La barca
Cuando venga la barca,
he de dejarlo todo...
Mis pájaros, mis flores,
no subirán a bordo...
Estrictez de la regla:
se viaja solo...
Y la carne y la sangre
también acatan el expolio.
Quedarán en la tierra...
Mas nada puede despojar al alma
de sus tesoros.
Porque son ella misma
sus pulsos recónditos.
Su propia esencia.
Su perfil propio.
(¿Desnuda de equipaje?...
No, Antonio...)
mis lágrimas, mis gozos.
Mi amor, en fin, una palabra
para decirlo todo...
Porque vendrán conmigo
Yo no soy mi estatura
ni mi rostro.
No soy esta nevada de otoño.
Ni estos labios sin rosas
ni estos ojos rotos.
Ni estas manos, moteadas
como hojas secas, de oro.
Ni estos pies, extenuados
entre sismos y escollos.
Yo no soy, yo no soy
esta carga de agobios.
No me limita el tiempo.
No me fija contornos.
Soy mi espíritu, libre
de circuitos mortuorios.
Y es lo mío, en mi espíritu,
inaccesible a robos.
Soy mi espíritu, exento
de asfixias y de escombros.
Mi amor irá conmigo.
Y eso no es estar solo.
Y aun comanda la nave
Capitán que conozco.
Capitán de mi vida,
mi dulzura, mi apoyo.
¿Ir, con miedo, a sus brazos?
¿Serle niño medroso?...
En amor, ¿desconfianzas
y recelos y azoros?...
¡Si Él no anuncia el ocaso,
sino el orto!
No el fin, sino el Principio.
Yendo al beso, ¿el sollozo?
Y en la barca los dos.
Ni sola yo, ni Él solo.
(de Preparación de la ceniza)
Alba lírica
¡Mas es mía el Alba de Oro!
Rubén Darío
Alba lírica, alba de oro,
alborada diamantina
quisiera yo que tú fueses,
alborada de mi vida.
¿Cómo poder convertir
mis cantos en poesías?
¿Y cómo dar a las blancas
y silvestres margaritas
una fragancia que no
le ha sido concedida?
¿Y cómo ser ruiseñor
si se nace golondrina?
¡Ah, corazón! ¡Si vivieran
las buenas hadas madrinas
que todo lo transformaban
con su encantada varita...!
Entonces... en un minuto
todo, todo cambiaría.
El aroma de los lirios
las margaritas tendrían,
y romperían en trinos
Sublimes, las golondrinas
Osea, que mis canciones
podrían ser poesías.
Pero las hadas han muerto
y el país de Maravillas
no sé sabe dónde queda...
ni el lugar en que existía.
Y en la tarde moribunda
yo me quedo pensativa...
¡Mas los laureles del triunfo
los lograré por mí misma,
tornando en flor de verdad
el sueño azul de mi vida!
Para decir cuando muera:
"Alba de Oro!, ¡Fuiste mía!"
(de Alba lírica)
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Número especial de la revista La Manzana Mordida dedicado a la poeta |
Tea
No te acerques a mí, porque te quemo.
Soy flor de hoguera transformada en vida, y si me tocas sentirás mi herida,
ese amor vivo de abrasar supremo.
Abrir llaga en Tu mano es lo que temo,
que estoy en el amor enardecida,
y en dulce y lento arder se va mi vida,
con la esperanza de tu incendio extremo.
Dulce y lento morir de cada instante
en pequeña centella fulgurante,
pequeña flor perfecta y encendida...
Prende en tu amor mi puro amor de hoguera,
y si en tu beso me consumo entera,
¡muera en Tu fuego el fuego de mi vida!
(de Alleluia)
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Alba triunfante: juicios sobre Alleluia de la Dra. Esther M. Allison. Autor: Arnaldo Pedro Parrabère. Editado en Montevideo por Florensa y Lafon en 1947. |
Poema 4
Relación de tu muerte
Sencillamente te di mi muerte
y te arrojé, ya muerto, al mar.
Flotaste apenas, pero inerte,
y n i hubo tiempo de llorar.
Nueve puñales fueron. Nueve,
más que de acero, de final.
Unos de noche, otros de nieve...
Todos se hicieron de coral.
La dura piedra de la ausencia
les afiló la soledad
y cada cual con propia urgencia
buscó en tu pecho cavidad.
Tiempo aguzado en herramienta
para el frenético desmán,
en impetuosa cornamenta
y en engarfiado gavilán
Chorro por chorro, gota a gota,
ya por lo fiero o por lo rapaz,
supo tu sangre la derrota,
exprimidísima torcaz.
En nueve hielos, nueve sombras,
se fue agotando tu raudal,
y corazón ya no te nombras,
porque eres ya muerte plural.
Te me tornaste en enemigo:
yermo delante, abismo atrás...
Si no la sed, el desabrigo...
Siempre el dolor, y nada más.
Y aunque ahora es rojo vacío
lo que antes fuera tu lugar
y me quedé sin lo más mío,
te hube por eso de matar.
Un estertor...
Un calofrío...
Luego, ni tiempo de llorar.
(de Relación de tu muerte)
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Esther M. Allison: una poeta peruana en Monterrey: libro de Leticia M. Hernández Martín del Campo. Publicado en Ciudad de México por Oficio en 2008.
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NO SÉ QUÉ, NO SÉ CÓMO, NO SÉ DÓNDE....
No sé qué, no sé cómo, no sé dónde,
No sé cuándo, no sé, pero es tan claro
que a todos los misterios que acaparo
les conozco la cifra, aunque se esconde.
Por más que cada enigma se me ahonde
para aún más ahondarme al desamparo,
cada fin anticipo a su reparo
aunque si indago no se me responde.
No sé qué, no sé cómo, no sé cuándo...
Ay incógnito amor, clave ocultada!
Pero todo lo sé de contrabando.
En cada vez que le pregunto, en cada,
sólo el silencio, sigiloso, blando...
Pero todo lo sé sin saber nada.
* Los poemas "La barca", "Alba lírica" y "Poema 4. Relación de tu muerte" provienen de la tesis de maestría "Acercamiento a la vida de Esther M. Allison y a sus tres primeras obras publicadas", de Leticia Magdalena Fernández Martín del Campo. Universidad Autónoma de Nuevo León, 2003.
** Poema "Tea" extraído de la antología Poesía peruana del siglo XX (Tomo I), de Ricardo González Vigil. Lima: COPÉ, 1999.
Esther Margarita Allison Bermúdez (Huacho, 4 de noviembre de 1918 - Lima, 4 de noviembre de 1992). Poeta, escritora de literatura infantil y periodista. Estudió pedagogía en la Universidad Católica del Perú, donde ejerció la docencia. Su poemario Alleluia fue distinguido con la Medalla de Oro de la Municipalidad de Lima en 1947. En 1962, se le concedió el Premio Nacional de Literatura por su obra de teatro La hoja del aire, editada por la Universidad de San Marcos, siendo premiada también ese mismo año en los Juegos Florales Eucarísticos Hispanoamericanos de Toledo, España por Villancicos para el cenáculo. Desde 1968 se instaló en Monterrey, México. En 1984, retornó a Lima. Ricardo González Vigil considera la poesía de Allison tan valiosa como la de la propia Gabriela Mistral o Juana de Ibarbourou. Sin duda, Esther M. Allison es una de nuestras más grandes poetas místicas. Poemarios: Alba lírica (Lima, 1935), Alleluia (Lima, Rímac, 1946), Asumpta est María (Lima, 1950), Himnos eucarísticos marianos (Lima, 1954), Relación de tu muerte (Monterrey, Sierra Madre, 1961), Villancicos para el cenáculo (Toledo, 1962), Mester de niñería (Lima, 1965), Antología poética. Presentación de Joaquín Antonio Peñalosa (Monterrey, 1967), Florerías (México, Sierra Madre, 1968), Cancioncillas morenas a Guadalupe (México, Impresora Patria, 1976), Amor y mar (México, 1976), Lectura de hoy (Monterrey, Sierra Madre, 1977), Treinticuatro sonetos en honor de Juan Pablo II (Monterrey, Eds. al Voleo, 1980), Sámaras (Monterrey, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, 1981), Pajaritos en Belén (Monterrey, 1982), Indiana morenez (En la elevación de Juan Diego a los altares) (Monterrey, Eds. de Caminos de Luz XET, 1990). Entre su obra inédita se encuentran los poemarios Inolvido del ángel (1987), Reverberos (1987) y Preparación de la ceniza (sin fecha conocida).