LA POESÍA LOS POEMAS LOS POETAS es una serie de videos grabados sobre poetas resaltando los paisajes y calles de sus propios pueblos. Programa producido por Sol negro y Paul Guillén. Y en este primer capítulo de LA POESÍA LOS POEMAS LOS POETAS tenemos a Enrique Verástegui con su poema "Cañete".
lunes, 27 de febrero de 2023
sábado, 18 de febrero de 2023
Este miércoles 22 de febrero se presentará la colección de poesía "Pulsaciones" (Pájaro de fuego ediciones)
Pájaro de fuego ediciones invita a la presentación oficial de la colección «Pulsaciones» a realizarse el 𝐦𝐢𝐞́𝐫𝐜𝐨𝐥𝐞𝐬 𝟐𝟐 𝐝𝐞 𝐟𝐞𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨 𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝟕:𝟑𝟎 𝐩𝐦 en las instalaciones del Instituto Raúl Porras Barrenechea y para el que se contará con la participación de los escritores peruanos Paul Guillén y Violeta Barrientos. Habrá recital de poesía & brindis de honor.
La colección «Pulsaciones» está compuesta de 6 poemarios unidos en un solo estuche:
- Acople en el mar del cosmos, de Pablo Salazar Calderón
- Further, de David Jiménez
- La angustia era una flor carnívora, de Patricia Colchado
- Albas a Orfeo, de Ursula Alvarado
- Cabos sueltos, de Wilver Moreno Tineo
- Chateo con Belli, de Luis Boceli
Puedes comprar la colección en este link: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=124897507134957&set=pb.100088441233550.-2207520000.&type=3
viernes, 17 de febrero de 2023
"ESCRIBIR ES COMO EL AGUA" DE CÉSAR RUIZ LEDESMA, POR MIGUEL ILDEFONSO
Escribir es como el agua (Sol Negro, 2023) es el primer libro de poesía publicado del escritor César Ruiz Ledesma. Aquí nos presenta una serie de poemas que abordan, como crónicas del cuerpo y del alma, las vicisitudes de ser poeta, del lector, del amante de la belleza y la música, de ser peruano y Latinoamericano, del exiliado del tiempo y de la geografía del espíritu. Es la narrativa de los caminos circulares de la memoria, en donde se retorna a la infancia, a la casa familiar, a las noches de bohemia y lujuria de una juventud en llamas (el poeta Novalis decía “el agua es una llama mojada”) y al paso obligado de una frontera en el desierto que no es solo como abrir un libro y entrar a otra dimensión, sino el descubrimiento deslumbrante de saber que allí es donde todas las dimensiones confluyen.
Empieza con la sección Historia de un burgués enajenado. Nos vemos en la ciudad de aguas turbias como el río Rímac, como un pantano de donde no se puede salir de esa ataraxia, del spleen de Baudelaire; en donde el alma se ve obligada a separarse del cuerpo, a abandonarlo. Evasión o viaje baudeleriano es por esa densidad del cemento de la ciudad que existe contra la levedad del alma, contra la liviandad del agua. Por eso la transformación es necesaria, cumplir con el paso de las edades, con el cambio del cuerpo para que sea como el flujo del agua que se amolda a nuevos cauces. El “Pienso luego existo” de Descartes sería mejor, dice el poeta, con el “siento” y “luego existo”. Pensar es lo denso, sentir es lo leve.
En El agua y los sueños, libro de 1952 de Gastón Bachelard, el filósofo francés decía: “La movilidad heracliteana es una filosofía concreta, una filosofía total. No nos bañamos dos veces en el mismo río, porque ya en su profundidad, el ser humano tiene el destino del agua que corre. El agua es realmente el elemento transitorio. Es la metamorfosis ontológica esencial entre el fuego y la tierra. El ser consagrado al agua es un ser en el vértigo”.
Entonces, en el libro de César Ruiz Ledesma nos encontramos en ese vértigo del agua, entre las risas y reniegos como dice en el poema Insomnio negro, y en aquel “manantial de voz” y en los “arrecifes” y en las “gotas” del poema Aquino Quiroga, y así el agua discurre a lo largo del libro, entre el pensamiento del discurso poético y el sentir que evoca la memoria.
El color negro predomina en los primeros poemas, relacionados con la nocturnidad de los insomnios, con la memoria ardiente del hogar y de los juegos infantiles. Y todo atravesado por ríos, charcos, la humedad y el barro; a veces desembocando en la playa de San Bartolo. O cuando los ríos traen la música que será compartida con las amistades, iluminando al mundo junto al líquido del licor o del café, oyendo a Franz Zappa, King Crimson o a José José.
El cuerpo ve alejarse a su alma, y el alma ve a los aviones alejarse como ángeles sin territorio, en esa levedad que también es el poema como nube que aterriza y vuelve a despegar. Ya desde el poema One way ticket empieza a hablar el poeta migrante, más liviano, más transitorio. Las aguas ahora son de la lluvia que moja Paterson y del río Hudson; y ahí reverbera la memoria de la de “blancos muslos, rojos labios, negros ojos”, y de “papá Octavio” y del tío Fernando y del primo Miguel.
La segunda sección, La línea que separa continentalmente el cielo de la tierra, contiene poemas de la frontera de Estados Unidos con México, de las ciudades de El Paso-Texas y Juárez, de los inmigrantes ilegales, de los policías de la frontera buscando droga o devolver a los mojados al Sur. El ser transitorio se metaforiza en ese nombre de El Paso, es un latinoamericano tratando de borrar la línea que separa el idioma español del inglés, el tercer mundo y el primer mundo mirándose cara a cara. El río ahora es el Grande, como lo llaman los mexicanos chihuahuenses, o el Bravo, como lo llaman los gabachos o estadounidenses. Allí Eric Clapton toca magistralmente esa guitarra blusera y rockera en el velatorio de los cuerpos ilegales de Anita Ruelas, Oscar García y Lupita Ramos. Aquí el agua es roja como la sangre del poeta, la de sus “herencias” que tiñen cada una de sus oraciones y, a la vez, la frescura del amor en ese desierto calcinante.
La tercera y última sección lleva el título del libro. Aquí la musa es otra vez el spleen baudeleriano junto al hachís que, tras el hastío de la resaca (“el hastío de los dioses”, lo llama), dan inicio a la elevación definitiva del cuerpo. Es el tránsito de la densidad existencial a esta nueva era multidimensional, en donde todo fluye rápidamente. Primero es la humedad, luego el vapor y finalmente aquel éter señalado en el poema titulado Alonso Quijano. El peso de la existencia se diluye en nombres como en Pessoa, en heterónimos interculturales (llámese Garcilaso, Guamán Poma o Churata), o como aquello que es el signo de estos tiempos líquidos como diría Zygmunt Bauman, al definirnos como seres fragmentados, armonizándonos en el caos de una realidad virtual y bullente. Entonces de esas aguas pantanosas, que es la realidad, a veces sale un brillo que es el “pensamiento libre”, “la piel plateada de la luna”, el poema mismo. Porque si bien escribir es como el agua, vivir es una constante travesía a través de la frontera, es ese “como” ahí en medio de esas dos realidades aparentemente quietas, a veces. La poesía puede parecer algo quieto o estático, también, cuando la vemos como un libro. Pero no, siempre fluye.
Fuente: http://miguelildefonso.blogspot.com/2023/01/escribir-es-como-el-agua-de-cesar-ruiz.html#more
jueves, 16 de febrero de 2023
Desengaños del mago (1961) de Manuel Scorza
A Manuel Scorza se le recuerda por su gran ciclo novelístico, además de algunos poemas de corte amoroso y social como "Serenata"o "Epístola a los poetas que vendrán", pero aquí queremos rescatar su producción más estrictamente ligada al para-surrealismo en su libro Desengaños del mago de 1961. Nótese también que Scorza dedicó al sobrino de César Moro y poeta surrealista Fernando Quíspez Asín Roca el Réquiem para un gentilhombre en 1962. Compartimos dos de las tres secciones de Desengaños del mago.
Desengaños del mago
A Jorge Zalamea
in memoriam
I
Antaño yo vivía en una torre que custodiaban tardes
de susurrantes collares.
Yo acechaba a las caravanas que, al caer
los crepúsculos, entraban en los patios
polvorientas de azul.
Yo jamás dormí.
Tal vez dormí, tal vez soñé que un ruiseñor sediento
secaba los mares.
Tortugas sospechosas empezaron a seguirme.
Yo en las tardes miraba flotar en los estanques
ciudades de ojos magnéticos.
Cada noche la marea depositaba en los árboles
islas dormidas.
En bosques de miel esperé a Lucy, la niña de cuernos
relucientes.
Lucy sollozaba por los elefantes enredados en mi barba.
Lucy era una gaviota.
Yo era un cangrejo, un lirio, un árbol relampagueante.
II
Déborah: si alguna vez desciendes de los tejados,
si alguna vez emerges de los cementerios donde
vives, y cruzas (ave o demonio) por la Plaza del Oso,
me verás bajo la lluvia esperándote. Porque amé tu
calavera de conejo, amé hasta enloquecer tu rostro
dañino.
Déborah y yo cabalgamos sobre un escarabajo
de ojos penetrantes y en días de tristeza recorrimos
espejos, uniformados de azur.
Déborah se mataba las pulgas mientras yo recitaba
mis grandes cantos.
Sólo una vez me permitió besarla. Fue en los jardines: la
primavera silbaba su tonadilla. Ella movía la cola,
azorada.
Pero tan pronto la besé, sacudió el polen de su falda,
aulló a la luna y huyó por los desfiladeros.
Yo felizmente era un topo, dichosamente excavé
un túnel.
Yo estaba solo amancebado con la luna.
Bien lo sabes, Déborah, mi araña incomparable.
¡Oh mi alondra!
¡Oh mi cítara enlutada!
III
Antaño fui un mago melancólico, panteras
invulnerables me seguían arropadas en sus sedas.
Poblé los cielos de bondadosos monstruos.
Yo tenía veinte años: el año empezaba.
La abominable tripulación puso proa al paraíso.
¡Proa al paraíso, charcos de maldad!
(«¡Nunca te traicionaré! ¡No me rendiré mientras
chapoteen las sirenas! -mentíale a mi musa»).
Remonté ríos de erizados dientes.
Era el tiempo humeante de mi generación.
Todavía escucho gritar a los unicornios pisados
por la multitud.
El gentío himpla para que abdique.
Pero yo no cambio de plumaje: me niego a iluminar
con mi canto los fétidos establos de la noche.
No más embustes:
que el Poeta se quite el antifaz y muestre su pico afilado.
Rabiosos ejércitos nos buscan.
Mas yo vuelo hacia el futuro, yo anido en el pasado.
Os prometo: una brisa de alondras refrescará
el infierno.
IV
Y llegó el tiempo del murciélago.
En los caminos colgaron a los elfos.
Pintarrajearon a las hadas antes de forzarlas.
Fracasaron mis magias.
Vagué por llanuras de trapo.
Me hinché de moscas como un verano gordo.
Estuve en Samarcanda, la de cabeza sumergida.
Sólo insectos poblaban tu urbe, desesperación.
¡Oh desolado, sólo tu pueblo ciego te miró envejecer
ante las murallas!
Atravesé salones enjoyados donde el tigre husmeaba:
tigres gigantescos entre cuyas zarpas pasan ríos
despavoridos.
Huí de aquellas tribus.
Llegué a Nínive, la de ojos sangrantes.
La tarde era un pez de tetas fosfóricas: el río arrastraba
imperios de oro danzante: yo mismo era una serpiente.
Tuve suerte: me amamantó una hembra cuya gordura
a los naturales aniquilaba.
Yo saludo a la que me llevaba muérdago y ratones
frescos a mi cubil, yo celebro a la que lamía mis cabellos.
Oh Nínive vestida con mi dicha.
Nínive de ojos inaccesibles.
Nínive de torres soñolientas.
Nínive donde queda mi corazón ardiendo.
Así empezaron los años de mis inolvidables
desgracias, aquel amor que fue mi ruina.
V
Al salir me derribaron los coletazos del viento
enloquecido por los piojos.
Para vivir compuse canciones: la turba me arrojaba oro
entre los barrotes.
Ya era tarde.
Enfermé.
Agonicé en los bosques. Mi trono era la luna; mi cetro, el aullido del lobo.
Peinábame el sol, adulábanme sus hipócritas vasallos.
Recliné la frente en las catedrales.
Caían las torres envenenadas.
Sangraban los obeliscos.
El mar encaneció, las islas huyeron.
miércoles, 15 de febrero de 2023
Entrevista a Emilio Adolfo Westphalen, por Edgar O'Hara
A. P. Alencart, Emilio Adolfo Westphalen y Álvaro Mutis (Palacio Real de Madrid, 1991, foto de Jacqueline Alencar) |
SEGUNDA CONVERSACIÓN
Después de la charla de agosto de 1991, intenté realizar otra, con Luis Miguel Glave, dos años más tarde. Ambos estábamos embarcados en la preparación del manuscrito de Nacido en una aldea grande, los ensayos de EAW de fines del setenta a ese presente. Pero Emilio comenzó a sufrir desgastes de salud y en 1994 tuvieron que internarlo.
En agosto de 1996, en la Maison de Santé de Chorrillos, el poeta aceptó otra vez conversar en presencia de una grabadora que, coincidencias curiosas, se negaba a funcionar. Ciertamente el estado de ánimo no era el de años atrás y a nivel físico, después de haber cumplido los 85 años, se notaba el esfuerzo que le suponía la sesión.
Edgar O’Hara: Tengo varios temas... El primero tendría que ver con la obra previa a Arriba bajo el cielo, que André Coyné distingue como la segunda etapa de tu poesía. ¿Estás de acuerdo con la observación de André?
Emilio Adolfo Westphalen: Han pasado tantos años entre una etapa y otra que, no sé, considerar... ¡Y...!
E.O.: Pero tú, por ejemplo, en Arriba bajo el cielo decidiste de alguna manera organizar una unidad poética en torno al vencejo, cosa que no había ocurrido en Belleza de una espada clavada en la lengua, que eran poemas escritos, o que te habían sucedido, a lo largo de los años. André quiere confirmar una idea que tú has señalado en alguno de tus ensayos: no se le puede pedir a un poeta que escriba como escribía a los veintiún años.
E.A.W.: Sí, pues. Eso es tan obvio que no sé qué te puedo decir.
E.O.: Claro, pero me podrías confirmar la imagen de esta terraza del departamento de tu amigo en Roma. ¿Por qué te llamó tanto la atención?
E.A.W.: Era una imagen cruel. Era un convento antiguo, convertido en departamentos, donde vivió la reina Cristina de Suecia cuando aún era convento.
E.O.: Pero entonces hay una imagen como surrealista o agresiva con estos vencejos...
E.A.W.: Sí, sí.
E.O.: ¿Y por qué aparece De Chirico al final, cuando hablas de la calavera? ¿Por un homenaje nada más o por alguna...? Te estás riendo...
E.A.W.: Porque me resultó divertido introducir la calavera de De Chirico.
Máximas y mínimas de sapiencia pedestre (Lisboa, 1982) |
E.O.: En el contexto del convento y los vencejos... ¿Y el piano? Cuando dices “toca con el pico y con la pata”, ¿de qué piano estás hablando?
E.A.W.: No sé. Habría algún piano. No sé... Porque en casa de mi amigo no tenían piano.
E.O.: Esa cantidad de animales que aparecen en Las ínsulas extrañas y en Abolición de la muerte... En un principio, por muchas aves y muchos picos, los asocié con Arriba bajo el cielo. ¿Eras consciente de esa zoología en tus dos primeros libros en el momento de armar ese nuevo? ¿Era un bestiario que podía venir tal vez de Lautréamont?
E.A.W.: Sí, es probable. Pero son esas cosas sobre las cuales no se puede confirmar nada.
E.O.: Porque en Moro hay muchos animales...
E.A.W.: Sí...
E.O.: Pero tú conociste a César, personalmente, el año 1934, después de Las ínsulas extrañas. ¿Conocías poemas de Moro previos a tu encuentro personal?
E.A.W.: No, los poemas de Moro que he conocido, antes de conocerlo a él, son los que aparecieron en Amauta.
E.O.: Y que son marginales a su obra, digamos.
E.A.W.: Ahí hay una carta de Moro protestando porque había muchos errores.
E.O.: ¿En Amauta? ¿Y qué dijo Mariátegui?
E.A.W.: No sé.
E.O.: Porque Moro estaba en París.
E.AW.: Sí, pues. La carta fue a Martínez de la Torre, que era el secretario de redacción...
E.O.: Y dime, ¿habías leído a Eluard en francés? Tú empezaste tus ejercicios en francés con diccionario... Pero durante la escritura de Las ínsulas extrañas y Abolición de la muerte, ¿ya habías leído poesía francesa?
E.A.W.: Sí.
E.O.: ¿Es posible que te atrajera Eluard?
E.A.W.: Sí. Entonces estaba en Lima Juan Larrea, que fue quien me prestó unos libros de Eluard en francés.
E.O.: ¿Antes de la aparición de Las ínsulas extrañas?
E.A.W.: Sí.
E.G.: Es decir, Larrea había venido para ir a Machu Picchu.
E.A.W.: Sí, pero estuvo un tiempo en Lima, en el hotel Leuro...
E.O.: ¿Que quedaba dónde: en Miraflores, entre Benavides y Larco? ¿Después fue el cinema Leuro?
E.A.W.: El hotel Leuro era un conjunto de casitas, cerca vivía la familia Gibson.
E.O.: ¿Percy vivía allí?
E.A.W.: Percy, sí, pues.
E.O.: Hay un verso de Abolición de la muerte que dice: “Había tantos nidos de dulzura y silencio entre nuestras bocas”. De pronto recordé un verso muy parecido de Eluard, no sé si posterior o anterior al tuyo. Es para que veas la cercanía... Me lo aprendí de memoria la primera vez que lo leí...
E.A.W.: ¿Ah, sí?
E.O.: “Tú haces burbujas de silencio en el desierto de los ruidos”, en la traducción de María Teresa León y Rafael Alberti. Entonces habría una cercanía de construcción al tomar las palabras como si fueran objetos.
E.A.W.: Entre los libros que me prestó entonces Juan, estaba... ¿Cuál estaba? Este...
E.O.: Hay un momento en que el hablante de tus poemas dice en Las ínsulas extrañas: “No acierto a poner las horas en su sitio/ Siempre me engañas dándome el beso de las tres/ A las doce y varias veces repetidas/ El punto de la i sobre la o”. Esto me hace pensar, por ejemplo, en un tipo, de ejercicio escolar, como de caligrafía, donde uno va copiando una oración y la puede ir alterando para que la maestra no vea que no se ha copiado todo. ¿Tú te divertiste mucho escribiendo esos dos libros, así como dice Moro que se divertía escribiendo poesía como si barriera? Te ríes...
E.A.W.: No sé...
E.O.: Si hubiese sido una experiencia desgarrante... Es una palabra que aparece con frecuencia en tus poemas, incluso el vencejo “desgarra”... Y luego Supermán, en Nueva serie de escritos, “abriendo a todo lo ancho el río” se traga las entrañas “de un bocao”. Si hubiese sido, repito, desgarrante, te habría marcado mucho más. ¿Fue entonces una experiencia lúdica?
E.A.W.: Sí, pues. Más bien lúdica. ¡Y...! ¿Por qué les das tanta importancia a esos versos?
E.O.: Porque esos poemas me parecen, de alguna manera, huellas personales, tratados escritos sobre una especie de piel de la experiencia. A partir del año 80 —y con esto creo que entramos al segundo momento de esta conversación, te acercas más a una voluntad de ironizar respecto del recuerdo y la memoria, y buscar el presente como un don de la lengua. De ahí viene la relación con los ensayos. Muchos de ellos tienen que ver con este asunto: sobre Vallejo y Eguren, la lengua poética de Moro, la experiencia que Arguedas podía expresar solo en quechua. En los ensayos veo una clave para los poemas a partir del año 82.
Revista Diálogos de México, donde se publica el ensayo “Eguren y Vallejo: dos casos ejemplares” de E.A. Westphalen |
E.A.W.: Bueno... Esa veta se terminó pronto.
E.O.: ¿La primera veta o la segunda? La segunda no se ha terminado.
E.A.W.: ¿No? ¿No se ha terminado?
E.O.: La palabra “patrañas”, por ejemplo, utilizada para designar esos poemas que has publicado recientemente…
E.A.W.: ¡Que me han publicado!
E.O.: Bueno, que te han publicado en Colombia y en Barcelona. Tienen que ver un poco con esa reverencia del poder de la lengua y al mismo tiempo con la ironía y la sequedad con que “sientas” esa presencia de lo súbito.
E.A.W.: Bueno, pues, así será...
Falsos rituales y otras patrañas fue editado en Barcelona 1994 por Vladimir Herrera |
E.O.: ¿Cuándo empezaste a cambiar los signos de puntuación por los guiones? Hasta Máximas y mínimas de sapiencia pedestre hay un estar dentro de la norma de la coma y el punto y coma... Pero en Nueva serie de escritos se produce el reemplazo. Me interesa saber cómo juntaste esta noción de representar lo poético o su experiencia en ensayos y poemas a través de una filiación tan íntima. Incluyes el poema “Paréntesis” en La Poesía los poemas los poetas, el libro de prosas... ¿Cuándo empezaste a poner los guiones?
E.A.W.: Ay... No sé.
E.O.: ¿Pero fue voluntario?
E.A.W.: Hmmm... Emily Dickinson creo que usa los guiones...
E.O.: Que es muy común en la poesía estadounidense... ¿Tú habías traducido a Dickinson?
E.A.W.: Sí.
E.O.: ¿Fue un recurso que hiciste que saltara de la poesía a tus ensayos o de tus ensayos a la poesía?
E.A.W.: Cómo será. En los ensayos pongo los guiones.
E.O.:Y en los poemas también... Hay un deseo de expresar la experiencia de lo poético a través de una forma que junte la prosa con la poesía, para no hablar de verso... Me gustaría saber si era un deseo de eliminar una frontera entre la reflexión sobre el poema y el ejercicio de arañar o “desgarrar” lo poético...
E.A.W.: Bueno...Ya vas muy lejos, creo.
E.O.: Es que hacia allá me llevan tus escritos.
E.A.W.: Hay mucho de inconsciente en todo eso...Tú eres muy consciente de cada detalle...
E.O.: Porque tú eres un poeta que no se permite la irracionalidad a la hora de buscar la palabra justa. En ese sentido la maestría de Eguren, ¿no?, te ha llevado a ello, a diferencia de la escritura de Moro, que es tan distinta. Tus prosas son una especie de homenaje, o respuesta, o guiño, a Los motivos...E.A.W.: Bueno, puede ser que algo de eso haya ocurrido porque es muy particular la prosa de Eguren. ¡Y...! Ya estoy cansado...
E.O.: Terminemos entonces.
(Maison de Santé, Chorrillos, 28 de agosto de 1996)
martes, 14 de febrero de 2023
6 poemas de la española Marian Raméntol
Todos los poemas pertenecen al libro “Salvoconductos hacia las primaveras” editado por LN Ediciones en 2022 en formato de libre descarga: https://archive.org/details/salvoconductos-hacia-las-primaveras/mode/2up
EL CIELO NOS SABE FORMALES Y ETIQUETADOS
La avenida se ha quitado la camiseta,
el sol baja por la faringe de los edificios
mostrando la realidad alargada de la prisa.
Las sombras corren sin autorización
por los mofletes asfálticos de los muros,
y en la boca del metro
parecemos hormigas de azúcar,
arrastrando los pecados en el lomo,
testarudas y organizadas,
como queriendo exorcizar a las gaviotas
de su condición actual de carroñeras.
Somos dóciles, comprensibles y numerables,
nos sorprendemos siempre de igual manera
ante una pared clonada, ante un pueblo mudo
o ante el sudor de los almohadones
cuando los asalariados rostros
se perpetúan sin respuestas.
El cielo nos sabe formales y etiquetados, sí.
Pero también sospechosos de provocar una estampida
hacia los grises sin hogar, hacia las biografías
crepusculares, hacia los pechos
que acunan la belleza de un lenguaje convicto,
y por eso nos vigila,
apostado en el alféizar del futuro,
escudriñando cada disculpa,
cada sollozo de euforia o de espera,
de noche anecdótica o de vacío importante,
porque todo cuanto hacemos
señala la orografía
de nuestra peligrosa fragilidad.
DARLE UNA LECCIÓN A DIOS SOBRE LA CIENCIA
Vivo de posibilidades, como tantos otros.
Si pudiera ser sólo julio
las bombas vaciarían el intestino del mar,
sembrarían de anémonas las orillas de los libros,
y tentarían a la exhalación de la muerte
en cada pie de página,
con la aclaratoria munición entre líneas
para este mundo demasiado corto.
Con toda la inquina junta
al inicio de un capítulo hecho de barricadas,
se narraría la mayoría de edad de un nacimiento,
más lejos del parto de ese horizonte
que sentado en la grupa de un camello
empieza a girar rápidamente,
y vomita sobre los ojos
la enorme imagen de nuestro orbe.
Y así sería capaz
de darle una lección a Dios sobre la ciencia,
sobre el arte blindado de los muros,
sobre las bocas secas de los pueblos anochecidos,
y sobre el humanísimo hedor de la leche
cuando nos mancha por dentro.
UN MUNDO DE BORRASCAS
Este mundo sin cuerpo no tiene sombra,
es como el velatorio de un mar vacío
parado sobre la enfermedad de sus costas,
que anduviese de fiesta con otra persona
metida dentro de mi piel, y a cada inspiración
construyéramos futuras necrópolis.
Si oscurecemos las esquinas del aire,
y cavamos hondas lunas de aceite,
si los pájaros exprimen cada gota de nube
y se derraman amanecidos de colores cóncavos,
haremos inclemente el desafío
entre el borrador del océano
y la acuarela de los peces.
Que la sangre, entonces,
me devuelva una mirada ruidosa como un parto,
que me nazca un planeta minúsculo,
donde los espejos pierdan la cordura, y me reescriban
la cabeza, costillas y columna vertebral,
y a cada respiración estaré
un paso más cerca
de poder nombrar un mundo de borrascas,
confidencias y demás humanidades.
EN ESE LADO FRONTERIZO DE LA MUERTE
Hace tiempo que solo entablo diálogos con la ceguera
y mi nombre utiliza todas las letras que lo forman.
Me quito la ropa supurante de cicutas
y constato que en la zona ártica de mi espalda
ya no queda lugar urbanizable.
¿Qué haré con el invierno?
Entre esa piel tan pegada a las alturas
y la vida, no hay correccionales y la palabra
espera ante el patíbulo
al último chaparrón de notas para un réquiem.
Busco allí donde los minutos
arrojan sus pechos a la calle
y la voz aprovecha el salvavidas
para crear un imperio en el espacio.
No habrá modisto
que descifre las medidas de mis piernas
y no tendré más que permanecer desnuda,
porque no es verdad que las heridas
acaben siendo invisibles.
El dolor desde que nace
es resistente a la cirugía plástica
y yo tengo la manía de abrir siempre los ojos
en ese lado fronterizo de la muerte
donde la biografía del abecedario
es una poética inacabada
que no admite correcciones.
FRENTE AL MONÓLOGO DE MIS VENAS
Llevas una nube en la comisura de los ojos
por eso me derramo, a cien pasos de ti,
con la mejilla hablando en voz baja
y la ceguera de mi vientre tomando un baño
en la profundidad del silencio.
Me basta con esperar la luz en el andén,
con el equipaje enloquecido acompañarte
por el aroma antiguo de tus bosques,
apilar crepúsculos de madera,
desnudarme en tus colinas y saber
que las promesas suben por la maldición un blues
para bajar de nuevo hasta tus manos.
No se me ocurre mejor maternidad,
parir despeñaderos dignos de tu estatura,
callar sobre la tierra, pasear por el borde
de mi cama hasta endurecer de frío,
esperarte en todas las caídas hasta que me hagas real
y vomites sobre mí la bendición de tu vuelo,
tu anochecer de sótano, la respiración pequeña
que escondes bajo la manta, y esa sonrisa que se para
de repente frente al monólogo de mis venas.
ANTES DE ABRIR LA LUZ Y DESHOJARLA
Llego tarde. Voy a remendar la mirada
antes de abrir la luz y deshojarla.
Debo preguntar a la derrota
dónde dejó las llaves de la nostalgia.
Dar de comer al cerdo y recoger los trozos de piedad
que guardo en el armario antes de abrir la luz y deshojarla.
Y precisamente ahora recuerdo
que a la blusa dolorida le faltaba un botón de bendiciones
y que el pespunte deshilado por el que se le escapaba el pecho
sigue tirando de los puntos cardinales y llego tarde.
No encuentro la libreta donde anoté la dirección de las nubes
ni los nombres de la lluvia y aún tengo que ordenar la sombra
antes abrir la luz y deshojarla.
Dónde estarán esas llaves.
Por dónde habrán escapado los sueños si los tenía
maniatados entre dos pausas y los malentendidos
que dejé en la bombonera están ahora bien mustios,
faltos de palabras enemigas. Qué le daré de comer
al gallo. Tendré que buscar otro modo
de sobornar al guarda de seguridad de la primavera
para que abra la luz y la deshoje, para que resuma
los peldaños y me deje meter la nariz
en el archivo de las caricias, buscar la temperatura del beso,
incendiar el vientre del crepúsculo y mandarlo a hacer la calle.
Probablemente deberé herirme para no llegar tarde
antes de abrir la luz y deshojarla.
Marian Raméntol (Barcelona, 1966). Poeta, traductora y directora de la revista cultural La Náusea. Miembro del grupo musical O.D.I con el que ha editado vídeo-libros y diversos álbumes además de bandas sonoras de películas. Ha traducido a poetas contemporáneos al catalán y al castellano. Ha publicado diecinueve poemarios y ha sido incluida en dieciséis antologías. Ha sido premiada en diversos concursos nacionales e internacionales, y su obra ha sido ampliamente difundida en revistas especializadas donde ha publicado poesía, ensayo y artículos de opinión. Ha sido traducida al inglés, alemán, italiano, rumano, armenio, portugués, búlgaro y estonio. Su actividad en el ámbito artístico y poético le ha llevado a formar parte de festivales (tanto poéticos como de cinematografía), exposiciones, recitales y diferentes actos patrocinados por ayuntamientos, editoriales y otras entidades culturales.
lunes, 13 de febrero de 2023
6 poemas del argentino Rolando Revagliatti
Para Sol Negro, a modo de colaboración, poemas del libro ‘Infamélica’ de Rolando Revagliatti (Editorial Leviatán, Buenos Aires, 98 páginas, 2022):
Reprímome
Sólo veo
de vos
oculta
por tus propias piernas
lo que no veo
Cuánto veo y no veo de vos
no viendo lo que veo
Es lo que no veo de vos
oculta por tus propias piernas
reitérome
lo único que veo
Remózame
mientras me reprimo
y sublimo
tanta
óptima
perturbación.
Príncipe azul
Yo no te propongo calmar el hambre:
te propongo satisfacer nuestro apetito
No es una escapada lo que te propongo:
es un viaje
No te propongo el aturdimiento mutuo:
te propongo la lucidez recíproca
No es olvidar el pasado lo que te propongo:
es
recordar el futuro
Yo
no te propongo ahondar el vínculo:
te propongo
vincular las honduras.
Víctima
I
¿Por qué te parece
que te proponés como víctima
de mi
imprecisión?
II
Ya no me alcanza mi víctima
por más que corra
o vuele
hacia mí.
III
A caballo de mi víctima
llegué
por todos los caminos
al Amor
y mi víctima
a Roma.
Aprovechamientos
A la tía la asaltábamos en su pieza
cada sábado después del mediodía
sus sobrinos
Púberes, adolescentes
sin adultos en la casa
jugábamos a que era nuestra
a que la tía nos estaba destinada
Aprendimos en ella
nos adiestramos
los dos hermanos y el primito
Estimulada así la tía
casi muda nos daba todo
en su delicado estupor
A su manera nos aguardaba
y se concedía sus raciones de vértigo
Manuable, dúctil nos complacía
en familia
Mi primo sobreactuaba para no derrumbarse
alardeaba de sádico
y me parece que estaba
caliente con mi hermano
A los tres en fila nos mamaba la tía
La mía se la dejaba más tiempo en la boca
Mi primo se aferraba la suya
él dirigía su batuta
y la descargaba antes que mi hermano y que yo
Mi hermano fue sorprendido por papá
un jueves después de medianoche
sodomizando a la tía
Cegado, papá, el histórico
fornicador de su hermana
los acuchilló
Mi primo y yo nunca recordamos
estando juntos
a esos muertos
Dejó secuelas:
él se hizo stripper
y yo
coleccionista y usuario de italianas
suecas, taiwanesas, mucamitas indias
embarazadas africanas, cadavéricas
muñecas inflables.
Algo
1
La distancia entre aquí
no ha pasado nada
porque aquí
no ha pasado todo
y
aquí ha pasado todo
aunque ese algo
no ha pasado
acaso
¿existe?
2
Nosotros somos
lo que no fue
y somos lo que no fue
porque fue.
Azuzar
No me despepitaré
prometió a su psiquiatra
ni me desfogaré
abusó aún más el culto paciente
al despedirse
Fuera ya del consultorio volvió a sucumbir
ante su primigenia fuente de pánico
puerilmente desnuda en su recuerdo
la azuzante Azucena
(su hermanita).
viernes, 10 de febrero de 2023
6 poemas de la mexicana Yara Patiño Estévez
Yara Patiño Estévez en Casa de la Literatura Peruana, 2022 |
LA MUJER MÁS FUERTE DEL MUNDO
“Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump”
escribió él, bajo la imagen de una rubia
delgada que sostenía un auto
con
una
sola
mano
y una sonrisa que, sin esfuerzo ni
tensión
levanta el ánimo del cartel en blanco y negro donde ella es
la mujer
del brazo cibernético y sonido reverberante
dos piernas y un oído que alcanza cualquier susurro
de transistores de tono muy agudo
pero antes estuvo muerta
sin recibir
los seis millones de dólares del novio
aunque sí la cámara lenta
André el Gigante
Ted Cassidy y algunas fembots que dislocan
sus máscaras faciales.
Ella, al final, tuvo que revivir pero ahora
se conecta a un aparato que la mantiene en criogenia mientras recuerda
que de pequeña la llamaban Pippi
la niña más fuerte del mundo
y caminaba hacia atrás resolviendo todo
e hizo que mi madre se destrozara las rodillas al lanzarse en bicicleta
por una pendiente rocosa
buscando sus monedas de oro
el mono tití y la navaja con que más tarde perseguiría
en ropa interior
al ladrón turco.
Como herencia, yo
tengo gran velocidad
de escape, aunque no se nota por la parálisis
de sueño
esa secuencia donde siempre
lo intento.
Mi padre era bucanero y puso un caballo en la palma de mi mano
ahora tengo una prótesis biónica que hace todo
mejor que yo.
WAVE OF MUTILATION
Vas a pensar que morí
también lo he pensado lo suficiente
para el terror de perder
un pedazo de cuerpo y enseñarle
todo de nuevo
y no sería lo peor:
he besado crustáceos antes de que polinicen las algas
pero temo a la sumersión
a no saber en dónde estoy plantada
moverme es
paralizante
y no era esto, no.
Conozco mi intestino: es una rosa
una amapola. No me gustan las metáforas, es
que pueden ser inevitables y matar
de miedo.
Quise ser vegetal. He logrado los colores, lo efímero y una especie
de fotosíntesis todavía
en estado de prueba.
Él dijo de alguien más:
si hablaba de un tigre
había uno enfrente. Yo he tenido en mis manos mis vísceras
y los cadáveres de quienes amo.
El rigor mortis no impide
un beso
la frialdad no evita
la ardentía
la cianosis es
pasajera.
No creo en el más allá, pero hablo con los muertos.
Sé que todo es falso y que no puedo engañarme ahora. Es tarde.
Debí haberlo hecho antes.
Debí.
El deber es inalcanzable. Creer es eso.
Y nunca he sabido qué hacer con lo que sé. Nunca
con lo que no creo. Tan poco.
No creer es la muerte y no creer pervive.
¿Qué me costaría salir
y agradecer al cielo?
Pensar
que los muertos me escuchan
que los astros
las secuencias
el pasado
seis cosas imposibles
seis tuercas
y todos los patrones que parecen
decir algo
lo digan.
Cómo creer sin evidencia
-eso no es para todos-
tal vez la gravedad, la caída, las leyes que parecen caos -por ahora-
y la próxima ruta
el vuelo
o los dibujos que dejan las olas en la arena
eso
que parece lenguaje
porque todo en él está oculto
eso que parece intraducible y no queremos creerlo
-me refiero a una sola persona-. O. No.
Él dijo que el tigre no existía pero
estaba ahí
ahora no hay nada verosímil: morirse
nunca
fue una opción
CÓMO ACLARAR CONCEPTOS ABSURDOS (2014)
Para los matemáticos
si no hay dimensión
no hay libertad
la dimensión cero está confinada
a un único punto
totalmente inmóvil
pero
se puede hablar de ella
y de partículas ideales
singularidades
e infinitos
pero
en términos físicos
esto es un error
sabemos
que el cero no existe
que el primer universo tuvo que
moverse.
Hasta en los principios de la geometría
los lugares extraños
las singularidades
pueden existir
pero
no es verdad
insistimos
el cero no existe.
En un hoyo negro
la singularidad sólo puede ser
co-singularidad
ahí tampoco existe el final del tiempo
y esta es otra razón
por la que nada se pierde
en los hoyos negros.
El inverso de una singularidad
es infinito
pero
existiendo sólo co-singularidades
sólo co-infinitos pueden existir.
Aparte de eso
las singularidades plurales
admiten infinitos plurales
y esto es aún peor
es imposible que existan
infinitos plurales
la infinidad no puede ser otra
dos infinitos cancelan el infinito
los infinitos
en plural
sólo pueden ser co-infinitos.
Aparte de eso
las partículas ideales
no existen.
EJERCICIO CON SALUDO
Yo te saludo, cárcel
que contiene los deseos:
lo indeseable
te saludo, con las mismas ganas de siempre
las ganas de huir de ti
prisión de todo lo que he querido
saludo lo que no me deja ir allá
al núcleo
al tamaño mínimo
al grado cero
al horizonte de sucesos donde cambian las reglas
a los estados múltiples de la materia
a lo que solo puedo imaginar porque tu prisión
-mi tamaño-
lo que se supone es
una persona
sin unidad
ni origen
ni raíces
te saludo, linde
pobre semilla, pobre perímetro de polvo
pies que no pueden recorrer un sistema nervioso
manos que no pueden tocar el colapso de una estrella
ojos que no ven la radiación cósmica
inútiles todos, viles órganos
carbón que ata
trenzas de ADN
barrotes irrompibles
y una sola salida
una certeza, la única
oh, cuerpo,
la que va a morir te saluda
te agradezco el dolor siempre claro
cuando al fin sea libre te saludaré con un soplo que será todo
menos divino
CINCO MUERTES, LA MISMA
𝗣𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿𝗮 𝗹𝗲𝘁𝗿𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗮𝗹𝗳𝗮𝗯𝗲𝘁𝗼
Amanda: has sido mi última Amiga, la primera, la única Así. El primer espejo. ¿Sabes que desde entonces he usado tu nombre como seudónimo? Tu tonta muerte. Tu Alergia. Tus doce años míos. Tus libros míos, tus colores. Nuestro cuadro imaginado en el piso. Nuestro nacimiento surrealista. Nuestro circo. Mi pérdida primera, la corona. Tú, la desigual, yo, la misma.
𝗧𝗲𝗿𝗰𝗲𝗿𝗮 𝗹𝗲𝘁𝗿𝗮, 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗻𝗱𝗮 𝗺𝗮𝗱𝗿𝗲
Celia: mi jazmín, la bondad en Carne, soledad Compartida. Tu seno, el gran mostrador de madera donde trepaba a dibujarte. Figuritas de plastilina. Las visitas a la iglesia eran un parque de diversiones donde aprendí a no rezar rezando. Tú eras mi Casa y me escapé de la otra, de la que me habían llevado arrancada de ti, a mis tres años. Llegué a la tuya. Tuviste que devolverme. Pasó de nuevo años después: siempre me pasa todo, por lo menos, dos veces. Todo lo terrible. Debe ser mi planeta siempre retrógrado, venenoso. Pero a esa segunda no volví, tal vez supe que no me iría nunca, que nunca me fui, ni tú, ni ese jazmín, ni el olor.
𝗟𝗮 𝗱𝘂𝗼𝗱𝗲́𝗰𝗶𝗺𝗮, 𝗹𝗮 𝗻𝗼𝘃𝗲𝗻𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗼𝗻𝗮𝗻𝘁𝗲, 𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿𝗼
Luis: Lateral, oral y alveolar. La undécima Latina. Lambda, Longitud de onda, constante cosmológica: un ardid que hace que todo funcione. Una cadena hueca, Licor, Líquido metal Luz que se derrite, caminatas a lo desconocido y el asombro: el hallazgo de tu mano, el amor por las canicas deformes, las hierbas malas, las hojas amarillas, novelas olvidadas, perderse donde nazco. Volver. Lo que escucho. El muro más blando. Las jaulas sin puerta. Lo que no se responde. Lo que siempre. El deseo de andar. “Sé tú”, me dijiste, y nada he sido: soy eso. Tus últimas palabras: “estoy mejor que nunca”.
𝗔́𝗹𝗲𝗳. 𝗘𝗹 𝘂́𝗹𝘁𝗶𝗺𝗼, 𝗹𝗮 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿𝗮, 𝗲𝗹 𝗮𝗰𝗲𝗻𝘁𝗼
Ángel: tu lengua Áspid, la resonancia. Todos los tiempos, las raíces. Juego infinito y tu oído. Llave. Tuerca Áurea. Palanca y muevo. Lo que te digo es especular. Te lo digo en Ábaco y tú pones las cuentas, los villanos, los que pierden el paso, el aliento. Cada Átomo se multiplica en tu caleidoscopio Ácido, mullido. Esa forma de bailar y seguir el ritmo aunque lo niegues. Los guiños, los guiños, los efectos sin causa. El peso pluma que no sueña. Escoliosis del Árbol-semilla fronda sombra titilante, todo lo que siempre te digo y escuchas mutando en Scheherezade, tú. Tú: Pandora.
𝗟𝗮 𝗽𝗲𝗻𝘂́𝗹𝘁𝗶𝗺𝗮. 𝗟𝗮 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗮 𝗼𝘁𝗿𝗮. 𝗟𝗮 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹
Yara: mutante que muere porque no muere. La letra que en una lengua es pregunta y en otra respuesta. Y conjunción de coexistencia inexistente. Ahí Yo, la gemela muerta, el bucle, boleto sin retorno a un hogar nómada con muros embrujados. Destino forastero que vivo sin vivir en mí. Que vivo lo que mata. Que repito. Nunca termino. Nunca empiezo. No sigo. El reflejo que no veo y me habla a paradojas, a gritos, al mismo tiempo que Yo, aquella, otra, y Ya. No. Y lo contrario. ¿Sabes qué te digo a ti? Que no te extraño y que todo lo extraño. Y, sin embargo, se mueve.
Despeja:
X función de Y
luego giro y por qué
la parábola se tuerce
WhY
Espeja:
YosoY
Ω
α
Y aquí termina
siempre
la historia
(nunca)
YA
no + ( = ∞)
𝘐'𝘷𝘦 𝘸𝘢𝘵𝘤𝘩𝘦𝘥 𝘊-𝘣𝘦𝘢𝘮𝘴 𝘨𝘭𝘪𝘵𝘵𝘦𝘳...
𝘐𝘵’𝘴 𝘵𝘪𝘮𝘦 𝘵𝘰
𝘠
EJERCICIO CON OBJETOS RECOLECTADOS
Todo parte de aquí, los fragmentos al medio, cascarón roto salvado por una membrana.
El metal sostiene, atornilla. Quise encontrar una tuerca y sé por qué, pero sólo hubo esto: al menos, tiene seis lados, una espiral y el elemento, la aleación: es para ella.
Vuelo en blanco y negro. Los restos son ambiguos, una línea precisa, una ruta. Si miras de cerca, las líneas desaparecen y otras surgen: son preguntas.
Una roca volcánica del color de mi sueño, castillo dividido por una diagonal donde vive mi infancia. Lo que queda del centro.
Frutos que no conocía, agrupados, rojos y negros, pequeños, dulces: tuve que probarlos. Tampoco conocía el lugar donde crecen. Ahí volvió todo a sus fragmentos, como era en el principio, sin sólidos. La membrana azul es el gluon que sostiene las fuerzas débiles de las partículas.
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