jueves, 15 de agosto de 2013

MINIFICCIONES DEL ESCRITOR ESPAÑOL ATILANO SEVILLANO



GÉNERO NEGRO
Llegó de madrugada en un expreso, enseguida abandonó la estación y se internó en la gran ciudad. Frío, calculador, cultivó la paciencia. Decoró sus habitaciones con los retratos de las sombras de sus perseguidores. Nunca se lamentó de haber conocido a la pelirroja aquella ni de su mala suerte o de su falta de pericia.
Pasaron los años, y ya viejo y resacoso, hizo un flash–back, pero se había olvidado del villano traidor a quien tenía que disparar. A la postre nunca  abandonó la  ciudad.

(SIN TÍTULO)
Cuando desperté la tele seguía zumbando. La periodista daba la noticia de un crimen. Era mi barrio, en mi calle y en mi mismo  bloque de viviendas. Cuando salí de mi cuarto oí voces y vi mucha sangre.

PALABRAS EN ACCIÓN
Le descerrajan diez tiros a bocajarro. Se va desvaneciendo minuto a minuto. En el suelo yace una novela negra recién escrita.

FUGA
El cadáver yacía en posición decúbito supino, al pie de uno de los estantes de la biblioteca. Junto a su cabeza se halló, aunque cueste creerlo,  un grueso libro con todas las hojas en blanco. El  comisario  tuvo que remover la montaña de palabras que sepultaban  el cuerpo.

EL REVÓLVER
Sus fantasmas danzaban alrededor de la cama. Se vio como un mero actor secundario. Empuñó el revólver y entonces supo que el disparo, con suerte, lo alcanzaría.

ASESINO A SUELDO
Yo, señor, no soy malo, pero desde niño he querido ser un asesino a sueldo. Ahora ya adulto nada ha modificado en absoluto mi  estrafalaria vocación.
Soy un hombre de aspecto tranquilo, delicado, tímido y silencioso. Naturalmente, jamás he matado a nadie. A la espera de cualquier encargo paso gran parte del tiempo dedicado a proyectar despiadados homicidios en un tramado y estudiado calculo de encuentros.
Al fin, hoy he recibido la llamada telefónica, acuerdo los términos en aquel tugurio y me meto en la piel de un asesino a sueldo. Doblo la esquina con la seguridad de que allí se encuentra la víctima señalada. Puesto que no sucede nada, avivo el paso y corro aunque la cosa pareciera anómala. No alcanzo a entender e intento persuadirme de que la víctima no soy yo. Acaricio el arma y me asalta la duda de si se trata de un juego de rol o si mi tiempo ha concluido...
Pero como le decía, señor juez, lamento no poder complacerle en cuanto a aquella muerte, pues, nada puedo añadir  aquí a lo ya contado.

            Del libro inédito Minificciones

Atilano Sevillano [Argusino de Sayago, Zamora (España), 1954]. Ha cursado estudios de Filosofía y Letras (Salamanca) y es licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (Valladolid). Doctor en Filología Hispánica (Barcelona-Navarra), ejerce su actividad docente como profesor de Lengua y Literatura. Fundó  y codirigió la revista salmantina Aljaba. Papeles literarios (1978). Colabora en diversas revistas literarias y además es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía (Capítulo de Barcelona-España). Es coautor del libro de texto Literatura española y universal (1999).
Tiene publicados dos poemarios: Presencia indebida (1999), que lleva prólogo del poeta zamorano Claudio Rodríguez y  Hojas volanderas (2008), con prólogo del profesor de la Universidad de Valladolid, Javier García Rodríguez. Con De los derroteros de la palabra (2010) -prologado por el profesor y crítico literario Nicolás Miñambres-  el autor se interna en el mundo de los microrrelatos. Y tiene inédito un  nuevo libro, Minificciones.  E-mail asevillano.ber@gmail.com

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