El Parlamento albanés puso bajo control de los militares estadounidenses y agentes de la CIA el espacio aéreo, terrestre y marítimo de Albania durante la visita que George Bush hizo un domingo de junio. Aunque el itinerario fue secreto, agentes norteamericanos se han hecho cargo del aeropuerto, del puerto de Durres, las carreteras, calles y hoteles de Tirana. Luego de50 años bajo el puño del stalinista Enver Hoxa, la población dobla el espinazo ahora en admiración de Bush. En el adorado museo Hoxa se ven la fotos de Bush, films y libros con los discursos del mandatario estadounidense “en defensa de las libertades y los derechos humanos”. Tirana ya no tiene necesidad de cambiar de nombre.
En el 2004 inicié estas crónicas sin límites en el lenguaje ni la geografía de las palabras y realidades de nuestra época de carniceros y aniquilamiento físico y moral. Páginas plagadas de intimidad, interrogantes, humor, atmósferas, registros, canciones, poemas, literatura, viajes, muros, huracanes, descripciones del insomnio mundial y de un planeta que se supera en el horror, en la doble moral de “líderes” transitorios, que capitanea GWB, quien ofreciera en su campaña:” un mundo más seguro y mejor”. La frase es el epitafio en la lápida amarilla y vergonzosa de estos tiempos. Las preguntas ya no siguen siendo las mismas, porque las respuestas las encontramos en el camino ensangrentado de Bagdad y Kabul. Los resultados se tropiezan en los grandes titulares, que ayer nos timaron a todos con sus verdades a medias o mentiras completas, por contarnos ahora (tarde) cuan equivocados estábamos, para decirnos los errores, hacernos saber que esto huele podrido y que reventará como un huevo lanzado de una azotea un domingo de luna encantada.
En plena perfomance, el Number One, sigue abriendo escenarios de conflicto, tensiones e inseguridad para sus propios pies. Se ha quedado sin careta el transformista del mundo, el rey de la máscara, y la nave, que a Marte pareciera enrumbar, lleva vuelo incierto, paradero dudoso. Ser cronista de este tiempo es una perfecta osadía e idiotez, frente a los medios mediáticos, a la religión banal de esta época, al endiosamiento de la mentira, a los juegos digitales de la palabra. Muchos prefieren “leer” su celular, quedarse con el aserrín de la madera y sus ilusiones son un campo de golf lleno de huequitos que buscan una pelotita que le pega un palito.
18 hoyos para un ángel
Mi Editor, quien reconoce que el mapa mundial corre un centímetro cada día más cerca del precipicio, se voló en la imaginación que le quedaba con el triunfo del argentino, sureño, Ángel Cabrera, quien se llevó el US Open en Pensilvania, de las narices del invencible Tiger Woods. Golpe golpe o como diría Machado, Cabrera, el Cordobés, llegó al altar de la gloria en Oakmont (Estas no son mis palabras, sino una de las frases que leí en la próxima Editorial del jefe.) Golpe a golpe, verso a verso, repite tres veces como en el poema. La crónica argentina dice que el golf norteamericano es frío y distante, lo que parece un verso nerudiano:”lejana y distante”, más que un tango. El cordobés ya debe estar festejando con Silvia, su mujer y revirtiendo esa frialdad del green del Norte. Antes de derrotar a Tiger, hizo una llamada milagrosa y habló con su Silvia. No sabemos que le dijo, pero hemos visto los resultados. Algo de esto comentó el Editor, que dijo que lo del argentino no fue casualidad, porque había olfateado como lobo hambriento el Augusta y el British que lo tuvo a un solo golpe. Había que verle la cara como se transformaba el Editor frente al ordenador cuando se trataba de estas notas, que le sacaban del escenario gris y real. Después de todo, el golf es un juego para unos cuantos privilegiados que se divierten en un gran jardín caminado y haciendo negocios detrás de una pelotita y sus 18 codiciados hoyos. La virtud del nuevo ángel del golf estuvo en su paciencia frente al hoyo final, el definitivo o los hoyos. Nunca olvidó el placer de entrar de un certero golpe, con el palo al fondo del hoyo. Esa paciencia por recorrer cada hoyo en la majestad absoluta de la esperanza y del placer, en Oakmont, un terreno difícil, hosco, erigido y diseñado como un homenaje a la dificultad, lo consagró definitivamente, en la humedad ciega de un verano esplendoroso. 7.355 yardas intimidatorias con sus 210 búnkeres. Lo que paralizaba la respiración de los jugadores más avezados, en opinión d e los comentaristas, era el hoy 12: para entrar en él codiciado hoyo 12 hay que pegar largo y derecho. En verdad es una norma para cualquier hoyo que se desee penetrar, conquistar. US Open for ever: 1 millón 260 mil dólares Cabrera ya había abrazado en soledad a su caddie, porque la victoria había caído como Alicia al hoyo maravilloso de la fantasía total. Los últimos nueve hoyos del cordobés, los más complicados del torneo, fueron brillantes, hoyos que se abrieron a su imaginación y pujanza, al talento endemoniado de su calculada, feroz pasión. Los demás compañeros de ruta perdían posiciones, Cabrera hacía como por arte de magia los codiciados birdies en el 11 y el 15, y luego en el 16 y el 17 (hoyo veleidoso) subió el par para cerrar con una tarjeta de 69, lo que le permitió finalizar el campeonato con 285 golpes.
El panorama mundial tiene más huecos que una cancha de golf. El Editor lo sabe. El topo que hace hoyos y no sabe salir de ellos, está en casa.¿Somos su Gran Slam? El Editor ya no está con nosotros, se aproxima a su canchita, al pequeño green con su palito, solitario, sin caddie, en el inmenso agujero, hoyo negro, de sus días, esos que casi no tienen respiradero. Los titulares recogen siempre un atentado más demoledor que el anterior, el más sangriento, con más víctimas, algo de récord lleva la muerte en sus alas negras. Las estadísticas cuentan, suman, advierten y se van acumulando como números muertos, insensibles.
Después del 11, 3540 soldados muertos hasta ahora
¿Qué salió bien después del 11 de septiembre del 2001? O mejor dicho aún: ¿Valió la pena ganar unas elecciones sin una verdadera legitimidad? ¿El pueblo norteamericano está mejor que hace cuatro años atrás o su futuro tiene más esperanza? ¿Irak, Afganistán, el mundo, viven mejor ahora? Siento que las preguntas quedarán por mucho tiempo colgadas como la soga al cuello del ahorcado. No estamos en un festival de respuestas, más bien en el palacio de la duda, en el corredor sin fin, la ruta circular, un mundo de dos puntas aparentemente inalcanzables. Los temas de ayer son más crudos hoy. Me espera el ventanal en pleno verano, la luz de la imagen, los claros días, esos uno a uno, que van en sus propios peldaños, en verdad suman callados pasos y si una alfombra les volara, digo es un decir con Vallejo. Queda la ociosa TV hablando sola de una nueva y grandiosa ofensiva de las tropas norteamericanas en Irak. ¿Le darán más duro a la muerte? Qué queda por matar, arrasar, se deben estar preguntando los expertos. El éxito será rotundo, el horror habrá consolidado unos cuantos espacios más, habrá entrado de la mano de la muerte y se volverá a la vieja rutina de un día más para los que aún caminan vivos del lado de la muerte. Son 3.540 soldados norteamericanos los que han dejado su pellejo en el desierto y otros miles han regresado mutilados al mundo de los sonámbulos, al territorio de la nada, del no sabemos que nos pasó y cuelgan sus miembros destrozados como los Jardines de Babilonia con la esperanza de ser recordados algún día. Los fieles e infieles de uno y otro lado, infieles y fieles, a la inversa, vuelan infelizmente por los aires o se deshacen en el polvo de la nada, de donde vinieron y van y vuelven a venir.
El día entró en su espeso recorrido real. La sombra que va copando lo que la vista sigue en el curso ocasional, espontáneo, en el impreciso crepúsculo, donde el día comienza a dar su vuelta de hoja. Dejo que todo sea nuevo, tal y como llega al ojo que despide los colores que el día va dejando. La atmósfera de paredes y un ventanal. El rigor del silencio. El placer del silencio. El pequeño pasaje, paisaje, viaje de libertad. El tiempo presente. El tiempo, el tiempo, allí mostrando la fuerza, el interior de sus palabras, lo que no dice y tal vez empuja vagamente con nuestras propias manos a uno y otro lado. Es como una hamaca blanca frente al mar. Recuerdo que me gustaba mirar la silueta de la ciudad detrás de la ciudad, como si el mar la alejara. Una idea vaga de seguir viajando. No lo sé. Es como encontrar el principio a una mujer. Son reflexiones personales, ambiguas quizás, pero afloran, están ahí. Rodean la atmósfera de esta crónica. La escoltan de alguna manera. Así hacen las primeras sombras de esta noche sobre las paredes y el ventanal, esconder lentamente lo que queda de luz. Mientras el crepúsculo se instala, reviso en una pequeña lámpara una breve nota que habla de la amenaza climática sobre la civilización. Nada nuevo bajo el sol de la estupidez humana. Estos tiempos zumban/en el viento/vuelan y explotan/ /bum bum bum/un par de botas/se han quedado sin pies.
Vuelve el Gordo Moore por la (in)Seguridad Social
El gordo Michael Moore ha vuelto a incomodar a la administración Bush con su nuevo documental Sicko, sobre el sistema sanitario norteamericano que deja sin cobertura privada a más de 50 millones de personas. El documental ya fue aplaudido en el Festival de Cannes y se presentará en estos días en Nueva York, una semana antes de lo previsto, por el revuelo que ha ocasionado. Moore enfrenta una demanda del gobierno por haber viajado a Cuba con unos rescatistas del 11 de septiembre de Las Torres Gemelas, que no reciben atención médica adecuada en Estados Unidos. Filmó parte del cortometraje en Cuba y eso lo tiene frente a los tribunales. El gordo está a dieta, sigue adelgazando, son tiempos difíciles, él lo sabe, casi todos lo sabemos ahora que nos enteramos que el mundo también existe en una escupidera de Guantánamo. La historia es más simple cuando la reproduce una pequeña pantalla o la cuenta algún oficial. Son numerosas las personas que han escrito algo en prisión. Algunos eran escritores. Cuentan su historia desde dentro de sí mismos, en prosa o en versos. Dibujan algunos más allá del lugar y de sus sentimientos para que otros no olviden. Es un viaje al interior que otros no conocemos porque no estuvimos allí, ni vivimos esa situación de desamparo confrontada con la humillación y cuyo castigo propicia, busca arrancarle todas las fronteras de sí mismo a la persona en cautiverio. El diario británico The Independent ha revelado la próxima edición en Estados Unidos de una antología de 84 páginas, titulada Poemas de Guantánamo: la voz de los detenidos. Poesía escrita desde el dolor, empujada desde las vísceras, entre la angustia y el tormento, allí donde reina el indefinible espanto que un ser humano arroja a otro con la autoridad del poder que representa. Como toda poesía clandestina ha sido prohibida, temida por los altos mandos y el poder estadounidense, como en los viejos tiempos imperiales o los nuevos de las dictaduras que tiemblan por unos cuantos versos. Muchos poemas permanecen secuestrados por las autoridades temerosas que detrás de una metáfora se encuentre un mensaje clave. Son consideradas un riesgo para la seguridad nacional. ¿Se puede decir que la poesía está muerta? O en verdad se debiera afirmar que escribir poesía puede llegar a ser mortal. Este es el poder verdadero de la poesía, su esencia que sobrepasa las escamosas pieles del poder.
Los poetas de Guantánamo, al otro lado de la alambrada
Los poetas de Guantánamo escriben para seguir sobre-viviendo, aunque no lo logren algunos bajo el régimen de terror de sus carceleros. Los poemas fueron recopilados por el abogado Marc Folkoff, defensor de 17 presos yemenitas, quienes le enviaron los dos primeros poemas hace dos años. Para Folkoff, que tiene nombre de novelista ruso, el poema sería riesgoso para el Pentágono si un verso dijera: el águila vuela al amanecer. Aunque, sostiene, los agente secretos de Washington no temen a las claves, sino a que a través de los poemas la gente se entere que los presos no tienen derecho a un juicio y carecen de bolígrafos y papel para escribir. ¿Cómo escriben los poemas es la pregunta? The Independet informa que los presos escribe con guijarros en vasos de poliespán. Las autoridades carcelarias destruyeron esos envases cuando se enteraron de los escritos. Lo cierto es que es ser humano es capaz de escribir dentro de sus entrañas, en el aire, al borde del abismo, donde sus yemas puedan sentir un corazón ajeno o expresarse con su desgarrador silencio , donde las palabras nunca perderán su misterio. Algunos poemas salieron a través de unos británicos presos que fueron liberados. Falkoff vino a enterarse de la existencia de los poemas, aunque ha visitado numerosas veces Guantánamo, por medio de colegas abogados que recibieron alguno de ellos. Poesía y códigos no se llevan, el poema y el poeta tienen sus propias leyes y éstas nunca pueden marcar la prisión del poema y la palabra en unas cuantas paredes. A mis amigos al otro lado de la alambrada, dirá la dedicatoria del libro de Los Poetas de Guantánamo. Todo un himno a la sensibilidad humana, a la libertad. En ese territorio doblemente secuestrado, el horror se orina sobre la cara de Dios.
The Independent publica un poema de Jumah al Dossari detenido en Pakistán y que ha intentado suicidarse 12 veces, aunque la nota no deja claro si ya lo consiguió, porque lo encontraron colgando de una sábana en un cuarto. El 2005 había denunciado que el objetivo de Guantánamo era destruir a los presos y a él ya lo habían destruido. Jumah escribió un poema para saber quizás que aun estaba vivo. Un acto inmensamente solitario, dirigido así mismo, un reconocimiento al yo. Después sus palabras, el texto adquiere la categoría de público y llega al lector. Es cuando ya no le pertenecen sus palabras. Están más seguras, porque fueron dedicadas a los amigos al otro lado de la alambrada.
Poema de muerte
Tomad mi sangre.
Tomad mi sudario de muerte y
Lo que queda de mi cuerpo.
Tomad fotografías de mi cadáver en la tumba, solo.
Enviádselas al mundo,
A los jueces y
A la gente con conciencia,
Enviadlas a los hombres de principios y mente justa.
Y dejad que carguen con su culpa, ante el mundo,
Por este alma inocente.
Dejad que pese sobre ellos, ante sus hijos y ante la historia,
Este alma inocente destruida,
Este alma que ha sufrido a manos de los "protectores de la paz".
En el 2004 inicié estas crónicas sin límites en el lenguaje ni la geografía de las palabras y realidades de nuestra época de carniceros y aniquilamiento físico y moral. Páginas plagadas de intimidad, interrogantes, humor, atmósferas, registros, canciones, poemas, literatura, viajes, muros, huracanes, descripciones del insomnio mundial y de un planeta que se supera en el horror, en la doble moral de “líderes” transitorios, que capitanea GWB, quien ofreciera en su campaña:” un mundo más seguro y mejor”. La frase es el epitafio en la lápida amarilla y vergonzosa de estos tiempos. Las preguntas ya no siguen siendo las mismas, porque las respuestas las encontramos en el camino ensangrentado de Bagdad y Kabul. Los resultados se tropiezan en los grandes titulares, que ayer nos timaron a todos con sus verdades a medias o mentiras completas, por contarnos ahora (tarde) cuan equivocados estábamos, para decirnos los errores, hacernos saber que esto huele podrido y que reventará como un huevo lanzado de una azotea un domingo de luna encantada.
En plena perfomance, el Number One, sigue abriendo escenarios de conflicto, tensiones e inseguridad para sus propios pies. Se ha quedado sin careta el transformista del mundo, el rey de la máscara, y la nave, que a Marte pareciera enrumbar, lleva vuelo incierto, paradero dudoso. Ser cronista de este tiempo es una perfecta osadía e idiotez, frente a los medios mediáticos, a la religión banal de esta época, al endiosamiento de la mentira, a los juegos digitales de la palabra. Muchos prefieren “leer” su celular, quedarse con el aserrín de la madera y sus ilusiones son un campo de golf lleno de huequitos que buscan una pelotita que le pega un palito.
18 hoyos para un ángel
Mi Editor, quien reconoce que el mapa mundial corre un centímetro cada día más cerca del precipicio, se voló en la imaginación que le quedaba con el triunfo del argentino, sureño, Ángel Cabrera, quien se llevó el US Open en Pensilvania, de las narices del invencible Tiger Woods. Golpe golpe o como diría Machado, Cabrera, el Cordobés, llegó al altar de la gloria en Oakmont (Estas no son mis palabras, sino una de las frases que leí en la próxima Editorial del jefe.) Golpe a golpe, verso a verso, repite tres veces como en el poema. La crónica argentina dice que el golf norteamericano es frío y distante, lo que parece un verso nerudiano:”lejana y distante”, más que un tango. El cordobés ya debe estar festejando con Silvia, su mujer y revirtiendo esa frialdad del green del Norte. Antes de derrotar a Tiger, hizo una llamada milagrosa y habló con su Silvia. No sabemos que le dijo, pero hemos visto los resultados. Algo de esto comentó el Editor, que dijo que lo del argentino no fue casualidad, porque había olfateado como lobo hambriento el Augusta y el British que lo tuvo a un solo golpe. Había que verle la cara como se transformaba el Editor frente al ordenador cuando se trataba de estas notas, que le sacaban del escenario gris y real. Después de todo, el golf es un juego para unos cuantos privilegiados que se divierten en un gran jardín caminado y haciendo negocios detrás de una pelotita y sus 18 codiciados hoyos. La virtud del nuevo ángel del golf estuvo en su paciencia frente al hoyo final, el definitivo o los hoyos. Nunca olvidó el placer de entrar de un certero golpe, con el palo al fondo del hoyo. Esa paciencia por recorrer cada hoyo en la majestad absoluta de la esperanza y del placer, en Oakmont, un terreno difícil, hosco, erigido y diseñado como un homenaje a la dificultad, lo consagró definitivamente, en la humedad ciega de un verano esplendoroso. 7.355 yardas intimidatorias con sus 210 búnkeres. Lo que paralizaba la respiración de los jugadores más avezados, en opinión d e los comentaristas, era el hoy 12: para entrar en él codiciado hoyo 12 hay que pegar largo y derecho. En verdad es una norma para cualquier hoyo que se desee penetrar, conquistar. US Open for ever: 1 millón 260 mil dólares Cabrera ya había abrazado en soledad a su caddie, porque la victoria había caído como Alicia al hoyo maravilloso de la fantasía total. Los últimos nueve hoyos del cordobés, los más complicados del torneo, fueron brillantes, hoyos que se abrieron a su imaginación y pujanza, al talento endemoniado de su calculada, feroz pasión. Los demás compañeros de ruta perdían posiciones, Cabrera hacía como por arte de magia los codiciados birdies en el 11 y el 15, y luego en el 16 y el 17 (hoyo veleidoso) subió el par para cerrar con una tarjeta de 69, lo que le permitió finalizar el campeonato con 285 golpes.
El panorama mundial tiene más huecos que una cancha de golf. El Editor lo sabe. El topo que hace hoyos y no sabe salir de ellos, está en casa.¿Somos su Gran Slam? El Editor ya no está con nosotros, se aproxima a su canchita, al pequeño green con su palito, solitario, sin caddie, en el inmenso agujero, hoyo negro, de sus días, esos que casi no tienen respiradero. Los titulares recogen siempre un atentado más demoledor que el anterior, el más sangriento, con más víctimas, algo de récord lleva la muerte en sus alas negras. Las estadísticas cuentan, suman, advierten y se van acumulando como números muertos, insensibles.
Después del 11, 3540 soldados muertos hasta ahora
¿Qué salió bien después del 11 de septiembre del 2001? O mejor dicho aún: ¿Valió la pena ganar unas elecciones sin una verdadera legitimidad? ¿El pueblo norteamericano está mejor que hace cuatro años atrás o su futuro tiene más esperanza? ¿Irak, Afganistán, el mundo, viven mejor ahora? Siento que las preguntas quedarán por mucho tiempo colgadas como la soga al cuello del ahorcado. No estamos en un festival de respuestas, más bien en el palacio de la duda, en el corredor sin fin, la ruta circular, un mundo de dos puntas aparentemente inalcanzables. Los temas de ayer son más crudos hoy. Me espera el ventanal en pleno verano, la luz de la imagen, los claros días, esos uno a uno, que van en sus propios peldaños, en verdad suman callados pasos y si una alfombra les volara, digo es un decir con Vallejo. Queda la ociosa TV hablando sola de una nueva y grandiosa ofensiva de las tropas norteamericanas en Irak. ¿Le darán más duro a la muerte? Qué queda por matar, arrasar, se deben estar preguntando los expertos. El éxito será rotundo, el horror habrá consolidado unos cuantos espacios más, habrá entrado de la mano de la muerte y se volverá a la vieja rutina de un día más para los que aún caminan vivos del lado de la muerte. Son 3.540 soldados norteamericanos los que han dejado su pellejo en el desierto y otros miles han regresado mutilados al mundo de los sonámbulos, al territorio de la nada, del no sabemos que nos pasó y cuelgan sus miembros destrozados como los Jardines de Babilonia con la esperanza de ser recordados algún día. Los fieles e infieles de uno y otro lado, infieles y fieles, a la inversa, vuelan infelizmente por los aires o se deshacen en el polvo de la nada, de donde vinieron y van y vuelven a venir.
El día entró en su espeso recorrido real. La sombra que va copando lo que la vista sigue en el curso ocasional, espontáneo, en el impreciso crepúsculo, donde el día comienza a dar su vuelta de hoja. Dejo que todo sea nuevo, tal y como llega al ojo que despide los colores que el día va dejando. La atmósfera de paredes y un ventanal. El rigor del silencio. El placer del silencio. El pequeño pasaje, paisaje, viaje de libertad. El tiempo presente. El tiempo, el tiempo, allí mostrando la fuerza, el interior de sus palabras, lo que no dice y tal vez empuja vagamente con nuestras propias manos a uno y otro lado. Es como una hamaca blanca frente al mar. Recuerdo que me gustaba mirar la silueta de la ciudad detrás de la ciudad, como si el mar la alejara. Una idea vaga de seguir viajando. No lo sé. Es como encontrar el principio a una mujer. Son reflexiones personales, ambiguas quizás, pero afloran, están ahí. Rodean la atmósfera de esta crónica. La escoltan de alguna manera. Así hacen las primeras sombras de esta noche sobre las paredes y el ventanal, esconder lentamente lo que queda de luz. Mientras el crepúsculo se instala, reviso en una pequeña lámpara una breve nota que habla de la amenaza climática sobre la civilización. Nada nuevo bajo el sol de la estupidez humana. Estos tiempos zumban/en el viento/vuelan y explotan/ /bum bum bum/un par de botas/se han quedado sin pies.
Vuelve el Gordo Moore por la (in)Seguridad Social
El gordo Michael Moore ha vuelto a incomodar a la administración Bush con su nuevo documental Sicko, sobre el sistema sanitario norteamericano que deja sin cobertura privada a más de 50 millones de personas. El documental ya fue aplaudido en el Festival de Cannes y se presentará en estos días en Nueva York, una semana antes de lo previsto, por el revuelo que ha ocasionado. Moore enfrenta una demanda del gobierno por haber viajado a Cuba con unos rescatistas del 11 de septiembre de Las Torres Gemelas, que no reciben atención médica adecuada en Estados Unidos. Filmó parte del cortometraje en Cuba y eso lo tiene frente a los tribunales. El gordo está a dieta, sigue adelgazando, son tiempos difíciles, él lo sabe, casi todos lo sabemos ahora que nos enteramos que el mundo también existe en una escupidera de Guantánamo. La historia es más simple cuando la reproduce una pequeña pantalla o la cuenta algún oficial. Son numerosas las personas que han escrito algo en prisión. Algunos eran escritores. Cuentan su historia desde dentro de sí mismos, en prosa o en versos. Dibujan algunos más allá del lugar y de sus sentimientos para que otros no olviden. Es un viaje al interior que otros no conocemos porque no estuvimos allí, ni vivimos esa situación de desamparo confrontada con la humillación y cuyo castigo propicia, busca arrancarle todas las fronteras de sí mismo a la persona en cautiverio. El diario británico The Independent ha revelado la próxima edición en Estados Unidos de una antología de 84 páginas, titulada Poemas de Guantánamo: la voz de los detenidos. Poesía escrita desde el dolor, empujada desde las vísceras, entre la angustia y el tormento, allí donde reina el indefinible espanto que un ser humano arroja a otro con la autoridad del poder que representa. Como toda poesía clandestina ha sido prohibida, temida por los altos mandos y el poder estadounidense, como en los viejos tiempos imperiales o los nuevos de las dictaduras que tiemblan por unos cuantos versos. Muchos poemas permanecen secuestrados por las autoridades temerosas que detrás de una metáfora se encuentre un mensaje clave. Son consideradas un riesgo para la seguridad nacional. ¿Se puede decir que la poesía está muerta? O en verdad se debiera afirmar que escribir poesía puede llegar a ser mortal. Este es el poder verdadero de la poesía, su esencia que sobrepasa las escamosas pieles del poder.
Los poetas de Guantánamo, al otro lado de la alambrada
Los poetas de Guantánamo escriben para seguir sobre-viviendo, aunque no lo logren algunos bajo el régimen de terror de sus carceleros. Los poemas fueron recopilados por el abogado Marc Folkoff, defensor de 17 presos yemenitas, quienes le enviaron los dos primeros poemas hace dos años. Para Folkoff, que tiene nombre de novelista ruso, el poema sería riesgoso para el Pentágono si un verso dijera: el águila vuela al amanecer. Aunque, sostiene, los agente secretos de Washington no temen a las claves, sino a que a través de los poemas la gente se entere que los presos no tienen derecho a un juicio y carecen de bolígrafos y papel para escribir. ¿Cómo escriben los poemas es la pregunta? The Independet informa que los presos escribe con guijarros en vasos de poliespán. Las autoridades carcelarias destruyeron esos envases cuando se enteraron de los escritos. Lo cierto es que es ser humano es capaz de escribir dentro de sus entrañas, en el aire, al borde del abismo, donde sus yemas puedan sentir un corazón ajeno o expresarse con su desgarrador silencio , donde las palabras nunca perderán su misterio. Algunos poemas salieron a través de unos británicos presos que fueron liberados. Falkoff vino a enterarse de la existencia de los poemas, aunque ha visitado numerosas veces Guantánamo, por medio de colegas abogados que recibieron alguno de ellos. Poesía y códigos no se llevan, el poema y el poeta tienen sus propias leyes y éstas nunca pueden marcar la prisión del poema y la palabra en unas cuantas paredes. A mis amigos al otro lado de la alambrada, dirá la dedicatoria del libro de Los Poetas de Guantánamo. Todo un himno a la sensibilidad humana, a la libertad. En ese territorio doblemente secuestrado, el horror se orina sobre la cara de Dios.
The Independent publica un poema de Jumah al Dossari detenido en Pakistán y que ha intentado suicidarse 12 veces, aunque la nota no deja claro si ya lo consiguió, porque lo encontraron colgando de una sábana en un cuarto. El 2005 había denunciado que el objetivo de Guantánamo era destruir a los presos y a él ya lo habían destruido. Jumah escribió un poema para saber quizás que aun estaba vivo. Un acto inmensamente solitario, dirigido así mismo, un reconocimiento al yo. Después sus palabras, el texto adquiere la categoría de público y llega al lector. Es cuando ya no le pertenecen sus palabras. Están más seguras, porque fueron dedicadas a los amigos al otro lado de la alambrada.
Poema de muerte
Tomad mi sangre.
Tomad mi sudario de muerte y
Lo que queda de mi cuerpo.
Tomad fotografías de mi cadáver en la tumba, solo.
Enviádselas al mundo,
A los jueces y
A la gente con conciencia,
Enviadlas a los hombres de principios y mente justa.
Y dejad que carguen con su culpa, ante el mundo,
Por este alma inocente.
Dejad que pese sobre ellos, ante sus hijos y ante la historia,
Este alma inocente destruida,
Este alma que ha sufrido a manos de los "protectores de la paz".
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