El INC de Puno ha dejado sin efecto la Resolución Directoral Departamental Nº 001-94 que declaraba como Patrimonio Cultural Monumental de la Nación, al inmueble –casona– donde nació el poeta universal, puneño de nacimiento, Carlos Oquendo de Amat, ubicada a pocas calles de la plaza de Armas de Puno, alegando absurdamente, según la Resolución Nº 043/INC-Puno de 28/10/09, que la anterior “no constituye un acto administrativo”. Al mismo tiempo, ha corrido el rumor de que el actual propietario de la casona, un empresario hotelero que compró la casa hace algunos años a la familia Catacora Pino, ahora, favorecido por la disposición del INC, tendría la intención de demolerla para construir un hotel, echando al olvido el valor histórico del inmueble, no sólo arquitectónico sino cultural y literario.
La situación ha salido a la opinión pública hace algunos semanas a través de algunos medios de comunicación, azuzados por las distintas comunicaciones informales de rechazo que han circulado de parte de algunos familiares del poeta y amigos del ámbito intelectual y literario de Puno y Lima preocupados por el asunto.
Ciertamente, el año 2005, alentados por el cumplimiento de los 100 años del nacimiento de Oquendo, diversas instituciones culturales y la municipalidad provincial de Puno, rindieron un homenaje al autor de “Cinco metros de poemas” colocando una placa conmemorativa en el referido inmueble, destacando su nacimiento en dicho lugar. En el 2006, los propietarios de la casona, literalmente borraron la placa al pintarla en su superficie con el color de la pared, hecho que hasta el día de hoy se mantiene así. Nadie dijo nada. En la actualidad existe un restaurante de expendio de “salchipapas”. Hubo también desde el 2005 por parte del Instituto Americano de Arte el intento de convertir dicha casa en un Museo o Casa de la Cultura Puneña, no obstante no logró traducirse en una propuesta concreta.
En ese sentido, hoy que nuevamente la casa de Oquendo hace noticia, cabe preguntarse, ¿por qué después de 16 años, de un momento a otro, el INC de Puno ha decidido emitir la mencionada resolución, justo en momentos en que el director de esta institución, Carlos Landa Gamio, acaba de dejar el cargo? Es un tanto extraña la decisión y, por ello mismo, se presta a suspicacias, ya que de por medio, podrían existir intereses creados. Asimismo hay que preguntarse, ¿cuál sería el interés del INC por dejar sin efecto el valor intangible del inmueble? El ex director y el nuevo director, Gary Mariscal, deberían responder y aclarar estas preguntas.
El empresario hotelero aludido y de quien se dice que habría tenido injerencia en la decisión del INC responde al nombre de José Butrón Calderón. Médico de profesión sin ejercicio activo, proviene de la provincia de El Collao y es dueño de los hoteles de tres estrellas Balsa Inn en el cercado de Puno. Uno construido hace 6 años y otro, hace tres, además de tener otros dos en la ciudad de Arequipa. En el mundo hotelero y empresarial puneño es vox populi de que su capital como la de otros empresarios, procedería de actividades supuestamente relacionadas a lavado de dinero y narcotráfico que a menudo se dan en la provincia de El Collao y en otras zonas de la región. Hasta el momento Butrón Calderón no ha dado ninguna declaración al respecto.
Recordemos también que la labor del ex director del INC Landa Gamio ha sido cuestionada en reiteradas oportunidades ante su ineficacia y falta de intervención en distintas casos que tenían que ver con el patrimonio y la riqueza cultural de Puno como el caso de las pinturas rupestres ubicadas en el distrito de Corani, provincia de Carabaya donde se realizaron actividades de exploración por parte de empresas mineras donde, sencillamente, el INC no dijo nada. Así mismo las denuncias de destrucción del centro arqueológico de Chichaccora también en Carabaya, a propósito de los trabajos de la carretera Interoceánica, que evidenciaron que el INC no contaba con ningún Registro de Sitios Arqueológicos de la región Puno, según refirió la empresa constructora.
Por otro lado, es cierto que las distintas instituciones culturales de Puno no cuentan con ningún presupuesto o si lo tienen es muy exiguo. Razón por la cual no podrían financiar ni hacer sostenible un proyecto de rescate y revaloración de la casa de Oquendo, por ejemplo, convirtiéndola en una Casa-Museo o Museo de Arte Popular como lo propuso el Instituto Americano de Arte, institución cultural próxima a cumplir 69 años y que dicho sea de paso espera un presupuesto del actual alcalde provincial Luis Butrón Castillo que hasta el momento no se ha materializado.(Léase: http://www.losandes.com.pe/Opinion/20070427/6350.html)
En ese sentido, si instituciones que cuentan con presupuesto o que al menos pueden gestionarlo, como la Municipalidad Provincial de Puno o el Gobierno Regional, se interesaran por el asunto cultural de la región, la realidad sería distinta y no estaríamos ante la amenaza de este “crimen cultural” que se pretende hacer. Ciertamente el problema va más allá porque no existe un plan cultural regional a largo plazo ni mucho menos la intención de articularlo desde los responsables de las comisiones de “cultura” de las instituciones de la región.
En Puno no hay una visión cultural turística de parte de las instituciones ni de parte del empresariado. De tenerla, respondiendo a una inversión pública o privada, muy bien la casa de Oquendo, por ser un poeta de renombre mundial, equipándola de la manera adecuada, podría ser un referente turístico para los propios peruanos y extranjeros. En esa lógica, también de otros poetas y artistas puneños importantes como Gamaliel Churata, Dante Nava, con los que se podría articular un “tour literario artístico”. Por ejemplo, sin ir muy lejos, en Chile, tanto en Santiago como Valparaíso las tres casas de Pablo Neruda son Casa-Museos que sirven para acercarse al poeta y a su obra y al mismo tiempo, generar turismo cultural.
La casa de Oquendo no está abandonada por la intelectualidad puneña, no como aquella otra de Abraham Valdelomar en Ica, olvidada a su suerte y que con el terremoto del 2007, terminó por derrumbarse, encontrándose actualmente como un terreno baldío. Por ello mismo, la casa de Oquendo debería mantenerse intacta y más bien, puesta en valor como tal. Está en las manos de la opinión pública impedir que se concrete su destrucción. Más allá de las argucias legales debería prevalecer el valor mismo de la figura de Oquendo como poeta universal y de quien nada menos tenemos como riqueza material el lugar de su nacimiento.
Tan importante como descontaminar el lago Titicaca, o rendir devoción en cualquiera de sus formas a la Virgen de la Candelaria, es preservar la cultura arquitectónica de una ciudad y con mayor razón si ésta otorga identidad, historia y conocimiento al tiempo y a las futuras generaciones. Así como más allá de ciertas críticas, la antigua Estación de Desamparados en Lima ha sido convertida en la Casa de la Literatura Peruana.
Fuente: NoticiasSer.pe
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