Un final o un principio
para Yu Luoke
Aquí estoy
Remplazando a otro, quien ha sido asesinado
Para que cada vez que el sol se levante
Una pesada sombra, como un camino
Corra a través de la tierra
Una dolorosa niebla
Cubre el disparejo remiendo de tejados
Entre una casa y otra
Chimeneas sueltan muchedumbres cenicientas
La calidez se derrama de árboles destellantes
Deteniéndose en los desgraciados trozos de cigarrillo
Bajas negras nubes se levantan
Desde cada mano cansada
En el nombre del sol
La oscuridad saquea abiertamente
El silencio es aún la historia del Este
Gente en frescos añejados
Silenciosamente vive para siempre
Silenciosamente muere y se va
Ah, mi amada tierra
Por qué ya no cantas
Podrá ser cierto que incluso las cuerdas de los pobladores
del Río Amarillo
Como hendidas cuerdas de laúd
Ya no reverberan
Cierto que el tiempo, este oscuro espejo
Te ha también dado la espalda para siempre
Dejando sólo estrellas y nubes a la deriva detrás
Te busco
En cada sueño
Cada noche o mañana de niebla
Busco la primavera y los manzanos
Cada brizna de brisa revuelta por abejas de miel
Busco el decline y flujo de la costa
Las gaviotas formadas por luz del sol en las olas
Busco las historias construidas en la pared
Tu nombre olvidado y el mío
Si fresca sangre pudiera hacerte fértil
La fruta madurada
En las ramas de mañana
Tendría mi color
Debo admitir
Que temblé
En la blanca-muerta fría luz
Quién quiere ser un meteorito
O la estatua gélida de un mártir
Viendo el in-extinguido fuego de la juventud
Pasar a la mano de otro
Incluso si las palomas se iluminan en su hombro
No puede sentir el calor y el respirar de sus cuerpos
Acicalan sus alas
Y rápidamente se alejan volando
Soy un hombre
Necesito amor
Ansío pasar cada tranquilo ocaso
Bajo los ojos de mi amor
Esperando en el mecer de la cuna
Por el primer llanto del niño
En el pasto y las hojas caídas
En cada sincera mirada
Yo escribo poemas de vida
Este deseo universal
Se ha vuelto ahora el costo entero de ser un hombre
He mentido muchas veces
En mi vida
Pero siempre me he mantenido honesto con
La promesa que hice como niño
Así que el mundo que no puede tolerar
El corazón de un niño
Aún no me ha perdonado
Aquí estoy
Remplazando a otro, quién ha sido asesinado
No tengo otra opción
Y donde caigo
Otro se levantará
Un viento reposa en mis hombros
Las estrellas destellan en el viento
Quizás un día
El sol se volverá una guirnalda marchita
Para ser colgada ante
El creciente bosque de lápidas
De cada irredento peleador
Negros cuervos en los andrajos de la noche
Parvada densa alrededor
Bei Dao (seudónimo literario de Zhao Zhenkai, nacido en Beijing en
1949) tal vez sea el más famoso de los poetas del grupo conocido como
“menglong” (“visión nebulosa”, o sencillamente “nublado”). Su juventud estuvo
marcada indeleblemente por la revolución cultural, en la que participó desde
los diecisiete años. Luego de un período de reeducación en el campo, trabajó
como obrero de construcción de 1969 a 1980, y desde principios de los setenta
comenzó a ser conocido como poeta en los círculos literarios. El estilo de los
poetas “menglong” se caracterizaba por romper con los cánones del realismo
socialista que imperaba por entonces y buscar nuevas formas de expresión, a
menudo herméticas y ambiguas. Muchos de estos escritores se reunieron entre
1978 y 1980 en torno a la revista Jintian (“Hoy”), que luego fue prohibida.
Desde mediados de los ochenta, Bei Dao comenzó a obtener reconocimiento
internacional y a viajar fuera de China. En 1989, cuando ocurrió la masacre de
estudiantes en la plaza de Tiananmen, se encontraba en Berlín. Su firma de una
carta de apoyo a los disidentes y la popularidad de sus poemas entre los
estudiantes rebeldes lo ponían en una posición difícil con el gobierno, y
decidió permanecer en el exilio. Actualmente vive en Estados Unidos, tras haber
residido en Suecia, Dinamarca y Alemania.
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