“Encuentro tentador perderme en el ilusorio
‘Necronomicón’ de Lovecraft”
Nicolás Antonioli responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti
1: ¿Cuál
fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
NA: Si tomo a la creación artística en general,
podría decir que mi primera obra fue una ilustración en tinta china y crayones,
sobre una madera de pino, que aún conservo porque se trataba de una tabla de
picar que fue un regalo para el día de la madre. Tenía cuatro años y aún era
analfabeto. La obra fue hecha en octubre del año 1989, bajo la más estricta
presión y apuro, contrarreloj. En la misma aparecen unos seres demoníacos,
cabezas con pies, sin manos (una suerte de protoemojis, ahora que lo pienso),
pero lo más llamativo, que en realidad fue una observación de mi madre, fue la
ilustración, casi se podría decir que vectorial, de una rata. Lo intrigante fue
que había dibujado ese roedor sin siquiera haber visto uno antes. Ese dibujo,
casi sin modificaciones, forma parte del logo de mi editorial Baldíos en la
Lengua.
Si, en cambio, tengo que dar cuenta de la primera creación literaria, debo
nombrar aquel cuento sobre la caída del muro de Berlín, que escribí a los 9
años. Lo no menos extraño fue que relaté, con algunos aciertos notables, lo que
aconteció por esos días, pero sin conocer los detalles de lo que realmente
había ocurrido. Como los datos históricos precisos me eran ajenos, partí de la
simple idea de un muro caído en Berlín y traté de imaginar qué tendría que
haber ocurrido y por qué; los datos cuasi reales afloraron inexplicablemente.
El cuento hablaba de los dichos de un periodista y de cómo los medios podían
manipular o impulsar la voluntad popular. Ese cuento obtuvo una felicitación
con nota excelente y una recomendación de publicación.
2: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con
las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
NA: La lluvia es vida. Las tormentas son el
éxtasis de esa vida. La sangre es parte de lo vivo. Estudié veterinaria un
tiempo, así que la sangre me tiene sin cuidado, es poesía líquida. La velocidad
es lo que deseo ante ciertas contrariedades del tránsito. Algunas
contrariedades evitan que el desastre se produzca.
3: “En este rincón” el romántico concepto de
la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he
visto”. ¿Tus consideraciones?
NA: La palabra
“inspiración” según el diccionario significa: “Estímulo o lucidez repentina que siente una persona y que favorece la
creatividad, la búsqueda de soluciones a un problema, la concepción de ideas
que permiten emprender un proyecto, etc., especialmente la que siente el
artista y que impulsa la creación de obras de arte”. Ahora bien, pareciera
que todos los conceptos que utilizó o creó el romanticismo hoy gozan de
desprestigio en los ámbitos intelectuales, o son motivo de burla. Llámese como
se llame, científicamente hablando, hay una serie de relaciones modulares y
conexiones neuronales, bastante estudiadas en neurociencia, comprobadas
mediante la evidencia, que indican que existen activaciones de diversas
regiones del cerebro durante el acto creativo. Es evidente que Faulkner no
llegó a conocer los tomógrafos y resonadores magnéticos que se desarrollaron
una década después de su muerte.
4: ¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?
NA: Me llama poderosamente la atención la vida
y forma de ser de Xul Solar, no tanto así sus pinturas, sino su filosofía de
vida, sus ideas, su concepción del arte y el mundo, sus búsquedas creativas,
sus métodos de escritura, el trabajo con el lenguaje y la creación de nuevas
lenguas.
También me atrajo mucho la vida del español Leopoldo María Panero, sobre
quien trabajé uno de mis últimos textos monográfico-poéticos, y precisamente me
situé en su discursividad extraliteraria, para abordar sus modos de expresión
cotidiana que, por momentos, poseen destellos de la más excitante poesía.
5: ¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios
que más veces te hayas escuchado divulgar?
NA: “Siéntate en el portal de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo
pasar”;
“Todo lo que deba ser mío vendrá a mis manos, si no,
es porque no lo necesitaba”;
“En la tierra de los ciegos el tuerto es rey”;
“No por mucho madrugar amanece más temprano”;
“Menos averigua Dios y perdona”;
“A río revuelto, ganancia de pescadores”;
“Soy puntualmente impuntual”;
“Al que madruga nadie lo ayuda”;
“Hagas lo que hagas todos vamos a morir”;
“Uno encuentra su destino justo cuando está
escapando de él”.
Ante la
invitación o posibilidad de comer alimentos dulces, o de ponerle azúcar a algo:
“Sí, porque para amarga está la vida”.
6: ¿Qué
obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles
has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?
NA: La obra completa
de Alejandra Pizarnik me estremeció y me dejó perplejo la primera vez que la
leí, al igual que “Las mil y una noches”;
en ambos casos aún continúa esa sensación. También me sucedió algo parecido con
las obras de Osvaldo Lamborghini, Oliverio Girondo, Miguel Ángel Bustos, Juan
Gelman, Jorge Fernández Chiti, Charles Baudelaire, Olga Orozco y Juan Carlos
Bustriazo Ortiz.
7: ¿Tendrás por allí alguna
situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos
quieras contar?
NA: Infinidad. Puedo
mencionar dos, relacionadas con mi calidad de automovilista por las rutas de
Argentina y México. La primera tuvo lugar en la ruta 151 de la provincia de La
Pampa, también llamada “de la muerte”, porque es una de las carreteras más
peligrosas del país, dado que está plagada de inmensos pozos y desniveles (de
esto me enteré gracias a un enorme cartel al costado de la ruta cuando ya no
tenía posibilidad de retorno). Para resumir, la ruta no tiene banquina, es
doble mano, muy estrecha y con una intensidad de tránsito de camiones de gran
porte bastante fluido. A la altura del pueblo de Puelén reventamos un
neumático, de esto me di cuenta varios kilómetros después, ya que dentro del
auto no se sentía la diferencia. El auto empezó a corcovear. Con toda la
tranquilidad del mundo me dispuse a cambiar la rueda averiada. Cuando intenté
extraer la de auxilio del compartimiento, advertí que le había puesto un
candado de seguridad con clave de tres dígitos. Confiado en mi memoria para
todo lo referido a contraseñas, coloqué la que siempre utilizo. Era incorrecta.
Probé con la siguiente posible. También incorrecta. Seguí empecinado y fallando
en reiteradas oportunidades. A todo esto, la noche pampeana caía espesa y el
zumbido de los camiones dotaba a la escena de una atmósfera dantesca. Se
hicieron cerca de las 12 de la noche y los errores se habían acumulado hasta el
borde de la desesperación. Terminé cediendo a la idea descabellada de mi
pareja, quien insistía en cortar el candado con un cuchillo tramontina. Con
mucha dificultad, desesperado, con las manos ensangrentadas, pero firmes en la
tarea que parecía absurda, pudimos cortar el famoso candado. Una vez sorteada
esa contrariedad salida de una película serie B, y luego de colocar la rueda en
su sitio, el auto no arrancó, porque se le había agotado la batería. Me había
olvidado de apagar las luces, de hecho, me hubiese resultado imposible realizar
todas esas maniobras desopilantes sin el resplandor de los faros. Cuestión que
apelamos a una estrategia poco ortodoxa, pero efectiva. Apagamos todo, cruzamos
los dedos, dejamos descansar el auto cerca de media hora y giramos la llave.
Costó, pero funcionó, poco a poco el auto se fue “recuperando” y logramos llegar
ilesos al pueblo más próximo.
El otro
episodio ocurrió en la isla de Cozumel, México. Habíamos alquilado con mi
pareja un automóvil convertible para pasear por la isla con más comodidad. El
alquiler, supuestamente, era uno de los más caros, pero el tipo de cambio del
momento nos beneficiaba bastante, lo que hacía que el gasto fuese casi ínfimo
para nuestro presupuesto. Nos dieron el escarabajo descapotable. Nada que ver
con la foto del catálogo. Destartalado, escupía humo, consumía combustible de
una manera escandalosa. La caja de cambios y el embrague casi no existían, al
igual que los frenos. Carecía de tapa de combustible, por lo que el excesivo
calor del Caribe mexicano hacía que éste se evaporase. Recuerdo que, en un
tramo del recorrido, nos metimos en una calle que había sido cortada porque se
estaba disputando una carrera de motocicletas; me harté, apagué el motor y
empecé a arrastrar el auto con los pies, marcha atrás, porque el bólido no
respondía. Así anduvimos un largo trayecto para ahorrar nafta. Cuando ya nos
habíamos acostumbrado a maniobrar el escarabajo, aconteció una tormenta
tropical repentina. Tuve que conseguir una bolsa de nylon para proteger la
entrada del tanque de combustible, y que no se llene de agua. Con ese nivel de
adrenalina completamos la otra mitad del recorrido. Cruzando los dedos para no
quedarnos varados en mitad de la ruta. Cuando llegamos al local de alquileres
la tormenta se disipó en menos de un minuto, y volvió a salir el sol abrasador.
8: ¿Qué te promueve la noción
de “posteridad”?
NA: Estimo que es una
meta ilusoria, pero meta al fin. En sentido estricto, pienso que, aunque no
suceda nunca, uno como escritor o artista debe tener en claro que cualquier
creación propia, sea buena o mala, es pasible de trascender y aportar algo a
esa “posteridad”. Es decir, ese concepto de “posteridad”, aunque uno no quiera,
está presente en cualquier actividad artística y hay que tratar de dar lo mejor
para que esa trascendencia sea digna. La posteridad es un imaginario, una utopía,
que ordena de algún extraño modo ese sentido del ridículo. En otras palabras,
el hecho de que un libro o poema pueda ser leído después de nuestra muerte,
configura lo que entiendo como “posteridad” y me obliga a tener un compromiso
más profundo con la palabra.
9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas
te aplastan?
NA:
La rutina de los
cumpleaños (al margen de que soy de capricornio, nunca me gustó festejarlo en
la niñez y menos en mi edad adulta, no me creo tan importante como para exigir
que una determinada cantidad de gente se reúna año tras año para festejar mi
nacimiento), de las fiestas de fin de año y de cualquier conmemoración. Siento
que atan a la sociedad, que no dejan progresar. Terminemos con la violencia de
la navidad, dejemos a las infancias en paz, de nada vale seguir propagando la
mentira. Si quieren creer en historias maravillosas, lean literatura. Planten
un árbol, no lo talen ni disfracen de manera bizarra con borlas y luces de
colores. Es patético e increíble que esa rutina siga existiendo en pleno siglo
XXI.
10: ¿Para vos, “Un
estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y
periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un
estilo es una manera y un amaneramiento”.
NA:
Ahora que lo pienso, creo
que sí. Lo dije, con otras palabras, en una entrevista que me hizo Claudia
Ainchil para la radio del Congreso de la Nación, hace unos años. La búsqueda de
un estilo, o una voz propia, como algunos lo llaman, no es algo que ansíe, por
esto que señala Barga de que constituye una limitación. Creo más bien en la
ductilidad del estilo, o mejor aún, en la capacidad del escritor para asir el
estilo que la obra requiera, sin limitaciones, sin tabúes ni prohibiciones de
ningún tipo. Darle a cada obra la voz o las voces que necesita.
11: ¿Qué sucesos te
producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y
cuáles te hartan instantáneamente?
NA:
Los sucesos que me
producen mayor indignación, me hartan al instante y a la vez me generan algún
grado de violencia son las injusticias de cualquier tipo y las trabas
burocráticas.
12: ¿Qué
postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?
NA: Recuerdo una
magnífica tarde de verano de mediados de los años `90, cuando convertí el gol
que le dio la victoria definitiva al equipo de mi barrio, luego de un extenso
partido que se había prolongado por más de tres horas. Fue la primera y última
vez que paseé en andas en mi vida.
13: ¿En
los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a
qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en
cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?
NA: Bueno, en realidad eso me pasó literal. El escritor mexicano Manuel
Parra Aguilar me incorporó como personaje en dos de sus relatos que forman
parte de su libro “Contrataciones” (Editorial
Jus, 2009). En sentido más amplio, me gustaría perderme en las obras
surrealistas de Salvador Dalí, o en la música de Charly García o Gustavo
Cerati. También encuentro tentador perderme en el ilusorio “Necronomicón” de Lovecraft y en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” de
Borges, por nombrar sólo dos obras que me han impactado, ya sea por su
existencia o precisamente por el juego con la inexistencia.
14: El silencio, la gravitación de los gestos,
la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo
te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio,
orientación o sentido?
NA: El silencio es
necesario antes, durante, dentro y fuera del poema, y por extensión de toda
obra artística. Me encanta el silencio de las bibliotecas y de los museos de
arte. Los gestos no creo que graviten, son o no son, existen o no existen. La
oscuridad en mi niñez era el terror, el miedo; en la adultez constituye el
misterio, del que la creatividad se nutre en una primera instancia. Las
sorpresas, para mí siempre fueron sinónimo de felicidad y alegría. El sistema
capitalista me enseñó que también existen las sorpresas desagradables. Prefiero
seguir creyendo en la concepción de sorpresa de la infancia. La desolación no
se la deseo a nadie. El fervor, nunca creí en ningún fanatismo, y menos ahora.
Si la intemperancia es parte del acto creativo, bienvenida sea.
15: ¿A qué artistas en cuya obra
prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la
causticidad… destacarías?
NA: Pienso en el Dante,
Cervantes, Francisco de Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Oliverio Girondo, y
en Jorge Luis Borges, principalmente.
16: ¿Qué apreciaciones no
apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...
NA: No aprecio las
apreciaciones, valga la redundancia, carentes de crítica, la palmada en la
espalda por que sí, deshonesta, vacía de contenido. No es real que todo lo que
uno haga merezca el aplauso y la aceptación sin discrepancias. En ese sentido,
me gustaría que los y las colegas nos sinceremos un poco a la hora de valorar
una obra, de esa forma ganaría la Literatura.
Con respecto a
las imprecisiones, prefiero las que se dan en el poema, luego de un profundo
trabajo con el lenguaje, como residuo del acto de creación, muchas veces de
manera fortuita. Esas que hoy nos parecen fuera de lugar, erróneas,
incomprensibles, más de una vez me demostraron que constituían pequeños
destellos de genialidad de lo por venir, es decir, de lo que entendemos como
nuevo. Lo que sucede es que las solemos anular, justamente, porque todavía
nuestra mente no está preparada para entender esa nueva codificación.
17: ¿Viste que uno en
ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros
casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo
“lo resolvés”?
NA: La verdad es que
nunca me pasó. Por lo menos, no lo recuerdo. Siempre valoro a las personas que
quiero y quiero a las personas que valoro. Considero que tengo una especie de
intuición, advierto enseguida a quienes vale la pena querer y valorar, y
viceversa.
18: ¿El
mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara
Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?
NA: El mundo humano es
todo eso, los seres humanos son la verdadera porquería del mundo. Me considero
antihumano acérrimo, discrepo con las prácticas “humanas” que destruyen el
mundo literal. En sentido estricto, el planeta Tierra es el único con vida en
miles de años luz a la redonda, por lo tanto, nunca puede ser una porquería en
comparación con los planetas yermos que conocemos.
Sin embargo,
aclaro que “Cambalache” es uno de mis tangos preferidos, por lejos.
19: Por la fidelidad y entrega a una causa o
proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te
asombran?
NA: Puedo mencionar a
Eva Duarte y a Ernesto “Che” Guevara.
20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula
batiente”?
NA: Muchos cómicos de
los años ´80, ´90 y 2000: el negro Olmedo (su humor no se reduce al tratamiento
de lo femenino, es mucho más amplio, interpela a toda una sociedad, es
atemporal en ese sentido, trabaja con la idiosincrasia del supuesto “ser
nacional”, se ríe de eso, aplica una crítica irónica muy incisiva, todo lo
demás es habladuría), Antonio Gasalla y todos sus personajes, Enrique Pinti,
China Zorrilla, Alejandro Urdapilleta, el personaje Pitito de Favio Posca (me
parece el más desopilante y poético de todos), Guille Aquino, Cacho Garay y,
por supuesto, el genio de Diego Capusotto. En todos los casos, lo que me hace
reír es el trabajo inteligente con los tabúes de la sociedad violenta. Ese
espejo, esa retrospección, es más eficiente que cualquier tipo de imposición, y
sirve para repensarnos y evolucionar. Si la poesía no puede cambiar el mundo,
considero que el humor está cerca de lograrlo, el único límite es el caos, un
transitar por el borde de la locura más profunda de una sociedad enferma. El
humor trae esperanza.
21: ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca
suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos
constituya un ideal?
NA: Lo ideal no
existe, por eso es ideal, es lo que debería ser, pero probablemente no sea. El
pensar de manera idealizada puede servir como parámetro, como guía, pero si las
cosas no resultan como uno las sueña o planifica, no pasa nada, era obvio que
no podía salir perfecto. Aunque si logramos aproximarnos a ese ideal, entonces
el disfrute, el goce y el placer acontecen como una bendición. Estar lejos del
ideal, en todo caso, es la normalidad del mundo, hay que trabajar duro para
acercarse lo más posible al ideal, pero sin perder salud y vida en el intento.
22: El amor, la contemplación, el dinero, la
religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?
NA: El amor, por
suerte, tocó mis puertas hace varios años y estoy felizmente casado. La
contemplación es fundamental no sólo para crear, sino para vivir. No puedo
creer cuando veo a la gente, celular en mano, perdiéndose la posibilidad de
contemplar paisajes, seres y cosas.
El dinero es
una invención humana que no debiera existir, sólo sirve para complicar la
existencia en ésta, nuestra única vida. En ese sentido, pienso que todo debiera
ser gratis, no hay razón para establecer que el acceso al dinero repercuta en
una mayor o menor calidad de vida. El dinero convirtió al paraíso en un
verdadero infierno para muchos, y su escasez y mala distribución es el origen
del hambre en el mundo. Cambio dinero por tierra, cambio oro por agua.
La religión es
un fanatismo literario incomprensible.
La política
con burocracia y falsa democracia es autoritarismo.
23: ¿A qué obras
artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas,
literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de
“insufribles”?
NA: Cualquier musical
inserto en series, películas, obras teatrales, etc., siempre me dieron
vergüenza ajena. No hablo de obras musicales, ni óperas, ni obras derivadas,
sino del concepto de musical hollywoodense. En literatura me parecen
insufribles las obras infantiles y/o juveniles que subestiman a las infancias
con eufemismos, formas y contenidos que rozan la estupidización. En relación a
eso, también es insufrible, el atisbo de censura que intenta establecer la
segmentación por edades.
24: ¿Qué
calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en
tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?
NA: La esquina de
Libertad y Beruti, en la localidad de Martínez, ciudad en la que resido.
Durante mi infancia, antes de asistir al jardín de infantes, visitábamos esa
esquina porque ahí se encontraba y aún se encuentra un enano de jardín con su
espléndida carretilla repleta de flores. Esa pequeña estatua que aún visito
cuando tengo tiempo, siempre me trajo paz y tranquilidad. Por otro lado, esa
esquina está intacta, desde aquellos años, es como un recorte del pasado
agradable.
Otra zona muy
importante para mí son los lagos de Palermo, en especial el que está junto al
Planetario, y el Lago de Regatas. Allí pasé muchos momentos felices, en esos
lugares aprendí a contemplar y comprender muchas cosas del mundo. En mi
adolescencia tomó mucho protagonismo la costa del Río de la Plata,
principalmente la de San Isidro y Vicente López. No podría vivir alejado del
río. Necesito saber que la ciudad termina abruptamente.
25: ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las
miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el
pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos
que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una
microficción.
NA: El pensamiento, la
visión, la lengua, el bosque, la ceremonia, el azar, las miniaturas, la
autenticidad, el sacrificio, el sufrimiento, el desajuste, la danza, la ciudad,
la muerte.
26: “Donde mueren las
palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y
protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?
NA: Las palabras
morirán exactamente donde muera el último ser humano.
27: ¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las
antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?
NA: Por supuesto,
puedo disfrutar de los poemas de Ezra Pound, de Borges, y tantos otros escritores
de derecha. Hay que separar a la persona y su ideología, de la obra o hecho artístico.
28: ¿Cómo te cae, cómo
procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te
promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras
solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que jamás alude a la promesa?
NA: Si no lo solicité, lo tomo como una eventualidad que no se concretó, tal
vez un cumplido pasajero de la persona. En todo caso no me ilusiono, tampoco me
enojo, aunque, en el fondo, la persona me decepcione un poco. En cambio, si lo
solicité de manera fehaciente, me prometen ayuda y no cumplen, se han ganado el
vacío y la indiferencia.
29: No
concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
NA: Admiro a todas las mascotas del mundo. No me explico cómo pueden
convivir en “armonía” con un animal tan dañino como el ser humano. Un día
pienso que se van a rebelar en masa y nos extinguirán.
30: ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos.
¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a
ellos acorde a la gravitación?
NA: A
veces me dejo llevar por las pasiones, en especial las que me despiertan las
injusticias sociales y las incongruencias de ciertas normas o leyes que
considero absurdas.
31: ¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?
NA: Por suerte, los que fueron alabados desmesuradamente han caído en el
olvido. La historia se encarga de acomodar los tantos. Ningún lobby trasciende
la sepultura.
32: ¿Acordarías, o algo así, con que es,
efectivamente, “El amor, asimétrico por
naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa
Futoransky?
NA: Sí, puede ser.
Sería idealizar demasiado la idea de un amor simétrico, donde ambos se amen con
la misma intensidad, tengan los mismos deseos, incluso la misma concepción
sobre el amor. Creo que cada ser ama a su modo y la otra parte acepta o rechaza
esa asimetría.
33: ¿El amanecer, la franca mañana, el
mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la
madrugada?
NA: La noche plena y la madrugada. Son los momentos del día en que
desarrollo mi escritura y plasmo mis ideas, ya sea desde mi actividad
literaria, como así también en mi actividad editorial.
34: ¿Qué
dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los
tiempos y de todas las artes nos propondrías?
NA: Una reunión cumbre
de surrealistas de todo el mundo y de todas las disciplinas artísticas, otra de
rockeros hispanohablantes y anglosajones, otra de vanguardistas del siglo XX y
barrocos, y otra de poetas contemporáneos que detesten (y realmente se diferencien)
la poesía barata que circula en Instagram y otras redes sociales.
35: Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás
jugando ahora?
NA: No revelo mis jugadas. Lo único que puedo
decirte es que a la reina no hay que perderla por nada del mundo.
*
Cuestionario respondido a través del correo
electrónico: en las ciudades de Martínez y Buenos Aires, distantes entre sí
unos 18 kilómetros, Nicolás Antonioli y Rolando Revagliatti, 2022.
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