Reinhard Huaman (Lima, 1979), poeta peruano radicado en Espana, nos comunica la publicacion de su plaquette "Ella (12 secuencias) Isabel Archer", que sera presentada el 12 de diciembre en París (mas detalles proximamente).
Aqui incluyo un breve comentario que escribi sobre sus dos primeros libros:
Tanto El árbol como Fragmentos de fuego comparten la idea
del poema largo dividido en estancias, es decir, que Reinhard Huamán nos ha
entregado los dos primeros cantos de su proyecto poético o podemos citar, en
ese sentido, a uno de sus más caros autores, nos referimos a Eugenio Montale
cuando dice en “Hablemos de hermetismo” que: “Es bien conocida la opinión —que
Poe tomó de Coleridge— según la cual es admisible y legítimo solo el poema
breve, no pudiéndose admitir placeres o emociones de larga duración. Un poema
largo sería para tal teoría una colección de poemas breves, de una unidad más
bien ficticia, extrínseca (…) Ahora bien, es claro que el poema breve tenía que
ganar en intensidad lo que perdía por extensión”, de esa manera, podemos
retomar la idea de Edgar Allan Poe y su teoría de “el principio de la unidad de
efecto”, según el cual un poema largo no debe sobrepasar los cien versos y debe
ser el resultado de secuencias significantes menores que sumen un todo en tanto
ritmo y concatenación, es decir, este principio actuaría por acumulación
instaurando no un solo centro, sino varios centros desde donde se puede abordar
o leer los poemas. Estas teorías son muy provechosas para leer las dos primeras
entregas de Reinhard Huamán, no un único centro, sino varios centros que
confluyen en una espiral de significaciones y resonancias.
En una página de internet se caracteriza a El árbol de esta manera: “poema extenso
dividido en 11 fragmentos constituye un canto sobre el origen y la creación del
universo y la formación de la materia. Este retorno a nuestros primeros días, a
nosotros mismos está regido por la fuerza que da sentido y conciencia a todo:
el Amor”, un canto del origen donde es notoria la presencia tutelar de poetas
como Perse, Montale, Quasimodo, Ungaretti, Yeats, Elytis. El árbol trabaja la idea de la materialidad de sus componentes en
conjunción con las partes-ramas del libro, por ejemplo, la utilización de una
placa muy fina de pino para la carátula, aquí percibimos cierta resonancia con
el Francis Ponge del Cuaderno del bosque
de pinos, en ese sentido y en propias palabras del autor: “la idea de la
placa de pino (que en realidad hay ejemplares con maderos de nogal y manzano,
además del mencionado pino oregón), surgió para darle mayor relieve a la figura
del árbol como símbolo y arquetipo mítico, para que la relación entre
naturaleza-sabiduría-origen cobrara mayor realce a partir de su contemplación y
contacto físico con el madero en la portada del poemario”. Poesía reflexiva y
contemplativa de tono épico que propone como trasfondo un mundo mítico. En este
libro se trata de un árbol primigenio, arquetípico o de la sabiduría es una
crítica en contra de esas “ciudadelas que se pierden en rescates”. Además, en
esa misma línea habría un parentesco de oposición con algunos poemas de Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo
Westphalen, porque mientras este quiere alcanzar el absoluto mediante la imagen
del árbol, el poeta de El árbol
escribe: “aquí sus líneas nunca crecen / -ni hacia arriba” o “la tierra gira /
y / muda de corteza / y en el Árbol / apenas el sonido / -sus despojos”. En El árbol lo que el poeta quiere es
comprender las mutaciones y no la trascendencia, el autor a este respecto
afirma que es: “el símbolo mítico que une opuestos, los cuales, al fin y al
cabo, son los que generan y propician el juego cíclico de la vida y la muerte;
la creación y la destrucción. Hay más un impulso mítico que mitológico, es un
juego entre el vacío y lo representado, entre lo que no hay y lo que ha de
venir, la paradoja mítica. Hablo de una creación en un sentido metafísico, en
donde nada había, ya que paulatinamente se fue generando la vida y la
existencia de las cosas y los seres. el Árbol, más que detenerse en el momento
en que nace el hombre, antes de la erección de ciudades, incluso antes que las
edades de bronce y la agricultura, hace hincapié en la génesis del origen,
movido siempre por una fuerza poderosa, que es el amor”.
En tanto en Fragmentos
de fuego asistimos a la mostración de otra etapa inaugural de la historia
de la humanidad: el descubrimiento del fuego. El hombre encuentra el fuego y lo
relaciona con un ahora. Los elementos naturales están en conjunción con la presencia
de la mujer como dadora de vida. Estos son los vestigios (pavesas) de un fuego
primordial. El ambiente del poemario parece instalarse en el otoño, más allá de
eso, nos interesa recalcar que tanto en Fragmentos de fuego al igual que en El árbol lo que importa son las mutaciones. Además, el hombre a través de su
descubrimiento del fuego se vuelve errante: “Migrábamos… recuerdo”, incluso,
este hombre está caracterizado “con el dorso al descubierto”, lo que nos indica
su nomadismo. Otra forma de ver el fuego en este libro es a través del mito de
Prometeo, el fuego como símbolo de la palabra divina que va a ser entregada a
los hombres. El fuego para Reinhard Huamán es un símbolo, una mutación y una
errancia.
A. El árbol (Lima: tRpode, 2007) y Fragmentos de
fuego (Barcelona: Paralelo sur ediciones, 2010).
B. GUILLÉN,
Paul. “Entrevista a RH”. Letras.s5.
ILDEFONSO, Miguel. “El árbol de la memoria”.
La siega, número 16, marzo 2010 (http://www.lasiega.org/index.php?title=El_%C3%81rbol_de_de_la_memoria).
ILDEFONSO, Miguel. “Fragmentos de Fuego de Reinhard Huamán Mori”. Letras.s5 (http://letras.s5.com/mi070211.html).
SOTOMAYOR, Carlos M. “Entrevista a RHM”. Letra
Capital (http://carlosmsotomayor.lamula.pe/2007/05/24/entrevista-a-reinhard-huaman/carlossotomayor).
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