lunes, 25 de abril de 2016

Tiempo al tiempo: mundos paralelos y el drama de la peruanidad, Por Enrique Sánchez Hernani

Una estupenda novela, Tiempo al tiempo (Lima: Perro de Ambiente, editor y Sello editorial Tribal, 2016) de Isaac Goldemberg, viene a reeditarse ahora para demostrarnos que el pulso literario y la cabal argucia temática no tienen por qué desestimar la pericia en el manejo del lenguaje. En tiempos donde la novela peruana cobra éxitos con un estilo generacional que no se abre a la experimentación para imprimir un nuevo estilo, y apela solamente a la simpleza narrativa (que tampoco es desdeñable, ojo), Tiempo al tiempo resulta una verdadera alhaja.

La novela de Isaac Goldemberg está en el circuito del primer Vargas Llosa (el de La ciudad y los perros”, La casa verde y Conversación en La Catedral), que muchos consideran es su mejor periodo, y en la tradición de otros escritores peruanos como Luis Urteaga Cabrera, el de Los hijos del orden. La obra está en esta constelación por su ejemplar edificio narrativo donde confluyen distintas voces, distintos discursos, distintos tiempos y circunstancias, perfectamente ensamblados, atractivos y legibles, como si se tratara de un solo discurso coloquial.

Goldemberg no solo desarrolla una trama atractiva que seduce y hace cavilar, sino que despliega su buen oficio de escritor para configurar un universo que siendo complejo es de una claridad ejemplar. La experimentación, en su caso, no alimenta la oscuridad (mal de muchos que quieren esconder así la falta de talento) sino que le sirve para alimentar un ritmo, una cadencia y un hilo dramático que se sucede con diversas alusiones culturales.

Tiempo al tiempo, diremos, es la historia del desenvolvimiento de dos conflictos: el del paso de la infancia a la adolescencia de su protagonista, Marquitos Karushansky Ávila, y el de su inclusión en la sociedad peruana siendo él hijo de un judío migrante, y judío el mismo. Como todo proceso de este tipo, este paso es violento, lleno de tropiezos, donde la prosa alimenta los tiempos en los que se lee la novela.

El narrador se sirve de varios niveles de intertextualidad para escribir esta novela. Está la narración televisiva de un partido de fútbol entre las selecciones de Perú y Brasil durante la década del 60, el paso no siempre airoso de Marquitos por los colegios León Pinelo y Leoncio Prado, y su penosa relación con su padre, Yehuda Karushansky. En los segmentos correspondientes al partido Perú-Brasil, Marquitos —casi un forastero— termina siendo el redentor que voltea un score contrario al Perú. Ese es uno de los símbolos de integración que maneja la novela: un peruano de primera generación, un judío, salva el honor patrio.

El paso de Marquitos por los colegios limeños mencionados es más que conflictivo, y se desarrolla en paralelo a la ceremonia de la circuncisión y del "Bar Mitzvá" del protagonista. Por cierto, la relación de Marquitos con su padre, cuya mayor aproximación afectiva al Perú es su hinchaje por Alianza Lima y su gusto por el cebiche, de los que disfruta sin perder el gusto por la comida kosher ni el habla yiddish, es la metáfora de la inclusión paralela en dos mundos, el de la colonia judía y el de los chicos peruanos.
Paralelo a esto, la novela despliega otras formas de conflicto. Con bastante humor narra, primero en espacios separados, y luego todo junto, episodios de la historia del Perú y del pueblo judío en el mundo, lo que actúa como una muestra de la fusión de nuestro mestizaje nacional. Son una especie de mundos paralelos que tendrán que buscar su comunión sin colisionar en el alma de Marquitos, en esa especie de ser y no ser en el que deambulan los muchachos que provienen de otras comunidades étnicas minoritarias en el Perú, el gran crisol de todas las sangres que somos.

La intriga narrativa aquí es perfecta. Lo que viene sucediendo en el partido entre Perú y Brasil se retroalimenta con lo que le ocurre a Marquitos en su otra vida, en su pelea con los alumnos de los colegios a los que asiste, y en los escollos de su relación con su padre. La estrategia narrativa une todos estos planos y el resultado no es otro que un magistral anzuelo para irnos de narices dentro de la novela, que tiene un ritmo trepidante y resulta de enorme interés para el lector.

Los conflictos de la inclusión de Marquitos en la sociedad limeña no son tratados en la novela desde la amargura sino desde la ironía negra, lo que nos inmuniza ante el sentimentalismo. El drama cerrado que la novela pudo habernos dado, se suaviza y se despliega con buena cadencia, aligerando la atención del lector, haciéndonos aceptar al protagonista y sus pequeñas calamidades cotidianas, sin perder los visos de infortunio de su accidentada vida, que termina por ser la mortificación del mestizaje peruano, construido con los graves tropiezos que nos ha legado la historia real de nuestra sociedad.
El partido de fútbol también es el relato del drama de la peruanidad, donde siempre jugamos como nunca y perdemos como siempre, a pesar de la actuación de Marquitos, que solo es nuestro salvador inconcluso. La exclusión del personaje, primero del Leoncio Prado y luego del partido, termina por parecerse al conflicto de la trunca unidad de la sociedad peruana, donde todos no somos iguales y tampoco somos aceptados de un piso a otro en nuestra compleja estratificación social.

Tras 32 años de la primera edición de Tiempo al tiempo tienta preguntarse por la sostenibilidad del objeto literario que tenemos entre manos. Yo señalo que esta novela ha sobrevivido muy bien al tiempo y debe de leerse como materia novelística atemporal, virtud que no consiguen muchos libros exitosos en su época pero que palidecen en sus reediciones. Es decir, Tiempo al tiempo es una novela que con toda justicia ya pertenece al canon de la literatura peruana, y que para sus nuevos lectores será un grato descubrimiento.

Solo me resta invitar a los presentes a leer, o releer, esta obra cabal de Isaac Goldemberg, a fin de cotejarla con nuestras nuevas experiencias de lectura. Se sorprenderán de la enorme vigencia de la obra y de su importancia para la historia de la literatura de nuestro país, llena de matices y distintas formas de producir narrativa. Será una experiencia de la que volverán maravillados.


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