Con una dilatada permanencia en Europa, donde ejerce la cátedra en la Universidad Católica de Eichstaett, Baviera (Alemania), el poeta peruano José Morales Saravia es un caso singularísimo en la tradición poética peruana.
Con su poesía, de aliento barroco y alambicado, ha sabido construir una obra próxima a la sabiduría.
Su obra casi no tiene referentes en nuestras letras, salvo si la comparamos, a lo lejos, con la poesía de Juan Ojeda, Carlos Germán Belli o con Martín Adán; excepto, claro, si nos vamos al Trilce de Vallejo.
Pero quizá Morales está más próximo al cubano José Lezama Lima y a su riguroso ejercicio de depurar el lenguaje de toda proximidad cotidiana, de todo vocablo vulgar.
Morales parte, en su elaboración poética, de un concepto y va desarrollándolo con la acumulación de un lenguaje ornamentado, lleno de neologismos y palabras cultas, las que, sin embargo, por su musicalización y apego a la idea que le da origen, va cayendo en cascadas y forma un lenguaje propio, deslumbrante.
La vuelta
En la década del 80 tenía publicados Cactáceas y Zancudas. De allí el autor partió a Europa. Hoy vuelve con un nuevo volumen, que insume sus dos libros iniciales, llamado Oceánidas (Editorial San Marcos, 2006), al que ha añadido textos nuevos y una organización, que nos hace pensar, que son parte de un solo libro. Este original volumen de poesía es una ocasión inigualable para la lectura de una obra que ya es mayor.
Enrique Sánchez Hernani
La Primera, Viernes 17 de marzo 2006.
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