Roger Santiváñez
(Piura, 1956) es uno de los poetas más importantes del Perú y de la lengua
española. Su obra ha sido estudiada a lo largo del tiempo, principalmente desde
que llegara a la consagración hacia fines de la convulsionada década del
ochenta. Góngora
& Argot: Ensayos sobre la poesía de Roger Santiváñez (Perro de Ambiente, editor. 2015) nos permite abordar estos estudios y
penetrar en esta obra poética en toda su evolución. El autor del presente libro
compilatorio, Paul Guillén, nos dice en el prólogo: “Podemos encontrar diferentes lecturas, incluso
aun polémicas que merecen una revisión, por ejemplo, respecto a la presencia
del neobarroco en Santiváñez, autores como Gómez O. y Padilla niegan una
filiación directa, por su parte, Shellhorse y Di Laura detectan de manera
natural esta genealogía. El concepto ‘violencia política’ es analizado por autores
como Zevallos Aguilar, Chueca, De Lima y Guerrero Peirano, cada uno de ellos
hace aportes, por ejemplo, recogen ideas de ‘necropolítica’ de Achille Mbembe,
‘alegoría’ de Walter Benjamin, de los estudios culturales y del feminismo.”
Es importante señalar, tal como lo hace Guillén, el tema de lo neobarroco,
ligado al trabajo con el lenguaje (la rupturas, las sonoridades), y el de la
violencia (política, erótica), para delimitar las bases con las que el poeta ha
ido construyendo un mundo que, a la vez que ha ido penetrando estéticamente en
su materia verbal, fue expandiéndose (migrando) a otros campos (primero de
Piura a Lima, y hace más de una década que el poeta radica en Estados Unidos).
El título alude a la fusión de lo culto
proveniente de la tradición gongorina con el argot de la calle (del lumpen, de
Lima, del Perú). Por eso, otro de los aciertos del libro es el haber empezado
con la reunión de los estudios de Symbol,
publicado en 1991, con el cual vemos una evolución en la poesía de Roger
Santiváñez; no un cambio radical, pues justamente los estudiosos aquí presentes
se encargan de inventariar esos rasgos nuevos en la poesía peruana que
afloraron plenamente en Symbol, y que están presentes ya en los libros
anteriores de Santiváñez.
Las dos secciones siguientes tienen los
títulos: De Eucaristía a New Port, y Estudios panorámicos.
Symbol deviene plurilingüismo en
el que están juntas distintas hablas de épocas, geografías y estratos; nos dice
Silvia Goldman en SYMBOL DE ROGER SANTIVÁÑEZ: LA LETRA QUE SOBRA ES LA LETRA
QUE FALTA. Es esencia y necesario partir de la materia lingüística de esta
poesía, pues el sentido del discurso nace desde el trastrocamiento de los
signos, desde la trasplantación de sus campos semánticos. Por eso Germán
Labrador Méndez resalta lo siguiente en POUNDEMONIUM LENGUA, PODER Y FARMACIA EN SYMBOL
DE ROGER SANTIVÁÑEZ: “uno de los más herméticos libros de Roger
Santiváñez, donde el esfuerzo de concentración lingüística, de deconstrucción
de las formas, en nombre de una poesía aun así documental, adquiere tal vez
mayor intensidad y refinamiento.” Este crítico nos habla de los “ritos de
comunión para volver al origen. De la mano de los poetas románticos y de los
surrealistas. Alquimia del deseo, de los fluidos corporales, como producción de
la poesía y como apropiación del tiempo”. Esta lectura me parece importante
para entender el acercamiento a lo religioso en la poesía de Santiváñez: “lo
bello, lo triste y lo verdadero escriben su mito de duración y transcendencia
desde formas de religiosidad popular, desde cultos claramente sincréticos, como
si hubiese dioses secretos que, de cuando en cuando, vuelven”.
Luis Fernando Chueca, en SYMBOL ENTRE EL
CONVERSACIONALISMO Y EL NEOBARROCO: VIOLENCIA Y DESCENTRAMIENTO COMO DETONANTES
DE UNA RECONFIGURACIÓN EN LA ESCRITURA POÉTICA DE ROGER SANTIVÁÑEZ, enfatiza
las alusiones a la violencia presentes en el poemario anterior de Santiváñez, Homenaje para iniciados (de 1984), y
afirma, además que Symbol y Cor Cordium
(de 1995) son “los poemario del autor en que la escritura tiende más
radicalmente a la desestructuración, el descentramiento y la ‘lumpenización del
lenguaje’ preconizada por los Kloaka.”
Cierto es que en la memoria de la poesía
peruana nos han quedado presentes versos e imágenes como: “Y atraco en el
sokotroko de tu vulva” o “Abría tu Tampu-tokto de par en par y parías / el
nuevo ser soñado por los clásicos”. Por eso, y por muchos más, Symbol es uno de los grandes poemarios
que cierran el siglo XX, y que está a la altura del trabajo de César Vallejo.
José Ignacio López Soria abre la segunda
sección con DIÁLOGO CON EUCARISTÍA DE ROGER SANTIVÁÑEZ en donde hace la lectura
del simbolismo religioso presente en Eucaristía:
“desde el título, (está) poblado de términos procedentes de la cultura
religiosa. Desfilan por el poemario personajes bíblicos o de la tradición
cristiana: Dios, Adonáis, Cristo, el Señor, Adán, vírgenes, ángeles y santos y
hasta el Señor de los Temblores.” Jorge Polanco Salinas
(en EL OCÉANO TRIZADO DE ROGER SANTIVÁÑEZ), resalta algo importante (otro
enfoque a tener en cuenta) en la evolución de la poética de Santiváñez: “En
Eucaristía ya se insinuaba lo que iba a suceder en el actual libro. El acento
de algunos poemas de Amastris está puesto en el inglés debido a razones
vitales: el enfrentamiento cotidiano del autor con el idioma al haberse
trasladado a Estados Unidos. Como poeta este fenómeno es crucial. Confrontar dos
lenguas y mixturarlas es ocasionado por una experiencia del lenguaje novedosa.
En otros escritores latinoamericanos también se observa cómo se está dando
testimonio de dicho suceso.”
Al inicio de esta
breve reseña mencionamos la consagración del poeta (que señalo con la aparición
de Symbol); que, en realidad, es la
consagración de un lenguaje renovador. Sobre esto Mario Montalbetti en TAL VEZ
SEA NUESTRO MAHLER nos decía: “Tal vez Santiváñez sea nuestro Mahler. No porque
arregle sus cuitas metafísicas directamente con algún dios íntimo sino porque
su importancia se descubrirá, lamentablemente, dentro de algún tiempo.”
Efectivamente, esa consagración ya vino, ganando poco a poco el consenso. Este
libro, editado por el poeta y crítico Paul Guillén, era necesario hacía tiempo
puesto que Santiváñez no solo es un poeta con una obra consolidada, sino es el
poeta de toda una generación, en donde se halla la voz de una generación. Y lo
que hace falta en la poesía peruana son los estudios críticos, estudios serios,
y no solo los textos periodísticos o impresionistas en las cuales se ha
quedado, al parecer, la critica desde hace unas décadas.
Por ello, una
propuesta “ilícita” en la poesía peruana puede demorar en ser comprendida a
cabalidad por la crítica, como en su tiempo le sucedió a Vallejo. Montalbetti
nos dice en su lectura: “¿Qué asociaciones ilícitas? Santiváñez coloca, por
ejemplo, la palabra alisio a una palabra de distancia de la palabra Alicia pero
sin pretensiones de rima; junta la palabra corales con la palabra caracoles que
la contiene anagramáticamente; o junta el inglés almost con el piurano olmos
que le suenan, a un oído castellano, ‘olmos the same’. Lo mismo ocurre con la
yuxtaposición del quechua jatunruna con el inglés running que ahora se deshace
(o arruina) en runin; o, refiriéndose a la noche, a una noche, con la asociación
finiquita y riquifita, que debe ser la monumental condensación de una noche que
ya termina, que es delgada, que es fina, que está rica y que está fit.”
ROGER SANTIVAÑEZ Y
LABRANDA, UN POEMARIO AÉREO, LEVE, VAPOROSO Y FUERTE titula Mirko Lauer a su
ensayo. Aquí da un testimonio: “a partir de un momento, probablemente en la
lectura de Cor Cordium (1995), con los trabajos del poeta ya en su segundo
decenio me convertí, es la palabra exacta en este caso, en un fan. Empezó a
atraerme un lado canalla irreverente que su poesía en realidad siempre tuvo,
pero que para mí había vivido enterrado bajo mis propios prejuicios. Descubrir
la chunga, que al pie del altar, cualquier altar, se potencia mucho. Pero ese
misticismo contrafáctico y desbordado existía, inleído por mí, por lo menos
desde Symbol (1991).”
Para Lauer el barroco,
evidente en Symbol, llega a imponerse
del todo recién en Labranda (2008) “con
enorme fuerza y delicadeza”, su modelo permanente es Martín Adán “no solo para
sus encuentros y reencuentros con la forma culterana, para la simbología de lo
amatorio, para el manejo celosiado de la trasgresión. También para el
tratamiento de la ternura en lo infantil y lo preadolescente”. Interesante esta
lectura, en la cual halla también otras influencias como la sensualidad de José
Lezama Lima: “Piura es su Cuba.” Y finalmente afirma lo siguiente: “La lectura
de la obra reunida del poeta y este último poemario hacen pensar en algo así
como una mega-generación que parte de Adán en los años 20 y aterriza en
Santiváñez.”
Hablando de las
influencias, en estos estudios se aborda la impronta de Ezra Pound; también la
presencia de Jorge E. Eielson, Luis Hernández y Rodolfo Hinostroza.
Tenemos, por otra
parte, ensayos de José Ignacio Padilla (ROGER SANTIVÁÑEZ: ROBERTS POOL
CREPÚSCULOS), de Victoria Guerrero Peirano (en AMARANTH: LA FLOR DE SANTIVÁÑEZ
nos dice la poeta y critica que “Amaranth es el libro de la memoria y de la
ternura”). Biviana Hernández escribe UNA PALABRA EXIGÍA SU NUEVA GUITARRA:
ALGUNAS NOTAS SOBRE LA POESÍA ÚLTIMA DE ROGER SANTIVÁÑEZ, aquí resume bien la
propuesta más reciente de nuestro poeta estudiado: “Tras leer los últimos
libros de poesía del poeta peruano Roger Santiváñez (…) me parece evidente
reconocer en la utopía (de la naturaleza y del amor), no solo las isotopías más
recurrentes de esta, su poesía última, sino también las claves fundamentales
del valor que a ella le concede el poeta como motor de su ya larga y reconocida
trayectoria. Un hilo común que conecta, penetra y atraviesa estos poemarios es
la atmósfera bucólica, pastoril, de los paisajes. Una atmósfera que bien evoca
y convoca la imagen de las topofilias de Yi-Fu Tuan, cuando refiere a los
diversos modos en que el sujeto se ve afectado por la experiencia de los
lugares que habita o ha habitado.”
En otro lugar de su
estudio dice también: “Cercano al Teillier de Para ángeles y gorriones, Santiváñez parece decirnos, en esta etapa
de su trabajo poético, que en el mundo donde verdaderamente habita el poeta, la
experiencia (vital y poética, el arte y la vida) seguirá siendo la búsqueda de
lo ‘bello’”. Y transcribe unas palabras del poeta chileno que diera en una
entrevista: “Yo escribía lo que me dictaba mi verdadero yo, el que trato de
alcanzar en esta lucha entre mí mismo y mi poesía, reflejada también en mi
vida. Porque no importa ser buen o mal poeta, escribir buenos o malos versos,
sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano, luchar contra
el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos, seguir
escuchando al ruiseñor de Keats, que da alegría para siempre…”
En Góngora & Argot: Ensayos sobre
la poesía de Roger Santiváñez podemos leer, además, los importantes estudios
de Mariana Alegría (que aborda Virtú seguido de Roberts Pool Crepúsculos), de Antonio Ochoa
(estudia Virtú; “me gustaría aventurar una primera respuesta en este momento y
decir que en Virtú es el ritmo lo que
otorga el sentido”, afirma), de Paul Guillén (se encarga de New Port), de Víctor Vich quien escribe FUGAS
DE LA CULTURA EN LA POESÍA DE ROGER SANTIVÁÑEZ (con los aportes lacaneanos), de
Ulises Juan Zevallos Aguilar que titula a su estudio LITERATURA Y NECROPOLÍTICA
EN EL PERÚ DE LOS 80. EL PROYECTO IDEOLÓGICO ESTÉTICO DEL MOVIMIENTO KLOAKA.
El poeta y crítico Luis
Fernando Chueca Pontificia nos trae otro ensayo titulado VIOLENCIA POLÍTICA,
NACIÓN PERUANA Y POESÍA EN “LA GUERRA CON CHILE” DE ROGER SANTIVÁÑEZ. Paolo De
Lima publica 1984: LA VIOLENCIA POLÍTICA ESTÁ EN LIMA POUNDIANA TRASLACIÓN DE
TIEMPOS + RIMBAUDIANA OSKURIDAD EXISTENCIAL EN HOMENAJE PARA INICIADOS DE ROGER
SANTIVÁÑEZ; igualmente Victoria Guerrero Peirano nos trae otro aporte valioso, GÉNERO,
VIOLENCIA POLÍTICA Y REPRESENTACIÓN EN LA POESÍA DE ROGER SANTIVÁÑEZ: “THE XTO.
INSINUANTE” Y HOMENAJE PARA INICIADOS.
Por su parte el
poeta y crítico chileno Cristián Gómez publica ¿QUIÉN ES ROGER SANTIVÁÑEZ?:
MIGRACIONES LÍRICAS EN EL PERÚ RECIENTE. Aquí hace mención a unas ideas de José
Antonio Mazzotti, importantes para los estudios de la poesía de Santivañez y
que sustentan lo que decíamos arriba sobre la voz generacional en esta poesía:
“De acuerdo a lo que plantea José Antonio Mazzotti, la violencia verbal y
sintáctica con la que opera Santiváñez, traduce a través de distintas
mediaciones expresivas el tipo de violencia que se vivía en el Perú en la
década del ‘80. El académico y poeta peruano subraya que en Santiváñez hay una
primacía de un sujeto del habla (pero también su representación) profundamente
escindido, que pasa por distintos niveles de conciencia así como también por
diversos registros poéticos, donde, en palabras de Mazzotti, ‘la violencia
verbal y los niveles de perversidad amorosa y social han llegado a límites
nunca antes vistos en la poesía peruana’.”
Para terminar
tenemos los ensayos de Adam Joseph Shellhorse (EL SENTIDO POÉTICO Y EL GESTO
NEOBARROCO DE ROGER SANTIVÁÑEZ), de Giancarla Di Laura (UNA APROXIMACIÓN HACIA
LA POESÍA DE ROGER SANTIVÁÑEZ), de Eduardo Chirinos (LA INDIFERENCIA DE BEATRIZ
O LOS DOLORES MORALES DE SANTIVÁÑEZ) y el testimonio amical y ensayístico de Sigifredo
Alberto Burneo Sánchez titulado BÚSQUEDAS Y HALLAZGOS EN LA POESÍA DE ROGER
SANTIVÁÑEZ, en el que con nostalgia piurana dice: “Las prolongadas conversaciones
con el poeta Roger Santiváñez —en el jardín de su casa en la Urbanización Santa
Isabel, o entre las altas paredes de la casa de mis abuelos en el barrio sur, o
en las noches interminables compartidas en parques o en cantinas— terminaron
abruptamente cuando el joven poeta abandonó la tierra piurana para instalarse
en Lima.”
Vuelta al origen
(como las palabras de Sigifredo Burneo) es la poesía, y es la mirada crítica
que nos presentan estos estudios fundamentales no solo para comprender y
desentrañar la poesía Roger Santiváñez, sino también para construir un corpus
(basado en el conocimiento y el análisis) de la poesía peruana de estas últimas
décadas.