Con la conquista española aparece el comercio y con él, las nociones de abundancia y riqueza, ajenas a la cultura colectivista del incario. Por consiguiente surgen también las carencias y necesidades. Es en este contexto que nace el Ekeko, un dios aymara, regordete y sonriente, encargado de hacer diferente la nueva vida obligada del indígena.
Hoy a comienzos del siglo veintiuno en el Perú del banco de oro, de la tierra prometida nunca cumplida, soñar no cuesta nada. Tal parece que es lo único que nos queda, soñar o morir. Y como país sincrético, andino, migrante y de fiesta, parece obvio buscar respuestas y soluciones en el Ekeko. Y el Perú sueña sincretismo, religión pagana y TV color.
La sonrisa del Ekeko plantea una crítica a este Perú del nuevo milenio desde los sueños de la gente. Soñamos en tanto carecemos y necesitamos. La figura del Ekeko, en el proyecto, es un pretexto para explorar temas genérales y específicos, hasta ahora no resueltos en nuestra vida como nación. Los desaparecidos de la violencia política, la fuga de peruanos al extranjero, el patriotismo vacío, las desigualdades sociales, son algunos de los temas tratados.
La sonrisa del Ekeko, serie de escultura y pintura, plantea problemas, esboza soluciones, se cuelga del artificio de la tradición mágico religiosa de nuestro país, para presentar un discurso de crítica social. Los seis cuadros sirven como marco contextual a los nueve neo-ekekos que constituyen el corpus central del proyecto. En La sonrisa del Ekeko, éste pierde sus elementos tradicionales o por ratos su pose peculiar, conserva sus rasgos típicos, sigue siendo regordete pero se transfigura. La alasita, miniatura que promete el sueño verdadero, cambia, se reinventa la imagen del dios de la abundancia para explorar, al fin de cuentas, nuestra experiencia y futuro como nación.
Hoy a comienzos del siglo veintiuno en el Perú del banco de oro, de la tierra prometida nunca cumplida, soñar no cuesta nada. Tal parece que es lo único que nos queda, soñar o morir. Y como país sincrético, andino, migrante y de fiesta, parece obvio buscar respuestas y soluciones en el Ekeko. Y el Perú sueña sincretismo, religión pagana y TV color.
La sonrisa del Ekeko plantea una crítica a este Perú del nuevo milenio desde los sueños de la gente. Soñamos en tanto carecemos y necesitamos. La figura del Ekeko, en el proyecto, es un pretexto para explorar temas genérales y específicos, hasta ahora no resueltos en nuestra vida como nación. Los desaparecidos de la violencia política, la fuga de peruanos al extranjero, el patriotismo vacío, las desigualdades sociales, son algunos de los temas tratados.
La sonrisa del Ekeko, serie de escultura y pintura, plantea problemas, esboza soluciones, se cuelga del artificio de la tradición mágico religiosa de nuestro país, para presentar un discurso de crítica social. Los seis cuadros sirven como marco contextual a los nueve neo-ekekos que constituyen el corpus central del proyecto. En La sonrisa del Ekeko, éste pierde sus elementos tradicionales o por ratos su pose peculiar, conserva sus rasgos típicos, sigue siendo regordete pero se transfigura. La alasita, miniatura que promete el sueño verdadero, cambia, se reinventa la imagen del dios de la abundancia para explorar, al fin de cuentas, nuestra experiencia y futuro como nación.
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