viernes, 14 de marzo de 2008

La libertad de la sexualidad y sus formas hacia la creación y recepción de lo bello. Queridolucía de Rafael García Godos por Salomón Valderrama

El cuerpo debe ser una oscuridad que se revela solo a través de otra oscuridad; tal el enigma de la vida solo se sumerge a plenitud en la muerte. En su delicadeza este cuerpo come, parece absorber la complejidad y así ser sujeto de una transformación. La manera de ser muchos cuerpos y a su vez partícipe de muchos gozos y dolores o destrucciones que hacen diversas las maneras de ser y elevar la noche. Como la noche oscura del cuerpo de lo que habla Jorge Eduardo Eielson: “Divido uñas y quejidos agrego dientes / Sinsabores luminosos segmentos de alegría / Entre murallas de cabellos y corolas / Que sonríen y que duelen. Todo dispuesto” (o San Juan de la Cruz); esta noche es una entrega, un regalo para lo que nos seduce o nos ahoga sobre elementos solubles (acuosos), elementos sensibles que emparentados a una belleza comemos, la que nos gusta, la que nos pervierte y nos libera entre fluidos de principio. Caldo de belleza.

Expulsados llegamos al mundo entre una noche de placer o de amor que en la mayoría de los casos está liberada o esclavizada por el deseo superior de pecar. De desafiar, escapar y hacer un nuevo mundo. El de la libertad de la sexualidad y sus formas hacia la creación y recepción de lo bello. Por lo cual la acción de marginar está emparentada a asociar nuestro temor o asco a lo culminante y así la segregación para un color de piel o para una opción sexual yace en que se visualiza instantáneamente esta fijación por aprendizaje impuesto por los padres, sitios de diversión, las instituciones educativas o por ese pavor de ver en espacio abierto la cópula homosexual, polisexual, gran orgía. Pero todo esto es natural, el amor se da y se desarrolla atravesando muchas y muy diversas etapas para cada pareja en particular, y porque no somos seres producidos en serie, ningún caso es igual a otro, por la absorción y adaptación del espectáculo del mundo y de la pasión que se construye con cada encuentro de las parejas: “En la noche terrestre / Que te sigue encadenada y muda / Enredadera de tu sangre / Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno” (César Moro); hasta la disociación de lo más profundo.

El universo (sea limitado o ilimitado) no es extraño ni abstracto ni imaginario, ya que en él gobiernan leyes precisas, sino que en nosotros se dibuja, se colorea y se esculpe de extrañez por nuestra racionalidad que la traduce (debate) por un posicionamiento específico o acuerdo particular de grupo o especie que se transmuta. En Queridolucía (Esta no es una puta editorial, Lima, 2007) se desarrolla esta transformación vital, íntima, de sueño o de paisaje que se hace a través de la sagrada experiencia de la carne: su oleaje desatado.

En la primera parte (animal elícito) con la expectación del mundo y su dolorosa o maravillosa experiencia sexual; como noche que se desnuda, que se esconde y que se hace: “queridolucía soy y mis papeles reproducen / los secretos de un niño entregado / a cuernos de repulsivos hombres / que han entrando en él // en su habitación / donde las foto/grafías son relojes / historias todas de tu maleable cuerpo corrospun / fragmentos todos en tu cama mi queridolucía”. En la segunda parte (te veré somewhere around nothing) se da la búsqueda de este enfrentamiento, su reencuentro por felicidad o tatuaje, es el día que se convierte en banalidad para depositar o extrañar la oscuridad. Lo que originalmente desgarró se puede volver apreciable por la construcción de la personalidad, de los secretos de este nuevo hombre: “Sebastián habla de viajar por su cuerpo / entrar por su mente / Sebastián habla de deslizarme por su intestino / comenzamos a escuchar / nadie pide ser amado/menos iluminado // caminemos cerca de nuestro punto de encuentro / no como en otras épocas / en las que busqué a mi padre / con algún tipo rudo encima / en lugares donde / nadie pide ser amado/menos iluminado”.

En la tercera parte (apokryphos) se da la liberación, su vuelo, el escape hacia una libertad encontrada o construida, no perfecta pero amada (se siente). Celebra o se sorprende porque aquí, con toda la asfixia, otro mundo es posible, para todos, en el cambio, en la adaptación o rebelión pura: “príncipe te haces / muestras tu contrariada verdad / muestras tu extraña corona”.

Queridolucía no es una protesta o experimento, sino una fina muestra de una sexualidad natural como la vida y todos sus dones. Habla de la belleza absoluta.

Pachacámac, febrero, 2008.

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