PURGAR
Busco el olvido,
ese dulce naufragio
donde puedo esconder el dolor
y
ocultar a la calandria
que susurra todas las noches
sus penas en mis oídos.
TEJIDA Y DESTEJIDA
De tanto ver a mi madre tejer chompas y medias, me hice hilo para estar siempre entre sus manos, en ellas me extendía infinitamente como puente hasta el cielo.
Los lunes me hacía ovillo y rodaba por las inmensas chacras hasta llegar al Huaytapallana. Ahí sumergía una hilacha de mí en lo profundo de la laguna, entonces la sirena lo tomaba y amarraba con ella su larga cabellera, evitando que el cabello caído termine en el puchero de la comunidad.
Los domingos por la madrugada mientras dormía, cogía las madejas enmarañadas de mi corazón, las desenredaba y me tejía un muñeco con el rostro de algún padre solo para acompañar mi incertidumbre, después por las noches lo destejía.
Tantas veces fui hilada y deshilada, que aprendí a tejerme a mí misma.
ALZHEIMER
Las aves que anidan en el pecho del abuelo salieron a volar esta mañana. Se asustaron al ver cómo el maíz y el trigo le recordaron los nombres de sus hijos. Porque un día de enero su pequeño corazón de maleta quedó vacío, los recuerdos y los nombres en el lavadero se perdieron.
DESDÉN
Nuestra mandíbula
es demasiado grande
para esta boca que no come,
que no grita,
que no besa.
Apenas la risa reconoce
este rostro funerario
astillado de olvido,
de injusticia
y
de hambre.
Nosotros
que conocemos el rostro de la muerte,
sin estar muertos todavía,
vestimos mugre,
bailamos en la orilla de la nube,
oramos en el llanto del chiwaku,
enmudecemos los gritos del estómago
y
de las horas.
Somos
los olvidados de los olvidados,
somos de óxido,
de sal,
de excremento y
de mar,
somos
un pedazo de carne
desheredado de vida.
MUNDO ALTERNO
Si ya tengo la palabra y su piel,
para qué quiero lo demás
me bastan una o dos vocales,
cuatro consonantes
y parirlas con mi boca o con mis manos.
Nombrar con ellas cientos de cosas extrañas,
describir una ciudad, vivir en ella,
obsequiarlas a un anciano
cuando la mudez se atasque en su boca.
Basta nombrarte,
escribirte para que existas;
y escribir, además, a nuestros hijos,
sus nombres y nuestro propio lenguaje,
trazar la tierra
donde sembraremos
y
cosecharemos versos.
Puedo escribirme también
en una hoja de retama,
guarecerme en su vientre desolado,
deshilar el amor
y desterrar el dolor con la palabra.
Escribo “lluvia”
y habito la cordillera
sin ahogarme,
sin mojarme.
Escribo “pueblo”
y nadie tiene hambre ni sed,
somos una pulsión alegre
una vorágine de risas
un puñado de aves que saben a dónde ir.
Palabras
que se abren como un cielo rendido,
que se hacen nido en la garganta,
que se reproducen como arañas,
son volcanes ardientes en el estómago
y escapan por la boca
articulando mi nombre,
el de mi madre y el de mis hermanos.
Entonces es cuando existo,
escribo y existo
me sucedo amparada por la piel de la palabra.
*Selección de poemas: Miguel Urbizagástegui
Karuraqmi Puririnay (Huancayo, 1991). Seudónimo de Emilia Chávez. Es integrante del colectivo “La subversiva”. Ha sido antologada en los libros Poesía Joven Ultimísima – 21 poetas peruanas (Pléyades Ediciones, 2021) y Almandino 02 (Uyay, 2020). Los poemas que presentamos pertenecen a su ópera prima Layqa (Lliu yawar, 2021).
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