La aparición de Algunas mentiras y otros cuentos no tuvo la recepción mediática que gozan los escritores que publican en sellos editoriales que desde el poder del capital pretenden definir el gusto lector. Sin embargo, el libro circuló con la acogida de ese lector despreocupado del reclame y sí atento al mérito literario, surgiendo la necesidad de relievar la palabra de un narrador emergente y su importancia como cuentista. Me refiero a Daniel Gonzales.
Se trata de un texto que en realidad reúne dos libros y que responden a dos momentos diferentes de la escritura: Algunas mentiras y otros cuentos y La otra creación. Este último se diferencia del primero por preferir una técnica que se ajusta a la brevedad como centro de realización del cuento. Es decir, se trata de microcuentos en el que destaca esa relación de los héroes del género humano y sus vicisitudes frente al tiempo para establecer una cadena circular en la realización del cuento. De allí que podríamos decir que estos relatos abonan a un manejo donde el lenguaje es uno de los elementos centrales del relato.
Un estilo que podemos definirlo como desapegado, que no se entusiasma ni quiere involucrarse con lo ocurrido en su materia narrativa. Así la voz del narrador se deja llevar para exhibir más bien los intersticios del drama que se pretende narrar. Son cuentos que cautivan, pues están he-chas desde historias de diversas miradas en los juegos del amor, además de su carga dramática. La mayoría de los relatos acusan como símbolo el desamor, la aparente trama romántica siempre llega al desapego, de aquello que se tuvo o se desea y no se posee o pertenece a la bruma de la nostalgia. No pretende remedar en ningún caso la novela casera, el dramita de amantes, por el contrario, si acaso ello ocurre es para ofrecer una estructura narrativa que parodia lo que sucede en las telenovelas, como ocurre en “De TV”. El desamor aparece como un pretexto para la ternura, aunque no siempre será lo que el lector espera, de allí el carácter sorpresivo y la eficacia de estos cuentos. Estos usos se ven acompañados por un lenguaje que tiende a la eficacia y a comprimir la historia, del mismo modo, que por momentos resulta en sucesiones que retratan situaciones críticas o remiten a formas regionales presentes en el habla. Así entonces, lenguaje y estrategia de la voz del narrador hacen de estos relatos una aventura singular.
Como narrador le interesa la fuerza que puede admitir su presencia, por eso suministra estrategias donde anuda sus cuentos desde la tercera persona o desde una primera persona que se presenta para hilar el relato, no para decir todo lo que ve o hacen sus personajes. Esto a la par de un tipo de sujetos presentes, que interpelan, que aparecen como si estos fueran parte del relato y que ponen en alerta al lector sobre la historia que está elaborando desde su condición de lector como magistralmente ocurre en el cuento que da título a esta colección o “No más una vez por mes”.
Las historias elegidas tienen que ver, como señalamos, con el desamor, pero tratadas a partir de elementos en apariencia cotidianos, siempre en media res, aunque se descubren tensos con un ritmo que simplemente desborda. Son, en buena cuenta, de una sencillez cuya complejidad es lo que da sentido a su naturaleza narrativa. Historias donde los protagonistas se descubren en un espacio diferente, en la mayoría de los casos, jóvenes, algunos de los cuales han tenido que salir a la ciudad, a la capital. La eficacia del relato además está garantizada por su estructura sorpresiva. “Ritual” tiene la aparente ausencia de la voz del narrador, la historia aparece como si se tratara de un visor que quiere captar la sucesión de una historia. “Nuestras noches falsas” donde el sueño es pretexto del deseo (“Soñé mi propio sueño, despierto.”). “No habrá soledad” es un cuento donde la prosa sorprende por esa forma del desamor que está a la espera del tiempo. Los juegos del tiempo, la nostalgia y el reencuentro, aparecen en “Complicidad inviolable”, un relato en exceso sugerente. “Tarde” es un cuento en varios tiempos, donde la repetición, la rutina se transforma en una aventura. “De TV” es una historia en apariencia simple, común, que repasa el desamor en un amor acaso posible.
Siendo esta una nota liminar, voy a detenerme en dos relatos. Es en “No más una vez por mes” donde la técnica del cuento suelda lenguaje e historia. Se narra una historia del despechado, de aquel que está amando, pero entiende que otro también ama a su pareja. Realizada en primera persona, los hace desde un enunciado envolvente: “No quisiera ser yo quien te abra los ojos”, conforme avanza el relato se vuelve más agresivo y atrevido (“¿Sabes que existo”, “(soy el desconocido)”, etc.) hasta el punto de interpelar al otro (“¿Ahora dime si es feliz?”) . Historia que continua con desparpajo, como la declaración despechada del amante herido y que quiere anular al otro (“¿Sabes por qué no se deshace de ti?”) en una estructura que alcanza su complejidad cuando descubrimos que es una simulación, un cuento ahora hecho carta, la que estamos leyendo sorprendidos, perplejos, pero al igual que el lector que el narrador insinúa:
“Algunas mentiras” tiene el mérito de ser un cuento redondo. La historia comienza, esta vez desde la primera persona, “Aparecí por la avenida”, todo parece ser la realización del encuentro sensual, tímidamente erotizado, feliz de dos jóvenes. Una historia de una ingenuidad sensual y tierna, pero que nos deja doblemente sorprendidos. Primero porque lo que aparece contado como hazaña y moldeando la linealidad del relato, es la presencia de un interlocutor que está escuchando la historia, callado aunque interviene en varios momentos del cuento (“–Pero ella.”), otras veces es el narrador el que conversa con su auditorio, se sale de la historia para aclarar a su auditorio (“¿Me en-tiendes? / –Claro”) y hasta momentos que evocan un doble registro, la del personaje o la del oyente, así:
–Entonces sucedió.
No aún. Giramos. Quedó entre el árbol y yo.
–Toda tuya.
Esta última frase para expresar la interjección de ella o la confirmación que hace su auditorio. Relato lúdico, de aventura y ternura, donde al final se descubre que todo lo que se nos ha contando es un sueño, donde los amigos escuchan la aventura del narrador. Ambos cuentos representan a Daniel Gonzales, cuentista emergente, fabulador que sabe dosificar su estrategia y allanar al lector a reorientar su lectura, su creencia, su apego a la historia, porque no siempre las historias siguen la lógica sugerida.
Corresponde finalmente decir que Algunas mentiras y otros cuentos es un libro inicial, donde el trabajo con la palabra, la elección de la historia, la trama y los desenlaces se juntan para presentar a un cuentista del que esperamos pronto nuevas hazañas. Logro, entre logro, la de un fabulador que sabe tomar la palabra para que sus lectores lo sigamos en sus sugerentes travesías, un narrador de fibra, fino.
Se trata de un texto que en realidad reúne dos libros y que responden a dos momentos diferentes de la escritura: Algunas mentiras y otros cuentos y La otra creación. Este último se diferencia del primero por preferir una técnica que se ajusta a la brevedad como centro de realización del cuento. Es decir, se trata de microcuentos en el que destaca esa relación de los héroes del género humano y sus vicisitudes frente al tiempo para establecer una cadena circular en la realización del cuento. De allí que podríamos decir que estos relatos abonan a un manejo donde el lenguaje es uno de los elementos centrales del relato.
Un estilo que podemos definirlo como desapegado, que no se entusiasma ni quiere involucrarse con lo ocurrido en su materia narrativa. Así la voz del narrador se deja llevar para exhibir más bien los intersticios del drama que se pretende narrar. Son cuentos que cautivan, pues están he-chas desde historias de diversas miradas en los juegos del amor, además de su carga dramática. La mayoría de los relatos acusan como símbolo el desamor, la aparente trama romántica siempre llega al desapego, de aquello que se tuvo o se desea y no se posee o pertenece a la bruma de la nostalgia. No pretende remedar en ningún caso la novela casera, el dramita de amantes, por el contrario, si acaso ello ocurre es para ofrecer una estructura narrativa que parodia lo que sucede en las telenovelas, como ocurre en “De TV”. El desamor aparece como un pretexto para la ternura, aunque no siempre será lo que el lector espera, de allí el carácter sorpresivo y la eficacia de estos cuentos. Estos usos se ven acompañados por un lenguaje que tiende a la eficacia y a comprimir la historia, del mismo modo, que por momentos resulta en sucesiones que retratan situaciones críticas o remiten a formas regionales presentes en el habla. Así entonces, lenguaje y estrategia de la voz del narrador hacen de estos relatos una aventura singular.
Como narrador le interesa la fuerza que puede admitir su presencia, por eso suministra estrategias donde anuda sus cuentos desde la tercera persona o desde una primera persona que se presenta para hilar el relato, no para decir todo lo que ve o hacen sus personajes. Esto a la par de un tipo de sujetos presentes, que interpelan, que aparecen como si estos fueran parte del relato y que ponen en alerta al lector sobre la historia que está elaborando desde su condición de lector como magistralmente ocurre en el cuento que da título a esta colección o “No más una vez por mes”.
Las historias elegidas tienen que ver, como señalamos, con el desamor, pero tratadas a partir de elementos en apariencia cotidianos, siempre en media res, aunque se descubren tensos con un ritmo que simplemente desborda. Son, en buena cuenta, de una sencillez cuya complejidad es lo que da sentido a su naturaleza narrativa. Historias donde los protagonistas se descubren en un espacio diferente, en la mayoría de los casos, jóvenes, algunos de los cuales han tenido que salir a la ciudad, a la capital. La eficacia del relato además está garantizada por su estructura sorpresiva. “Ritual” tiene la aparente ausencia de la voz del narrador, la historia aparece como si se tratara de un visor que quiere captar la sucesión de una historia. “Nuestras noches falsas” donde el sueño es pretexto del deseo (“Soñé mi propio sueño, despierto.”). “No habrá soledad” es un cuento donde la prosa sorprende por esa forma del desamor que está a la espera del tiempo. Los juegos del tiempo, la nostalgia y el reencuentro, aparecen en “Complicidad inviolable”, un relato en exceso sugerente. “Tarde” es un cuento en varios tiempos, donde la repetición, la rutina se transforma en una aventura. “De TV” es una historia en apariencia simple, común, que repasa el desamor en un amor acaso posible.
Siendo esta una nota liminar, voy a detenerme en dos relatos. Es en “No más una vez por mes” donde la técnica del cuento suelda lenguaje e historia. Se narra una historia del despechado, de aquel que está amando, pero entiende que otro también ama a su pareja. Realizada en primera persona, los hace desde un enunciado envolvente: “No quisiera ser yo quien te abra los ojos”, conforme avanza el relato se vuelve más agresivo y atrevido (“¿Sabes que existo”, “(soy el desconocido)”, etc.) hasta el punto de interpelar al otro (“¿Ahora dime si es feliz?”) . Historia que continua con desparpajo, como la declaración despechada del amante herido y que quiere anular al otro (“¿Sabes por qué no se deshace de ti?”) en una estructura que alcanza su complejidad cuando descubrimos que es una simulación, un cuento ahora hecho carta, la que estamos leyendo sorprendidos, perplejos, pero al igual que el lector que el narrador insinúa:
Es entonces cuando encuentro que no soy yo el que escribe, sino el que lee,
perplejo, como tú en este momento. Sin entender o sin querer entender dónde fue
el origen de lo escrito, deseando tener la suerte de ser un lector más de esta
carta extraviada, que luego por error, fue a parar a algún correo ajeno, y no
ser tú, y no ser yo.
“Algunas mentiras” tiene el mérito de ser un cuento redondo. La historia comienza, esta vez desde la primera persona, “Aparecí por la avenida”, todo parece ser la realización del encuentro sensual, tímidamente erotizado, feliz de dos jóvenes. Una historia de una ingenuidad sensual y tierna, pero que nos deja doblemente sorprendidos. Primero porque lo que aparece contado como hazaña y moldeando la linealidad del relato, es la presencia de un interlocutor que está escuchando la historia, callado aunque interviene en varios momentos del cuento (“–Pero ella.”), otras veces es el narrador el que conversa con su auditorio, se sale de la historia para aclarar a su auditorio (“¿Me en-tiendes? / –Claro”) y hasta momentos que evocan un doble registro, la del personaje o la del oyente, así:
–Entonces sucedió.
No aún. Giramos. Quedó entre el árbol y yo.
–Toda tuya.
Esta última frase para expresar la interjección de ella o la confirmación que hace su auditorio. Relato lúdico, de aventura y ternura, donde al final se descubre que todo lo que se nos ha contando es un sueño, donde los amigos escuchan la aventura del narrador. Ambos cuentos representan a Daniel Gonzales, cuentista emergente, fabulador que sabe dosificar su estrategia y allanar al lector a reorientar su lectura, su creencia, su apego a la historia, porque no siempre las historias siguen la lógica sugerida.
Corresponde finalmente decir que Algunas mentiras y otros cuentos es un libro inicial, donde el trabajo con la palabra, la elección de la historia, la trama y los desenlaces se juntan para presentar a un cuentista del que esperamos pronto nuevas hazañas. Logro, entre logro, la de un fabulador que sabe tomar la palabra para que sus lectores lo sigamos en sus sugerentes travesías, un narrador de fibra, fino.
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