martes, 6 de febrero de 2018

POR GALERÍAS Y LABERINTOS DE MUERTES MODERNAS, O LA MEMORIA RECOBRADA DE MARIO VALENCIA, POR JORGE HERNÁN FLÓREZ HURTADO

He leído y releído el último poemario de mi amigo Mario Armando, rodeado de montañas verdeazules y bajo el golpeteo fresco del viento que cruza por los ramales de la Cordillera de los Andes, en medio de la fragancia de un café suave que se esparce por los aires y nos convoca a la siempreviva Nostalgia-que-envuelve-recuerdos-grises-y-ciertas penas-lejanas. Aquel viento que se desata en brisas de madrugada, impregnado de una suave humedad, pero que también viene de un Mar ausente y que lleva sus sonidos de caracol hasta nuestros oídos y neuronas, más cuando pretendemos articular una nueva obra, aprender lenguajes extraños, soñar con horizontes lejanos…y un viento que lleva en su interior, aunque inconsciente, todas aquellas cargas del pasado. Todo aquel relicto de amarguras de una infancia trágica pero vital; de una melancolía que necesita explotar entre nuestras neuronas porque si no, explota entre los reductos de la consciencia…

El libro, bellamente titulado “Galerías de Muertes Modernas” (Popayán, Cauca, Colombia, Ojo con la gota de TiNta, 2018), explora laberintos, da rodeos por estancias nocturnas, voltea por vericuetos y callejuelas sin salida, observa días de sol y playa, escucha caer los goterones de una ciudad brasileña, se interna en los nichos acumulados de la Vida; de una Vida que está rodeada de neblinas y de conjuros, de susurros con sabor a música celestial, de cálidos encuentros y reencuentros con licores espirituosos  que hacen sonrojar nuestros cachetes, en fin: que resume entre sus páginas llenas de letras y de imágenes unas  cuantas cosas, que no son esencias solamente emanadas de arcoíris transeúntes, ni de neblinas reales y translúcidas, ni mucho menos exclusivas de ciertas baladas argentinas o tangos sin frontera , puesto que sí salen del alma… O quizás de un nivel ignoto de la conciencia del Yo (al estilo de un Jung esclarecedor), de algo que ha flotado ya a partir del reino sombreado de lo inconsciente.

En mi modesta opinión, este poemario de mi amigo y paisano caldense y colombiano, fruto de su trayectoria y sus periplos por países del Sur y la Isla de la Dignidad, y sus indagaciones y búsquedas vitales y académicas, es una especie aproximada de una verdadera “summa poética” suya; un compendio -que no una antología- de madurez literaria ejercitada en casi treinta años en el “oficio de vivir y el oficio de poeta”, tal como nos señaló el genial piamontés Cesare Pavese en su atribulado diario personal.

Quien escribe estas líneas sinceras, quien se precia de considerar a Mario Armando entre sus  mejores y más entrañables “hermanos-en-las-palabras”, considera que en estas “Galerías” poéticas él ha resumido gran parte de sus inquietudes estéticas, las cuales han venido quedando plasmadas en los poemas que muchos escucharán ahora y seguirán escuchando seguramente por años,” conscientemente”, porque la mayoría de  sus versos, en el fondo,  trascienden fronteras imaginarias pues reflejan las angustias del autor y del hombre que  ha servido de médium entre las angustias, las desazones, las desesperanzas del Ser Latinoamericano y Caribeño que todos llevamos dentro. Porque los sentimientos, las intuiciones, los pensamientos y las sensaciones que Mario ha ido calcando sobre el papel en blanco, no son solo como esa lava hirviendo que sale del volcán de su interior sino que, también, son las piedras pómez, los vapores y los gases que tienen que expulsarse con violencia para que cese la tensión intrínseca, y que luego quedarán esparcidos como sedimentos tibios y fríos que se cobijarán al amparo de lloviznas y de neblinas góticas, como cenizas en el viento. Y que, igualmente, son como los sentimientos y las intuiciones y los pensamientos y las sensaciones de un Yo Colectivo, con improntas y trazas de genes que tienen todos los colores y las mezclas de nuestro Hombre Mestizo, de la Amérika temprana, del Continente Africano, del “blanco” ibérico, y de sus entremezclas sucesivas y esperanzadoras.

Con estos ejercicios poéticos, Mario Armando ha redondeado muchos esfuerzos y reflexiones en el terreno de la Estética, una de sus pasiones desde que comenzara a dejarse llevar por la música rock, por las lecturas de Cortázar y de Schiller, de Marechal y el genial Proust, por nuestra literatura colombiana de vanguardia…y con todo este arsenal, publicara su primer poemario, entre críptico y pasional, entre cósmico y metafísico y surreal, como un homenaje a las sombras de la noche y sus magias, a sus “Estancias de la Noche”. Esfuerzos y meditaciones que luego reposaron un poco en un conjunto de amistosas celebraciones, en una cadencia más suave con entrañas de baladas medievales, que intituló “Pequeñas Historias acerca de la Caída Libre”…y que siguieron reposando en el silencio por más de una década dedicada a otros menesteres y a otros géneros literarios, hasta culminar con sus poemas cabalísticos de “En Tiempos de Miseria”…y que volvieron a reposar –latentes como la lava volcánica-, hasta hacer de nuevo implosión y salir al aire con estas “Galerías”.

Como buen lector de Marcel Proust, Mario Armando ha depositado en estos versos llenos de ausencias y de remembranzas muchas de sus lágrimas y de sus sangres, de sus olvidos y derrotas pasajeras, de sus traumas infantiles y amores transeúntes, de sus iras y reposos dialécticos, de sus destierros y refugios en ángeles protectores o demonios…Le ha ido dando vueltas sucesivas y ondulantes al Tiempo Perdido, detenido en sus círculos mentales, en sus sensaciones táctiles y auditivas, buscando arribar al puerto de un Tiempo Recobrado, o quizás, al de un Tiempo Inexorable y Cruel que nos habita desde la escritura de Faulkner.

Asimismo, tangencialmente, ha ido mudando en su Ser mismo, en su piel y en sus neuronas; en la esencia de la Sensibilidad de un hombre que ha bebido en las fuentes más disímiles, en sus maestros franceses, en nuestros autores libertarios, en los brebajes del arte indígena, en las anclas y los clicks de un mouse que permiten ingresar a la esfera virtual… Pero, de todo ello y con todo ello, Mario Armando ha ido afinando sus dotes de poeta hasta llegar a este punto culminante, a esta cumbre de su obra, que es este poemario-summa que estaremos disfrutando por muchos años.

Porque sus amigos, sus alumnos, sus colegas en el oficio y los lectores de varias latitudes siempre seguiremos y seguirán embelesados de sus textos, de sus signos que irradian sabiduría, de sus lecciones sapientes. A veces, lo veremos cargando una maleta entera; otras veces, una maleta rota-en-donde-se-incuban-amores-llenos-de-escombros. A veces, lo oiremos contemplando los susurros de la brisa de la playa del Brasil, o los golpes del mar en el Malecón cubano, o las lluvias que canta Victor Ramil. En ocasiones, lo veremos divagar entre ediciones de Roque Dalton y su “pobrecito poeta”, o entre libros sureños que continúan la tradición de un “Adán Buenosayres” que busca en un cementerio sus raíces, en medio de la noche y los tragos. En otros viajes, lo oiremos saboreando la tristeza de la lejanía y de la Nostalgia que a todos nos abruma. O desgarrando cascarones en paredes neoyorquinas o en una “SATOLEP” de anagrama. O entre neblinas de un pueblo andino, caldense, que sabe a pasillo, a bambuco y a jipijapa. O…

Por ahora, con motivo, nos dejaremos llevar de su mano por ciertas “galerías” de la memoria y del recuerdo. Por los meandros del Río del Tiempo, de ese fluir continuo y cambiante que nos enseñara Heráclito.

Mientras tanto, tendremos que acostumbrarnos a viajar por laberintos detrás de un arcoirís de la modernidad que no existe; y tal vez, nos colgaremos del éter, embebidos y deslumbrados por  los prismas que forman las alas de una mariposa de murano andina.
O quizás… 


Manizales, a finales de enero de 2018 

1 comentario:

Unknown dijo...

Me ha sorprendido gratamente cómo unas palabras sinceramente elaboradas de afán, pero tal vez muy pensadas desde hace años, al calor de la admiración y la amistad de estrellas con Mario Armando, hayan volado entre alas de mariposa y se hayan ya posado en otras latitudes por fuera de esta bella tierra andina...Gracias por destacar estas líneas...Comenzaré a leer "Sol negro" con esmero, porque creo que publicaciones como ésta nos unen en el alma.

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