JE SAIS/YO SÉ:
ITO NAGA
Sé que se puede tener una
impresión equivocada de una persona: pensar, por ejemplo, que está distante
cuando está distraída, que es desconfiada cuando, en realidad, está
avergonzada.
Sé que ella tenía miedo de los
viajes que hacíamos juntos, y nosotros pensábamos que no le gustaba estar con
nosotros.
Sé que todo maduró en ella,
incluso el resplandor desafiante que brillaba en sus ojos cuando tenía siete
años.
Sé que confunde el desdén con la
ironía.
Sé que la ironía es una actitud
de adultos, que se necesita tiempo para que un niño la entienda; si en la
escuela un compañero dice «¡Claro que no, no te presto mi pluma!», eso de
ninguna manera significa: «¡Adelante, tómala!».
Sé que un buen signo de ironía es
no saber que se trata de ironía.
Sé que el inglés que me invitó a
las carreras de caballos dijo: You might hate me in a few years!
Sé que ser perturbado por una
palabra es menos una señal de debilidad que de una imaginación fértil.
Sé que con un poco de distancia,
cualquier palabra adquiere una belleza sorprendente. Cualquier – palabra –
adquiere – una – belleza – sorprendente.
Sé que es posible imaginar con
precisión al insecto que se desliza sobre el agua en la punta de sus patas sin siquiera
conocer su nombre.
Sé que resulta increíble que
Gaspar Hauser haya llamado «caballo» al primer ganso que vio. Sin embargo, es
lo que hacemos nosotros cada vez que erramos el nombre de una flor o de un
árbol.
Sé que el lenguaje sirve, sobre
todo, para hacerse una imagen del interlocutor y, adicionalmente, para expresar
ideas.
Sé que al exagerar las cosas que
decimos, exageramos también el sentido de las palabras de los otros y, así, la
trampa se cierra.
Sé que podemos decir cosas
horribles con tanta facilidad que sentimos miedo de nosotros mismos.
Sé que incluso si ya no ponemos
atención a esto, algo en nosotros recuerda.
Sé que cuando él dice: «Este
equipo de fútbol tiene más experiencia en los grandes encuentros», él habla
como un periódico.
Sé que a menudo tomamos prestadas
las palabras de los otros.
Sé que el mundo es como un
inmenso eco, que las palabras se repiten al infinito como un juego de espejos
en un palacio persa.
Sé que no soy el único que dice
«el descenso es más difícil que la subida».
Sé que al invertir el orden de
las palabras, la lengua inglesa las vuelve más evocadoras que el francés: por
ejemplo, atmospheric café.
Sé que es extraño que, en una
frase, el lugar de las palabras sea tan importante.
Sé que para explicar esto que
digo, en un manual se citó como ejemplo: «llevo sopa a mi padre que está
enfermo en una pequeña olla».
Sé que la dificultad de
expresarse consiste, sobre todo, en encontrar un ángulo de ataque.
Sé que «el futuro es nuestro» no
significa «tenemos futuro».
Sé que «seno» evoca otra cosa que
«pecho».
Sé que es más fácil encontrar el
principio de las frases que su final, como si uno se atascara al escucharse
hablar.
Sé que basta decir «¡vamos a lo
esencial!» para perdernos en detalles.
Sé, al escuchar su explicación, que
él no sabe exactamente qué significa «astigmático», pero que está buscando
salir del embrollo.
Sé que los científicos titubean
para decir «no sé».
Sé que se les reprocha su falta
de humildad si no lo dicen, su ignorancia si lo dicen.
Sé que los científicos no son los
únicos en vacilar.
Sé que si escribo un texto breve,
se dirá que es ligero; si escribo un texto largo, que narro mi vida; si
reacciono, que carezco de autocontrol; si no reacciono, que me falta
combatividad.
Sé que, al final, con aquellos
que no te quieren las cosas son bastante simples.
Sé que me prometo, cada vez, no
ser perturbado. En vano.
Sé que con las personas que no
queremos, ni siquiera nos gusta el aire que les rodea.
Sé que lo contrario es cierto
también: amamos hasta el aire que rodea a aquellos que queremos.
Sé que el aire une a los seres
humanos al bajar por sus pulmones, unos después de otros.
Sé que él tiene sobre mí la misma
autoridad que alguien más tiene sobre él y así sucesivamente, como una gran
tela aglutinando la sociedad.
Sé que sentado en un rincón con
el ceño fruncido, él espera la primera oportunidad para ser desagradable.
Sé que esta tarde tenía
respuestas y estaba listo para discutir con alguien, pero no encontré a nadie.
¡Qué pena!
Primeras meditaciones: Je sais
[1-40]
Segundas meditaciones: Je sais
[41-80]
ITO NAGA. Astrofísico francés
nacido en 1957. Ha publicado Je sais e Iro mo ka mo, la couleur et le parfum
bajo el sello editorial Cheyne Éditeur. Ito Naga es su seudónimo.
Traducción del francés original
por Daniela Camacho, del libro Je sais, Cheyne éditeur, séptima edición, 2013.
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