Hace diez años murió en la ciudad de México el poeta mexicano Mario Santiago Papasquiaro, el 10 de enero de 1998, el mismo año que su amigo chileno Roberto Bolaño publicó en España Los detectives salvajes (editorial Anagrama). De esa novela, Mario sólo conoció el título y el anuncio que le hizo Roberto en una carta: “estoy escribiendo una novela donde tú te llamas Ulises Lima”.
Para la mitología literaria, Mario Santiago Papasquiaro perdurará como Ulises Lima. Para la vida de carne, hueso, médula y corazón, el poeta desapareció dejando un fantasma que en los sitios más insospechados nos provoca con su poesía. Esas apariciones corresponden a su ser, Mario Santiago nunca tuvo otro método que no fuera la escritura ipso facto, que respondía a la urgencia de vivir en cualquier pedazo de papel: un boleto de metro, una pared, una servilleta, las páginas de una antología de poesía francesa o cualquier libro propio o prestado que circulara en su morral.
Mario Santiago Papasquiaro siempre fue un personaje mitológico. El Ulises Lima de Los detectives salvajes sólo muestra algunos relámpagos de esa naturaleza que, con toda su oscuridad y toda su luz, dejó como única prueba fehaciente de su existencia varios puñados de poesía, como la que publicará en algún momento de este año el Fondo de Cultura Económica en España, la antología Jeta de santo.
Los aniversarios luctuosos son, más allá del duelo, un instante para exaltar el nervio más cariñoso de quienes ayudan iluminar los caminos sinuosos. Eso pretende esta colección de voces:
Para la mitología literaria, Mario Santiago Papasquiaro perdurará como Ulises Lima. Para la vida de carne, hueso, médula y corazón, el poeta desapareció dejando un fantasma que en los sitios más insospechados nos provoca con su poesía. Esas apariciones corresponden a su ser, Mario Santiago nunca tuvo otro método que no fuera la escritura ipso facto, que respondía a la urgencia de vivir en cualquier pedazo de papel: un boleto de metro, una pared, una servilleta, las páginas de una antología de poesía francesa o cualquier libro propio o prestado que circulara en su morral.
Mario Santiago Papasquiaro siempre fue un personaje mitológico. El Ulises Lima de Los detectives salvajes sólo muestra algunos relámpagos de esa naturaleza que, con toda su oscuridad y toda su luz, dejó como única prueba fehaciente de su existencia varios puñados de poesía, como la que publicará en algún momento de este año el Fondo de Cultura Económica en España, la antología Jeta de santo.
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