagen, ser demasiado explícita me limita tremendamente, quizá por eso haya leído poca poesía peruana de las últimas décadas. Me entusiasma sin embargo lo que están escribiendo los poetas del 2000, Sordómez, Sanz Chung o Valesa, por citarte algunos.

–¿De qué sentimientos se alimenta “Hiperestesia”?

Lo que intento es evidenciar la insuficiencia del ser y de las palabras. Por ejemplo, la inocencia de creer que podemos someter a la poesía. La impotencia y la inseguridad que nos puede causar el descubrir la falta de control sobre ella y sobre la vida en sí. Una inseguridad que se redime al reconocerse parte de algo y no el centro de algo. Para mí la poesía es un mensaje que quiere decirse, es un mensaje autónomo. Nosotros solo somos los mensajeros. Cuanto más claros, más diestros y menos ególatras mejor lo transmitiremos.

–No sólo está presente el dolor emocional en tus poemas, sino también el físico. Cuéntame como te nacen estas imágenes…

Es emocional, pero el dolor emocional tiene su brote físico. Como una sinestesia. O como la preocupación por algo que me puede producir un dolor en el cerebro o en el pecho. Me puede doler el corazón de alegría o de tristeza, por utilizar estas dos palabritas comunes, pero irremplazables.

–Hay una fuerte carga amorosa en muchos versos, ¿cuánto pesa el amor en tu poesía?

No podía faltar, el amor era el sedimento necesario para fraguar la intención del mensaje. En lo que escribo juega un papel que no solamente se reduce al romance, es universal, está en todas las posibilidades, por supuesto, también en el romance.

–La voz que empleas es una especie de diálogo, como quien comparte sus sensaciones con el lector, ¿es así, lo planeaste así o surgió?

Un poco de los dos, a medida que escribía la intención se me iba revelando, al yo advertirla concentraba mi energía en lograrla, en seguir el rumbo que el mensaje quería tomar. Cuanto más me acerque a ser el reflejo de un lector, me sentiré más satisfecha.
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–De otro lado, siento que tu discurso apunta a la difuminación del ser, ¿qué piensas de la muerte?

Es verdad, quiero evidenciar la naturaleza vulnerable del ser humano, que se intrinca en prevalecer y se toma muy en serio. Quiero pensar que la muerte es un paso, una transición para continuar con lo siguiente, sea lo que sea lo siguiente. Si el universo es infinito la vida no puede tener fin.

–Finalmente, ¿qué proyecto tienes a futuro?

Si tengo la fortaleza necesaria para ser clara, sabia y humilde: seguir escribiendo.


Algunos poemas de HIPERESTESIA


En su camino las impurezas
Se adhieren a los fluidos

Un trazo sucio
Mancha la hoja
La vuelve torpe

La llena de vergüenza.



Nada es más YO que esto
Y nada de esto es repetible
Que al menos quede claro
Que va sin ropa
Con la disposición humilde
Pero digna
De saberse honesto
Puro e incorruptible.


Esta certeza incisiva
Como grietas reincidentes
Como golpes reincidentes
Como la reiteración
De la reiteración del silencio
Me han convertido en una sombra
Que ha resucitado sus miedos
Que vulnerable se ha deshecho
De sus pieles
Y ha quedado vulnerable
Frente a tus cortes
Sin armas
Frente a tus cortes

Cercenada.


Este es el último intento
Acá dejo mis manos
Mis ojos
Mis piernas
Mi pecho

A manera de homenaje
Me entrego.

1 comentario:

jp dijo...

hola
me encanta tu poesía lali. no sé como ubicarte, si te animas escribeme a para_luz@hotmai.com
tengo mas comentarios.

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