martes, 24 de marzo de 2015

Tres poemas del turco Tugrul Tanyol





Los laberintos de agosto

Los laberintos de agosto, el agua mezclada al vino
Pasamos como una sombra por el patio de tu mano
Y el sol sobre nuestras frentes,
Tus ojos que evocan los temblores de la tierra
Eran desvestidos por una lluvia fina
Este ruido, esta luz, este despertar sobresaltado
El día que gotea suavemente bajo el calor del mediodía
Entre dos palmadas
Queda encerrado en nuestros párpados.

Es de un mar lejano que hablamos
Como una ola que se estrella a tus pies
Un vasto agosto es un laberinto cuando lo dejas atrás
Y caminas hacia el bosque
El día culmina donde te detienes.

Por ejemplo tus párpados allí donde se abren de repente
Cae el telón
Y termina nuestra escena
Supongamos que es un día jamás iniciado
Que son esperanzas nunca realizadas durante nuestras pobres noches
Y una fortaleza antigua se derrumba lentamente detrás de él.

Ahora el edificio tiembla bajos golpes pesados
Las alas de mi caballo caen, las puertas se hunden
el tiempo es un sueño de largo cuello
Mientras que mis miradas golpean una lluvia de arena y vuelven
Ahora se encuentran esos pasos cadenciosos tras una vitrina
Esa larga fila de esclavos en caravana
Con sus pies salidos de un laberinto polvoriento.

Los laberintos de agosto, olores de acero y de óxido
¿Quién puede medir las heces del vino?
Y ¿cómo se puede acrecentar la soledad?
Esta bandada de pájaros sobre las rejas de la tarde
No se sabe qué noche se envolverá en ellas.

No debes rechazar así lo que has acumulado
Eres niño, la oscuridad te engañaría
Toma tus ojos y luego olvida tu voz
En el seno de una calle
En la ebriedad de un momento

Es una sonrisa roja agosto.



EL FIN DE LOS DIAS AMIGOS

Alma gitana mía, frena ya tu caballo.
No hay lugar adónde  ir desde aquí.
Cae la noche, un pájaro con alas de viento
que baja lentamente, ahora es el momento
en que se anulan los viajes.

Inclínate, mira en mi rostro
los viejos mapas trazados en mis ojos.
Esos viejos caminos salpicados de estrellas.
No queda rastro allí.
De los ríos donde acampan
caravanas largas y lentas
ni de cálidas noches de verano
de errantes ebriedades.

Es el tejido de la noche desplegándose.
La belleza femenina de la creación.
Hemos llegado al final de los días,
libres, altivos y amigos.
Cuando dormíamos bajo miles de cielos
hacíamos el amor y nos multiplicábamos.
¿Qué es este anhelo que nos devora
en habitaciones medio abiertas donde las velas se consumían?
¿Qué hora es, dónde estamos, este muro alambrado de quién es?
¿Quién es el autor de esta oscura calle,
esta mortaja blanca como la nieve, este tiempo perdido
que murió repentinamente?
Si yo lanzo una flecha y hago descender la noche
los días luminosos se arrodillarán a mis pies
con las heridas recién lavadas.
En nuestros pechos desnudos y en la rama más alta del árbol
mi corazón se abrirá con un estruendo.

Alma gitana mía, frena ya tu caballo
hemos llegado ya al final del camino.

  

CEM

(La difícil situación del poeta en Turquía es comparada con las desdichas del Príncipe Cem)

A Mehmet Mufit. 

El día se desvaneció, rojas gotas brillaban en sus márgenes.
Anduve por los erosionados jardines de la noche
Bajo una lluvia amarilla, circundado por infinitas rocas,
Los recuerdos estremecían mi corazón, el aroma cobrizo de la huida,
Mi infancia, un salón del trono, mi sultanía perdida en Bursa.
Todas las puertas cerradas, cada puerta un muro.
Al dar la vuelta, vi aquel gran espejo reflejando
La lluvia migratoria de donde emergen el ser y la nada.

El día se desvaneció, rojas gotas brillaban en sus márgenes.
A mi llegada no había puertas. El ocaso, el muelle,
Lejos de Rodas los cascos sumergidos.
A través de las separadas vigas de mi galera escuché el susurro del viento grabado
Sobre las aguas vastas de mi rostro.

Altas montañas a lo lejos, aquí, caminos escarpados,
El relincho de un caballo, sombrío olor a rosas,
Pasajes secretos bajo las ruinas del templo
Y el coro de muertos petrificados en los húmedos sótanos.
¿Quién visita esos lugares? Viajeros desprevenidos en este amanecer de primavera
Y vírgenes que caminan envueltas en mortajas blancas.

¡Un relámpago inesperado! Aparecieron las puertas
y luego se desvanecieron.
Destrucción y dolor, huida y exilio. Con el aroma cobrizo
De la soledad que emerge en el espejo del tiempo perdido,
Se forjó esta desgracia en mi rostro, este viaje desconocido,
Sentí miles de hierros candentes que quemaban mi piel.

Mi cuerpo suspendido en oscuros tragaluces
Yo mismo una víctima del sacrificio en un amanecer de primavera.
¡Una lluvia inesperada! La mitad de mi rostro ya borrado.
¡El plomo me enceguece! Estos son mis obsequios nupciales,
Un viento grave se lamenta en las cavidades desoladas.
Las cuencas desoladas de mis ojos ¿de quién es el turno ahora?
Todos mis compañeros colgados de la jarcia sumergida
de mi barco
¡Oh Mi Celal! ¡Amado Sinan!
¿A dónde va este océano? Nos hemos quedado solos
La lluvia destruye todas las puertas.

Yo, Cem, hasta ayer gobernaba la mitad de un imperio.
Mi imagen se desvaneció en las monedas que forjé
Yo padecí mil muertes, vi mi propio cadáver
Golpeando la orilla.
Caminé con sucias ristras alrededor de mi cuello (el ocaso, el muelle,
Lejos de Rodas los cascos sumergidos) y ahora
No hay lugar para mí en el mundo,
Ni un hogar, ni un palacio, ni un trono, ni un rango.
Dame tu mano, hermano mayor, déjame estar a tu lado,
Llévame adentro, estrangúlame si es necesario,
¡Parte de mí es oscuridad total, parte, una lluvia inesperada!

Los días fueron enterrados en el grito silencioso de un bosque,
En los pozos insondables de su corazón. Coraje:
La oscuridad detrás de mis ojos es una tierra perturbada Que jamás alcanzaré.

El día se desvaneció, rojas gotas brillaban en sus márgenes.
El relincho de un caballo, sombrío olor a rosas
Y a mi llegada ya no había puertas.
Habían desaparecido,
Yo, desamparado en el tiempo perdido, fui dejado por fuera.
En este frío, en esta oscuridad desolada
Estoy solo, mis manos son mi única luz.


(Traducido del turco por Neyyeré Gül Isik y Jimena Londoño)







Tugrul Tanyol nació en Estambul, Turquía, en 1953. Estudió Sociología en la Universidad de Bósforo y es profesor actualmente de la Universidad de Marmara, en Estambul. Es considerado una de las más prominentes figuras de la nueva poesía en los años 80s. Ha publicado cinco libros de poesía: Catch the Day by its Hand (1983); The Labyrinths of August (1985, Necatigil Prize); The Phoenix in the Water (1990); Chamber Music (1992); The Cold Palace of the Faithless Nymph (1995). Los cinco libros fueron recogidos en 1997 en un único volumen: Collected Poems. En 1980 Tanyol colaboró en la publicación de dos influyentes revistas de poesía: Üç Çiçek (Three Flowers) and Poetika. En 1995-1996 fue Vicepresidente de la Unión de Escritores de Turquía. Los poemas que aqui se publican pertenecen a Los laberintos de agosto y otros poemas (Madrid: Editorial Verbum, 2003).

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