CEMENTERIO DE AUTOMOVILES
Todo en él era viejo, salvo sus ojos
Ernest Hemingway
Corrías cara al sol en las tardes claras de un loco
Verano, seduciendo a las muchachas
Con tu chasís reluciente y la potencia de tu HP.
Muchos miraban con envidia la forma como subías
Por las lomas más empinadas, fierro
A fondo. Y más aun cuando bajabas por laderas
Iluminadas por el carmín y la sonrisa de tu gitana en flor.
Eran los prodigiosos años sesenta. Los caminos
Inciertos los recorrías cantando only you. Pero
No siempre merecemos nuestros sueños: ahora
Se te cae el pelo, el aceite, los deseos. Eres
Una chatarra inútil y estás bajo de rating. Tan sólo
Añoras un espejo retrovisor para mirar
Tardíamente las maravillas insospechadas del universo.
Sin chasís, sin jazmín, sin lubricante
Acaricias tu vieja placa: PERU. Lima. 27-04-41.
LA ESCRITURA SAGRADA
Tú no eres más que un racimo de valses
Maravillosamente mundanos. Punto
Y raya. Un relámpago harapiento
De ademanes y remolinos y nomeolvides.
Siempre reverberas sobre la página en blanco
De tu amores perdidos como una lluvia
Inquietante de puñales peregrinos.
Yo no quiero la piel de tu escritura alabada
Por lechuzas incautas: no me atrae
Ni tu fama ni tus premios ni tu nada.
Yo quiero tu palabra. No te muerdas
La lengua. Inventa primaveras. Abre
Tus labios sagrados como si fuese un deseo
Impostergable. No te quedes sin municiones:
Da curso a la lengua de tus antepasados,
Al fuego de tus apetitos elementales.
Pide la palabra: es tu espejo. Tu aguardiente.
El barro triste de un corazón desangelado.
No silencio.
Viento entero.
No mudez.
Soplo eterno.
CHANSON DE ROLAND
A Francoise y Roland, mis pares.
Bajo el cielo salvaje de Saint Martin d’Heres,
Reverberan los locos relámpagos de enero.
Como un ciego frente al espejo astillado de su vida,
Me acicalo para viajar a la pradera interminable.
Marcho sin ningún propósito de enmienda. Dejo
Un país donde las piedras hablan, los ríos
Danzan, las mujeres arden. Para otro será
Mi espada, mi vino, las palabras. Por el ecran
Gastado de mi corazón transcurren rostros fraternos,
Paisajes ariscos y el aroma inmortal de mi dama.
No puedo ya disimular mi agonía. Tal vez mañana
Un verso me redima. El silencio es mi lenguaje.
Todo en él era viejo, salvo sus ojos
Ernest Hemingway
Corrías cara al sol en las tardes claras de un loco
Verano, seduciendo a las muchachas
Con tu chasís reluciente y la potencia de tu HP.
Muchos miraban con envidia la forma como subías
Por las lomas más empinadas, fierro
A fondo. Y más aun cuando bajabas por laderas
Iluminadas por el carmín y la sonrisa de tu gitana en flor.
Eran los prodigiosos años sesenta. Los caminos
Inciertos los recorrías cantando only you. Pero
No siempre merecemos nuestros sueños: ahora
Se te cae el pelo, el aceite, los deseos. Eres
Una chatarra inútil y estás bajo de rating. Tan sólo
Añoras un espejo retrovisor para mirar
Tardíamente las maravillas insospechadas del universo.
Sin chasís, sin jazmín, sin lubricante
Acaricias tu vieja placa: PERU. Lima. 27-04-41.
LA ESCRITURA SAGRADA
Tú no eres más que un racimo de valses
Maravillosamente mundanos. Punto
Y raya. Un relámpago harapiento
De ademanes y remolinos y nomeolvides.
Siempre reverberas sobre la página en blanco
De tu amores perdidos como una lluvia
Inquietante de puñales peregrinos.
Yo no quiero la piel de tu escritura alabada
Por lechuzas incautas: no me atrae
Ni tu fama ni tus premios ni tu nada.
Yo quiero tu palabra. No te muerdas
La lengua. Inventa primaveras. Abre
Tus labios sagrados como si fuese un deseo
Impostergable. No te quedes sin municiones:
Da curso a la lengua de tus antepasados,
Al fuego de tus apetitos elementales.
Pide la palabra: es tu espejo. Tu aguardiente.
El barro triste de un corazón desangelado.
No silencio.
Viento entero.
No mudez.
Soplo eterno.
CHANSON DE ROLAND
A Francoise y Roland, mis pares.
Bajo el cielo salvaje de Saint Martin d’Heres,
Reverberan los locos relámpagos de enero.
Como un ciego frente al espejo astillado de su vida,
Me acicalo para viajar a la pradera interminable.
Marcho sin ningún propósito de enmienda. Dejo
Un país donde las piedras hablan, los ríos
Danzan, las mujeres arden. Para otro será
Mi espada, mi vino, las palabras. Por el ecran
Gastado de mi corazón transcurren rostros fraternos,
Paisajes ariscos y el aroma inmortal de mi dama.
No puedo ya disimular mi agonía. Tal vez mañana
Un verso me redima. El silencio es mi lenguaje.
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