domingo, 30 de marzo de 2008

FERNANDO QUÍSPEZ ASÍN ROCA O FREIR SU PROPIA SALSA EN UN ASADOR DE PÚAS POR ARMANDO ARTEAGA

Los referentes escasos que se tienen de la poética surrealista de Fernando Quíspez Asín Roca se mantienen aún incólumes en el espíritu de la liberación total que animó la revista “Littérature”, y que agitó a contrapunto el movimiento de “La Révolution Surréaliste”. Toda esa proclama original contra lo burgués, por la necesidad de cambiar la vida, y que aún, hasta nuestros días, pueden escandalizar a los más bisoños, conservadores, y mojigatos lectores de su ejemplar ultramundano, y bello libro: “Paisajes para una emperatriz” (Lima, 1963).

Fernando Quíspez Asín Roca, poeta y periodista, activó, soportó, y padeció, los estragos del desabrigado ambiente cultural limeño de esos años mediocres y “apachurrantes” de los 50. Enfrentó el desabrido literario de esa Lima (“la ciudad de mil quimeras”). Y, frecuentó, el derrumbamiento social de esa inexistente “fata morgana” literaria, que fue nuestro pobre escenario cultural, por obra y gracia de aquella menesterosa “vida cuchicheada” en esa Lima, tan perversa, de entonces.

A esa fúnebre realidad, del panteón literario limeño existente: mojado de lluvias moradas y decadentistas, que era nuestro páramo literario (aburrido e inflorido), lleno de mala poesía, conducente de una lírica invadida de mediocridad siguiente: desde la etapa colonial hasta la etapa actual de la república, y todo ese mundo de pacotilla que alimentaba aquel parnaso local, del turbado “efémero” con olor a morgue, podredumbre y modorra. A ese momento de marras (desesperanzado también, e invadido de pesadumbre total, negado para la creatividad libre e integral, para cualquier artista), fue al que, Fernando Quíspez Asín Roca llamó con desprecio “el estertor de la rata”. Así, con genial “humor negro de poeta negro”, etiquetó la realidad de esa situación política vivida durante dictadura de Odría: nada más frontal para llamar por su nombre a ese nauseabundo momento dictatorial del “odríismo” ramplón pasado (padre del “fujimorismo” actual) que reinó estúpidamente durante los años 50. No en vano, Sebastián Salazar Bondy personificó, y, testimonió también, en contra de este malestar acrecentado de corruptelas y cortesanos burócratas, confirmando esta desdicha sabida a gritos de la realidad nacional de los años 50 en “Lima La Horrible”: “El panteón segrega su mentira fantasmagórica”.

Fernando Quíspez Asín Roca (Lima, 1927-1962) demostró no solo destreza literaria y militancia para con el movimiento surrealista internacional. Se autoproclamó como “poeta surrealista”, tal como aparece en la biografía en su libro “Paisajes para una emperatriz”:

“Nació en Lima, el 14 de marzo de 1927. Murió el 4 de agosto de 1962. Fueron sus padres Jesús Quíspez Asín y Agustina T. Roca. Cursó estudios superiores en la Facultad de Letras y Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Periodista de vocación, colaboró en diferentes periódicos y revistas de la capital. Espíritu sutil, conversador brillante, poeta surrealista y de estirpe de artistas. Fue sobrino de Alfredo Quíspez Asín “César Moro”, célebre poeta surrealista y de Carlos Quíspez Asín, pintor de renombre”.

Formó parte de “la conspiración del silencio” como llamó Felipe Buendía a esa “rebeldía”, saludada por él en algunos de sus artículos periodísticos de esa época. Ad perpétuam, adherido a ese estado de “plenitud existencial” que animó también a otros poetas surrealistas (luego del regreso a Lima, y de la experiencia vertible protagonizada en París y en México por César Moro) entre los que se encontraban: E. A. Wespthalen, Augusto Lunel, Rafael Méndez Dorich, y el enigmático Rodolfo Milla. Sumaban a esta “la conspiración del silencio”, esa complacencia, también agitadora, de otros poetas para-surrealistas como Carlos Germán Belli, y Francisco Bendezú, y con la complicidad expresada desde el auto-exilio europeo de otros poetas vanguardistas como Leopoldo Chariarse, Américo Ferrari, y Jorge Eduardo Eielson, tan deliberativos y difíciles para encasillarlos en este conferido movimiento ecléctico, e incluso tenemos que incluir aquí en esta protesta, que vale también, para este desarraigo, la actitud iconoclasta de Sebastián Salazar Bondy.

A todos ellos, exaltados y apasionados poetas, les unía una expectativa muy sincera por una nueva moralidad -en ese instante- y por la plenitud de otra revuelta literaria, y aunque la crítica de académicos gacetilleros, a algunos de ellos, los llamaban “puros”, estaban también juntos con los otros poetas llamados “sociales”, que pedían a gritos un cambio verdadero en la poesía peruana. Toda poesía es “pura” y es “social” a la vez, por lo tanto, la polémica fue un asunto vano, y no sirvió para nada, salvo para ciertos “escándalos literarios limeños”.

Todavía el diez de enero del 1965, nueve años después de la muerte de César Moro, nadie se había atrevido a una valoración fidedigna de la obra de Moro. Se queja E. A. Westphalen, de esta indiferente falta de reconocimiento al accionar del movimiento surrealista en Lima, que todavía vibraba y agitaba en los años sesenta. La poesía de Fernando Quíspez Asín Roca es todavía, cuanto prevalece, esta protesta surrealista: un escándalo tardío, la búsqueda de cierta “revolución” existencial, que de alguna manera los surrealistas peruanos lograron agitar y sopesar, en contra de esa apatía localista, provinciana y mediocre, que envolvía toda la vida cultural limeña. Fue, sin lugar a dudas “Un Voto Más En Contra” dentro de esa Lima quimérica, contra la Arcadia Colonial.

Siempre a favor de ese “Voto En Contra” y de rechazo a la aberración nostálgica, pasadista y colonialista que los surrealistas peruanos lanzaron -con mucha simpatía- su vigorosa actitud de apostar por una nueva revuelta literaria. O, por cierto desplante, este reclamado estratagema: invadidos por un cambio de actitud auspiciado por el surrealismo internacional, o como un singular destello para azorar el ambiente con las diversas manifestaciones y actitudes diletantes de su movimiento literario en Lima. Era “Un Voto En Contra” de rechazo, en oposición, a ese aspecto mortuorio de aquella vida literaria de entonces, que coincide con Sebastián Salazar Bondy, con aquella apertura en “Lima La Horrible”, como un verdadero juicio final, un ajuste de cuentas.

Allí –a excerta y a transverso, de detalles que no vienen al caso para escudriñar sobre la escatimosa estética y la vertiginosa esencia surrealista de esta "esciente" propuesta literaria- en “Paisajes para una emperatriz”, se nos remite -sin ningún exclusive- hacia una atmósfera de una exégesis verdadera por el surrealismo, y también, hacia una particular resistencia existencial -casi xerófaga- del poeta frente al marasmo cultural limeño.

Fernando Quíspez Asín Roca fue uno de nuestros más destacados poetas surrealistas peruanos, perteneció a ese bullicio literario limeño por “el cadáver exquisito”, por “la escritura automática”, por “el disparate puro” y por “la irrupción de la imaginación moderna”, pero con una inédita expresión poética, muy personal, y brillante.

Los poemas de “Paisajes para una emperatriz” no son el exuberante estornudo del último agripado poeta del surrealismo peruano, aunque llegó tarde a este graznido representativo de los seguidores locales de Bretón y Lautréamont. Son poemas de gran intensidad y de impecable estirpe surrealista, donde la palabra libertad es lo único que todavía se exalta: la libertad integral del hombre que exige sacudirse de todos los dogmas que oprimen en primer término el dogma de la omnipotencia de la razón pura. Debió escandalizar, entre los militantes y lectores, el surrealismo fundamental de este poema “SESIÓN DE VARIEDADES” (1963) de Fernando Quíspez Asín Roca, aún cuando llegaba tarde al escenario de la revuelta surrealista, recurre con destreza a ese increíble automatismo de la escritura y a los estados delirantes de “el cadáver exquisito”:

Se puede hablar de
“en la isla de espejos la pasión no está mensurada”
de
“en mi torre sin fin las rajaduras de las copas suenan
dulcemente”
o de
“los pecados mudos que tristemente aúllan”
Más aún
“como los filamentos tenues de la noche en tus ojos”
pero de
“la mirada admonitiva de un ciempiés de medio
cuerpo muerto
que se divierte ante el espectáculo
de un grupo encantador de coristas amigas”
o de
“la mirada vidriosa del azúcar
que endulza corazones de agua tibia”
o de
“el sudor de la sal antes del primer baño”
Más aún
“todas las rutas de las axilas conducen al vientre”
eso ya es otra cosa
Es algo así como freír su propia salsa en un asador
de púas
es decir
HACER UN ABANICO DE LA CÁRCEL.


“No me encuentro en mi salsa” protesta todavía Carlos Germán Belli, algo más tarde, en uno de sus más celebres poemas de “El pie sobre el cuello” (Montevideo, Alfa , 1967). Expresión brusca contra la dolorosa vivencia de escribir poesía, en un medio tan hostil como el ambiente literario peruano, blasfemia surreal, expresión que aún denota el descontento profeso contra el deprimente estado de alienación en que ha vivido siempre la sociedad peruana actual, es una protesta contra la chatura de la condición humana, un estado cosificante de las cosas, de los hombres y de sus acciones.

Es cierto, Lautrémont revolucionó la poesía moderna, su grito: “La poesía debe ser hecha por todos” cambió la forma de entender las cosas. Lautrémont fue un verdadero “Dios” para todos los surrealistas. Isidore Ducasse, el Conde de Lautrémont , uno de los más altos fundadores de la imaginación moderna, el autor de “Los Cantos de Maldoror”, poeta que entusiasmó a los simbolistas tardíos, primero, y de los surrealistas al comienzo de la década de los veinte, fue un sagrado mito. No olvidemos que sus “Poesías” fueron reeditadas por Bretón en 1919 y por Philippe Soupault en 1923, desde donde el mito de Lautrémont creció.
.
Y, aunque a Lautrémont recién se le pudo leer por primera vez en castellano por la traducción de Aldo Pellegrini, publicada por primera vez en Buenos Aires en 1964, sus “Cantos de Maldoror” circularon entre los vanguardistas y los surrealistas, y siempre despertó Lautrémont entusiasmos entre los poetas surrealistas latinoamericanos. El caso de Fernando Quíspez Asín Roca no fue la excepción de la regla. Y, aunque “Paisajes para una emperatriz” se publicó en 1963, el libro había esperado más de una década antes de ser publicado, y solo a partir de la prematura muerte del poeta, en la edición que se realizó por iniciativa y mediante la financiación de los deudos del poeta y la gentil colaboración de Francisco Campodonico, es que aparece este discreto volumen representativo y raro que reúne la obra de Fernando Quíspez Asín Roca.

El brillante poema “Lautrémont” es uno de los mejores realizados por poeta alguno del surrealismo internacional, siempre lleno de surrealismo puro, eliminando el control de la razón, iluminando lo oscuro del ser:

Radiante sobre un bólido de venas
desenfreno original cíngulo de nitro que aprisiona
una balandra de ágata y la ilumina
áspid remolino en el ámbito de la úlcera
del crepúsculo vertiginoso
imagen montuosa del viento
catarata irisada de espejos que se entrechocan como
una cabellera esplendorosa
pacto en las tinieblas para alumbrar ríos eléctricos
tu rostro salpicado de estatuas
isla de alba
pedestal colosal sobre un paisaje marino
arde imperiosamente en el imperio del fulgor
oh corona turbulenta sobre una órbita intocable
donde lámparas carcomidas alumbran casi
imperceptiblemente
como una fosforescente lejanía
una pluma sobre el césped
junto al fragmento de un guante
recuerdo de una velada feroz


La realidad está enferma..., había denunciado César Moro. Por la ignorancia o penuria de ideas nuevas en el quehacer literario limeño, el surrealismo es un medio de liberación total del espíritu. Así lo entendió a carta cabal Fernando Quíspez Asín Roca, que publicó muy poco, solo en revistas de poesía marginales y apologéticas del movimiento surrealista, donde se adhirió a ciertos manifiestos de la época y adoptó las posiciones fructuosas, que como escritor padeció y vivió en una ciudad mínimum estupida como Lima, invadida de un marasmo cultural pro-oligárquico, tal como padeció en su itinerario vivido como poeta, y/o, como ciudadano limeño.

Para este poeta surrealista no existía provincialismo alguno, aunque su centro del mundo siempre estaba en el “Primer Manifiesto del Surrealismo”, o en lo que decía Bretón, su máximo gurú, desde 1924. Y, aunque el movimiento se fue aquietando en todas partes, la ola de su extensión y prestigio del surrealismo demoró todavía mucho tiempo atrás. La palabra libertad era lo único que todavía exaltaba a los surrealistas. La poesía ante todo era liberación total, nada podía limitar la esfera de su ámbito cultural individual, ni ninguna edad circunfusa, ni el dogma de cualquier religión extrema, nada limitaba su circunspecta jurisdicción literaria. Lo que más vale es la estética de su arte y acción de su palabra expresada en: la libertad, el amor y lo maravilloso, la exaltación lírica expresada en la vigencia del mundo onírico, como en este poema “LA SOGA Y ALREDEDORES”:

Ingrato sugieres perros que roen huesos de palomas
sobre kimonos de terciopelo negro
extraño parecido el péndulo y la hormiga

hay que amputar los reflejos de la cortina
o en su defecto observar por el perfil de la cerradura
una mujer hecha de una cortina y un hombre frente
a ella recrudeciendo al calor

ya viene el amor ya viene
pero hay que secarse antes del baño

un juego de dados contra el infinito
el cubilete un recipiente de basura adorada
la hondura de la vida se mide elevando los ojos
a la sombra de una ola mientras la mano que recorre a ciegas grita al amor
y la fuerza secuaz de la memoria
recuerda la tibia túnica
tus dádivas salvajes sobre el desolado corazón
balanza para pesar eclipses

la cuestión del día que uno toma como un
acontecimiento
estribaciones del sexo dilema del símbolo
el parto del molino no denotan mayor cambio
cubre amorosamente sus desgarradas garras
la carroña tras la quemadura de la miel
los planos interiores circundados de púas
y el escorpión que roe tu silueta
la mirada del sueño
pone una O en los relojes
lámpara llave hoja ardiente sobre una pradera de
cristal
y un arco iris acoge la llegada
como eterno calendario que pende de los labios

El surrealismo, fue pues, una mística de la revuelta. Y, Fernando Quíspez Asín Roca fue uno de sus respectivos revoltosos. El surrealismo peruano aparte de sus más destacados poetas de cierto renombre internacional como César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, hubieron otros desde los primeros instantes como Xavier Abril, Carlos Oquendo de Amat, Adalberto Varallanos, Alejandro Peralta, José Alfredo Hernández, José Alvarado Sánchez (Vicente Azar), Enrique Peña Barrenechea, Juan Ríos y Manuel Moreno Jimeno. Muchos de ellos agitaron y publicaron alrededor de la revista “Las Moradas”, donde desarrollaron el humor surrealista contra el orden convencional, la exaltación lírica, el principio de lo maravilloso, el contenido negro: el humor negro del poeta negro, y la magia dorada.

Tenemos pues que, rendirnos ante la transparencia de lo puramentente lírico y en abstracto, que también desarrolló la poesía de Fernando Quíspez Asín Roca, por ejemplo, en su poema “MUERTE DE UN POETA”:

Fuente errante de burbujas ardientes
Imposible quemar la llama negra
Su brisa caliente el corazón
Mas tu fulgor no es un destello que se ha quedado
En los ojos
Porque aún más allá del crepúsculo insondable
En donde se trituran los cisnes
La Eternidad es un matiz

Terminaré reconociendo que “Paisajes para una emperatriz” es un libro de varias miradas donde hay muchas “Galerías” para viajar en el sueño vigente donde desfila siempre “lo espontáneo”, que es el arma más efectiva del poeta surrealista Fernando Quíspez Asín Roca:

Galerías de humo finamente tejido
Abren al infinito
Oscuros huesos sobre un barco congelado
Flotante buhardilla de rígidos espectros
Y en cualquier parte
En la recámara para sonidos muertos
Un estruendo de cera
Adormece al desvelado actor
Espejo vibrante
Vibrante espejo girado
Hélice punzante
Seno profundo
Aleta luminosa
Tú satélite desprendido
Clave subrepticia
Mueca vibrante
Señal
Mas bien
Ruido extraviado
Liendre autómata
Lumbre triturada
Confín de la mueca
Germen del confín

Espuma temblorosa
Impregnada del eco de un ardiente dardo
Parasol de escamas
Para un eclipse compacto
A su vez surtidor de eclipses
Tú triste voz circumpolar
Tú jinete en la corteza
Prisionero de su índole
En el apogeo de la existencia
Vas a internarte en las vertientes de la noche
Mas
Candelabros en forma de dagas
Se obsesionan a rasgar la envolvente figura
Y a lo lejos
Refulge complaciente
Un cadáver

Es edificante escudriñar en la ventura de los escombros de esta poesía veraniega, venática, y fuerte, como un vendaval, de Fernando Quíspez Asín Roca. Poesía y protesta, llena de gran veracidad y sabiduría, expresión coherente de aquel surrealismo peruano de los años 50, que tiene también, sin lugar a dudas, en Augusto Lunel o en Rodolfo Milla, o en el mismo Alejandro Peralta: poetas con pulquérrimos aportes y destreza de la “técnica surrealista”. Albedríos sinceros que aún pasan desapercibidos, y esperan un llamado de atención para esa consagración definitiva ante sus despiadados lectores.

(Del libro: “La poesía surrealista en el Perú”)
Fuente: Terra ígnea

DEL CAOS, UNA GEOGRAFÍA POÉTICA A REVISIÓN

Apuntes para describir una planicie. Sobre Caos portátil. Poesía contemporánea del Brasil por Víctor Cabrera

En las primeras líneas de su presentación a Caos portátil. Poesía contemporánea del Brasil, Camila Do Valle escribe: "Una selección de poesía siempre (con)forma un paisaje. En el caso de ésta, se podría tener la impresión de que se trata de un paisaje muy contemporáneo: poetas nacidos en las décadas de 70 y 80. Pero en realidad, este libro (com)porta muchos paisajes: así, en plural."

Después de revisada un par de veces esta muestra, no puedo sino disentir de al menos una de tales afirmaciones: Estoy de acuerdo con Camila en la primera de ellas, pero habría que aclarar: el paisaje que conforma una selección [de poetas, narradores o futbolistas, para estar a tono con la nacionalidad de la poesía que hoy presentamos] será siempre fragmentario, incompleto y, por lo tanto, perfectible, y su horizonte estará definido más por la mirada y las cualidades combinatorias de quien observa, califica, discierne, descarta y escoge, que por el talento y/o las virtudes de los seleccionados. Para decirlo de manera pedestre, no es igual el Ronaldinho de Rijkaard al de Dunga.

Matizada por la posibilidad [ese “se podría tener la impresión”], la certeza cronológica de la segunda declaración, antes que confirmar lapidariamente y arriesgarse de más, propone: que sean los lectores los que se sumerjan en el caos y decidan por ellos mismos si, más allá del rigor temporal que impone la inclusión de autores nacidos en una determinada época, esos textos les resultan, en la forma y el discurso, verdaderamente “muy contemporáneos”. Y en eso podremos estar o no de acuerdo.

Difiero, entonces, de la tercera proposición (“este libro [com]porta muchos paisajes: así, en plural”) por dos razones: como dije hace un momento, lo que prevalece en una selección, muestra, florilegio o como quiera que se le llame a una reunión generalmente arbitraria de textos y autores, es la mirada de su antólogo, su idea de ―en este caso― la poesía contemporánea y su afán de compartir o imponer, dependiendo de su autoridad y su prestigio, dicha idea a sus lectores. Y lo que prevalece, en este caso, es un paisaje conformado por una mirada doble: la de la propia Camila Do Valle y la de Cecilia Pavón, seleccionadoras de estos 11, no, 13 poetas (esto es, el equipo completo más dos suplentes que cada quien podrá alinear según sus preferencias). En segundo lugar, instalado ya en mi propia lectura, no alcanzo a vislumbrar desde ella ese paisaje múltiple al que se refiere Do Valle. Lo que veo, sí, es uno discontinuo, sucesorio, poblado de claroscuros o, para decirlo paisajísticamente, con sus crestas y sus valles: zonas de niebla y regiones de luz, amplios espacios de tanteo y otros, menos vastos y abundantes, de verdadera consolidación poética.

Lo que encuentro, antes que esa variedad que desea la compiladora, es la homogeneidad de tonos, discursos y hasta formas, previsible cuando se piensa en la naturaleza de un sello editor que asume valiente, temeraria y febrilmente el riesgo de privilegiar en sus publicaciones la poesía postvanguardista o ultravanguardista o neovanguardista de América Latina, frente a otros quizá mejor peinados (quiero decir engominados) o menos propositivos y en todo caso más afectos a eso que llamamos, positiva o infamantemente, Tradición.

Como en otras muestras o antologías de las poesías latinoamericanas más o menos recientes, lo que puedo observar es una búsqueda de contemporaneidad en la que los autores, en su afán por resultar forzosa y necesariamente rupturistas, terminan por ser sospechosamente semejantes uno a otro. Esta adopción de formas y fórmulas poéticas cada vez más generalizadas (piénsese, por poner un ejemplo, no en el poema en prosa, sino en la versión más narrativa de ésta) revele acaso un programa generacional en América Latina: el de ser uniformemente actuales. Lo malo es que las formas adoptadas parecen no ser siempre el mejor andamio para un fondo discursivo por lo demás confuso. Justamente allí donde no parece haber ese discurso de fondo, sugiere la lectura de estos poetas, hay un vacío, esto es, el simulacro que somos y habitamos: las sociedades de consumo, la televisión y la red omnipresente, el reality show que suplanta a la real life. También lo otro: la injusticia y la violencia secular de nuestras urbes, su disfrazada oferta de hastío, la pérdida de la esperanza. Y para confirmar[me] esta idea, escojo tres versos de Elisa Andrade Buzzo, una de las jóvenes poetas incluidas en estas páginas, “[…] cuando termina la voluntad/ De decir/ Sobran sonidos guturales”.

Quizá sea esta la razón de que un buen número de los poetas incluidos en el libro parezcan urgidos de forzar los límites de la poesía en general, y del poema en particular, de hacer que todo quepa en ellos, de transformar cada palabra por la alquimia de la disrupción del espacio en blanco, del metatexto, de aquella prosa camuflada, incluso del balbuceo mencionado por Andrade Buzzo. Y es en este sentido que leo un puñado de frases programáticas que los autores intercalan en sus versos a manera de poéticas personales: “transformar toda la harina en pan” (Elisa Andrade Buzzo); “Hay un residuo de futuro en el viento”, “[…] la libertad total en el reino de la imposibilidad” (Sergio Cohn); “Continúo una tradición que sigue hablando sola” (Camila Do Valle); “¿y si nos libramos de ezra pound?” (Angélica Freitas); “pienso en el canto/ en las modulaciones de la voz/ en los lugares vacíos/en los espacios en blanco// y el resto es ortografía” (Izabella Guerra Leal); “Desconfío de las ideas, sé que todo poema es una navaja” (Augusto de Guimaraens Cavalcanti); “Nuestra juventud todavía no encontró el bar adecuado y la hora de parar”, “pedimos la bendición y vamos a dormir en el espejo/ taponado de referencias analgésicas” (Andre Monteiro).

A veces estas consignas logran consolidarse más allá de sí mismas y es entonces cuando la poesía surge y supera los sucesivos tonos de denuncia o lamento social, la autorreferencia, la metatextualidad y el intertexto, la verbosidad excesiva y el excesivo laconismo. Menciono un par de casos que son los mejores ejemplos de esta sospecha pues se trata, a mi parecer, de las voces más sólidas y maduras, de las muestras más constantes de todo el libro: la propia Camila Do Valle y Angélica Freitas.

En algunas ocasiones desde la ironía y en otras desde la encendida arenga de tintes feministas, pero a veces también, decantados puntualmente esos discursos, desde su voz más natural e íntima, es decir, más poética, Do Valle despliega sus mejores recursos y se erige como una verdadera conciencia social, ácida, corrosiva, más allá del puro y duro panfleto.

Angélica Freitas, por su parte, asume plenamente el humor como su más prestigiosa herramienta poética. Iconoclasta, Freitas pone en entredicho el canon poético-literario occidental para desmoronarlo por la vía de ese humor efectivo por venenoso. Lo suyo, declara la autora, no son Gertrude Stein (esa señora culona que se tira pedos en la tina) ni el viejo Pound loco en su jaula de Pisa, sino las canciones de la radio y un batido de Rilke con helado para las noches de insomnio.

Otro caso que llama mi atención es el de Sergio Cohn, quien y haciendo uso de herramientas disímiles a las de Do Valle y Freitas (e incluso a las del resto de los autores), destaca en la muestra como una anomalía: un poeta mesurado que no apuesta ni por el desbordamiento verbal ni la pirotecnia de la imaginería, sino que parece avanzar seguro hacia una poética de la decantación. Lo demás parecen numerosas tentativas entre las que aparece de pronto, como un hallazgo, extraordinario por inesperado, la poesía.

En su triple acepción, la palabra caos designa lo mismo el “estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos”, “confusión y desorden” y un “comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos”. Podría escoger cualquiera de ellas para definir la naturaleza de este volumen, aunque prefiero atender a la etimología griega del vocablo, que refiere una “abertura”. Me gustaría, entonces, hacer una invitación a leer este Caos portátil no como un desorden de bolsillo sino como una grieta desde la que vislumbremos la posibilidad de un panorama distinto.

Alfabeto para nadie de Cristian Gomez Olivares

Como ya es más o menos oficial, paso a contarles de la publicación de este muy reciente libro, Alfabeto para nadie, que acabo de sacar con mis compinches de Editorial Fuga. Aún no me llega el libro, pero la portada, aunque la recomendación venga de cerca, se ve muy bonita. La foto es una de esas maravillas de Rodchenko, se llama Sportmen. Dudé entre otras del mismo artista, como esa toma desde un edificio de unos estudiantes disciplinadamente marchando, o la de los balcones inclinados, o un andamio con obreros construyendo felices el socialismo. Cualquiera de ellas hubiera dado la misma idea de ausencia, de perderse, de ser (y no ser) parte.

El poeta Enrique Winter, a quien desde aquí le doy las gracias, ha escrito una muy inteligente reseña del libro en Lanzallamas, que no me queda más que recomendarles.No me ha tocado con demasiada frecuencia verme expuesto al ojo analítico de mis pares o de algún crítico. Francisco Leal alguna vez publicó un artículo en letras.s5, Camilo Marks hace años comentó Pie quebrado en Revista de Libros, otra vez Mario Ortiz dijo algo en VOX. Y pare de contar. Ojos atentos que se agradecen. (CGO)

HABITÓ ENTRE NOSOTROS: JOSÉ WATANABE Y POESÍA ACTUAL


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MANUEL SCORZA A CÉSAR CALVO: AGRADECIÉNDOLE QUE ESTÉ AQUÍ

César Calvo, Reynaldo Naranjo y Manuel Scorza

AMIGAS Y AMIGOS, HOY, GRACIAS AL GENEROSO COMPAÑERO GUSTAVO PÉREZ HINOJOSA, LLEGÓ A MIS MANOS UN FABULOSO POEMA INÉDITO DEL APRECIADO MANUEL SCORZA, QUIEN COMPARTIÓ EL EXILIO EN MÉXICO CON MIS PADRES Y NOS Y OTROS..., DEDICADO AL INGENIOSO Y BUEN CÉSAR CALVO, AMIGUÍSIMO Y SOÑADOR Y LOCO, COMO MUCHOS DE NOSOTRAS Y NOSOTROS, LO COMPARTIMOS, LO DIVULGAMOS, al final van fuentes. (Rosina Valcárcel).

Manuel Scorza
A CÉSAR CALVO

AGRADECIÉNDOLE QUE ESTÉ AQUÍ (*)

En el principio el hombre abandonaba a sus muertos.
Hace cincuenta mil años comenzó a cavar tumbas.
En la piel de las cavernas cinceló sus miedos bellísimos:
descubrió la poesía.

Por eso estamos aquí,
aventando palabras contra el cielo indiferente.
Cecilia, mi hija, juega con sus años:
cuatro guijarros de colores.
La vida pasa tan rápido, César, que una tarde
la miraremos salir para el parque
y regresar hermosísima mujer.

Así es, César, la vida huye tan rápido
que uno de estos días deberíamos tratar de decir la verdad.
Por favor, qué ocurrencia.
¡El mayordomo tiene órdenes estrictas
de tirarle la puerta al pasado!

Porque jóvenes áureos,
en las breñas del horror de América combatían entonces
por un mundo más bello.
Mortalmente heridos caían
más que por la metralla llagados por sus sueños.
Hermosos nacían a la muerte.
Mientras nosotros tatuábamos poemas olvidados
en cuerpos olvidados de mujeres olvidadas.
En chinganas de mala muerte cauterizábamos nuestra melancolía
bebiendo aguardiente que no era Agua Ardiente.

Lenín no apreciaba a los poetas:
cortó groseramente un poema de Maicovski.
Vladimir Maicovski se mató.
Pero Lenín se equivocaba: el Che llevaba en su mochila
acribillados versos de León Felipe
y Javier Heraud llevaba una carta tuya en su chaqueta.
El impiadoso río Madre de Dios arrastró su cuerpo,
tu cuerpo, mi cuerpo, nuestra acribillada juventud, todo.
Pero la vida fluye más rápido que el río Madre de Dios.
¡Imposible erigir un mundo nuevo
sin desembarcar en las Indias entrevistas en nuestros sueños!
Una revolución que sólo es una revolución no es una revolución.
¡Hay que volcarlo todo, hay que quemarlo todo, hay que arrancarlo todo!
No permitir que vuelva a retornar jamás la misma realidad,
la misma familia, la misma agua, los mismos padres, la misma
luz, la misma patria, el mismo futuro, la misma tristeza, la
misma religión, el mismo sol!
¿Quién se atrevería a absolvernos?
Un inmortal poema nos absolvería.
Pero los años han pasado y no hemos mencionado la Palabra Ígnea

La vida es tan fugaz, César, que una de estas tardes
saldrás a comprar cigarros
y regresarás a contar chistes en nuestros velorios.
Y ahora sí te acepto un pisco.
Porque a pesar de esta tristeza, la vida vale la pena:
estoy alegre, estoy árbol, estoy exaltado, estoy
con mis amigos, estoy relámpago, estoy luz.
Porque el hombre que está más cerca de su muerte
que de su nacimiento
necesita urgentemente ser feliz.

Hace cincuenta mil años, en la piel de las cavernas,
comencé a grabar este poema.
Por eso estoy aquí aventando palabras contra el cielo
indiferente.

(*) Poema inédito de Manuel Scorza. Escrito en la mañana del 20 de
mayo en el Hotel de Turistas de Tacna. Corregido en París la noche del 21 de junio de 1977. Una frase pequeña del poema se publicó en la revista Somos del diario El Comercio al fallecer el también poeta peruano César Calvo.
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Fuente: tomado de la correspondencia entre Mariana Alegre Scorza (nieta de Manuel) y Gabriel Martínez (estudioso admirador del poeta) - 30/05/2001. Enviado por el escritor Santiago Hynes - Bs. Aires. Reenviado por el amigo Gustavo Pérez Hinojosa- Lima, Perú, 30/03/2008

Manuel Scorza. Nace el año 1928 y fallece trágicamente el año 1983. César Calvo Soriano, nace en Iquitos, el 26/07/40-Lima, y parte el 18/08/00.

Fotografía tomada de Andarinu

Gracias Rosina Valcárcel

CUADERNOS (1894-1945) de PAUL VALÉRY por Santos Domínguez

Paul Valéry
Cuadernos (1894-1945)
Selección e introducción de Andrés Sánchez Robayna
Traducción de Maryse Privat, Fátima Sainz y Andrés Sánchez Robayna
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, Barcelona, 2007

Paul Valéry dejó a su muerte 261 cuadernos que había empezado a escribir en 1894 como resultado de una crisis de creatividad que le llevó a pensar que no estaba a la altura de Rimbaud o Mallarmé y a abandonar temporalmente la poesía.

Lo que empezó como una mera válvula de escape se convirtió primero en una costumbre y luego en un admirable vicio creativo. Durante más de medio siglo, hasta el mismo año de su muerte en 1945, Valéry escribió estos Cuadernos "entre la lámpara y el sol." Se publicaron póstumamente en Francia en edición facsímil de 29 tomos y 26.600 páginas que son el testimonio de su curiosidad intelectual y su voluntad de conocimiento.

En España Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores publica ahora una amplia selección, preparada por Andrés Sánchez Robayna, de estos Cuadernos que son el deslumbrante diario intelectual de Valéry.

Emparentados con los Fragmentos de Novalis y con el Zibaldone de Leopardi, en sus páginas hay materiales muy diversos, que expresan en su variedad la riqueza del mundo intelectual, literario y humano de Valéry: aforismos, poemas en prosa, dibujos, fórmulas matemáticas, disquisiciones filosóficas, ideas sobre arte y estética, apuntes psicológicos, reflexiones políticas, biográficas, de crítica literaria o sociología son algunas muestras estos "pensamientos del alba", como los llamó Valéry.

Al alba, un hombre piensa, escribe y dibuja, como recuerda Sánchez Robayna en su introducción. Textos y temas que rectifican la imagen de un poeta cerebral, puro y distante al que estábamos acostumbrados, para situarnos ante un pensador lúcido del que dijo Octavio Paz que era el gran filósofo francés de su época y el de influencia más persistente.

Hay en los Cuadernos, además de la previsible meditación de un escritor sobre sus procesos creadores, sobre la función de la poesía y la reflexión estética o ética sobre la literatura o el arte, una exploración amplísima de la realidad, una visión del mundo elaborada con múltiples materiales ( borradores y notas, apuntes y reflexiones, destellos y chispazos) sobre múltiples materias (Filosofía y Matemáticas, Memoria y Tiempo, Sueño y Conciencia, Ciencia y Política...) hasta completar los 31 apartados en los que se estructura temáticamente el conjunto, un intento de acotar el material amplio y disperso de estos Cuadernos que son muchas cosas a la vez: el taller de escritura de un creador excepcional, el diario intelectual de una mente inquieta, la enciclopedia íntima de un hombre curioso, un repertorio filosófico, la summa de un pensamiento radicalmente libre... La construcción, en definitiva, de una imagen coherente y compleja del mundo.

Creación y reflexión, pensamiento en marcha e iluminaciones que surgen de los tanteos del borrador, vicio y oficio de Penélope, testimonio de los procesos creativos y mentales de aquel cerebro siempre en vigilia (como el de Poe según Baudelaire) que causaron la admiración incondicional de intelectuales solventes como Octavio Paz, Theodor W. Adorno o T. S. Eliot, que reconocieron su lucidez y su poderío intelectual.

Billy Collins / 5 POEMAS (versiones de Antonio Mengs)


Invención

Esta noche la luna es una galleta
mordida
flotando en el cielo,

y en una semana más o menos
según el calendario
probablemente parezca

un plateado balón,
y hace nueve, diez días tal vez
me recordaba una afilada y delgada uña.



Otra razón por la que no guardo una pistola en casa


El perro de los vecinos no va a dejar de ladrar.
Está ladrando con el mismo sonoro y rítmico ladrido
con que ladra cada vez que se van de casa.
Deben de ponerlo en marcha cada vez que se van.

El perro de los vecinos no va a dejar de ladrar.
Cierro todas las ventanas de la casa
y pongo una sinfonía de Beethoven a todo volumen
mas aún puedo oírlo amortiguado a través de la música,
ladrando, ladrando, ladrando,

y ahora puedo verlo sentado entre la orquesta,
alzando la cabeza con aplomo como si Beethoven
hubiera incluido una parte para ladrido de perro.

Cuando el disco se acaba, sigue ladrando,
allí sentado en la sección de oboe ladrando,
sus ojos fijos en el director, quien
le marca con su batuta

mientras el resto de músicos escucha en respetuoso
silencio el famoso solo para ladrido,
esa coda sin fin que fue lo primero en consagrar
a Beethoven como genio innovador.



Consuelo


Qué agradable no viajar a Italia este verano,
recorrer sus ciudades y ascender la pendiente de sus tórridos pueblos.
Cuánto mejor deambular por estas calles familiares,
absorbiendo el significado de cada cartel y señal de tráfico
y los bruscos gestos que hacen con la mano mis compatriotas.

No hay conventos aquí, ni frescos desmoronados o famosas
cúpulas y no es necesario memorizar una sucesión
de reyes o pasear los húmedos rincones de los calabozos.
No es necesario dar vueltas en torno a un sarcófago, contemplar
la cama diminuta de Napoleón en Elba, o los huesos de un santo en redoma.

Cuánto mejor dominar el simple recinto hogareño
que empequeñecerse ante columna, arco o basílica.
¿Por qué hundir la cabeza en locuciones extranjeras y arrugados mapas?
¿Por qué meter paisajes en una hambrienta cámara de un sólo ojo
ansioso de tragarse el mundo, monumento tras monumento?

En vez de recostarse en un café ignorando cómo se dice helado,
bajaré a donde el coffee shop y la camarera
conocida como Dot*. Me deslizaré en la corriente del periódico
matutino, las barreras del lenguaje destruidas,
los ríos del idioma fluyendo libremente, los huevos despachados sin problema.

Y tras el desayuno, no tendré que buscar a alguien
deseoso de fotografiarme rodeando con mi brazo al propietario.
No repasaré la factura ni registraré en un diario
qué tuve que comer y cómo incidía el sol en la ventana.
Basta con volver a subirse al coche

como si fuera el gran automóvil del mismísmo idioma inglés
y haciendo sonar mi cuerno** vernáculo, acelerar
por una carretera que nunca me llevará a Roma, ni siquiera a Bolonia.


* El nombre propio de la camarera, Dot, diminutivo de Dorothy, tiene en inglés como nombre común el significado de ‘punto’ ortográfico.
** La palabra Horn significa 'cuerno', 'trompa acústica' y también 'bocina del coche'.


Junto a una piscina en las afueras de Siracusa


He pasado toda la tarde luchando por conseguir comunicarme en italiano con Roberto y Giuseppe, que han empezado a parecerse a los dos personajes de mi Italiano para Principiantes, esos que están siempre de compras o preguntando por horarios de trenes, y ahora apenas puedo hablar o escribir en Inglés.


Sombrero de candelas


En la mayor parte de los autorretratos es el rostro lo que domina:
en Cézanne son dos ojos nadando en pinceladas,
Van Gogh mira fijamente desde un oscuro halo en torbellino,
Rembrandt asoma como si se tomara un respiro
del cuadro Sansón cegado por los filisteos.

Pero en éste, Goya está bastante alejado del espejo
y se nos muestra ante la mesilla de su estudio
frente a un lienzo recostado en un alto caballete.

Parece dirigir una sonrisa hacia nosotros, como si supiera
que nos divertiría contemplar su extraordinario sombrero,
cuya cinta a todo alrededor está llena de sujetavelas,
un artilugio que le permitía trabajar de noche.

No puedes sino preguntarte cómo sería
llevar un candelero así en la cabeza
como si fueras un salón o una sala de conciertos andante.

Mas una vez has visto este sombrero, ya no necesitas leer
ninguna biografía de Goya ni memorizar fechas.

Para comprender a Goya sólo tienes que imaginarlo
encendiendo las velas una a una, y luego poniéndose
el sombrero, preparado para una noche de trabajo.

Imagínalo sorprendiendo a su mujer con el nuevo invento,
la risa como ante un pastel de cumpleaños cuando viera ella el resplandor.

Imagínalo parpadeando a través de las habitaciones de su casa
en compañía de sombras que vuelan por los muros.

Imagina que un viajero perdido llamara a su puerta
una oscura noche en la colina, país de España.
‘Pase’, le diría, ‘estaba retratándome a mí mismo’,
parado en el umbral y sosteniendo el mango de un pincel,
iluminado bajo el fulgor de su famoso sombrero de candelas.

Billy Collins nació en Nueva York en 1941. Es poeta de reconocido prestigio en los Estados Unidos, partidario de la claridad formal y constructiva, de una poesía fácilmente comprensible a nivel lingüístico y que elude cualquier tipo de sujeción métrica o estrófica. Ello ha contribuido sin duda a la gran popularidad de que goza en su país; en el ámbito anglosajón europeo, los asistentes a sus recitales le han llegado a preguntar «cuándo va a dejar de hacer prosa». A quienes definen como ‘fácil’ su poesía, opone él la noción de ‘hospitalaria’.

Fuente: Adamar

PARA TENERLOS BAJO LLAVE DE CARLOS CARRILLO: LA VIEJA CARNE POR HERNÁN MIGOYA

“No haga cosas malas, señor”
Para tenerlos bajo llave, de Carlos Carrillo

Me encuentro ante la tesitura de comentar un único libro desde dos perspectivas: una, desde la perspectiva literaria, la única que cuenta; dos, desde la perspectiva moral, criterio cuando menos irónico si tenemos en cuenta que el libro en cuestión supuestamente propone y abraza la inmoralidad absoluta. Se trata de “Para tenerlos bajo llave”, un libro de cuentos de terror cuya descripción más afinada y agradecida la proporcionó una librera limeña al catalogarlo como “pornográfico, satánico y pedófilo”. ¿Cabe mejor elogio para un libro de este género?

1 – Perspectiva moral

Su autor, el perturbador en su apacibilidad Carlos Carrillo, también conocido como El Pitufo Sodomita, se quejó a finales del año pasado de que su libro, editado por el pequeño sello Bizarro Ediciones, había sido aceptado para a los pocos días ver rechazada su venta por parte de una librería de Lima, bajo las arriba mencionadas acusaciones. La encargada de la librería (librería bautizada por cierto con el nombre de un prostíbulo de ficción, el que titula mi novela favorita de Vargas Llosa), adujo básicamente que en su establecimiento ella tenía derecho a vender lo que quisiera: y -se sobreentiende- que encontraba el contenido del libro excesivamente repugnante para venderlo allí.

Lejos de mi ánimo está el de entrometerme donde no me llaman, pero no me ha dejado de sorprender la rapidez con que, en la escena literaria “local”, se formaron dos bandos humanos antagónicos: uno, el ofendido, el indignado, el humillado, presto a defender la libertad de venta y difusión de “Para tenerlos bajo llave” y a sacarle el partido promocional que requiriera o no el caso; dos, el de los que se declararon a favor del derecho de la librera a vender o no lo que le viniese en gana y, al mismo tiempo, negaron que tal actitud revistiera ningún asomo de censura.

Nada me obliga a pronunciarme respecto de este asunto, excepto cierto sentido de la responsabilidad proveniente exclusivamente de mi propio pasado literario. En cualquier caso, y sin sacar un hecho anecdótico de madre (pero ya fue sacado hace tiempo por mucha otra gente, a la que en el fondo le beneficia sacarlo, a favor o en contra) creo que una librería no tiene derecho a rechazar la venta de un libro aduciendo esas razones ni ningunas otras; a no ser que dicha librería en concreto esté especializada en el ‘criterio’ mediante el cual ha marginado un libro como el que nos ocupa.

¿Desde cuándo el gusto –o peor: el disgusto- personal del librero rige el contenido de una librería? Desde luego, es la primera noticia que tengo al respecto. Como libre consumidor, cuando acudo a un establecimiento espero encontrar lo mejor de la materia que ese establecimiento venda; así como si voy a un videoclub, mi intención es descubrir un catálogo lo más completo posible de las películas que se producen hoy día y, a ser posible, también de las antológicas: a no ser que vaya prevenido porque el videoclub se publicita especializado tan sólo en películas clásicas, o películas deportivas, o películas pornográficas; pero si entro en ese videoclub y pregunto por una comedia de adolescentes descerebrados (uno de mis géneros favoritos) y el propietario me contesta que no vende ni alquila comedias de adolescentes descerebrados porque no le gustan, evidentemente, como posible cliente, me cabreo y me parece injusto: sobre todo por no haberme advertido antes, desde la misma entrada. Yo entro a una tienda con mi criterio como rasero para juzgar qué quiero o no quiero adquirir, y si necesito del criterio del dependiente, le consulto; pero lo que no estoy dispuesto a aceptar, lo que no debería jamás admitir, es que el dependiente me diga qué puedo o no comprar. A no ser, repito, que el dependiente anuncie su establecimiento como “Videoclub sin sección de comedias de adolescentes descerebrados”. Entonces me parecería más razonable, porque no existe fraude de expectativas por medio; y puedo decidir si entro o no, con conocimiento de causa (en este caso, obviamente, jamás entraría a un videoclub así).

Por la misma razón (y pese a la escasa aplicabilidad del ejemplo ilustrativo escogido, dado que en Perú no existen los videoclubs… al menos los legales), no me parece de recibo que una librera declare que ella vende los libros que le da la gana: entonces, insisto, que lo incluya como característica definitoria en el perfil de su establecimiento. Mientras no informe públicamente de que en su Librería no se vende material pornográfico, satánico y pedófilo, no concibo en qué manera (salvo que se pruebe judicialmente que el material prohibido es pedófilo, que yo sepa la única cualidad etiquetada de ilegal en estos y aquellos pagos) tenga derecho a rechazar la venta de un producto cuando días antes había aceptado venderlo. Además, si yo entro a una librería como la que viene al caso buscando un libro como el de Carlos Carrillo y me marcho sin encontrarlo –y sin saber que no lo he encontrado porque en la entrada de la librería no se explicita, vuelvo a insistir: “Librería especializada en libros no pornográficos, ni satánicos ni pedófilos”-, me voy a cabrear mucho si luego me entero del doble rasero injustificado que imparte el/la profesional responsable de la tienda y del que no me ha informado previamente: me voy a sentir estafado como cliente, y con motivo.

Otra cuestión, naturalmente, sería si al autor y al editor les ha venido o no de perlas este asuntillo, más que de censura de discriminación injustificada (estamos hablando de literatura, no de textos educativos), para desproporcionarlo y convertirse en Víctimas por un Día del corrillo mediático vecinal. En todo caso, dos aspectos sorprenden: la rabia indisimulada que siempre produce en los colegas de profesión el que un autor se publicite gracias a un suceso que él no ha propiciado; y el hecho de que casi nadie resalte la injusticia de dicho suceso como primer y único aspecto éticamente determinante del tema. Que el autor saque o no provecho promocional a costa de una desgracia propia causada por manos ajenas, debería ser una cuestión baladí.

Al menos, mientras no se plantee el muchísimo mayor provecho promocional, casi nunca cuestionado por la prensa, que acaparan ciertas figuras culturales (?) y multimillonarias con sus donaciones benéficas, sus nombramientos como embajadores de Naciones Unidas y sus fotos con negritos necesitados del Tercer Mundo.

Eso sí que es provecho promocional a costa de la desgracia… ajena.
.

2- Perspectiva literaria

Esa rabia aludida por mí poco antes, esa especie de envidia malsana que siempre despierta en el gremio literario y periodístico el destaque de un autor por motivos de marginación o censura probadas, suele provocar también un desmesurado y cruento ataque masivo contra las calidades literarias del propio autor: el mismo texto que en muchas ocasiones se ganaría el beneplácito de los cuatro modestos columnistas que se dignan reseñar libros de ámbito minoritario, se merece de repente el descuartizamiento más despiadado por parte de muchos más columnistas que jamás habían dicho ni pío al respecto. ¿Qué ha hecho ese mismo texto para merecer tales diferentes reacciones, separadas quizá tan sólo por un día de noticias? Probablemente, cometer el “pecado” de destacar por razones extra literarias. O, simplemente, ponerse de moda. Ser el centro de la atención. Pues bien: si tanta inquina provoca el pecado del éxito, los detentadores de tal animadversión deberían hacer lo mismo que yo hago desde que soy periodista profesional cuando no quiero otorgar publicidad gratuita a una obra o autor que detesto: no hablo ni escribo públicamente sobre ellos. Y santas pascuas.

Pero basta de zarandajas y vayamos al meollo. ¿Qué es “Para tenerlos bajo llave”?

Para mí, la mayor virtud de este libro de cuentos de terror radica precisamente en su propia definición: que se trata de un libro de cuentos de terror. Hoy es tan difícil hallar un volumen digno de tal nombre que no deja de ser reconfortante comprobar la decisión con la que Carrillo se ha lanzado a cumplir las expectativas del género.

Bajo una deliciosa fotografía de portada, de exquisitas idea y factura (obra de Cynthia Zegarra Pavlatos: una rubia de senos aniñados nos mira, los ojos rojos de demoníaca lubricidad, mientras asoma en su boca una llave discreta, digna de pene japonés), se agazapan once relatos de horror, en su acepción más clásica: cultos demoníacos, retratos que toman vida, sexo contranatura y drogas como parte indisociable de crímenes abominables, psicopatías y patologías paidofílicas.
Antes que de Baudelaire, del Marqués de Sade o del pobre Nabokov (los ennoblecidos referentes que siempre salen a la luz cuando se arma una gorda en el circo mediático y que, ventajas de estar muerto y ser extranjero, siempre salen ganando en los agravios comparativos), yo veo en la literatura de Carlos Carrillo la influencia de Poe, de las películas de la Hammer y de los cómics de la EC. Más de un cuento, especialmente el casi anglosajón “El coleccionista”, podría formar parte de una serie de terror televisiva como “Night Gallery”, con un canceroso Rod Serling bocinando el terror que nos aguarda to be continued: la prueba está en que hoy el libro en cuestión se vende con un DVD recogiendo varias adaptaciones de los relatos a cortometrajes.

Esta influencia de la “baja” cultura, influencia que en cualquiera de los enemigos de Carrillo (porque, no hay duda, Carrillo ya tiene enemigos: nada como la notoriedad para crearlos) sería un argumento para defenestrar su obra, a mí me parece en sentido estricto su elemento redentor: Carrillo ignora olímpicamente los vericuetos del terror contemporáneo, desprecia de un plumazo los efectos de la “nueva carne”, pasa de Cronenberg o Clive Barker o ¡hasta Stephen King! y salta, como Latinoamérica ha saltado del autoritarismo populista a la democracia populista sin la vaselina de la Ilustración, desde Lord Dunsany y Clemente Palma hasta nuestros días, desempolvando los pentagramas, los cánticos de brujas y las orgías (vaya, la librera tenía razón) satánicas, y el tradicional concepto romántico en torno al horror non plus ultra.

Lo que más aprecio en Carlos Carrillo, y lo aprecio muchísimo, es su determinación a ser un escritor que toma el medio literario como medio: no, no se trata de una perogrullada. Al contrario que el cómic o incluso (gracias a Dios… o a Lucifer) el cine en su vertiente industrial, la literatura vive un proceso de aislamiento de la realidad del ciudadano, donde los embebidos escritores están tan desconectados de la cultura popular y lo que realmente arrastra a las masas –y éste es un fenómeno paralelo en Europa y América- que conciben la literatura como un fin en sí mismo. Ya hay pocos escritores que escriban con el objetivo de contar algo. Contrariando a la mayoría de nuestros colegas más recientes, Carrillo se niega a sumarse a esa categoría de escritor enamorado de su escritura: para él, la literatura es un medio, no un fin. Un medio, principalmente, de provocar miedo, terror, asco y excitación a su pesar en el lector o lectora.

Me importa dos rábanos que lo que escribe Carlos sea alta o baja literatura. De hecho, me gusta ese revestimiento de literatura “barata” que envuelve “Para tenerlos bajo llave”. Me gusta esa apariencia de libro prohibido, esa alusión explícita a los tópicos del terror popular, ese aire de exabrupto adolescente que exhala cada página, esa impresión vívida de estar leyendo una antología de cuentos tremendistas, de los de toda la vida, escritos por funcionarios con pseudónimo. Esa aura clandestina no tiene precio.

En cuanto a los cuentos en sí, destacaría la sencillez poético-sádica de “Cristales rojos”; el marasmo de villanía psicodélica, muy gozoso y consecuente, de “Euforia permanente”; y los encomiables intentos por resucitar la literatura gótica tradicional: “La Gorgona en el lienzo” y “Legado de los Carpatos”.

Personalmente, el relato que más me ha sorprendido y agradado es el más aparentemente polémico y, por tanto, el recibido con peor predisposición: “Si a trece le quitas cuatro tienes nueve”. Esta incursión casi gráfica y nada terrorífica en la aventura sexual entre un (nunca mejor dicho) vivalavirgen veinteañero y la hermana pequeña de su amante ocasional, una dulce pero osada niña de nueve años, me parece sobresaliente por su candidez: al contrario de lo que podía esperar, el cuento, pese a su talante pornográfico, no hace hincapié en la explotación de lo supuestamente malsano, enfermizo, abusivo, denigrante o escandaloso que se esperaría en una crónica de la relación íntegramente física entre un adulto y una cría. Antes al contrario: la niña protagonista presenta tales resolución y sabiduría innata en su actitud erótica, que más bien el cuento resalta por su vitalidad cómplice y buena vibración. Otros relatos del mismo volumen describen relaciones sexuales entre adultos mucho más agresivas, aberrantes y desagradables.

Es éste pues un cuento de tono simpático y levemente humorístico, afortunadamente poco “satánico”, y donde uno no identifica a la niña protagonista con una niña real. Eso puede resultar peligroso, afirmarán los guardianes de la moral social, siempre dispuestos a denunciar cualquier conducta nociva, incluso aunque esas conductas nocivas las lleven a cabo personajes de ficción.

Ante tal aserto, yo sólo podría alegar que me siento doblemente afortunado: ni me gustan las niñas ni me considero un guardián de la moral.

Por eso tampoco tengo este libro bajo llave.


Fuente: Club Canalla

DOS POEMAS DE JOSÉ DIEZ SALAZAR (Atawallpac)

José Diez Salazar (Atawallpac), nació en Chiclayo, en 1948. Pintor, poeta y dibujante. Perteneció a movimientos literarios del Perú como Hora zero y se define como un creador independiente debido a la imparcialidad de los intelectuales frente a la crisis expectorante de la economía y ahogo cultural del continente. No goza de privilegios y se considera un artista distinto en el acontecer de este siglo.

Escribió: De la noche y otros afanes, La vieja y húmeda ciudad de Lima, Los jardines de Iradios, La máscara de tus dioses, Melodías del Éxodo, Décimas y cuentos. Actualmente radica en Holanda.


LA VOZ PRESENTE
.
Ya sin golpes ya sin penas
el camino fue muy duro
olvidando por apuro
los dolores y condenas.

a Julio Carmona
a Martin Fierro

Estos versos que escuchas
es sobre una conquista
y las historias son muchas
y es muy poca la escrita.
Al norte de nuestra tierra
les hicieron reservados,
los postraron como fieras
quedando crucificados.
Rompieron toda su historia
forma de ser castigado,
pero nunca la memoria
se olvidará del pasado.
Tiene su débil mirada
infinitos horizontes.
Águila triste, callada
que vuela solo en el monte.
La tierra ya no resiste
la forma que es explotada,
pero el colono persiste
hasta que no quede nada.
Con esos ojos azules
que brillan como luceros
más parecen abedules
en la boca del infierno.
Solo sé que nada sé
y de esto nada saben
como usted bien lo ve
sólo maldad es la que traen.
La Luna fue conquistada
por naves tan poderosas
y con antenas llenadas
la inspiración luminosa.
Todo el mundo es importante
con un móvil en la mano,
es la histeria la causante
la tragedia del engaño.
El vivir tan agitado
sólo piensan con rapidez,
por eso van angustiados
mirando todo al revés.
Yo te alerto amigo mío
de cuidarse en lo mejor
las aguas que trae el rio
no es seguro ni el peor.
El amor es una mezcla
por la gran pigmentación.
Recuérdate de éstas letras
que escribo de corazón.

HADA AMOROSA
.
Déjame beber tus visiones
¡Oh hada maravilla!
Mis aventuras fueron vertiginosas,
abiertas para los templos de locura
y los templos de la dicha.
Estirado en las tardes
sobre la hierba seca,
el Sol del verano achicharraba
la piel, las comarcas ausentes.
Parecía un felino sediento
de mirada seductora,
las jóvenes morían
en la espesura
del tiempo.
No pude arrancar de ti
la imaginación extrema.
Se agolpaban los hombres.
La calle era un cordón de acero
en cuya lápida
estuvo escrita mi condena.
A donde iría sin ti
¡Oh hada maravilla!
Desconocido y triste
en un andar lejano.
La eternidad se evapora
en esta vida de nadie.
Sólo abundan los pozos
de la desolación.
No quiero ser poeta
soñando estrellas muertas,
ni quiero ser en tu alma
la última canción.

Fuente: El diario de un cabo

miércoles, 26 de marzo de 2008

Un «novísimo» por Miguel García-Posada

Poesía completa. Rodolfo Hinostroza. Edición de Fernando de Diego. Visor. Madrid, 2007, 257 páginas.

En 1970 la editorial Seix Barral concedía el Premio Maldoror al libro del poeta peruano Rodolfo Hinostroza (Lima, 1941) Contra natura. Era un premio «novísimo» otorgado por un jurado «novísimo» a un poeta «novísimo». Basta una mirada superficial al libro para verificar la conjugación de «ezrapoundismo», culturalismo, diversos ecos vanguardistas y, sobre todo, gratuidad (en forma de provocación, en la que fue un maestro el invocado Lautreámont) que registraba el poemario, el segundo del autor, al que se añadirían tres títulos más, que con algunos poemas sueltos integran esta opera omnia.

El poema «Las bodas de tía Luchita», del libro Memorial de Casa Grande (2005), puede ilustrar lo que decimos: se trata de la «historia» de una dama peruana, de fines del XIX, que adquirió fama por sus extraordinarias dotes de cocinera, ya que no por el desdichado matrimonio que contrajo, cuyo fracaso fue lamentable consecuencia de su escasa pasión erótica. Con estos mimbres urde Hinostroza una extensa «fábula» poética formalmente dispuesta en verso, en la que de modo prosaico, pintoresco y sedicentemente irónico se narra todo ello.

Quizá el autor pensó en que un poema así sería provocador; a lo mejor, quién sabe, lo fue en los años en que fue escrito -¿esplendor de los «novísimos»?-; desde luego, hoy (entonces pudo haberlo antologado Castellet) no lo es, sino más bien una «humorada» (con el perdón de don Ramón de Campoamor), una gracieta sin gracia poética, que es la única gracia admisible.

Pero todo el conjunto -recordémoslo: la «poesía completa» de R. H.- sobreabunda en poemas de esta clase. Y la consignada es una composición «mansa», pero también las hay más «violentas», como «Los bajos fondos», donde el autor proclama, muy a lo Sade -Borges lo habría dicho de otro modo-, que está «por el cuchillo», por lo que «en la vecindad de la liturgia más simple / La de las costumbres familiares / Me sorprendo excitado y compito con los perros / Dobermanos / En la furia de los desgarramientos». Sí, henos, pues, ante una suerte de Jim Thompson peruano.

A la vista de este despliegue de retóricas fraudulentas, donde si acaso puede salvarse el poema «Réquiem por Anakairo de Hiroshima», habrá que convenir con el prudente, moderado y ático José Miguel Oviedo que Hinostroza, como otros poetas de su época, no ha pasado de ser una promesa incumplida.

Fuente: ABC

Comentarios

Rodolfo Hinostroza por “Poesía completa”. Edita Visor: Otra de las apuestas editoriales arriesgadas del año. Se inicia con uno de los poemarios fundamentales de la segunda mitad del siglo XX en Perú, "Consejero del lobo", poemario sólo por el cual vale la pena comprar el libro, como heredero del simbolismo de Saint-John Perse con detalles de Pound. Su segundo libro, "Contranatura", es un libro claramente influenciado por el vanguardismo, que fue premiado en España a comienzos de los 70, cosa que ahora veríamos como imposible, y que Rodolfo llevó hasta casi el extremo con una poesía fragmentaria, cargada de signos, donde el significante puede ser tan importante como el significado…Con un lenguaje lírico de imágenes poderosas, Rodolfo es a la vez bíblico, vanguardista, ritual, mistérico, culturalista, mágico, astrólogo, biógrafo…Un libro recomendable escrito por una compleja personalidad.

Lo dijo Colectivo Addison de Witt - 25/03/2008 1:16:50

El Señor García Posada no puede con sus fantasmas, ni con sus amos o señores. Una pena. Ya que lee con tan mala leche, será necesario recordar que en el jurado que premió a Hinostroza estaban Octavio Paz, Gil de Biedma, Castellet y Barral, nombres de cierta relevancia. Además, su primer libro, "Consejero del lobo", recogido en la Obra Completa, fue saludado por Lezama Lima. Animo a quien quiera a echar un vistazo en internet a la crítica sobre la obra de este autor; reconocida desde hace décadas. Y si compra el libro, se dará cuenta de dos cosas: de que está frente a una poesía de gran riesgo y calidad, y de que el Señor García Posada no ha leído ni por completo ni con cuidado el libro que reseña y que intenta utilizar, sin embargo, para sustentar su autoridad cada vez más devaluada. Como si la prepotencia de su tono fuese una música que creara pánico. No es el caso, pues poca creatividad surge de un largo y trabajado resentimiento.

Lo dijo Nieto de novísimo - 18/03/2008 16:47:07

martes, 25 de marzo de 2008

LABORATORIO DE POESÍA

No todos los días el mundo se dispone en un poema. Wallace Stevens

El taller medieval es la base del taller literario y no ha cambiado. No ha cambiado ni el nombre. El taller de hoy se llamaría… quizás… laboratorio. En un laboratorio de poesía se trabajaría la materia en todas sus posibilidades. No se trata simplemente de repetir un objeto. Se trata de que haya una investigación de posibilidades formales a partir de lo que ese objeto es. Además, hay un concepto en juego que es el de anotación… Hay, por ejemplo, una obra de Marcel Duchamp que se llama Instantes dados, y en la cual la anotación va reconstruyendo la obra. Ese sería el taller de hoy: un auténtico laboratorio, un espacio en el que importa tanto la obra, el resultado, como el proceso. Eduardo Milán

Sobre el laboratorio de poesía: Es un espacio colectivo de encuentro, reflexión, experimentación, lectura y práctica de la escritura poética. Se comparten y comentan las lecturas y los textos de cada participante. Todos aportan sus opiniones, intereses, reflexiones e ideas. Se generan nuevas herramientas de lectura, escritura y corrección. El material de lectura sugerido está disponible en el blog del laboratorio; o en su defecto será enviado vía e-mail. Publicación en el blog de algunos trabajos de los concurrentes.

Modalidades y aranceles:

Reuniones grupales o individuales [inicia marzo 2008].
Frecuencia: quincenal.
Duración reunión: dos horas.
Aranceles: grupal $80.- mensuales individual $100.- mensuales

Lecturas: César Moro / Wallace Stevens / Martín Gambarotta / Daniel García Helder /Beatriz Vallejos / Edgar Bayley / Dylan Thomas / Denise Levertov.

Se aceptan sugerencias para incorporar otros autores.
Coordinador: Alejandro Mendez.
Contacto: telf. 4 951 4657 cel. 15 54 71 18 99
e-mail: alejo@interar.com.ar
www.laboratoriopoetico.blogspot.com

viernes, 21 de marzo de 2008

COLUMNA VERTEBRAL: Ibiza, mar y poesía por Reinhard Huamán Mori

Juan Gelman, Raúl Zurita y Santiago Roncagliolo, entre otros escritores y poetas, se dieron cita en una bella periferia del mundo.

Además del house, los excesos y el mar Mediterráneo, Ibiza puede empezar a ser considerada como uno de los lugares más atractivos y estimulantes para la celebración de festivales de literatura. Hace unos días el Ajuntament d’Eivissa y la librería Hipérbole organizaron el I Encuentro Internacional de Literatura “Ibiza, Puerto Mediterráneo del libro”, al que asistieron importantes narradores, poetas y editores.

Entre los invitados destacaron los cenitales Raúl Zurita y Juan Gelman, quienes estuvieron acompañados por otros poetas como Ivo Machado, Susanna Rafart, Alon Altaras o Vicente Valero. Asimismo, el encuentro contó con la participación de los narradores Santiago Roncagliolo, Juana Salabert, Roberto Tejela, Leonardo Loyola y Alejandro Hernández. Pero lo que llamó la atención fue la comunión de escritores con sus lectores en un inusual ambiente de relajada camaradería, sin presión alguna por parte de los organizadores, quienes suelen crear cierta distancia entre ambos.

Asistencia perfecta

Sin duda alguna, el éxito de este primer encuentro estuvo en aprovechar el potencial histórico, turístico y geográfico de la isla para convertirla, en un futuro muy próximo, en sede de uno de los principales festivales internacionales de literatura. Contrario al cansancio que hoy padecen las grandes ciudades a la hora de realizar esta clase de eventos, advertimos en Ibiza el entusiasmo y la participación de los espectadores en cada una de las jornadas, recitales y mesas redondas.

Asimismo, la prensa –escrita, radial y televisiva- dio diaria cobertura a los actos organizados. De este modo, el escepticismo y el desapego propios de las principales urbes no hicieron mella entre los invitados y el público. De hecho, uno de los momentos cumbres tuvo lugar en la jornada de clausura, durante la cual el poeta argentino Juan Gelman, reciente Premio Cervantes, se vio interrumpido en más de una ocasión por el aplauso intempestivo de los asistentes. Por otro lado, las mesas redondas tuvieron más intensidad en el debate sobre el futuro del libro, la importancia de las librerías y la situación actual de la novela latinoamericana, además de reflexionar sobre el rol del editor, cuya presencia estuvo representada por el peruano Daniel Martínez, director editorial de Salto de Página.

La Vieja Europa

Lo que nos deja esta experiencia es que hay más vida para la poesía y la narrativa –y para la literatura en general–, en aquellas ciudades que no están consideradas como tradicionales centros urbanos de cultura. La gran lección que nos da hoy Ibiza, así como sucede en el Perú con Cajamarca y su festival Patio Azul, es que la descentralización es necesaria para solucionar los graves problemas de saturación informativa, económica, política y social que aquejan a las capitales occidentales. Europa está vieja y este tipo de iniciativas ayudan a mantener viva la palabra, sacándola de los libros para convertirla en el principal instrumento de intercambio cultural entre personas. Paradójicamente, quizás el futuro de la literatura está ahí, en estas pequeñas-grandes ciudades: cada vez más lejos del centro y un poco más cerca de la periferia.

REINHARD HUAMÁN MORI DESDE IBIZA, ESPAÑA

Fuente: Expreso

PRESENTACIÓN DE INTERMEZZO TROPICAL LUNES 24 DE MARZO 7 PM

ESTE LUNES 24 DE MARZO, A LAS 7 PM EN “LA NOCHE” DE BARRANCO, SE PRESENTA EL NÚMERO 5 DE LA REVISTA DE CULTURA Y POLÍTICA INTERMEZZO TROPICAL

EN ESTA OPORTUNIDAD EL DOSSIER TRATA SOBRE MIGRACIONES Y UTOPÍAS: LO CHOLO, LO CHICHA Y LO SUDACA

EN LA MESA DE PRESENTACIÓN ESTARÁN EL NARRADOR Y CRÍTICO José Güich, Y DOS DE LOS EDITORES DE INTERMEZZO TROPICAL: Luis Fernando Chueca y César Ángeles L.

ASIMISMO, HABRÁ UN RECITAL DE POESÍA a cargo de José Carlos Yrigoyen, Andrea Cabel, Domingo de Ramos, el poeta chileno Julio Espinosa, y Oswaldo Reynoso (quien, en primicia, leerá poemas de su primer libro Luzbel). TAMBIÉN habrá actuación musical en vivo. VINO ROJO DE HONOR

miércoles, 19 de marzo de 2008

Resultado de la XIII Bienal de Poesía “Premio Copé Internacional 2007”

Rocío Castro Morgado, Juan Carlos Lázaro y Lusgardo Medina Egoavil resultaron ganadores del premio

El Jurado Calificador de la XIII Bienal de Poesía “Premio Copé Internacional 2007”, que se reunió en las instalaciones de Petróleos del Perú la tarde del martes 18 de marzo, deliberó durante una hora y media. De un total de 27 semifinalistas, escogió 20 trabajos, entre los cuales el poemario "El zoo a través del cristal" obtuvo el Premio Copé de Oro y su autora recibirá la suma de 16.000 nuevos soles. Tras abrir el sobre en cuya parte exterior se consignó el seudónimo “Noé”, se determinó que la ganadora fue Rocío Castro Morgado.

Rocío Castro Morgado estudió Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), e hizo la Maestría en Literatura Hispánicas y el Diploma de Estudios de Género en la misma casa de estudios. Ha publicado los poemarios "Húmeda piel" (2001) y "Fábula del grial con castillo, dragón y princesa" (2007). Es actualmente la Directora del Centro Preuniversitario de la Universidad Jesuita Antonio Ruiz Montoya.

De acuerdo con el Jurado Calificador, "El zoo a través del cristal" no solo son retratos de la naturaleza comprometidos con la ecología, sino que incorpora también lo humano —reescribiéndolo— al compás de su sosegada fabulación. «Lo humano no únicamente en su dimensión física, sino también espiritual y psicológica. Todo esto a través de un yo poético no narcisista —descentrado de sí mismo y leve— y donde se ponen en primer plano sus dotes de observación más bien objetiva.» Asimismo, el Jurado Calificador refiere que nos hallamos ante unos versos que si en un principio —desde el título y la dedicatoria a la niña Ivana— nos preparan para una atmósfera feérica o para el hechizo, son en cambio radicalmente antifantasiosos y, en consecuencia, también desalienantes. «En suma, mezcla curiosa y lograda —y muy contemporánea— de antifantasía y fabulación, la transparente carpintería de sus versos va de la mano con esta singular propuesta. Aquélla, contra la primera impresión, resulta tremendamente moderna y experimental, aunque a lo Borges, es decir, por aquel vanguardismo no de las palabras, sino más bien de la potencia de las ideas. Por último, igual lucidez de proporciones y disposiciones se observa en la estructura general del libro: seis partes para treinta poemas sin desniveles.»

Además, el Jurado Calificador decidió otorgar el segundo y tercer puestos a Juan Carlos Lázaro y a Luzgardo Medina Egoavil, por los poemarios "Entre la sombra y el fuego" y "Bajas pasiones para un otoño azul", respectivamente. Lázaro, autor de tres libros publicados, recibirá 10.000 nuevos soles por obtener el Premio Copé de Plata. Medina, autor de siete libros publicados, recibirá 7.000 nuevos soles.

El Jurado Calificador estuvo integrado por Pedro Cateriano, en representación de Petroperú; Carlos Germán Belli, de la Academia Peruana de la Lengua; Pedro Granados, de la PUCP; Hildebrando Pérez Grande, de la UNMSM; y Ricardo Silva-Santisteban, del INC.

De acuerdo con las bases del concurso, Rocío Castro, Juan Carlos Lázaro y Luzgardo Medina verán sus poemarios impresos bajo el sello Ediciones Copé, y los diecisiete finalistas formarán parte de la Antología de la XIII Bienal de Poesía “Premio Copé Internacional 2007”.


Finalistas que formarán parte
de la Antología de la XIII Bienal de Poesía
"Premio Copé Internacional 2007"

Obra: Estas hórridas mañanas
Seudónimo: Tinkuy
Autor: José Pardo del Arco

Obra: Teorema del navegante
Seudónimo: Joseph Conrad
Autor: Luis Eduardo García López

Obra: Abre las manos
Seudónimo: Leonard Cohen
Autora: Roxana Denisse Vega Farfán

Obra: Rana que rumia
Seudónimo: Mc Luhan
Autor: Nelson Ricardo Ramírez Vásquez-Caicedo

Obra: El ruiseñor en la sombra
Seudónimo: Basho
Autor: Mauricio Piscoya Huamán

Obra: Pin Broch
Seudónimo: Tea
Autor: José Tapia Aza

Obra: Leve sangre
Seudónimo: Renata
Autora: Jeannette Lozano Ayub

Obra: Delirium cantus
Seudónimo: Anacreonte
Autor: Genaro Luces

Obra: Artificial por naturaleza
Seudónimo: Horacio Caeiro
Autor: Carlos Alfredo Santa María Ruiz

Obra: Cadáveres
Seudónimo: Hipotálamo
Autor: Alejandro Susti González

Obra: Rado el igo de nosoesía
Seudónimo: Consorte de Nubes
Autor: Julio Félix Pineda Méndez

Obra: La belleza no es un lugar
Seudónimo: Enlazador de Mundos
Autor: Juan Carlos de la Fuente Umetsu

Obra: El libro de las mentiras y otros poemas
Seudónimo: Sir Lancelot
Autor: Norman Antonio Mendoza Roca

Obra: Agua de lluvia o Uma Jallu
Seudónimo: Jayuvé
Autor: Eddy Oliver Sayritupa Flores

Obra: Apología del absoluto cotidiano
Seudónimo: León de Natuba
Autor: Luis Manuel Ormachea Azpilcueta

Obra: Ciudad de los Reyes
Seudónimo: Marco Aurelio
Autor: Saul Darío Chahuayo Durán

Obra: Elogios de los brujos y los astutos sortilegios in illo tempore
Seudónimo: Juan Francisco Tallán
Autor: Juan Francisco Peña Curay

Fuente: Petroperú

ERNESTO CARRIÓN O LA BÚSQUEDA INCESANTE por Ángel Emilio Hidalgo

Hace seis años, asistíamos al nacimiento de una nueva voz y descubríamos el arranque expresivo de un poeta diferente. No había la intención de emular a los congéneres de su generación ni a los de la anterior, tampoco se planteaba fórmulas ya hechas; mas bien, traslucía una fuerza expresiva pocas veces vista en la poesía ecuatoriana. Recuerdo que “Los Cantos de la Sal”, de El libro de la desobediencia (2002), fueron mis favoritos y más celebrados textos en aquella temprana incursión a su universo lírico.

En ese momento, subrayé un par de versos que aún se siguen leyendo en su último volumen: “Pues nada nos pertenece./ Ni siquiera esta piel, que sólo se sabe piel por otras”. Si es cierto, como dicen muchos, que se escribe un solo libro en la vida, Ernesto Carrión ha publicado uno que condensa sus principales preocupaciones, como hombre y como escritor.

Demonia factory (Eskeletra Editorial, Quito, 2008) es una obra abierta a significados y sentidos múltiples, como puertas que se abren incesantemente y nos llevan a habitaciones desconocidas, donde se plantean diversos “nudos” a ser resemantizados. No existe linealidad alguna en los cuatro libros que conforman este producto híbrido, donde la disolución de los géneros supone el uso de una estructura libre, que continuamente pone a prueba la agudeza del lector.

Demonia Factory es un libro de contaminaciones, rupturas y mezclas. Carrión no se plantea escribir un poemario de manera lineal, ni un canto que responda a diseños estróficos, ni a estructuras poéticas fijas. Podría decirse que su organización es más espacial que temporal, pues los cuatro libros (“La casa en el fin del mundo”, “El diario de la esposa infiel”, “Más grande que Jesús” y “La máscara del empalador”) pueden ser leídos por separado, si bien la totalidad del volumen sugiere un viaje inagotable que se extiende en diversos tiempos, no necesariamente cronológicos.

Algunos fragmentos se sostienen en reconocibles cronotopos: “en casa bebíamos el vino del Caribe”, “en La Habana hay un hombre durmiendo de espaldas cuando los árboles trotan quemados por el viento” o “un doctor retirado conversaba de abolengos con un odio a su raza escalonando la tristeza en el tono de su voz por la caída de Rusia”. En cambio, en otras partes del libro se revelan paisajes interiores, únicamente identificados por el sujeto.

Otra mezcla contaminante es la polifonía de voces que coexisten. Este recurso en realidad no es nuevo: Odysseas Elytis, en María Nefeli (1978) decanta lo que él llama “poemas escénicos”; es decir, piezas de fabricación colectiva donde las voces intervienen en la elaboración de un entramado textual permeable a la existencia de distintas versiones del relato.

Pero lo interesante es que en determinados momentos se fusionan las tres voces que aparecen en Demonia Factory: una voz principal, que dirige la narración lírica; otra responsorial, a modo del corifeo de las tragedias griegas y una tercera, que glosa ciertas formulaciones de la primera voz. Así, en “Presentación teórica de la casa de nosotros” de “Más grande que Jesús”, la interrupción conceptual y cesura espacial que impone el cambio de voz, no se muestra como tal: “Desde hoy está el árbol de naranjas La vegetación que no deja la imagen por donde vamos La participación de nuestro Nombre / ÍBAMOS A MOSTRARLE A NUESTRO HIJO LOS GRANDES CAMPOS DEL HOMBRE”. Lo mismo puede decirse de la flecha dibujada en la página 83, que sirve para aclarar un “secreto” de la voz principal: “AHORA ESTA ABRAZO ESTÁ UBICADO SOBRE LA REPISA DE LOS OBJETOS PERDIDOS DURANTE LOS AÑOS 2001-2002”.

La utilización de ideogramas también cimienta la concepción espacial que tiene Demonia...; en “La casa en el fin del mundo”, más que una “casa” observamos un “arco del triunfo”, sutil ironía de una derrota consumada por la imposibilidad de amar sin hacerse daño: “El amor no conoce otra forma de existir que engullendo las pieles que cobija”. Por su parte, en “Más grande que Jesús”, un dolmen, ara o mesa de sacrificios sostiene el desgarramiento de estos versos: “NADIE TUVO COMO TÚ FUNERALES ETERNOS/ UNA SÁBANA ARRUGADA COMO CIELO Y UN CARTÓN DE ESTRELLAS/ HIJO: NO TIENES LÁPIDA:/ AÚN PUEDO ENVIARTE FLORES/ TODAS LAS NOCHES SOBRE CUALQUIER RÍO”.

La disposición general del texto, en apariencia caótico, nos obliga a concebir un poemario elaborado por segmentos o unidades discursivas no lanzadas al azar, sino pensadas como las piezas de un rompecabezas que busca articularse "solo". Una especie de “modelo para armar” y también para ser desacoplado, pues si bien los cuatro libros de Demonia Factory conservan el mismo esquema organizador (narración-presentación-intervención del coro-conclusión), también funcionan como textos autónomos. En este sentido, resulta elocuente la designación de “parada” que hace el autor, al inicio del libro, al referirse a los bloques poemáticos que lo conforman.

La ambigüedad del discurso lírico explica la ausencia de certezas en el curso de un viaje simbólico a las interioridades del Ser, lo que es otra peculiaridad de Demonia... A veces, las oposiciones conceptuales son el ardid que utiliza el poeta para llevar al lector a un estado de tensión entre un elemento desestructurante y otro que se resiste al cambio: “El perverso es el que toma el artificio a la palabra: palabra: usted quiere, usted tendrá, territorialidades infinitas más artificiales que las que la sociedad nos propone (...) En cuanto al esquizo, con su paso vacilante que no cesa de errar, siempre se hunde más en la desterritorialización (...), tal vez ésta es su propia manera de recobrar la tierra (...) Mezclando todos los códigos, llevando los flujos descodificados del deseo”. Aquí, el sujeto tomará partida a favor del “esquizo”, ponderando su carácter anárquico, por encima de la artificiosidad del “perverso”. Por ello, dirá que este último es un ser desterritorializado, condenado a la huida incesante, que empieza a manifestarse en “demencia precoz”: “Desde ese día mi padre no sería mi padre y quedaría propenso a olvidar todas las noches que el sol volvía montado en la joroba de los bueyes Tendría que improvisar el firmamento Quemar todos mis libros Buscarme”.
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El esquizo vagabundea en distintas voces / cuerpos / cabezas / estados / presencias. Incluso su deseo de viajar a Chiapas –que nunca se realiza- sugiere una forma de escape hacia un mundo idealizado y desconocido, que le sirve para librarse de su propio avatar. A medida que avanzamos en el texto y nos sumergimos en las historias personales de esa voz única y múltiple al mismo tiempo, que puede ser masculina o femenina –esta última, en el caso de “El diario de la esposa infiel”-, experimentamos no solo la disolución de lazos afectivos ligados siempre a un “tú” femenino, sino la desintegración del sujeto en su posibilidad de “ser”. Asistimos a la destrucción “in crescendo” del mundo interior y próximo exterior del sujeto, que se manifiesta en espasmos líricos de impresionante fuerza, como el momento en que reconstruye vívidamente la imagen del aborto: “No entro en la repartición de la sangre de mi hijo De aquel cuchillo suelto como lombriz acariciando la calvicie de tu entrepierna/ pues tu misma diste muerte a nuestro hijo A nuestro niño en abril –cubierto de excremento- y te recostaste en un sillón a imaginar los objetos y los colores que llegarías a formar con la caligrafía del futuro”.

Un elemento subliminal que está presente en el poemario es el rasgo esquizoide de la voz, que se desdobla y confunde con todos, a la par que reflexiona sobre la esencia del “uno”: “Regreso a casa pero a esta casa donde mi padre soy yo y mi madre yo Y nos parece insuficiente el presentimiento Regreso como una vaca enferma a los establos más blancos que el hospital más negro Regreso y no soy yo el que vuelve Al mismo tiempo que nunca he sido yo el que se marcha”. Es decir, la voz lírica se confunde con los actores de su trama –nuevamente el símbolo de la mezcla caótica-. Es todas las presencias, nuevamente uno y todos, a la vez.

La condición de desterritorialidad aleja al sujeto del entorno y del lenguaje: “Sigues tratando de abandonar este mundo desde adentro/ pobre hambre de hombre: no hay tierra firme”; “la Palabra ese territorio oscuro del que no se vuelve”. Se proyecta una visión anticonstructiva y hasta pesimista del mundo. En Demonia Factory se despliega lo que podríamos llamar una poética de la destrucción, atravesada por la pérdida de toda certeza. El viajero yerra por caminos que le llevan a horizontes cada vez más angostos: “AQUÍ ME TIENES ENTONCES ANTE TI/ CON LOS MUÑONES COMPLETOS/ CON LA SONRISA AVANZANDO VERGONZOSAMENTE COMO UNA TORTUGA/ CON ESTOS MIEMBROS DESHECHOS COLGANDO INÚTILMENTE HACIA NINGÚN HORIZONTE HACIA NINGÚN MISTERIO/ SIN BRÚJULA/ SIN ROSA DE LOS VIENTOS”.

Pero toda búsqueda implica recomenzar constantemente. Por ello, entrevé nacer de nuevo, es decir, regresar a los orígenes (por eso, la alusión al Génesis). En este punto, al final del libro cuarto, el poeta se busca a sí mismo, indagando el sentido último de su existencia: “Y estoy solo Moverme como si este final guardara mi comienzo”.

Así termina Demonia Factory, esa “fábrica de demonias”, en palabras del poeta. Presencias fantasmales que habitan su cuerpo y le ayudan a elaborar las preguntas fundamentales: ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo?, ¿Hacia dónde voy?: “VIAJO HACIA MI CUERPO BORRASCOSO DESDE OTRO CUERPO QUE ME ENSEÑE A RECONOCERME”. Pues solo se reconoce “cuerpo” por otros, como alguna vez dijo, bellamente, el propio Carrión.

Este libro no es una autobiografía, mucho menos el relato de un misógino. Quien lee de esta manera Demonia Factory no ha entendido su acervo lírico, el viaje interior que representa y el grano de esperanza que conserva, en medio de la casi total desolación.

Pienso que Demonia Factory tampoco es una pieza “hermética”. Aunque hay ecos barrocos en versos como: “porque el azul solo es azul cuando llovizna”, no encuentro el propósito de elaborar un repertorio de símbolos cerrados, como las llaves ocultas de un lenguaje que intenta apartar al lector. Mas bien, el libro se muestra equilibrado en el tono y la intención. La experiencia del sujeto en permanente búsqueda y fracaso puede ser la nuestra, la del vecino, la de cualquier ser humano. Y Carrión evita caer en el hermetismo, precisamente para procurar la filiación del lector.

Esto último no quiere decir que el autor se haya propuesto complacer a todos. Por el contrario, defiende su libertad de asumir un discurso que podría parecer misógino, y por tanto, provocar el rechazo en algunos(as). Pero la fuerza del decir poético y la autenticidad que se respira en la voz cuando registra su tragedia poetizada en prosa, se impone ya no como la máscara de un “empalador” de sombras, sino como el destello de su búsqueda incesante.

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