Fernando de Szyszlo, por Alba Paloma Carrillo
Ha dedicado su vida a hacer lo que lo apasionó desde siempre y
hoy, a sus 87 años, lo sigue desarrollando con la misma luz de los
primeros días, claro que con mucho más a cuestas que en aquella primera
exposición en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano, allá en el
lejano 1947.
Fernando de Szyszlo puede decir que una vida
dedicada a la pintura y la escultura ha recibido reconocimiento, quizás
no el suficiente, pero sí uno que permita asegurar que su innegable
talento no ha pasado desapercibido.
Condecorado con la Orden del Sol en el grado de Gran Cruz por el
Gobierno del Perú en el año 2011 y anteriormente con la Orden de las
Artes y Letras en el grado de Caballero por la República Francesa en
1981; y por el gobierno chileno, la condecoración Bernardo O'Higgins en
el grado de Gran Oficial en 1987, entre otros; en la actualidad, el
pintor peruano no se mantiene ajeno a nada de lo que sucede en el país y
en el mundo. Siempre que opina de forma pública acerca de la coyuntura
nacional demuestra una mirada conciliadora que denota ese carácter
conscientemente abstrayente que nos hace repensar la situación, tal como
sucedió en el último proceso electoral de revocatoria acontecido en la
capital peruana.
Pero como ser humano fue golpeado directamente. En 1996 perdió a
Lorenzo en un accidente aéreo, el hijo que tuvo con la poeta Blanca
Varela, con quien estuvo casado muchos años. Después de tan doloroso
acontecimiento, no volvió a ser el mismo. Al respecto, dijo alguna vez
que “la muerte de un hijo es un escándalo, es contra natura”. Y así fue.
Szyszlo se dedicó a su arte y sintió que así pudo menguar el dolor. Su
pintura de esos días, no es tan fuerte a los ojos como en el pecho.
La última vez que los limeños pudimos apreciar una retrospectiva de
su obra fue en el año 2011, en el Museo de Arte de Lima. Para esa
oportunidad habían logrado reunir un gran número de sus pinturas y
estuvieron expuestas por aproximadamente tres meses. Los que asistimos a
apreciar dicha exposición, considero, no volvimos a ser los mismos.
Hoy,
Fernando de Szyszlo responde para
LUNES, breve pero preciso, como siempre ha sido.
-¿Con la premisa de que la expresión artística surge mayormente en la tristeza, usted ha pintado en felicidad?
-Ninguna de las dos creo yo, no he tenido en cuenta ninguna de las
dos cosas de forma específica, ni la tristeza ni la felicidad. Pintar es
una cosa muy complicada mediante la cual uno convierte en colores, en
materia palpable, los sentimientos. Ellos pueden ser de alegría, de
tristeza, de nostalgia, etcétera. Para mí lo que prima es esa
metamorfosis de pasar de una cosa espiritual a una cosa física.
-¿Existe alguna sensación o llamado corporal que le avisa que es hora de pintar?
-Ninguna. Cuando me levanto, todos los días es como un trabajo.
-¿Qué color es el que más identifica su obra?
-Es por épocas creo yo, en general ahora me siento mucho más cercano al color negro y al rojo.
-¿A qué le atribuye la presencia de esos colores?
-Es muy difícil definirlo, es una cosa hasta genética que tiene que
ver con mi cultura, con la infancia que viví, con cosas muy abstractas,
muy espirituales, que no tienen que ver con el color en sí mismo, sino
con sentimientos.
-¿En qué etapa de su vida el amor ha estado más presente en su obra?
-En toda etapa, no hay etapa en mi vida y mi pintura en la que el amor no haya estado presente de una manera u otra.
-¿Cuál cree que debe ser esa habilidad,
talento, marca, o ese llamado “algo” que debe tener todo pintor para
hacerse un “gran pintor”?
-Qué decirte, desgraciadamente no es muy democrático ni depende de
nosotros. La marca es el talento, lo segundo es la fidelidad a ese
talento, la entrega a esa vocación lo cual es difícil entender pero así
es. Pintar es un ejercicio que, el que lo hace, no está muy seguro que
va por buen camino, de que vale algo como artista, es decir, no es como
una ciencia de la cual podemos asumir que realizando un proceso
arribaremos a un resultado y que éste será palpable. La historia del
arte está llena de relatos en los que, para una época específica,
hubieron pintores que se supusieron grandes y la historia casi los ha
olvidado, y otros que en su época se suponían obscuros y discretos
terminaron surgiendo como grandes maestros para el tiempo. Es solo el
tiempo, es la historia la lo dice, no hay manera de medirlo.
-¿Cómo artistas latinoamericanos nos diferenciaría la lucha histórica que ha habido por tantos años por nuestra identidad?
-Esa es una cosa que está vinculada directamente con nuestras
circunstancias, es sobre lo que Ortega y Gasset decía “yo soy yo y mis
circunstancias”. Mi esencia personal y mi identidad están vinculadas a
ello. Si mi circunstancia es diferente, y eso no solo incluye la
geografía, el clima, sino también historia y nuestra herencia cultural,
todo aquello modificará la identidad artística de una persona. Si una
obra es buena debería de alguna manera mostrar esa circunstancia que
atraviesa al artista, esos orígenes. La historia del arte lo puede
probar; para nosotros resulta muy fácil identificar a Goya o a Picasso
como españoles y a Chardin o Delacroix como franceses.
-¿Qué sucede en el Perú y en Latinoamérica? ¿Por qué
cada vez que enfrentamos diferencias políticas aparece este fantasma del
racismo?
-Eso es inevitable en países que son nuevos, es decir que tenían su
cultura y vino otra cultura y los avasalló. Pensemos que es natural que
tome tiempo superar esta situación, para la historia cuatro siglos no es
nada. Los griegos de ahora se identifican con Grecia pero ya les queda
poco de los griegos de antes, porque se identifican con la mezcla de
Grecia, de Turquía, de los árabes, etcétera. Entonces es imposible que
en poco tiempo, digo poco tiempo porque para la historia cuatrocientos
años es poco, se supere una situación tan violenta, algo tan fuerte
como el choque de la civilización occidental con las civilizaciones
precolombinas.
-¿La pintura reflejaría el momento político en que vivimos?
-En la manera como refleja las circunstancias, pero no creo que
directamente. Es decir, los marxistas hablaron mucho del Realismo
Socialista y esas cosas, pero éstas no produjeron muy buena pintura,
produjeron buenas ilustraciones seguramente, pero no buena pintura. Su
pintura apoyó a la causa marxista pero eso no tiene nada que ver con
hacer buena pintura. Una situación diferente, el
Guernica de
Picasso es un cuadro en el que la temática es muy importante, el
bombardeo de Guernica por los fascistas como tópico es significativo,
pero lo que hizo Picasso con ello fue otra cosa, él supo sacar de esa
circunstancia o tema toda una obra maestra, eso no es fácil.
-¿El desarrollo de las artes plásticas en el país tiene una buena perspectiva?
-Imagino que sí. Es inevitable que ahora que las cosas van cambiando
de a poco, ahora que los pintores pueden vivir de la pintura, la pintura
pueda ir desarrollándose, mejorando la producción en el Perú, que en el
siglo XIX y al principio del XX era muy pobre.
-¿Entonces mucho tiene que ver la retribución que se recibe a cambio?
-Exacto, hay tantos factores pero ese es uno de ellos.
El crédito de la entrevista le corresponde a
Revista Lunes /
La Vaca Mariposa Editora.
http://www.revistalunes.com/index.php/fernando-de-szyszlo
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