Nada más cobarde que trasladar una responsabilidad a terceros para obtener resultados convenidos. Este sería en esencia el mensaje que nos deja una denominada “antología consultada” sobre la poesía peruana entre 1968 y 2008, realizada por la ahora conocida Banda de los Cuatro: Carlos López Degregori, Luis Fernando Chueca, José Güich y Alejandro Susti, miembros de un pomposo Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima y que ha arrojado resultados previsiblemente anticientíficos e interesados. Para ello, por supuesto, han recurrido al marketing con el propósito de difundirlo en los medios anunciándonos que los 45 poetas más mencionados serán incluidos en una antología que aparecerá en 2011.
Para contextualizar brevemente este nuevo despropósito de la literatura canónica, añadiremos que la banda en cuestión envió desde mayo de 2010 cartas a 137 personas, entre auténticos (y supuestos) estudiosos, poetas, profesores, recencionistas en los medios, la mayoría de ellos, naturalmente, amigos personales de los antologadores. En la carta solicitaban que el invitado eligiese 20 nombres que juzgaran imprescindibles en la poesía de los últimos 40 años y si fuera el caso que resaltasen los cinco títulos más memorables de ese mismo periodo.
Debemos agregar que entre los invitados nos encontrábamos los firmantes de esta carta, negándonos a responder a la invitación por las inconsistencias y premeditaciones de su propuesta, así como por los antecedentes de los antologadores, dos de ellos autores de un ensayo manifiestamente adverso a HZ. Y cada quien por su lado advirtió a López Degregori que se cuidara de incluirnos en la futura antología, aun cuando fuéramos mencionados en la desacreditada encuesta, a riesgo de ser denunciado judicialmente.
Pues bien, ya tenemos los resultados a partir de los cuales vamos a demostrar, puntualmente, que la premeditación, la desesperación de venderse, bajo el principio del viejo e infame pacto bajo la mesa, según el cual “tú votas por mí y yo voto por ti”, no es un prejuicio nuestro, sino la confirmación de una de las peores tradiciones de la poesía canónica peruana.
1) El Instituto de Investigación Científica tiene que explicar por qué los convenidos antologadores no cumplen con los requisitos propuestos en la carta de invitación, uno de los cuales era dar a conocer los 20 nombres más mencionados, de los que solo son publicados 10 (más uno sin numeración). La explicación confusa (o sea nada científica) es que la reducción está relacionada con el número de menciones, insinuando que sería poco elegante incluir a los restantes (nueve) por las pocas menciones que recibieron. ¿Qué clase de estadística es esta? Es como si Apoyo o Datum, a proposito de la actual campaña electoral, escondieran la votación de algunos candidatos porque alcanzan discretos porcentajes.
2) El otro requisito, mencionar los cinco libros “decisivos”, delata con harta visibilidad el objetivo que escondía la famosa “antología consultada”: promocionar a Carlos López Degregori, ya que, sorprendentemente, los cinco títulos terminan siendo siete, con dos puestos más que incluyen empates, en uno de los cuales, el 6º lugar, aparece nada menos que el cabecilla de la Banda de los Cuatro. Peor aún: con inexplicable excusa la banda se permite ocultar otros títulos que obtuvieron alguna votación argumentando que se trata de “una gran dispersión”.
3) ¿Qué clase de rigor científico puede explicar el hecho de que los nombres más votados (el querido José Watanabe obtiene, por ejemplo, 101 votos) alcancen cifras ridículas y abismalmente dispares cuando se les solicita a los encuestados citar los títulos de sus libros más memorables? Para seguir con el mismo Watanabe, que encabeza la lista de los más votados, solo alcanza 17 votos por “El huso de la palabra” (13.82% del total) y 10 por “Cosas del cuerpo” (8.13%), mientras que “En los extramuros del mundo”, de Enrique Verástegui, el más votado en este rubro, obtiene apenas 23 votos (18.69%). Por cierto, el porcentaje del sexto autor de un título mencionado, Carlos López Degregori, que no debería estar incluido según sus propias reglas (el requisito era que fueran solo cinco títulos, recordemos), y que empata con tres poetas más con 7 votos (los tres son de HZ), alcanza 5.10%.
Por supuesto, los porcentajes variarían si nos sujetáramos a la advertencia de los antologadores de que se trata de una votación en un universo de solo 53 consultados. Pero ¿no es desastrosamente revelador que más de la mitad (56.92%) no haya querido opinar al respecto? Esto supone que no estaban muy convencidos de la calidad de las obras o simplemente no las recordaban, vale decir, que la mayoría no relaciona autores con obra. ¿Qué clase de críticos, profesores, poetas o mil oficios son estos que conocen nombres pero no libros? La clase de amigos que tiene la Banda de los Cuatro. Y entonces la consulta descubre toda su fragilidad e incapacidad disfrazada de “investigación científica”.
4) Es lamentable que esta nueva desvergüenza literaria mantenga en pie las peores taras del centralismo literario. Los autores se enconden en una improbada explicación de que seleccionaron una lista de cerca de “cuatrocientos nombres que se situaran en el marco cronológico de nuestra consulta”, pero resulta que los consultados, también previsiblemente, votaron por los poetas más mencionados en los medios, es decir por los que nacieron o han producido su obra en Lima. Este gesto pinta de cuerpo entero el criterio canónico recurrentemente discriminador desde Riva Agüero hasta la última antología de José Miguel Oviedo (España, 2009) y reafirma que quienes controlan el poder cultural en el Perú siguen siendo los herederos de los letratenientes que fundaron la tradición poética escrita en nuestro país, como sostenía Martin Lienhard. Nombres tan valiosos como José Luis Ayala, Omar Aramayo, Baltazar Azpur (poeta apurimeño quechuaescribiente ya fallecido, y como él tampoco están presentes autores en esa lengua), Samuel Cardich, Marcial Molina, Ricardo Oré, Jorge Nájar, Angel Garrido, Bernardo Alvarez, pero limeñas y limeños como Rosina Valcárcel, Enriqueta Belevan, Dalmacia-Ruiz Rosas, José Rosas Ribeyro, Enrique Sánchez Hernani y Jerónimo Pimentel son puestos al margen cediendo puesto, con grosera patería, a poetas de absoluta falta de calidad y hasta de continuidad (suman decenas).
5) Tampoco parece riguroso, sino una tumultuosa subjetividad, el hecho de que los consultados fueran elegidos a conveniencia de la Banda de los Cuatro. Es curioso que, por ejemplo, ni Rodolfo Hinostroza ni Enrique Verástegui, solo por citar dos casos, aparezcan entre los invitados y sí narradores o investigadores de otras materias académicas, como ocurre con un estudioso de música criolla de la universidad Católica. Es cuando la suspicacia toma la solidez de un hipopótamo: los que enviaron cartas de invitación, como Carlos López Degregori, para la consulta sabían que, por cortesía, inevitablemente aparecerian en la encuesta, ocomo ocurre precisamente con él que aparece en el 4º lugar entre los 10 más votados. Más aún: toda la banda se cuidó de seleccionar a una gran mayoria de personas de su entorno para lograr los resultados que esperaban.
6) En la medida que esta es una carta abierta firmada por dos escritores de HZ que rechazaron participar de una farsa que refleja una falta de compromiso académico, poético y ético, amparándose en la cobarde coartada del tumulto para no decir nada, volvemos a recordarle al cabecilla de la Banda de los Cuatro, Carlos López Degregori, que se inhiba de incluir nuestros nombres en la antología que pretende publicar. Porque seguimos sosteniendo que no es representativa de la poesía peruana de los últimos 40 años y no refleja los cambios sustanciales que han reconfigurado el Perú, como la concreción de su reconocimento en la multiculturalidad -soldando así, poco a poco, los trágicos desgarramientos del pasado y que culminarán cuando haya equidad y justicia-, la exigencia de los olvidados a ser legitimados a traves de una estética híbrida, de fusión (a la que, por cierto, dio inicio Hora Zero en los años 70) y la producción de nuevas fuentes literarias ex-céntricas, periféricas, multiformes, archipiélagas, indiferentes del canonismo castrador y virreinal que berracamente aún cree que el Perú es Lima.
Lima, 29 de diciembre de 2010
Tulio Mora
Jorge Pimentel