viernes, 29 de mayo de 2020

Ocho poemas de Manuel Morales



SI TIENES UN AMIGO QUE TOCA TAMBOR

Si tienes un amigo que toca tambor
Cuídalo, es más que un consejo, cuídalo.
Porque ahora ya nadie toca tambor,
Más aún, ya nadie tiene un amigo.
Cuídalo, entonces,
Que ese amigo guardará tu casa.
Pero no lo dejes con tu mujer, recuerda
Que es tu mujer y no la de tu amigo.
Si sigues este consejo, vivirás
Mucho tiempo. Y tendrás tu mujer
Y un amigo que toca tambor.



IDIOSINCRACIA

Estamos acostumbrados a las mentiras.
Nos tratan peor que a negros.
Nos humillan peor que a negros.
Hasta nos venden como a negros.
Y este país es el despelote.

Con el cuento del pueblo estafan.
Nos hacen a diario el cuento del tío.
Estamos acostumbrados a las mentiras.
Al tira y afloja de unos cuantos pendejos.

Pero ya se les va acabar,
Porque un día de estos se nos sale el indio.



AH SEGISMUNDO FREUD

Y el Doctor Freud violaba a las mujeres.
Los sueños lo acusaban de su canalla.
Pero míster Freud pegó a su mujer,
Y siguió siendo un vienés,
A pesar de no componer sonatas.
¡Ya lo conocen! sus complejos
Le impiden acostarse con una prostituta.
¡Ah Segismundo Freud!
Apenas si ha leído a Julio Verne,
Mas sí a Musset. “Dos noches de placer”
Le inspiraron su macabra teoría.



SHOCK

Hemos buscado con tanta indignación
El feto que en alguna noche —sin ojos, sin diferencias—
Nos legaron nuestros acomplejados predecesores.
Y cuando nos crecieron pelos en la voz,
Y nuestros coitos molestaron a los vecinos
Que escandalizados patearon nuestra puerta, entonces
Nuestras apestosas diferencias se hicieron más visibles.
Claro está que cada uno es prisionero de su desatino,
De su espejo sin coyunturas ante el ojo único de la humanidad.
Huelga decir que somos malos por naturaleza
Que retrocedemos ante el peligro de perder el pellejo,
Y sostenemos en la pica el cráneo pisoteado de los pájaros.
Nuestra sed de huesos y el cardumen de nervios
Nos han abatido, y nuestras bestialidades han convalecido,
Dentro de nuestros propios animales, aullando sin cesar
Ahora circulamos con demasiada lentitud, hurgamos
En el estómago de quien alguna vez nos abrió la puerta,
Y en broma (sucesivamente) tratamos de colocarnos por el ojo
De una aguja. Y el feto que nos legaron (por repetición)
Lo hemos buscado —sin ojos, sin diferencias— como quien busca
A su padrastro entre cadáveres degollados de la Morgue.
Finalmente hemos retrocedido, los gusanos
Han construido una vía de circunvalación en nuestro ano.



LA MALA DISTRIBUCIÓN DE MI TIEMPO

Jamás he negado que tengo malas costumbres.
Sobre todo cuando el sol hace garabatos en mis ojos,
O cuando una muchacha me sonríe con su blusa amarilla.

Por eso siempre que puedo dirijo mi batuta hacia mis viejos,
Y hacia esos despojos solemnes que frecuentan la casa;
A la abuela, sobre todo, que aún sueña con Rodolfo Valentino.

Este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir lo tengo mal distribuido,
Hablo demasiado y no construyo más que Castillos en el Aire
Y de noche me atorranto como un miserable y hago invocaciones al Marqués de Sade.

Pero a veces yo me escapo de esa rutina y frío monos en sartén de palo;
Vivo en constantemente peligro de encontrarme con la horma de mis zapatos,
De encontrarme con algún enemigo que me ponga los puntos en la íes,
O de que mi padre se encarache y me mande al diablo.

Pese a todo visito las cantinas,
Escupo en los lugares públicos donde no debo hacerlo,
Y toco los timbres de los vecinos y corro como un cretino.

Ya los policías se han dado cuenta y me tienen entre ojos,
Me marcan a presión y me han acusado de tener malas costumbres;
Y que el día que me agarren, la voy a pagar una por todas.

Pero yo me río,
Porque este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir lo tengo mal distribuido.



AL AMIGO NAPOLITANO ENTRE
BOTELL AS VAN Y BOTELL AS VIENEN
(Poema descriptivo)


Dijo ser napolitano.
Poseer dos queridas y un reloj. Y un apodo (por supuesto).
Pero reconocía al Callao como su más cruel amigo.
Disparó media docena de cebadas. Y puso dos discos.
Luego habló de hembras calientes y recitó un soneto.
Una rata rubia salía de sus labios.
Y sus ojos eran transparentes como un celofán.
Claro está, embriagaba su presencia, era
Como encontrarse de pronto en una playa extranjera.
Y narró su soledad casi de costa a costa. Y sacó una carta.
Carta horadada por los años; donde las letras, más que leerlas,
Era menester adivinarlas. Después lloró como un napolitano.
Recordó a su padre ametrallado por los Nazis. Quién no recuerda
Al viejo, sobre todo cuando bebe, y no es más el tiempo de ayer?
De su madre dijo dos o tres cosas simples. Y calló.
Declaró no tener hermanos. Pero adujo —con orgullo napolitano—
Que su padre fue el Campeón Mundial de la cama. Las 83
Mujeres que tuvo así lo confirman.
Esta vez yo pedí una docena. Y cigarrillos. Y puse discos
De Celinda y Reutilio. Y celebramos ese acontecimiento.
Un perro ladró porque alguien le pisó la cola. Sonrió, y dijo:
“Por el perro, ¡salud! Siempre es grato brindar por un perro”.
Hizo un ademán como si recordará y prosiguió: “Se llamaba Cacciatore
Y me salvó la vida en un incendio. Fue por el año 40
Cuando Italia no era Italia y el país estaba hasta su huaino”.
El mosaico advirtió que cerraban y trajo la cuenta.
Pagamos mitad a mitad. Y salimos.
Nos despedimos. Y se fue hacia Santa Marina.
Yo lo recuerdo, simplemente, como un napolitano que chupó conmigo.



SALUDO

Saludo a todos esta noche.
Al especialista en muertes preventivas
A la mujer que se desnuda en el espejo.
Saludo a los padres de la patria
Y a los militares haraganes los saludo.
(A ti no porque me estás mirando).

Seguro estoy de no ser un pobre huevastriste.

Saludo a los night clubs
A sus generales respectivos
A las lombrices de tierra sobre tierra
Y a la golondrina tierna de tus ojos.
Va mi saludo cordial a la ultraderecha.
(No lo tomen en serio).

A la reacción otro saludo.
Saludo a los chacales de bodega
A los cantinflas turulatos de los templos
A los bacanes de la Pesca los saludo.

Saludo a mi novia mongoloide
A su padre excepcional
A sus hermanos aprendices de matones.

Saludo a los pájaros que malogran el arado
A las doncellas de nalgas somnolientas
A mi vecino que ronca como un cerdo
Y a su mujer que lo atrasa con un negro

He saludado a todos, disculpen, ¡malas noches!



USOS SON DE LA GUERRA

En el amor y en la cama
Napoleón fue un fracasado.
No digo lo mismo
en la guerra. Su éxito
consistía en envolver al enemigo.
Y Francia lo tuvo
como su más grande hijo predilecto;
y le dio fama
y sus más hermosas mujeres.

Grande en estrategia
y corto en pene, en la cama
mandaban sus mujeres. (La victoria
correspondió a sus generales).


Manuel Morales (Iquitos, 1943-Porto Alegre, 2008). Poeta callejero, amigo de Hora Zero, aunque en el libro Los broches mayores del sonido es considerado como uno de sus miembros. Fue incluido en la famosa antología Estos 13 de Oviedo. Ganó en 1967 un premio de poesía en la Universidad La Cantuta por sus Poemas de entrecasa. Viajó a Brasil en 1978, donde se dedicó al periodismo y escribió una centena de poemas la mayoría escritos en portugués. Libros y plaquettes: Peicen bool (Lima: Ediciones Perú Joven, Colección Viento y Hombre Nº 4, 1968); Poemas de entrecasa (Lima: Ediciones Universidad Nacional de Educación, Serie Flor de la Cantuta, 1969). “Poemas” en revista Textual N° 5-6, 1971, y Trapos líricos. Edición de Tulio Mora (Lima: Lancom, 2018).



1 comentario:

Anónimo dijo...

Manuel Morales,uno de los mejores poetas peruanos de los 70s...

CINCO POEMAS DE JAVIER DÁVILA DURAND (Iquitos, 1935-2024)

EPÍSTOLA A JUAN OJEDA Te recuerdo una tarde de la patria mía. Volvías del Brasil desengañado. Acababas de quemar tus naves en el Puerto...