Ciudadelirio es el primer libro de poemas de Mario Morquencho, 80 páginas que contienen 30 poemas de versos largos y títulos a veces más largos todavía. Pero Ciudadelirio no sólo es un libro de poemas, como Mario Morquencho no sólo es un autor más. Ciudadelirio es un mapa que se despliega a medida de su lectura, que nos muestra rutas diferentes para conocer la ciudad, sentados desde la silla que Mario ha procurado para nosotros.
Conocí a Mario en el año 2006, en las reuniones del desaparecido o más bien travestido colectivo Heridita que en aquella época era integrado por 6 gatos. Yo estaba embarazadísima así que podríamos decir que eran seis gatos y medio.
Conocí a Mario en el año 2006, en las reuniones del desaparecido o más bien travestido colectivo Heridita que en aquella época era integrado por 6 gatos. Yo estaba embarazadísima así que podríamos decir que eran seis gatos y medio.
Mario empezó publicando en soportes virtuales, en la misma página donde yo colgaba mis poemas de los veinte años, fue un chico de esta página quien llevó a Mario a mi casa y con el que me disputo el título de Augusto Ferrando, pero Mario en el fondo sabemos que yo te descubrí y a quien diga lo contrario lo espero a la salida del bar para agarrarnos a botellazos.
Esta iniciativa que Mario tuvo de poner en la web sus escritos es en esencia el primer paso al libro que ahora tenemos entre nuestras manos, es la decisión de compartir con el mundo su forma de percibir, interpretar y asimilar la vida. Es el reflejo del ansia por publicar y conocer a personas con las cuales sentirnos identificados, lo que me parece totalmente saludable además de necesario.
Cuarenta pasos más tarde estamos acá, presentando su primer libro.
Con Mario han sido muchas noches de caminata Quilqueña, ejercicios para escribir, reuniones domingueras, lonches improvisados, vino, cerveza, ron, pisco, recitales, charlas virtuales, confidencias y lecturas de amigos que están acá, presentes para celebrar y dispuestos a perder los órganos internos bebiendo poesía además del cañazo que seguro el amigo Jorge Flores ha traído camuflado en una botellita de pepsicola.
Es por esto que para nosotros significa tanto la publicación de este libro, de alguna forma hemos visto “crecer” a Mario y hemos compartido su gestación, aunque suene un poco gay, gestación que ha además ha sido larga e impaciente pero que finalmente nos ha traído una satisfacción enorme, el registro de su perseverancia en este mundo letrado y a veces traicionero.
Ciudadelirio está partido en tres: La ciudad, Sombras delirantes y Extracto de una noche Chaskera. La primera parte es un conjunto de textos que describen básicamente la ciudad de Lima, está el río Rímac, el parque Universitario, la siete tres y otros escenarios de la ciudad transformados por el autor, sin embargo no hablo de una descripción convencional, es la visión desencantada, pero sobre todo crítica e incluso protestante, rasgos que podemos distinguir en los versos del poema “A las afueras de una ciudad peruana”: (cito)
en los basurales de las afueras de la ciudad.
Tosiendo sangre
Tosiendo hijos
Tosiendo remordimientos.
Tras esa miseria se sienta en la costa
a dibujar algún sueño en la arena y preocupado
enciende un cigarrillo que humea año tras año (...)”
Y de forma más clara en el poema “Rímac” cuyo primer párrafo dice:
“Yo me molesto con la vida
-Y no sé por qué con ella –
Cuando paso el puente
y veo flotar cartitas de amor en heces por el río (...)”
Aquí se distingue otro rasgo de la poesía de Mario Morquencho, el sarcasmo con el que a veces sentencia y a veces aporta a la realidad, en “Parque Universitario” escribe:
“Crezco en calle tripulada de casonas
donde un loco es virrey en los rincones.”
Pero quizá el texto que mejor combine los dos rasgos ya mencionados sea “Asesinato en la calle Omicrón” que además está escrito en prosa, donde narra un asesinato y específicamente como el personaje se deshace del cuerpo envolviéndolo con páginas de periódicos:
“He optado por envolverlo con los periódicos pasados, envolver los restos, al cadáver cotidiano envolverlo con las noticias de la semana pasada, con el suicidio de ayer en un hostal perdido en la bruma de la madrugada en Lima, envolver sus extremidades con el abuso policial y la corrupción de los ministerios (...)”
Contrasta luego diciendo:
“Después de envolver al cuerpo como una estatua de papel periódico, como una obra de arte de lo que lees antes de ir al trabajo o lo que ves en las noches antes de dormir (...)”
Y finalmente nos esboza una sonrisa con estos versos finales que comparten el final de su venganza:
“El cuchillo en la mesa viste bermejo
y baila tango...
baila tango el muy pendejo.” En “Sombras delirantes” el autor nos envuelve en una atmósfera misteriosa, paranormal y a veces nefasta, la muerte es el hilo conductor; este tema se evidencia en el poema “Rodillas muertas”, Mario escribe:
“Mientras mis ropajes caen
mis rodillas tiritan en oscuro pasacalle
donde cantando van las nuevas criaturas muertas del universo.”
Así como en el poema “Puerta” que nos deja con la sensación de un todo devastador:
“Quizá fue una estrella ambiciosa y caníbal
que devoró a los astros
arrasó con las galaxias y las vía lácteas
que nos consolaban
creció hasta tragarse la eternidad
y lo infinito”
Finalmente en “Extracto de una noche chaskera” se muestran dos cosas: primero la exploración del erotismo, que Mario realiza de manera cadenciosa, logrando versos impregnados de basta sensualidad:
“Tu blusa despliega las alas
y vuela en los instintos,
cede tu brasier cede
cede al placer cede.
Tu piel blanca, tus senos, ceden.”
Lo otro que se encuentra en esta última parte, es el registro de la noche y con mayor trascendencia de los recitales, están los textos creados para esas ocasiones, ustedes (los del colectivo) recordarán poemas como:”Espejito, espejito”, “Pequeño Quijote”, “Fe”, “Atmósfera” y aquel que Mario leyó en el recital de despedida en La Noche de Barranco y que hizo que se me descociera el corazón: “Y qué será mañana” del cual cito:
“y si a la hora de despedirnos dijéramos:
hay que leer
insistir
¡Hay que leer!
Después de la ceremonia
hay que leer
hay que leer después de que el león humilde
nos parezca tan bello en nuestra sobria existencia”
Para concluir, si tuviéramos que hablar de influencias, sería oportuno nombrar a César Vallejo y Oliverio Girondo, el uso de neologismos es una constante en la obra de Mario, siendo incluso el título de este libro un neologismo que resultará totalmente coherente para quien se dé una vuelta por estas páginas.
Paul Guillén me dijo una vez, medio ebrio, frente a mi propio editor y minutos antes de bailarme un perreo en el cumpleaños de Luchito Boceli, que para él Mario Morquencho era el mejor escritor del colectivo cadáver exquisito, y debo reconocer y afirmar con respeto y admiración, que no se equivoca.
* Palabras leídas la noche de la presentación el jueves 22 de abril de 2010 en el Salón Hora Zero-Bar Queirolo (Lima Centro).
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