Devoto de la charla, la bohemia
y las mujeres a César Calvo lo entrevistamos de madrugada también, sin que la
música estuviera ausente, esta vez en “La Capilla ”, ese rincón bohemio de la sétima cuadra
de Lampa, que cuatro siglos antes albergara al señorial convento de la Trinidad. Tampoco
faltó en esta oportunidad otra hermosa “ángel de la puerta” para el autor de Las tres mitades de Ino Moxo, Ausencias y retardos y aquellos Poemas bajo tierra, con que alcanzó el Primer
Premio en el Concurso del Poeta Joven del Perú compartido con Javier Heraud en 1961.
¿Qué hay de ese Calvo
aventurero? ¿Cuánto de cierto existe tras esa leyenda que lo viene persiguiéndolo
por años? ¿Hay alguna técnica para la seducción? Tales eran algunas de las
interrogantes que fuimos barruntando antes de la “conversación en la Capilla ”, y en la que
existimos ante un César Calvo muy receptivo tras la buena dosis de “chilcanos”
de buen pisco, y la alegría de la contagiante “chica de Ipanema” y “Brasil”,
que se dejaba escuchar una y otra vez al ritmo de flauta, guitarra y cajón.
—Sinceramente, desconocíamos sus
aficiones al ritmo de la “salsa”.
(Con sorna), bueno, como todo
poeta clásico, descendiente directo de los quechuas y de los griegos adoro la
salsa. No tanto como el tango. (Una estruendosa carcajada corona su
comentario).
Ya más serio dice: “hablábamos
el otro día acerca de los poetas que más habían influido en mi quehacer
literario. Y yo cité como era de cajón a César Vallejo, a Quevedo, a Góngora.
Y, al mismo nivel hablé de Agustín Lara, de Carlos Gardel, del viejo Lepera, de
los grandes compositores de tango ¿no?, así como de “Bola de nieve”, uno de los
grandes poetas. Y, después, también hablé de Cubillas, de Pitín Zegarra, un
poeta excepcional, del maestro Cornelio Heredia, poeta que influyó en mi vida,
en mi obra, Vallejo, Cornelio Heredia, Teódulo Legario, Quevedo, “Pitín”
Zegarra, Góngora. César Cueto, Jorge Eduardo Eielson, (otra gran carcajada)…
Nicolás Guillen, fundamental, gran dribleador, gran timba ¿no?, y una nueva
gran carcajada.
Nuevamente serio, señala:
“Bueno, yo creo que todo eso se ve en la salsa, como en la que el otro día
escuchábamos. Allí en la salsa que se hace en el Perú, se nota una clara
influencia de Guillén y Quevedo. ¿Tú sabes que no es broma? Hay un tema muy
conocido a lo largo de América Latina, y la letra es un poema popular que habla
de una boda de negros. Tú no debes haberlo oído. Es un tema muy recurrente en
el folklore Latinoamericano y ha sido cantado de diversas maneras a lo largo de
América Latina. En Chile, por ejemplo, lo cantan con cadencias “acuecadas”. La
misma letra se canta en Ecuador, en Colombia, o en el Perú. Yo cuando descubrí
en Chile la canción “Boda de negros” con otra música, y que aparecía como escrita
por Violeta Parra, me quedé desconcertado. Y pensé que era un plagio demasiado
descarado, ¿no? Pero, después comprendí que por lo general los recopiladores
del folklore recopilan y se ponen como autores, en vez de ponerse como
recopilado por, que da lo mismo desde el punto de vista de los derechos
autorales, porque un tipo que ha recopilado una canción tiene tanto derecho
como autor de la misma canción. Entonces Violeta Parra, esa gran folklorolaga,
recopiló este tema, pero en vez de poner “recopilación de Violeta Parra”, puso
música y letra de Violeta Parra, ignorando que ese tema popular, cuya música a
la vez haya sido compuesta por nadie sabe quién a lo largo del tiempo, pero
donde la letra tenía un autor conocido, nada menos que Quevedo. Entonces yo
recuerdo que tuve una discusión seria con Nicanor Parra, en Santiago, porque le
dije que no era posible que Violeta haya podido poner su nombre a un poema de
Quevedo. Nicanor me dijo que era imposible. Entonces, me hice traer el libro
“Las nuevas musas de Quevedo”, en el cual está el poema… por eso te digo que se
nota una clara influencia de Quevedo en el folklore Latinoamericano.
—Bueno, en el fondo la salsa
tiene un sabor poético ¿no te parece?
Si, ya lo creo, como toda música
popular que llega a ser asumida por grandes sectores de la gente. Ahora,
¿cuántas canciones salsa ya se han hecho? Tengo entendido que los cubanos consideran
que la salsa no es una cadencia nueva, sino es la misma cadencia de antaño, que
ha ido cambiando de revestimiento, de ropaje, de acompañamiento. Que es la
misma guaracha, la misma rumba, la música de siempre, afrocubana, por decirlo
de alguna manera y que ahora llaman salsa para vender de nuevo los mismos temas
a otros con la misma cadencia.
—¿Quizás a ello se deba su éxito
internacional, que ha traspasado fácilmente las fronteras?
Se debería también a otras
cosas. Primero, a la intención de las disqueras, de las transnacionales del
disco que son las que están vendiendo. Y otra cosa es que la salsa existe, es
cierta, es verdad para el pueblo nuestro. Para ciertas capas de la población,
especialmente en las ciudades, es evidente que la salsa es un ritmo atractivo,
caudaloso que los lleva.
—Trasladándonos al caso peruano
tenemos que acá siempre se ha querido hacer poesía con la música peruana, desde
Pinglo hasta Rose, pasando por Raúl Vásquez (“extraordinario, el juglar
perfecto”, comenta César Calvo) y tú, por supuesto. ¿Debe seguirse recurriendo
a los poetas para la canción popular peruana?
Yo pienso que no necesariamente para
hacer poesía con la canción popular debe recurrirse a poetas. Porque hay muchos
temas que son sumamente poéticos que no han sido escritos por poetas de oficio.
Raúl Vásquez, que tú citas muy bien, por ejemplo, no se considera poeta de
oficio. El es un cantor. Cuando yo le digo juglar, entonces se avergüenza un
poco, se atimida. Su éxito estriba en el nivel tan alto y tan serio con que
deben ser interpretados los temas populares.
EL CALVO
AVENTURERO
—¿Y que nos puedes decir de César
Calvo aventurero? ¿Cuál crees que ha sido la mayor aventura de tu vida?
Mira, la mayor aventura de mi
vida, yo no te la puedo contar. Después de esa aventura vienen otras que
tampoco te puedo contar. Y después de esa, ya vienen otras aventuras… que
tampoco te puedo contar. Ja, ja, ja… mira, yo no me considero un aventurero,
tampoco me considero un escritor, mejor dicho, estoy seguro que no soy un
escritor, tengo grandes amigos que son grandes escritores, y les envidio su
capacidad de dedicación a la literatura y a la escritura. Yo nunca he tenido
esa capacidad de dedicación ni la intención de dedicarme a la literatura, más
me interesa vivir, tomar un trago con mis amigos, conversar, ir a un mitin.
Tengo amigos escritores que escriben todo el día, o por lo menos unas horas al
día. Es decir que su profesión es escribir. En cambio la mía no. Mi profesión
es caminar, viajar, hacer el amor, conversar con mis amigos, charlar, leer… de
vez en cuando escribir, pero como parte de la vida ¿no? Para mi la vida no es
escribir, es decir, entre un plancito y un poema, yo dejo el poema y me voy con
el plancito. No dudo un minuto.
—Es “vox populi” referirse al
César Calvo no sólo aventurero, sino al César Calvo seductor. ¿Qué opinas de
ese calificativo?
Yo creo que no es cierto, nunca
me he considerado tampoco un seductor. En todo caso me consideraría un
seducido, ¿no?
—¿Por cuantas mujeres puedes
decir que has sido seducido?
¿Por cuantas novelas? Ja, ja,
ja, bueno no sé, pero yo de las que recuerdo muy pocas. Después la memoria que
no sabe recordar. Porque la memoria o inventa o borra. ¿La buena memoria, no?
—Así como tu técnica a oscuras
para hacer poemas, ¿Siguen la misma técnica para esas aventuras galantes que en
César Calvo son “vox populi”?.
No tengo aventuras galantes. Y
si las tuviera, no tendría ninguna técnica igual que cuando escribo. Una vez,
me acuerdo, en una conferencia que di en el Instituto Italiano de Cultura –y la
recuerdo porque fue publicada– dije que entre hacer el amor, escribir un poema
y cocinar, yo no encontraba mayores diferencias. Que así como con las mismas
palabras se escribe un poema distinto, y así como con los mismos ingredientes
hago un plato distinto en la cocina, así como con los mismos cuerpos se
construye una distinta noche. ¿No?, o un distinto mediodía, o una distinta
semana, etc., con los mismos cuerpos; que no se repiten nunca las noches, ni los
platos, ni los poemas. En todo caso, la improvisación sería mi técnica. Y dejar
que las cosas sucedan o no sucedan. Supongo que la infalible técnica para
seducir es no tener ninguna técnica.
—Ósea ¿Dejas que caigan en el
redil y nada más?
No, tampoco hay redil. Yo
arredilo las palabras, no las personas.
—¿Has trasladado al poemario
algunas de tus aventuras?
Claro, naturalmente. Y entran
como deben entrar sin nombre, sin ciudades y sin fechas.
—Un caballero en el mejor sentido
de las palabras
Un caballero es aquel que sabe
cuando deja de serlo, decía un amigo. Ja, ja, ja.
—Esta es una pregunta cursi, pero
viene al caso: ¿Qué opinas del amor?
Que los maridos son muy ingratos,
muy malagradecidos.
—Y en la misma onda, ¿cuál fue tu
último matrimonio?
Mi último matrimonio, no fue un
matrimonio… fue un divorcio… ja, ja, ja. Esto tiene un poco que ver con los que
estás sondeando. A propósito. ¿“sondeando” viene de Thorndike o de sondear? Ja,
ja, ja.
—En esa misma “onda”, ¿cuál crees
que han sido tus mejores imitaciones?
Ja, ja, ja, siempre vinculadas
al canto popular. Muchos de mis poemas, yo las hago con música. Y después me
abstengo de cantarlos, porque hay músicos de verdad que componen muy bien, y
que les ponen melodías a esas letras.
—A propósito, ¿cómo haces tus
poemas? ¿Tienes algún esquema definido, alguna técnica en especial?
Yo creo que la técnica es la
oscuridad. Escribo a oscuras desde el punto de vista de que yo no sé qué voy a
escribir. Es como si mi inconsciente escribiera en mi lugar. Yo no sé lo que
voy a escribir. Cuando me pongo frente a un papel, yo no sé lo que voy a decir,
me dejo llevar no más. Y, al final yo me pongo en la corrección. Pero, en la primera
base del poema, yo no sé lo que voy a escribir, no tengo la menor idea, no
tengo nada en concreto, ni un concepto, ni un juicio, totalmente en blanco, las
palabras van saliendo solas y por su cuenta caminan, regulan o canta… por lo
general callan.
—Y, por lo general como otros
autores, ¿encuentran tropiezos al ir avanzando la obra?
No encuentro un tropiezo, sino
que no encuentro voz en mi garganta. Entonces no lo escribo porque no puedo
hablar. Y simplemente, lo dejo. Después de un tiempo, una hora, un año,
continuó o no.
–¿Ósea que tú escribes hablando?
Sí, la mayor parte de las veces.
Escribo a mano y después lo paso a máquina.
—Y en cuanto a tu libro, que
siempre consideré novela, “Las tres mitades de Ino moxo”, ¿cómo nació esa
creación tan alucinante?
Yo me propuse escribir una
crónica sobre este personaje Ino moxo, de quien yo había tenido referencia por
diversas fuentes, y pretendí hacerle un reportaje. Entonces rastreé al
personaje a sabiendas de que había sido jefe de la nación Amahuaca, para lo
cual viajé por varios sitios por la zona de Atalaya, Pucallpa, etc.; sitios
donde visité amigos que me hablaban de él. Hasta que, después lo encontré en
Iquitos y descubrí que era un personaje a quien yo ya conocía de antes, pero no
sabía que él había sido Ino Moxo, el legendario jefe de los Amahuacas. Entonces
logré al fin la codiciada entrevista. Me dio los datos que necesitaba. Pero ya
para entonces, a lo largo de tantos meses de buscarlo y de rastrear huellas de él me di con que ya
yo tenía un material demasiado extenso como para que cupiera en una entrevista.
Tenía una entrevista de casi 400 páginas
que difícilmente iba a ser publicada en una revista o en algún periódico. Había
recogido mitos, leyendas, historias, datos y vivencias de otros brujos, en
forma tal que comprendía que era un tema muy extenso, que había sobrepasado las
intenciones primigenias del reportaje. Fue entonces cuando decidí publicarlo solo,
como un tomo. Antes de ello, a instancias de algunos amigos, de Arturo
Corcuera, de Juan Marsé, el español, lo presenté al premio “Planeta” de
Barcelona, y quedé entre los finalistas, de allí me vino la posibilidad de
publicarlo en Italia y luego en Lima.
—¿Y llegaste a practicar algún
rito ancestral como los que mencionas en tu libro?
Mira, he llegado a tomar
Ayahuasca de diversas maneras y con diversas gentes en la selva, con gentes
para quienes el Ayahuasca es una droga sagrada. Por lo tanto, la toma de
Ayahuasca es algo ritual, no es una droga como para un occidental que considera
que el Ayahuasca es una droga de alucinaciones, agradables o desagradables.
Para ellos, para los nativos, tiene otro propósito. La Ayahuasca se ingiere con
respeto. No sólo con el respeto que se toma algo sagrado, sino con esa cosa
medio misteriosa de quien emprende una aventura que no sabe cual va a ser su
término.
—Dime, esa búsqueda de Ino moxo,
¿no crees que fue algo así como una búsqueda de aventuras por parte tuya y que
todavía no tiene fin?
Claro lo has dicho exacto.
Supongo en todo ser humano que pretende crear belleza, la búsqueda, de algún
personaje o de algún tema, o de algo, es siempre indesligable de la búsqueda
con el mismo y con la búsqueda del sentido de su vida en el mundo. Yo creo que
hay algo de eso.
—El común de las gentes considera
a los poetas como etéreos irrealistas.
Yo no creo eso. Tengo amigos
poetas que son los más realistas y racionalistas. Que están con los pies bien
fijos en la tierra, aunque tengan la cabeza entre las nubes.
—¿Así te consideras?
Yo tengo todo el cuerpo en la
tierra y todo el cuerpo entre las nubes. No sólo la cabeza ni los pies.
—Algunos recuerdan, César, que tu
hiciste un poema, “A los ojos de Juan”, ¿Cómo se te ocurrió hacerlo?
Sí, claro, yo lo recuerdo mucho.
Mira, este poema fue hecho como una canción, con Raúl Vásquez y estaba dedicado
al peruano, es decir, a Juan, al poblador del Perú, usando el nombre más común.
Ahora, posiblemente en mi inconsciente yo tenía la imagen, hasta hoy muy
querida de Juan Velasco Alvarado. Por eso es que cuando al general Velasco lo
traicionan y lo arrancan del poder, decidí dedicarle a él la canción. Pero
hasta ese momento no lo era así. Pero ahora ya es para Juan Velasco, lo remarco.
—¿Qué otra actividad política
desarrollaste por aquella época?
Bueno aparte de ser uno de los fundadores
del FER (Frente Estudiantil Revolucionario) en San Marcos, no es un secreto que
fui militante del Ejército de Liberación Nacional que comandaba Héctor Bejar y
que anduve metido en cuestiones que hoy se llaman subversivas desde muy joven.
—A propósito muchos desconocen de
tu sordera parcial. ¿Podrías revelar algo de ese asunto?
Mira preferiría no hablar de eso
por temor a perder el otro oído de escucharme.
—De acuerdo a esos afanes tuyos
como miembro del Ejército de Liberación Nacional. ¿Qué nos puedes decir
respecto a los recientes actos de terrorismo?
Que no tienen nada que ver con
lo que nosotros planeábamos ni hacíamos. Creo que hay una diferencia
sustancial. Nosotros buscábamos conectarnos con la lucha de base, ser parte de
un movimiento más vasto de lucha popular en todo el país, tanto que los
objetivos del movimiento guerrillero nuestro, fueron a insertarse dentro de la
lucha campesina. En eso diferían no en poco las teorías foquistas que estaban
de moda entonces. Pues al parecer, los compañeros de Sendero Luminoso no son ni
siquiera foquistas. Son senderistas no más. Hasta ahora no se ve ningún foco.
Son estallidos nada más.
—A este respecto, ¿cómo ves el
futuro de César Calvo? ¿Seguirá escuchando su voz como hasta ahora?,
Lo veo, como siempre
indesligable del futuro del Perú y, especialmente, del futuro de los pueblos
amazónicos. Yo hablaré lo que mis pueblos de la Amazonía no pueden hablar,
porque no los dejan. Un poco como decía Manuel Scorza, quiero ser la lengua de
los que no tienen boca. En ese sentido mi voz será avasalladora o sonriente,
según lo que mi pueblo viva.
Fuente de las fotos: http://cesarcalvos.blogspot.pe/
Foto 1: César Calvo y Patricia Aspillaga
Foto 2: César Calvo en La Habana
Foto 3: César Calvo, Thiago de Melo y Arturo Corcuera.
Lectura recomendada: César Calvo habla sobre Ino Moxo, entrevista realizada por Arturo Corcuera (http://cesarcalvos.blogspot.pe/2013/04/cesar-calvo-desentrana-su-libro-las.html).
1 comentario:
Impresionante, no había leído esta entrevista, realmente tenía como dice: "todo el cuerpo en la tierra y todo el cuerpo entre las nubes. No solo la cabeza ni los pies."
¡Saludos!
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