lunes, 14 de septiembre de 2015

“EL DIVINO CALVO”, Entrevista al poeta César Calvo, por Víctor Caycho

 “Entre un plancito y un poema, yo dejo el poema y me voy con el plancito; no lo dudo ni un minuto”. Es César Calvo el que tan libremente sermonea así, cuando lo encontramos ya entrada la madrugada, contorneándose y en hermosa compañía, bajo el rugir de una “mofostrosa” banda salsera, en el abigarrado local barranquino que era “pura música”, con el retumbar del bongó, el repicar de los timbales y todo ese contagiante son de trombones, trompetas y el dulce saxofón.

Devoto de la charla, la bohemia y las mujeres a César Calvo lo entrevistamos de madrugada también, sin que la música estuviera ausente, esta vez en “La Capilla”, ese rincón bohemio de la sétima cuadra de Lampa, que cuatro siglos antes albergara al señorial convento de la Trinidad. Tampoco faltó en esta oportunidad otra hermosa “ángel de la puerta” para el autor de Las tres mitades de Ino Moxo, Ausencias y retardos y aquellos Poemas bajo tierra, con que alcanzó el Primer Premio en el Concurso del Poeta Joven del Perú compartido con Javier Heraud en 1961.

¿Qué hay de ese Calvo aventurero? ¿Cuánto de cierto existe tras esa leyenda que lo viene persiguiéndolo por años? ¿Hay alguna técnica para la seducción? Tales eran algunas de las interrogantes que fuimos barruntando antes de la “conversación en la Capilla”, y en la que existimos ante un César Calvo muy receptivo tras la buena dosis de “chilcanos” de buen pisco, y la alegría de la contagiante “chica de Ipanema” y “Brasil”, que se dejaba escuchar una y otra vez al ritmo de flauta, guitarra y cajón.

Sinceramente, desconocíamos sus aficiones al ritmo de la “salsa”.

(Con sorna), bueno, como todo poeta clásico, descendiente directo de los quechuas y de los griegos adoro la salsa. No tanto como el tango. (Una estruendosa carcajada corona su comentario).

Ya más serio dice: “hablábamos el otro día acerca de los poetas que más habían influido en mi quehacer literario. Y yo cité como era de cajón a César Vallejo, a Quevedo, a Góngora. Y, al mismo nivel hablé de Agustín Lara, de Carlos Gardel, del viejo Lepera, de los grandes compositores de tango ¿no?, así como de “Bola de nieve”, uno de los grandes poetas. Y, después, también hablé de Cubillas, de Pitín Zegarra, un poeta excepcional, del maestro Cornelio Heredia, poeta que influyó en mi vida, en mi obra, Vallejo, Cornelio Heredia, Teódulo Legario, Quevedo, “Pitín” Zegarra, Góngora. César Cueto, Jorge Eduardo Eielson, (otra gran carcajada)… Nicolás Guillen, fundamental, gran dribleador, gran timba ¿no?, y una nueva gran carcajada.

Nuevamente serio, señala: “Bueno, yo creo que todo eso se ve en la salsa, como en la que el otro día escuchábamos. Allí en la salsa que se hace en el Perú, se nota una clara influencia de Guillén y Quevedo. ¿Tú sabes que no es broma? Hay un tema muy conocido a lo largo de América Latina, y la letra es un poema popular que habla de una boda de negros. Tú no debes haberlo oído. Es un tema muy recurrente en el folklore Latinoamericano y ha sido cantado de diversas maneras a lo largo de América Latina. En Chile, por ejemplo, lo cantan con cadencias “acuecadas”. La misma letra se canta en Ecuador, en Colombia, o en el Perú. Yo cuando descubrí en Chile la canción “Boda de negros” con otra música, y que aparecía como escrita por Violeta Parra, me quedé desconcertado. Y pensé que era un plagio demasiado descarado, ¿no? Pero, después comprendí que por lo general los recopiladores del folklore recopilan y se ponen como autores, en vez de ponerse como recopilado por, que da lo mismo desde el punto de vista de los derechos autorales, porque un tipo que ha recopilado una canción tiene tanto derecho como autor de la misma canción. Entonces Violeta Parra, esa gran folklorolaga, recopiló este tema, pero en vez de poner “recopilación de Violeta Parra”, puso música y letra de Violeta Parra, ignorando que ese tema popular, cuya música a la vez haya sido compuesta por nadie sabe quién a lo largo del tiempo, pero donde la letra tenía un autor conocido, nada menos que Quevedo. Entonces yo recuerdo que tuve una discusión seria con Nicanor Parra, en Santiago, porque le dije que no era posible que Violeta haya podido poner su nombre a un poema de Quevedo. Nicanor me dijo que era imposible. Entonces, me hice traer el libro “Las nuevas musas de Quevedo”, en el cual está el poema… por eso te digo que se nota una clara influencia de Quevedo en el folklore Latinoamericano.

Bueno, en el fondo la salsa tiene un sabor poético ¿no te parece?

Si, ya lo creo, como toda música popular que llega a ser asumida por grandes sectores de la gente. Ahora, ¿cuántas canciones salsa ya se han hecho? Tengo entendido que los cubanos consideran que la salsa no es una cadencia nueva, sino es la misma cadencia de antaño, que ha ido cambiando de revestimiento, de ropaje, de acompañamiento. Que es la misma guaracha, la misma rumba, la música de siempre, afrocubana, por decirlo de alguna manera y que ahora llaman salsa para vender de nuevo los mismos temas a otros con la misma cadencia.

¿Quizás a ello se deba su éxito internacional, que ha traspasado fácilmente las fronteras?

Se debería también a otras cosas. Primero, a la intención de las disqueras, de las transnacionales del disco que son las que están vendiendo. Y otra cosa es que la salsa existe, es cierta, es verdad para el pueblo nuestro. Para ciertas capas de la población, especialmente en las ciudades, es evidente que la salsa es un ritmo atractivo, caudaloso que los lleva.

Trasladándonos al caso peruano tenemos que acá siempre se ha querido hacer poesía con la música peruana, desde Pinglo hasta Rose, pasando por Raúl Vásquez (“extraordinario, el juglar perfecto”, comenta César Calvo) y tú, por supuesto. ¿Debe seguirse recurriendo a los poetas para la canción popular peruana?

Yo pienso que no necesariamente para hacer poesía con la canción popular debe recurrirse a poetas. Porque hay muchos temas que son sumamente poéticos que no han sido escritos por poetas de oficio. Raúl Vásquez, que tú citas muy bien, por ejemplo, no se considera poeta de oficio. El es un cantor. Cuando yo le digo juglar, entonces se avergüenza un poco, se atimida. Su éxito estriba en el nivel tan alto y tan serio con que deben ser interpretados los temas populares.

EL CALVO AVENTURERO

¿Y que nos puedes decir de César Calvo aventurero? ¿Cuál crees que ha sido la mayor aventura de tu vida?

Mira, la mayor aventura de mi vida, yo no te la puedo contar. Después de esa aventura vienen otras que tampoco te puedo contar. Y después de esa, ya vienen otras aventuras… que tampoco te puedo contar. Ja, ja, ja… mira, yo no me considero un aventurero, tampoco me considero un escritor, mejor dicho, estoy seguro que no soy un escritor, tengo grandes amigos que son grandes escritores, y les envidio su capacidad de dedicación a la literatura y a la escritura. Yo nunca he tenido esa capacidad de dedicación ni la intención de dedicarme a la literatura, más me interesa vivir, tomar un trago con mis amigos, conversar, ir a un mitin. Tengo amigos escritores que escriben todo el día, o por lo menos unas horas al día. Es decir que su profesión es escribir. En cambio la mía no. Mi profesión es caminar, viajar, hacer el amor, conversar con mis amigos, charlar, leer… de vez en cuando escribir, pero como parte de la vida ¿no? Para mi la vida no es escribir, es decir, entre un plancito y un poema, yo dejo el poema y me voy con el plancito. No dudo un minuto.

Es “vox populi” referirse al César Calvo no sólo aventurero, sino al César Calvo seductor. ¿Qué opinas de ese calificativo?

Yo creo que no es cierto, nunca me he considerado tampoco un seductor. En todo caso me consideraría un seducido, ¿no?

¿Por cuantas mujeres puedes decir que has sido seducido?

¿Por cuantas novelas? Ja, ja, ja, bueno no sé, pero yo de las que recuerdo muy pocas. Después la memoria que no sabe recordar. Porque la memoria o inventa o borra. ¿La buena memoria, no?

Así como tu técnica a oscuras para hacer poemas, ¿Siguen la misma técnica para esas aventuras galantes que en César Calvo son “vox populi”?.

No tengo aventuras galantes. Y si las tuviera, no tendría ninguna técnica igual que cuando escribo. Una vez, me acuerdo, en una conferencia que di en el Instituto Italiano de Cultura –y la recuerdo porque fue publicada– dije que entre hacer el amor, escribir un poema y cocinar, yo no encontraba mayores diferencias. Que así como con las mismas palabras se escribe un poema distinto, y así como con los mismos ingredientes hago un plato distinto en la cocina, así como con los mismos cuerpos se construye una distinta noche. ¿No?, o un distinto mediodía, o una distinta semana, etc., con los mismos cuerpos; que no se repiten nunca las noches, ni los platos, ni los poemas. En todo caso, la improvisación sería mi técnica. Y dejar que las cosas sucedan o no sucedan. Supongo que la infalible técnica para seducir es no tener ninguna técnica.

Ósea ¿Dejas que caigan en el redil y nada más?

No, tampoco hay redil. Yo arredilo las palabras, no las personas.

¿Has trasladado al poemario algunas de tus aventuras?

Claro, naturalmente. Y entran como deben entrar sin nombre, sin ciudades y sin fechas.

Un caballero en el mejor sentido de las palabras

Un caballero es aquel que sabe cuando deja de serlo, decía un amigo. Ja, ja, ja.

Esta es una pregunta cursi, pero viene al caso: ¿Qué opinas del amor?

Que los maridos son muy ingratos, muy malagradecidos.

Y en la misma onda, ¿cuál fue tu último matrimonio?

Mi último matrimonio, no fue un matrimonio… fue un divorcio… ja, ja, ja. Esto tiene un poco que ver con los que estás sondeando. A propósito. ¿“sondeando” viene de Thorndike o de sondear? Ja, ja, ja.

En esa misma “onda”, ¿cuál crees que han sido tus mejores imitaciones?

Ja, ja, ja, siempre vinculadas al canto popular. Muchos de mis poemas, yo las hago con música. Y después me abstengo de cantarlos, porque hay músicos de verdad que componen muy bien, y que les ponen melodías a esas letras.

A propósito, ¿cómo haces tus poemas? ¿Tienes algún esquema definido, alguna técnica en especial?

Yo creo que la técnica es la oscuridad. Escribo a oscuras desde el punto de vista de que yo no sé qué voy a escribir. Es como si mi inconsciente escribiera en mi lugar. Yo no sé lo que voy a escribir. Cuando me pongo frente a un papel, yo no sé lo que voy a decir, me dejo llevar no más. Y, al final yo me pongo en la corrección. Pero, en la primera base del poema, yo no sé lo que voy a escribir, no tengo la menor idea, no tengo nada en concreto, ni un concepto, ni un juicio, totalmente en blanco, las palabras van saliendo solas y por su cuenta caminan, regulan o canta… por lo general callan.

Y, por lo general como otros autores, ¿encuentran tropiezos al ir avanzando la obra?

No encuentro un tropiezo, sino que no encuentro voz en mi garganta. Entonces no lo escribo porque no puedo hablar. Y simplemente, lo dejo. Después de un tiempo, una hora, un año, continuó o no.

–¿Ósea que tú escribes hablando?


Sí, la mayor parte de las veces. Escribo a mano y después lo paso a máquina.


Y en cuanto a tu libro, que siempre consideré novela, “Las tres mitades de Ino moxo”, ¿cómo nació esa creación tan alucinante?

Yo me propuse escribir una crónica sobre este personaje Ino moxo, de quien yo había tenido referencia por diversas fuentes, y pretendí hacerle un reportaje. Entonces rastreé al personaje a sabiendas de que había sido jefe de la nación Amahuaca, para lo cual viajé por varios sitios por la zona de Atalaya, Pucallpa, etc.; sitios donde visité amigos que me hablaban de él. Hasta que, después lo encontré en Iquitos y descubrí que era un personaje a quien yo ya conocía de antes, pero no sabía que él había sido Ino Moxo, el legendario jefe de los Amahuacas. Entonces logré al fin la codiciada entrevista. Me dio los datos que necesitaba. Pero ya para entonces, a lo largo de tantos meses de buscarlo  y de rastrear huellas de él me di con que ya yo tenía un material demasiado extenso como para que cupiera en una entrevista. Tenía una entrevista de  casi 400 páginas que difícilmente iba a ser publicada en una revista o en algún periódico. Había recogido mitos, leyendas, historias, datos y vivencias de otros brujos, en forma tal que comprendía que era un tema muy extenso, que había sobrepasado las intenciones primigenias del reportaje. Fue entonces cuando decidí publicarlo solo, como un tomo. Antes de ello, a instancias de algunos amigos, de Arturo Corcuera, de Juan Marsé, el español, lo presenté al premio “Planeta” de Barcelona, y quedé entre los finalistas, de allí me vino la posibilidad de publicarlo en Italia y luego en Lima.

¿Y llegaste a practicar algún rito ancestral como los que mencionas en tu libro?

Mira, he llegado a tomar Ayahuasca de diversas maneras y con diversas gentes en la selva, con gentes para quienes el Ayahuasca es una droga sagrada. Por lo tanto, la toma de Ayahuasca es algo ritual, no es una droga como para un occidental que considera que el Ayahuasca es una droga de alucinaciones, agradables o desagradables. Para ellos, para los nativos, tiene otro propósito. La Ayahuasca se ingiere con respeto. No sólo con el respeto que se toma algo sagrado, sino con esa cosa medio misteriosa de quien emprende una aventura que no sabe cual va a ser su término.

Dime, esa búsqueda de Ino moxo, ¿no crees que fue algo así como una búsqueda de aventuras por parte tuya y que todavía no tiene fin?

Claro lo has dicho exacto. Supongo en todo ser humano que pretende crear belleza, la búsqueda, de algún personaje o de algún tema, o de algo, es siempre indesligable de la búsqueda con el mismo y con la búsqueda del sentido de su vida en el mundo. Yo creo que hay algo de eso.

El común de las gentes considera a los poetas como etéreos irrealistas.

Yo no creo eso. Tengo amigos poetas que son los más realistas y racionalistas. Que están con los pies bien fijos en la tierra, aunque tengan la cabeza entre las nubes.

¿Así te consideras?

Yo tengo todo el cuerpo en la tierra y todo el cuerpo entre las nubes. No sólo la cabeza ni los pies.

Algunos recuerdan, César, que tu hiciste un poema, “A los ojos de Juan”, ¿Cómo se te ocurrió hacerlo?

Sí, claro, yo lo recuerdo mucho. Mira, este poema fue hecho como una canción, con Raúl Vásquez y estaba dedicado al peruano, es decir, a Juan, al poblador del Perú, usando el nombre más común. Ahora, posiblemente en mi inconsciente yo tenía la imagen, hasta hoy muy querida de Juan Velasco Alvarado. Por eso es que cuando al general Velasco lo traicionan y lo arrancan del poder, decidí dedicarle a él la canción. Pero hasta ese momento no lo era así. Pero ahora ya es para Juan Velasco, lo remarco.

¿Qué otra actividad política desarrollaste por aquella época?

Bueno aparte de ser uno de los fundadores del FER (Frente Estudiantil Revolucionario) en San Marcos, no es un secreto que fui militante del Ejército de Liberación Nacional que comandaba Héctor Bejar y que anduve metido en cuestiones que hoy se llaman subversivas desde muy joven.

A propósito muchos desconocen de tu sordera parcial. ¿Podrías revelar algo de ese asunto?

Mira preferiría no hablar de eso por temor a perder el otro oído de escucharme.

De acuerdo a esos afanes tuyos como miembro del Ejército de Liberación Nacional. ¿Qué nos puedes decir respecto a los recientes actos de terrorismo?

Que no tienen nada que ver con lo que nosotros planeábamos ni hacíamos. Creo que hay una diferencia sustancial. Nosotros buscábamos conectarnos con la lucha de base, ser parte de un movimiento más vasto de lucha popular en todo el país, tanto que los objetivos del movimiento guerrillero nuestro, fueron a insertarse dentro de la lucha campesina. En eso diferían no en poco las teorías foquistas que estaban de moda entonces. Pues al parecer, los compañeros de Sendero Luminoso no son ni siquiera foquistas. Son senderistas no más. Hasta ahora no se ve ningún foco. Son estallidos nada más.

A este respecto, ¿cómo ves el futuro de César Calvo? ¿Seguirá escuchando su voz como hasta ahora?,


Lo veo, como siempre indesligable del futuro del Perú y, especialmente, del futuro de los pueblos amazónicos. Yo hablaré lo que mis pueblos de la Amazonía no pueden hablar, porque no los dejan. Un poco como decía Manuel Scorza, quiero ser la lengua de los que no tienen boca. En ese sentido mi voz será avasalladora o sonriente, según lo que mi pueblo viva.

Fuente de las fotos: http://cesarcalvos.blogspot.pe/
Foto 1: César Calvo y Patricia Aspillaga
Foto 2: César Calvo en La Habana
Foto 3: César Calvo, Thiago de Melo y Arturo Corcuera.

Lectura recomendada: César Calvo habla sobre Ino Moxo, entrevista realizada por Arturo Corcuera (http://cesarcalvos.blogspot.pe/2013/04/cesar-calvo-desentrana-su-libro-las.html).

1 comentario:

Unknown dijo...

Impresionante, no había leído esta entrevista, realmente tenía como dice: "todo el cuerpo en la tierra y todo el cuerpo entre las nubes. No solo la cabeza ni los pies."

¡Saludos!

Poesía del turco Hasan Erkek

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