viernes, 20 de julio de 2007

El billar de Lucrecia por Rolando Gabrielli


Cuando hacíamos la cimarra o la chancha (no asistíamos a clases en el colegio) es porque estábamos en el billar y lo que jugábamos era pool, el de las 15 bolas numeradas. El verde de la mesa, la humareda que florecía sobre el aire que respirábamos y las risas o grandes silencios, mataban nuestro tiempo de gloria. La adolescencia se sostenía sobre un taco, la tiza y el golpe seco a las bolas. Toda la complicidad del día para los convocados en el sitio mágico.

Esta historia, sin embargo, no relata ni se referirá a aquellos tiempos invictos de sueños y amistad, sino más bien a El Billar de Lucrecia, una editora y poeta mexicana independiente, que está rompiendo la muralla editorial que somete a los escritores, especialmente poetas. No sé si James Joyce, Bolaño y tantos otros escritores rechazados más de 30 veces por las editoriales, jugaban billar o estaban destinados a hacer carambola con las palabras. Lo interesante ahora es esta aventura editorial emprendida por la poeta mexicana Rocío Cerón, quien en dos años ha lanzado 11 libros al mercado y completará 15 títulos este año. Toda una odisea en estos tiempos difíciles para el libro impreso y más aún la poesía.

La directora editorial del sello El Billar de Lucrecia ha dicho un par de verdades absolutas, universales y apropiadas para nuestra época: “No tiene sentido esperar años enteros para ver si las grandes editoriales te hacen caso algún día. “Vale más organizarse, crear un sello propio y difundir la poesía, el cuento o la novela en ‘operación hormiga’, creando redes literarias de solidaridad para hacer escuchar tu voz.”
“Para hacer visible nuestro trabajo, debemos dialogar más y superar la mezquindad de jalar cada quien para su lado.” Ambas afirmaciones de Rocío Cerón son certeras, oportunas, necesarias. Esta última, donde apela a la solidaridad y al trabajo común, es muy legítima porque si de algo peca la red aún es hacerle el juego al mal mercado, ese oportunista, del amiguismo, banalidad y mediocridad, al que se suele apostar desde el vedetismo y oficialismo cultural, retórico, oportunista y miope.

Concursos y editoras se dan la mano para realizar, en no pocas oportunidades, el trabajo con mano mora. Por ello, se debe estimular todo esfuerzo independiente, cuyos resultados están a la vista, ya que esta joven editorial ha logrado poner sus títulos en ciudades como, Lima, Santiago, Buenos Aires, Berlín y Madrid. No es un logro menor, conociendo como se maneja el mundo del libro y su distribución.

Espero que El Billar de Lucrecia continúe con su plan editorial y de difusión de la poesía. No es un arte menor aventurarse en este tipo de empresas cuando el mercado tiene sus dueños y maneras de operar. Rocío Cerón considera desde su perspectiva que las editoriales independientes no son sólo una alternativa más, sino la fuerza que marca el rumbo actual de la poesía en español, en ambos lados del Atlántico.

La poesía es un artículo de consumo no popular, aunque la poesía esté en todas partes y en ninguna. De alguna manera se hace referencia a ella hasta desde el punto de la aparente negatividad: esto no tiene poesía. Sin embargo, se lee poco poesía y se promueve menos. Todo tiende hacia el espectáculo, el show y la palabra que no es estridente no es escuchada, no llega simplemente. La mujer del Billar de Lucrecia nos dice: Uno de los motivos por los cuales la poesía no se ha difundido lo suficiente, evalúa, es la falta de curiosidad de las instituciones culturales, que no incluyen en los estantes de las bibliotecas más que a Pablo Neruda, Jaime Sabines y Octavio Paz.
El Billar de Lucrecia haciendo honor a su trabajo y desafíos, celebra sus dos años de vida con un recital en el DF, este jueves 19, y esperamos que sea un gran éxito de público y de alto nivel de poesía.

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