miércoles, 30 de septiembre de 2015

POESÍA Y PSICOANÁLISIS. FALO / ESCRITURA EN ENRIQUE VERÁSTEGUI DE PAUL GUILLÉN, POR MIGUEL ILDEFONSO

El estudio que hace el poeta y crítico Paul Guillén de la poesía de uno de los más importantes poetas de Hispanoamérica surgidos en la década del 70, Enrique Verástegui, centrándose especialmente en Monte de goce, y principalmente dentro del marco teórico basado en los conceptos lacanianos del psicoanálisis como la teoría del espejo, la metáfora paterna, el autismo del goce, la perversión, el fetichismo, y «la equivalencia psicótica», es un buen aporte a la comprensión del fenómeno poético en cuanto a la manera estética en que la Modernidad muestra sus fisuras y cómo la poesía propone sus salidas.

Si bien han pasado más de cuarenta años en que los planteamientos del poema integral de Hora Zero produjeron libros, como los denomina Guillén, “neovanguardistas”, tales  como Vida perpetua y Las armas molidas de Juan Ramírez Ruiz, o Tromba de Agosto de Jorge Pimentel, aún no ha habido estudios sistemáticos que analicen estas propuestas en estas obras. En cuanto a Monte de goce hacía falta un trabajo de investigación que abordara los postulados de la poesía integral a modo de (aquí cito palabras del prólogo del autor) un “mapeo entre esta verbalización y el signo visual que en Monte de goce (Lima: Jaime Campodónico Editor, 1991) está trabajado de manera explícita: com­posiciones a lo Kandinsky, dodecafonismo, guiones cinematográficos, obras para marionetas, etc.”

Lo que se propone Guillén en esta investigación es intentar (cito) “informar y evaluar que la poesía de Enrique Verástegui se constituye como un proyecto poético, teórico y político que nos habla de la no modernización de la sociedad”.

Para esta tarea deslinda con la crítica que se enfoca a analizar el contexto del discurso, que se queda en “el umbral de enumerar situaciones sociopolíticas que habrían influido ‘decisiva­mente’ en las estructuras e ideología de los poemas”, y no  que da cuenta del “espectro de las tradiciones, formaciones e instituciones o de la estructura de sentimiento como ‘experiencias sociales en solución’”, siguiendo la noción de Raymond Williams.

En Monte de goce hay una lucha, nos dice el autor, contra el “capitalismo alienante que comprime y ena­jena al ser humano”. De ahí que el erotismo es el tejido verbal mismo que deviene en goce; o en otras palabras usadas por el poeta mismo: es una gramática. Por eso el cuerpo se plantea como un paraíso; en donde el pecado juega un rol importante en el proceso de esa lucha contra la alienación. Siguiendo las palabras del autor de este estudio: “puede decirse que los alucinógenos y el pecado son la aprobación de la lucidez hasta en la locura”.

Creo que por la brevedad de esta publicación Guillén ha resumido este último punto importante para entender más plenamente, pienso yo, no solo la poesía de Enrique Verástegui, o la de los libros fundamentales de Hora Zero, sino para abordar como fenómeno estético la poesía peruana desde entonces, y un poco de atrás, hasta la actualidad.

La investigación en este libro se detiene al abordar los elementos que (cito) “ayudarán a establecer las relaciones en­tre los rasgos sicóticos, perversos y esquizofrénicos del libro”, justamente aplicando las ideas de Lacan. Aquí el autor nos da la base que abre una nueva perspectiva en el estudio de la poesía de Verástegui. Es el aporte de Guillen, que pienso debiera ser continuado no solo por él mismo.

Estructuralmente el presente libro se compone de tres capítulos:

En el primero se analiza la recepción que ha tenido la poesía de Verástegui “en conjunción con la poética del poema integral propuesto por Hora Zero”. Cuestiona la crítica de enfoque sociologista y biografista; señala el reduccionismo en cuento a rasgos que provenían del 60 como el narrativismo o la ironía, y que excluye otras formas discursivas como la de José Morales Saravia o Vladimir Herrera. Me parece que por ahí también hay mucho camino para ser estudiado por la nueva crítica o la otra crítica, como la que, dice Guillen en su argumentación, se acerca el enfoque que hace Jorge Frisancho o Enrique Bernales al estudiar a Verástegui.

En el segundo capítulo se toca “la poética de Enrique Verástegui con relación a sus libros teóricos, ensayos o artículos”. Aquí el crítico repasa sus influencias como la de Pound, Eliot y Olson, como paso preliminar que nos permita entender la construcción de un aparato verbal que será desmontado en el tercer y último capítulo. Paul Guillén dice en este punto, refiriéndose a Verástegui como ensayista: “A nuestro entender El motor del deseo se constituye como el único intento serio y cabal de un poeta peruano por comprender una reflexión orgánica en su metodología, planeamientos y fuentes sobre la poesía peruana, latinoamericana, occidental y oriental”.

Entonces bajo estas premisas, análisis, recuentos y críticas, de la poesía y el pensamiento verasteguineano, en el último capítulo se centra en estudiar Monte de goce bajo la lupa de los conceptos psicoanalíticos que ponen “especial énfasis en el goce y la perversión para tratar de conceptuar la eminencia de esta escritura como fálica”. Destaca, para este planteamiento, la polifonía que caracteriza el lenguaje de Monte de goce, asimismo su intención de ser un “tratado de la experiencia” y el ser una obra abierta, sin género.


Estamos seguros que Paul Guillen seguirá aportado con sus estudios críticos sobre la poesía actual o la que sentó las bases para la estructura de la poesía que conocemos hoy, y que tanto hace falta sistematizar con renovadores análisis. Estamos seguros que continuará con esta buena labor seria y coherente como ya lo ha venido haciendo desde hace tiempo; y también en su trabajo como poeta, como buen poeta que es, y por si fuera poco además como editor y difusor cultural con el blog El Sol Negro.


EN ESTE VIDEO EL POETA MIGUEL ÁNGEL MALPARTIDA COMENTA EL MISMO LIBRO:

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