jueves, 9 de marzo de 2017

POEMAS DEL SURREALISTA PERUANO FERNANDO QUÍSPEZ ASÍN


Fernando Quíspez Asín Roca (Lima 1927-1962) solo tiene publicada una recopilación editada póstumamente con el título de Paisajes para una emperatriz (Lima: Industrial Gráfica,1963), en el pórtico se puede leer: «Nació en Lima, el 14 de marzo de 1927. Murió el 4 de agosto de 1962. Fueron sus padres Jesús Quíspez Asín y Agustina T. Roca. Cursó estudios superiores en la Facultad de Letras y Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Periodista de vocación, colaboró en diferentes periódicos y revistas de la capital. Espíritu sutil, conversador brillante, poeta surrealista y de estirpe de artistas. Fue sobrino de César Moro, célebre poeta surrealista y de Carlos Quíspez Asín, pintor de renombre». A su muerte Manuel Scorza escribió el poema «Réquiem para un gentilhombre: elogio y despedida a Fernando Quíspez Asín». Américo Ferrari dice respecto al grupo surrealista peruano de los años 50: "En Lima, allá por 1949-1950, llegamos a constituir un grupito en el que estaban Luciano Herrera, que después murió, y un, creo, sobrino de César Moro: Fernando Quíspez Asín, alcohólico hasta los huesos, que también murió. Milla se palabreó a Suárez Miraval, que dirigía Idea para que le regalara una página en esa revista, de la que hicimos (o mejor dicho de la que Milla hizo) un órgano surrealista. Yo colaboré con un par de poemas, 'surrealistas' naturalmente. Esta era una 'actividad', la otra, para hacerlo todo como los surrealistas de 1925, la 'acción', es decir la organización de escándalos para 'épater le bourgeois', en la que encaja el asalto a la ANEA (...) Yo no participé, como tampoco quise participar en otro que organizó primero y que, si mal no recuerdo, fracasó: tirar ratas vivas, barnizadas con un producto fosforescente, desde la cazuela del Teatro Municipal sobre los espectadores de la platea en el estreno de una pieza de Paul Claudelʺ (Tomado de "Un asalto a la ANEA: Surrealismo limeño de los 50", por Mirko Lauer).



PAISAJES PARA UNA EMPERATRIZ

Explotan granadas púrpuras sobre el astillero escarlata
la marea agita espadas sobre las sábanas
un avestruz con tules cruza vertiginosamente y
                desaparece por una arista
por otra aparece una colonia infame sobre una
                diligencia
hay un fondo de sudor en cada copa

desde una terraza forestal luces del corazón agitan
                hojas de carne
y cautivos sollozan alrededor de un semicírculo de
                rubíes
que iluminan rostros de horizontes
un brazo oscuro precipita injurias
un viento amarillo sopla
las caricias estallan centelleantes
cabeza en fuga
mueca luminosa
invasión de helechos
linde imantada desenfreno de coral en la voz




EL ÚLTIMO ALBATROS

Enriquece el aislamiento
La palabra hora
El verano geranio
O un hacha con un gatillo apasionante

Y ahora veamos rodeado
De telarañas de alcohol
De velas de cromo
Y de relojes forestales
Al desmembrado domador de su efigie
Que en la inmóvil violencia de una esquina perdida
Cual la medianoche de un antiguo futuro
Se va paso quedo blandamente en cada puesta de alma

Turno conmovedor viajero siniestro
Ventana abierta a un precipicio prendido de un arpón
Un austero dominio desde el que se domina
Un poderoso formidable imperial legendario
             inmutable albatros

Que se despierta en un altivo paisaje de obsidiana
Donde sobre un fastuoso macadam de diorita
Se yerguen fabulosas figuras de oricalco

Armonía esencial frente a un farallón lúgubre
Y a una aduana de platino de donde salen
Hileras de merodeadores de pómulos comunes
Que se disputan una ruleta renegrida
Mientras un niño teje una malla semejando magia

Como un lánguido azar el ave despliega su vuelo
Hacia una cercana isla de azufre escarlata
Sobrevolando un escudo de oro sobre un columpio
               de espumas
Y una paloma sirena con un racimo púrpura
Que deja escuchar un clamor de máscaras
Un lamento bermejo como un panal de pupilas
Como el exilio impasible de un manantial voraz

A su amor olas encendidas de sal
Trasmiten a las cumbres
La glacial confección de las llamas
En un vertiginoso susurro.




LA SOGA Y ALREDEDORES

Ingrato sugieres perros que roen huesos de palomas
sobre kimonos de terciopelo negro
extraño parecido el péndulo y la hormiga

hay que amputar los reflejos de la cortina
o en su defecto observar por el perfil de la cerradura
una mujer hecha de una cortina y un hombre frente
              a ella recrudeciendo al calor

ya viene el amor ya viene
pero hay que secarse antes del baño

un juego de dados contra el infinito
el cubilete un recipiente de basura adorada
la hondura de la vida se mide elevando los ojos
a la sombra de una ola
mientras la mano que recorre a ciegas grita al amor
y la fuerza secular de la memoria
recuerda la tibia túnica
tus dádivas salvajes sobre un desolado corazón
balanza para pesar eclipses

la cuestión del día que uno toma como un 
              acontecimiento
estribaciones del sexo dilema del símbolo
el parto del molino no denotan mayor cambio
cubre amorosamente sus desgarradas garras
la carroña tras la quemadura de la miel
los planos interiores circundados de púas
y el escorpión que roe tu silueta
la mirada del sueño
pone una O en los relojes
lámpara llave hoja ardiente sobre una pradera de
               cristal
y un arco iris acoge la llegada
como eterno calendario que pende  de los labios




TERRITORIO DE DULZURA

Tu cuerpo territorio de dulzura
donde por estrechos corredores del alma
se atraviesan países de escaleras y bujías

una córnea glacial sobre una franja candente
un yelmo derruido y fauces de ónix sobre un yermo
allí son un enigma batiente

tu cuerpo pabellón obsceno como una ánfora en una
                        explanada
como las crines envolventes de la carcajada del sexo
como tú
criatura insólita fabulosa lejana
tormenta de benzedrina para mis pulsaciones de
             cuarzo
me haces palpar la inmensidad en el eco calcinado
             de tu voz y tu nombre
protagonista erguido en las fronteras de la médula
que guarda los cimientos de polvo palabra y obras
            desconocidas
cuando yo te miro
angustiosamente ilimitado
son tus ojos asombrados espejos

pienso que eres una estatua de arena
tal vez un experimento lunar
un retrato invadido de madréporas rodeado de
                        ocelotes
que enlaza la lejanía

pienso que soy un amable decorador de agonías
o el espejo ardiente de una lágrima tuya
en el resplandeciente desierto de la angustia




GALERÍAS

Galerías de humo finamente tejido
Abren el infinito
Oscuros huesos sobre un barco congelado
Flotante buhardilla de rígidos espectros
Y en cualquier parte
En la recámara para sonidos muertos
Un estruendo de cera
Adormece al desvelado actor
Espejo vibrante
Vibrante espejo girador
Hélice punzante
Seno profundo
Aleta luminosa
Tú satélite desprendido
Clave subrepticia
Mueca vibrante
Señal
Mas bien
Ruido extraviado
Liendre autómata
Lumbre triturada
Confín de la mueca
Germen del confín
Espuma temblorosa
Impregnada del eco de un ardiente dardo
Parasol de escamas
Para un eclipse compacto
A su vez surtidor de eclipses
Tú triste voz circumpolar
Tú jinete en la corteza
Prisionero de su índole
En el apogeo de la existencia
Vas a internarte en las vertientes de la noche
Mas
Candelabros en forma de dagas
Se obstinan en rasgar la envolvente figura
Y a lo lejos
Refulge complaciente
Un cadáver




SESIÓN DE VARIEDADES

Se puede hablar de
“en la isla de espejos la pasión no está mensurada”
de
“en mi torre sin fin las rajaduras de las copas suenan
              dulcemente”
o de
“los pecados mudos que tristemente aúllan”
Más aún
“como los filamentos tenues de la noche en tus ojos”
pero de
“la mirada admonitiva de un ciempiés de medio
             cuerpo muerto
que se divierte ante el espectáculo
de un grupo encantador de coristas amigas”
o de
“la mirada vidriosa del azúcar
que endulza corazones de agua tibia”
o de
“el sudor de la sal antes del primer baño”
Más aún
“todas las rutas de las axilas conducen al vientre”
eso ya es otra cosa
Es algo así como freír su propia salsa en un asador
                        de púas
es decir
HACER UN ABANICO DE LA CÁRCEL

No hay comentarios.:

CINCO POEMAS DE JAVIER DÁVILA DURAND (Iquitos, 1935-2024)

EPÍSTOLA A JUAN OJEDA Te recuerdo una tarde de la patria mía. Volvías del Brasil desengañado. Acababas de quemar tus naves en el Puerto...