sábado, 19 de agosto de 2017

CINCO POEMAS DE MAGDALENA CHOCANO



V

Oscuramente
                        como hago aquello que me alcanza y me supera
asearé uno a uno mis objetos

Un rayo de sol puede atravesar las cortinas cerradas/
un paseo de antorchas puede colmar el patio de penumbra. . .

Un líquido negro reposa en un frasco
acecha a la mano distraída que al abrirlo librará
los poderes dormidos
Los nombres de las cosas se labran se relievan
no lo digo por los altivos enseres que me cercan
(qué indócil el tacto sobre ellos/
la temprana tragedia de la mano)
lo digo por un sonido que no llega

Un cuerpo se forma a pausa plena
modelando su sombra en esta lumbre
y la acción es difícil cuando existe
un instrumento solo



XIII

De pronto soy la peor voz
la más agraz
la condenable
que acomete el muro de las lamentaciones

Se quisiera escuchar un canto/ una oración
antes que el ininteligible tumulto lapidario
que asuela superficies

El muro ignora si me lamento
                           si me maldigo
                           si impreco o lloro
pero teme a mi bronco soliloquio
como a un juramento de demolición



XXII

HEGEMONÍA

Ululas
el roce veloz de tu falda en hoscos sueños de acoso
un imperio de violencia se desborda sobre tardos enseres
Ni aun sujetando tus manos temblorosas de furia
doblegaré el miedo en mi corazón
de cada añico de mi espejo
tu imagen cencida reflorece
donde eres más fuerte eres más vulnerable
jamás hubo dominio
no lo habrá
                        si la euforia es tanta
                                                           si está
                                                                       si nos habita

Yo soy la Distancia
y permanezco en las afueras
esperando la paulatina calma
Desde aquí vislumbro tu rojizo cabello
que se esparce en los cielos
la luz no lo conmueve
                                   Pasa el tiempo
Bendito el Artilugio de tu veste escarlata
                                                                       oh reina
a orillas de los ríos lavas tu traje
la sangre se diluye
humedeces tus sienes pálidas
tu tersa nuca

Nunca hubo herida
era sólo el rosado sol del orto
relampagueando en las aguas
no habrá resquemor
sólo un canto impenetrable y lúcido
conmueve la anchura de la tierra

Te yergues
la asesina
la serena hacedora de los días
la inefable
sólo yo yazgo desangrándome
mientras la noche me devora los ojos
y agoniza



17

seamos otra vez
la adolescente
que desnuda sus ambiguas caderas sobre un charco
oh planetas opacos como muertos
miradme
soy yo posando los pies en el vacío feliz al tararear
esta canción:
prométeme que nunca serás padre
vuelo a alta velocidad sobre la zona
no puedo controlar estos imperios de hojalata,
de cobre, de oro, de aluminio,
cuatro eras del mundo sin misterio,
prométeme que nunca serás madre
homúnculos de todas las edades es hora de callar,
callad entonces,
oíd el gozne de la puerta que se abre a su paso
–stella maris
Oh chirriar oxidado de sales
Oh chirrido, luminaria nocturna
En los tímpanos indemnes del que sueña

De bruces sobre la carretera
Seamos otra vez la que fulgura
Como un puente doblado sobre un río
¿por qué es tan terrible danza a cierta hora?
Me he detenido Sonámbulo
Palpando las paredes de la casa
Es un bloque de luz bajo mis dedos
Es necesario―
Sólo yo estoy de más en la atmósfera
⁄mi nombre no ha sido pronunciado ⁄
Estrella de la muerte–
¿oyes que bien suena la palabra lodo–lodo–
Es peligroso danzar en esta hora
        Pero
             Otra vez
                 Otra vez
Con los pies desnudos en el cieno
Seamos
Otra vez
El que desplaza
Su angosta maquinaria
Como un cerco
⁄llueve en mi piel
Y llueve mucho
Las ramas de los árboles destellan
Un rastrillo se mueve sobre el césped
Siniestro es el empuje de tu sombra⁄
Espectros oh espectros decid
¿qué es lo bello, lo santo, lo perfecto?
–pregunta que me ha llevado a la ruptura–
opípara es la sed que nos aguarda:
seamos otra vez la que digrede



40

Conjuro del deshauciado…

Conjúrote puerta umbral
Para que guardes el divino nombre oculto impronunciado
Númen ácrata sol negro secta dañada
Yo os conjuro con mi voz más luminosa
Para que el metal no toque mis falanges
[el oro es hierro y el hierro mata–]
Jamba perfecta sé firme duradera
Líbrame de mis amigos
Y del sol blanco y paranoide
Que celestiales horas no me toquen
Goznes resplendentes evitádme
Huidizo muro torre abrumada y viudo nerval
Que yo sobreviva en la membrana intacta de la mente de Dios
Aquella que humano aliento no empaña
Haz que repose en su desemejanza
Ésa
La más sutil la más terca
La que no quiso recrear en su criatura



Magdalena Chocano (Lima, 1957). Libros: Poesía a ciencia incierta (Lima: Safo Ediciones, 1983); Estratagema en claroscuro (Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1986); Contra el ensimismamiento: partituras (Barcelona: Ediciones Insólitas, 2005); Otro desenlace (Barcelona: Ver Books; Ediciones Insólitas, 2008); Objetos de distracción (Lima, 2016).

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