sábado, 11 de agosto de 2007

DIEZ PREGUNTAS PARA HAROLD ALVA POR AMALIA GIESCHEN


Harold Alva nació en Piura (Perú), en 1978. Estudió Derecho y Ciencias Políticas. Poeta y editor. Actualmente dirige Editorial Zignos y es codirector de la revista LA CAJA NOCTURNA (edición peruana). Es mentor, junto con Maurizio Medo, del Primer Festival de Poesía "País imaginario".

¿Qué es, para vos, un “país imaginario” en Latinoamérica?

Vamos por partes. Primero por qué intentar construir desde la poesía un país imaginario, qué no tenemos como latinoamericanos para inventarnos un país imaginario, o qué tenemos. Te respondo con plena consciencia generacional: hemos recibido como herencia territorios fracturados, en cada uno de los países de nuestra América somos víctimas de crisis generalizadas, somos los sobrevivientes de catástrofes sociales que prácticamente han puesto en nuestros hombros una responsabilidad gigante: la simple premisa de no repetirlas; de allí que lo que nos mueve a intentar este Festival sea en efecto la urgencia de integrarnos; si políticamente vamos por distintas direcciones, entonces partamos por algo, tomemos como bandera algo que en realidad nos identifique, es decir, empecemos por nuestro lenguaje, y allí la poesía cumple un rol determinante, porque los poetas seleccionados para la primera serie de esta colección, son escritores con plena consciencia de “lo latinoamericano”. Entonces para mi este País Imaginario es el primer paso para curar estas fracturas.

¿Cómo surgió el proyecto?

Hace tres años dirijo una editorial en Perú: Zignos; cuando empecé con la editorial la idea era aportar desde los libros por un verdadero cambio social, digamos que mi pretensión fue poner mi granito de arena desde la cultura, y lo interesante de tener un sello editorial es que conoces a otras personas que están en lo mismo, a eso le agregamos que también soy escritor, entonces conocía a otros escritores que pese a ser muy talentosos no podían acceder a publicar sus libros. Y esto coincide con un buen momento de la literatura latinoamericana última, los poetas empiezan a organizarse y a pensar ya no en función país sino como verdaderos ciudadanos a otra escala, como que la globalización les llegó de golpe pero desde la escritura supieron lidiar con ella, y empiezan estos desplazamientos llamados encuentros de poetas; donde -a diferencia de aquellos que son verdaderos paseos turísticos con viáticos pagados y con respaldo institucional- los miembros de esta nueva generación, con todo el sacrificio que el bolsillo les permite, inician este intercambio de experiencias en distintos escenarios: el Poquita Fe en Chile, el Estoy Afuera en México, el Novísima Verba en Perú o el Salida al Mar en Argentina. Convirtiéndolos en mi primer referente para intentar construir este país imaginario con sus miembros más representativos. Yo tenía ya la idea de editar una colección de poesía con esta generación, incluso publiqué una muestra de 18 poetas, posterior a ello es que empezamos a intercambiar correspondencia con Maurizio Medo, y Maurizio incluso también tenía un estudio sobre estos poetas, su libro se llamaba Hacia un país imaginario, entonces allí quedó el nombre: nada más preciso para definir esta búsqueda. Y empezamos a seleccionar a los poetas de esta colección.

¿Qué significa el festival a nivel personal?

Que estoy siendo consecuente con mi función de escritor. Es mi responsabilidad social lo que me mueve.

¿Y a nivel público?


Me queda la satisfacción de saber que estamos apostando por un grupo de poetas que estoy convencido serán fundamentales para el proceso de nuestra literatura. De eso, los lectores, se darán cuenta cuando tengan los libros en sus manos.

¿Qué perspectivas tienen para esta edición?

La meta es difundir las obras de estos siete imaginarios. No dejar que se nos escape ni un mínimo espacio donde podamos llegar con la escritura.

¿Qué falencias viene a cubrir el Festival?

No ha habido en Latinoamérica un festival donde no sólo se hable de poesía, sino que además presente a un grupo de poetas jóvenes cuyos libros han sido publicados especialmente para este evento, y sin ser esto una feria de libros, y menos aún, sin ningún apoyo para lograr las publicaciones, aquí es el equipo, la organización de este festival, quien ha hecho posible que podamos realizar un acontecimiento sin precedentes. Eso y, por supuesto, la confianza de estos jóvenes escritores quienes nos han confiado sus obras, en algunos casos, primeros libros. Conozco algunos sellos independientes que también realizan esfuerzos por editar literatura última, sin embargo, lo que comentaba al principio, nos interesa un discurso por “lo latinoamericano”, es decir hay sellos que editan poesía pero no como esa apuesta por darle a su proyecto ese sentido político del libro.

En definitiva, ¿en qué se diferencia de otros Festivales?

Lo que nos impulsa es el mismo espíritu integracionista del resto, sin embargo, la diferencia radica en que estamos acudiendo más allá de los recitales y las ponencias, Zignos está apostando por las obras de esta generación y, además, este será un festival itinerante.

¿Cuál fue el criterio utilizado para la selección de poetas?

Como en toda selección que pretende la trascendencia, el criterio ha sido la calidad de los textos, a eso, sumado lo que ya había comentado a tu primera pregunta. Ojo que los poetas seleccionados vienen de tradiciones poéticas muy importantes, Héctor Hernández Montecinos y todo lo que significa la poesía chilena, con precedentes como De Rokha, Parra, Zurita o Maquieira, por citarte algunos, miembro de una promoción con voces como las de Paula Ilabaca, Pablo Paredes o Alexis Donoso. José Manuel Barrios de Uruguay y Benedetti, Achurar, Echavarren, Courtoise o los novísimos Nicolás Alberte, Horacio Cavallo o Leandro Costas Plá. No ha sido una selección fácil, hemos tenido que sumergirnos a investigar lo que aconteció y acontece en Latinoamérica; y estoy convencido que no hemos fallado al momento de determinar a quiénes editar en esta primera serie. Un caso sumamente satisfactorio ocurrió con Alan Mills, particularmente desde Asturias no había leído literatura guatemalteca, gracias a esta búsqueda pude conocer a poetas como Huberto Alvarado, José Luis Villatoro, Luis de Lión y a los más jóvenes, Regina José Galindo o Javier Payeras, entre otros; lo mismo sucedió con Ecuador y Ernesto Carrión, con esa gran responsabilidad sobre sus hombros de poetas como Carrera Andrade o Jorge Enrique Adoum, y de sus contemporáneos Luis Carlos Mussó, Ángel Emilio Hidalgo o Juan José Rodríguez. Y Alejandro Tarrab de México, una de las voces más singulares sin duda alguna de su generación, y cuidado que México tiene una de las más sólidas tradiciones poéticas de América, esto lo confirman poetas como Octavio Paz, Sabines o Villaurrutia, y de su generación, poetas en permanente búsqueda como Ramón Peralta, Rodrigo Flores o Jorge Solís Arenazas. La amistad aquí influye nada, de hecho personalmente no conozco a todos y si media algún tipo de afecto ha sido algo que se ha dado después de seleccionarlos, a medida que íbamos corrigiendo sus libros. Con Jorge Hurtado y Medo, hemos completado una buena primera colección.

¿En qué otros países se va (o se iría) a hacer y que otros poetas tienen en cuenta?

Te adelanto dos autores como primicia: Pablo Paredes (Chile) y Romy Sordómez (Perú). Hemos pensado en Chile el próximo año, pero aún no es seguro, prefiero dejarme guiar por mi brújula, tipo Capitán Jack Sparrow.

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