jueves, 21 de mayo de 2020

"Rafo Méndez" evoca el surrealismo peruano y a César Moro, por Stefan Baciu

La existencia del Surrealismo peruano ha sido de corta duración, y —además— contó con la colaboración de poca gente, fuera de César Moro, su portabandera e “inventor”, así como su compañero Emilio Adolfo Westphalen. Fuera de algunas exposiciones, se editó en Lima en 1939 un solo número de la revista El uso de la palabra, que es hoy día una rareza bibliográfica. En esta revista se encuentra la firma de un poeta: Rafo Méndez.

Fuera del Perú pocos saben que éste ha sido el seudónimo del poeta Rafael Méndez Dorich (1903-1973), quien mismo si no fue él un surrealista “ortodoxo”, fue uno de los mejores amigos de Moro, al cual dedicó un bello poema-retrato, y, sobre todo, Méndez Dorich fue un “insider” y observador atento de la aventura.

Durante los años de 1970-1973, hasta unas tres semanas antes del fallecimiento de Méndez Dorich, mantuvimos con el poeta una estrecha correspondencia, que se materializó en decenas de cartas.

En esta correspondencia el poeta contestó con detalles inéditos hasta hoy todas las preguntas, haciendo un verdadero cuadro sintético del Surrealismo peruano, que se limitó exclusivamente a Lima y a media docena de personas. 

De esta cartas transcribimos los párrafos esenciales, capaces de traer una contribución inédita al conocimiento del Surrealismo en Latinoamérica.

Nuestras preguntas fueron hechas en cartas y las respuestas de Méndez Dorich son textualmente sacadas de sus cartas sin quitar o añadir una palabra.


SB : Ud. participó en algunas manifestaciones surrealistas en el Perú. ¿Cuál es, pues, su    posición —vamos a decir histórica, delante del Surrealismo peruano?

RMD : “Le declaro que me pone Ud. en duro aprieto para escribir, como lo solicita, unas cuartillas a máquina con evocaciones de ambiente, del “aire” surrealista de aquellos años, para usar citas en su trabajo introductorio a la Antología. En puridad de verdad yo no sé si se me puede considerar surrealista, ni aún temporariamente. Verdad es que estuve de acuerdo con el Surrealismo en muchos puntos y que participé en algunos actos y ocasiones en muchas cosas que ellos hicieron pero no creo que mi posición poética haya sido ortodoxamente surrealista. Acepté de ellos algunas formulaciones tales como su posición moral, el automatismo psíquico, la valorización del fondo onírico, la conquista de lo irracional, el arte perseguido-perseguidor, etcétera, pero también tuve con el Surrealismo algunas reservas. No comprendí y no comprendo el desdén que el Surrealismo tenía por la música que yo siempre amé, ni su rechazo a muchos valores magnos tales como Dostoievski, por ejemplo”.

“Cuando en París conversé con Breton al respecto, tuvimos una refriega verbal que felizmente se resolvió en libaciones de un fuerte aguardiente de la Martinica con el que me obsequió aquel gran poeta. Pero aunque no llegamos a un acuerdo, no se rompió la cordialidad. Al contrario, con Moro también discutimos mucho a esos respectos. Sin embargo, mi estimación por el Surrealismo sigue inquebrantable”.

SB : Sé que Ud. ha sido uno de los amigos más próximos de César Moro y quiero saber cuál es su posición sobre el lugar del poeta en la poesía peruana.

RMD : “César Moro fue uno de los espíritus más nobles, generosos y de genuina poesía que haya tenido el Perú. Fuimos grandes amigos y nos lanzamos juntos en más de una aventura literaria, como en el caso de la controversia con Vicente Huidobro en 1936. Además de haber laborado al lado de Eluard, Péret, y, sobre todo, de André Breton, en los manifiestos surrealistas y en El Surrealismo al Servicio de la Revolución, Moro publicó tres poemarios, son ellos: Lettre d’amour, La Tortuga ecuestre y Le Château de grisou. Infortunadamente ya no se encuentran ejemplares en ninguna librería. Han desaparecido los pocos que en aquellas se consignaron. Pero yo sé de buena fuente que todavía hay bastantes ejemplares de las mencionadas obras, pero que están en poder de sus amigas Alina de Silva y Margot de More quienes asumieron el papel de una especie de albaceas literarias de mi desaparecido amigo”.

SB : Alina de Silva ha sido una de sus mejores amigas...

RMD : “Moro colaboró, así mismo, en los manifiestos surrealistas y llevó en Francia una vida activa de poeta y de polemista. Alina, pues, es testigo de excepción en las andanzas de César. Pocos amigos de Moro lo conocieron tan bien como ella”. 

SB : Uds. tuvieron una muy conocida polémica con Vicente Huidobro. ¿Cuál fue la razón del choque?   

RMD : “Ella comenzó cuando el vate chileno publicó un poema llamado ‘La Jirafa’ que fue denunciado por Moro en el Catálogo de la Exposición realizada en Lima como un flagrante plagio del poema ‘El Árbol’ de Luis Buñuel, lo que provocó la iracundia del sureño y en una hoja minúscula intitulada Ombligo se desató en denuestos insultos contra César. Nosotros respondimos con el folleto ‘Vicente Huidobro o el Obispo embotellado’, nombre debido a mí, y parafraseando un poema de Huidobro, llamado también ‘El Obispo embotellado’, o más bien una frase poética. En cuanto al Surrealismo en el Perú, le diré que pese a todo lo que se diga, considero a Moro como el único representante de ese movimiento. No creo que ni Oquendo de Amat, ni Westphalen, ni Abril hayan tenido que ver mucho ni poco con el Surrealismo”.

SB : ¿Y alguna anécdota que quedó grabada en sus recuerdos a través de los años?

RMD : “Con respecto al anecdotario surrealístico en el Perú, le diré que aparte de la polémica con Huidobro, no hay nada que pueda ser de mejor mención, como sea el número de El Uso de la palabra dedicado a Picasso y contra el franquista Gregorio Marañón por su insolente e injusta diatriba al más grande pintor contemporáneo. Sin embargo, hay otra anécdota menor que tal vez deba citar. Fue a propósito de un artículo de Emilio Adolfo Westphalen en contra de Marcel Proust, que provocó la justa indignación de Moro, quien, por entonces vivía en México y colaboraba en una revista de Paalen, artista alemán radicado en el país azteca. La reacción de mi recordado amigo sobre el desafortunado artículo de Emilio Adolfo fue fuerte y casi motiva un enfriamiento en las relaciones de ambos. Desgraciadamente, no tengo a mano documentos para hacer valedera esa menuda anécdota”.


Stefan Baciu (Brasov, 1918–Honolulú, 1993). Profesor, cronista, poeta y ensayista rumano. Uno de los conocedores y divulgadores más importantes que tuvo la literatura iberoamericana en Europa y los Estados Unidos el siglo pasado. Publicó más de cincuenta libros en cinco idiomas, entre ellos una Antología de la Poesía Latinoamericana (1950-1970) y la famosa Antología de la Poesía Surrealista Latinoamericana (dos ediciones, en México y Chile). Además del libro Surrealismo latinoamericano: preguntas y respuestas. (Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1979), donde se publicó esta entrevista.


Rescatado de Revista Sol negro número 1. Lima, diciembre de 2006.

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