La poesía de José Morales Saravia constituye, desde los años 70, un inusitado proyecto de curación sobre el idioma. Los largos períodos en que suele modularse, propulsan un evento respiratorio, cuya densidad se reconoce conectora de varias y bien diversas tradiciones. Tal aventurarse en la multiplicidad, se manifiesta insistencia simbólica de labrado y textura, la cual tacta un trasfondo siempre apasionado. De allí, quizá, esa contención inherente a su explayar, esa brujería razonada –diríase– de incesante transfiguración. Así, desde su primera página, Peces: al convocar las energías –jamás dormidas, sino al acecho– del mismísimo genio de la lengua, latientes tras la destreza cinética del trazo maestro abarcador, que las inscribe. El idioma es revisitado desde incontables perspectivas y planos de evocación, para ser revelado una y otra vez en tanto aliento recuperado: hay enrute emprendido (…) con temor apenas de orillar en las costas muy manidas del idioma. Aquel genio proteico y aun arbitrario, transformista inenarrable, sabe reverberar: se nos entrega, más que por el recurso metáfora, por eclosiones –partículas de lo inquietante– de la dimensión metafórica. Estado de conciencia y aliento que, no apenas alegóricamente, el poema sostiene, mediante una retícula de entonación en movimiento, similar a un magma que se va cultivando. Emblemas, cosas y formas de vida renuevan sin fin identidad en la variación –por otra parte, tan cara y propicia al ser: los elementos «naturales» y «culturales», recuperan reciprocidad, gracias al horizonte imantado del versículo, reanudándose entrelazo de la acción imaginaria, como ámbito propicio a la amplitud. El tejido conectivo, en Peces, dispone a la atención, a través de la constante del detalle: nada podría distraer tanta sed intacta de belleza. La condición artesanal de su registro concentra en lo elemental: sílabas son escamas. El poema celebra, permutante epifanía, mucho más acá de lo mero humano: son los merlines que enmangan tus valles, thálassa, pespuntando la tela de la alta mar para que no haya deshilache de aguas que piérdanse de tu sistema litorante y sus florescencias.
José Morales Saravia, Lima, Perú, 1954. Ha publicado los libros de poesía Cactáceas (1979), Zancudas (1983), Oceánidas (2005). Ha escrito además tres libros de prosa o ensayos poetológicos: La luna escarlata (1991), La ciudad expresiva. Crítica de la razón enfática (2003) y La laguna onírica. Crítica de la razón catabática (2007). Reside desde 1981 en Alemania y es en la actualidad profesor externo de la Universidad Católica de Eichstaett, Baviera.
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