
Así mismo, los encuentros son hechos que condensan y estructuran la existencia de las personas, conocí algo de la obra de Oswaldo Calisto Rivera cuando entré al taller de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2005, luego lo incluí cuando elaboraba y recopilaba una lista de autores para la antología de la novísima poesía ecuatoriana “Premonición a las puertas”. Nada de esto pasaría desapercibido, un día llegó un mail inesperado, su madre Cecilia Rivera y hermana Maricela, a quienes aún no conocía, me escribían y agradecían la inclusión, y sobre todo el valorar su obra. Luego las visitaría y conocería su casa donde me propiciaron un ejemplar de su primer y único libro.
Pero hoy, 22 de septiembre (fecha de su nacimiento), me convoca a escribir sobre Cachibache, su madre me ha comunicado que actualmente tendría 30 años, ya no está con nosotros, desapareció trágicamente, y justamente un tiempo antes de que se publique su primer y único libro oficial: Rojo encanto de marmota, CCE, 2001. Atentaron contra la vida de Oswaldo? Esto sería seguir escarbando sobre la madera y pensar que nada está resuelto y quedarnos con la incertidumbre de su desaparición, sea lo que fuere, lo que me trae a este lugar, escenario, es precisamente su obra. Se fue pero tenemos su poesía y el testimonio de quienes lo conocieron, familiares y amigos. Y cosas como estas desmitologizan lo que se pueda seguir diciendo acerca de su desaparición.
Vuelvo a insistir, de encuentros está hecha la vida, Cachibache vive en quienes lo recordamos. Muy gentil el poeta guayaquileño Augusto Rodríguez me envió un ejemplar de las Memorias del primer festival de poesía joven “Hugo Mayo”, CCE Núcleo del Guayas, 2005, organizada por el grupo Buseta de papel, antología en la cual Oswaldo Calisto Rivera (Cachibache) aparece como un invitado más, sus familiares no lo supieron, ahora lo saben. También lo han incluido en la antología 13 poetas ecuatorianos (Venezuela), selección de Aleyda Quevedo R., así como en el libro de próxima aparición Anatomías de cristal (poetas desaparecidos del Ecuador) realizada por Johanna López Santos.
Cito un fragmento de lo que aparecerá en esta interesante y valiosa antología:
A los 17 años integró los talleres de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Al decir de César Vásconez Romero: “Joven impetuoso, con una seguridad y disciplina impresionantes, ávido por el conocimiento, gentil y hasta cariñoso, exponía sus textos como verdaderas manchas de palabras ante la perplejidad y el entusiasmo de todos. Tenía una ortografía caótica, pues parecería que inventaba la suya propia como la forma más coherente lo quería escribir”
Oswaldo Calisto Rivera, Cachibache (su seudónimo de escritor), un joven apasionado por la pintura dejó más de 100 cuadros terminados, además, estudió en la Universidad Católica Comunicación y Artes, Ciencias Ancestrales en el Instituto ILADES e integró los talleres literarios de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Su primer libro de poesía “Rojo encanto de marmota”, también dejó escrita la trilogía poética compuesta por los libros: La cachiva, Comible Sr. Lucas Alombrey y La falta de pantuflismo.
Posiblemente su desaparición nos dejé un sabor amargo por no haberlo conocido, pero están sus obras intactas, y a futuro serán editadas con el consentimiento de sus familiares. Por ahora, tenemos su Rojo encanto de marmota donde nos deja imágenes paroxísticas, y lo que se debe tener en cuenta es lo sensitivo de la palabra, el lenguaje que nos lleva a un escenario desconocido, mítico. Sensible el poeta o la palabra? Cachibache deconstruye el sentido figurativo de la realidad con la palabra. Resonancia de lo extraño y un delirio permanente de establecer un nexo con lo espiritual. “Rojo encanto de marmota”, perfecto escenario para exponer un campo de símbolos y personajes ajenos a nuestra percepción cotidiana, animales exóticos, paisajes, religiosidad escondida, diálogo con el perpetuo “yo” interior del ser humano, realidad a la que recurre para no abandonarse a sí mismo. El poeta nos desafía a confiar en un espacio-tiempo, que únicamente se volvería certeza en un sueño, más aún, encuentra sacralidad en lo absurdo.
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