Esta notable antología de Miguel Ángel Zapata, “Ensayo sobre la rosa (Poesía selecta: 1983-2008)”, contiene un penetrante prólogo de Miguel Gomes, del que queremos citar el comienzo por la acertada síntesis valorativa que ofrece: “Desde “Partida y ausencia” (1984) la obra de Miguel Ángel Zapata (Piura, 1955) ha ido convirtiéndose en un muestrario de la lírica peruana posterior al conversacionalismo dominante en los años sesenta: naturalidad sin clichés “posmodernos”, mesura expresiva sin anquilosamientos ni rigideces neoacadémicas y una continua perspectiva irónica, donde la ligereza jamás impide una densa captación de lo real. Esas tendencias, ya perfiladas en libros como “Poemas para violín y orquesta” (1991), se han intensificado desde “Lumbre de la letra” (1997), donde el autor articula definitivamente un lenguaje muy personal que ha desarrollado en varios títulos, entre los que se cuentan “Escribir bajo el polvo” (2000), “El cielo que me escribe” (2002 y 2005), “Cuervos” (2003) y “Un pino me habla de la lluvia” (2007)” (p. 9).
Radicado desde muy joven en Estados Unidos, junto con su decantada escritura poética, Zapata viene desplegando, incansable, desde hace dos décadas, una significativa labor como gestor de simposios, volúmenes colectivos, números monográficos de revistas (además de dirigir una revista de la neoyorquina Hofstra University) y antologías dedicadas a la poesía hispanoamericana contemporánea. Pocos poetas peruanos poseen una familiaridad tan estrecha con los aportes creadores de nuestra lírica actual, lo cual redunda en un diálogo muy expresivo entre sus poemas y las corrientes poéticas en curso. Resulta notable cómo actualiza la imagen del “cuervo anacoreta”, el que llevaba pan para alimentar al ermitaño San Pablo, y que llevó dos panes el día que lo visitó San Antonio Abad.
Precisamente, la proyección internacional de Zapata ha generado que el reconocimiento de su obra poética se haya dado primero en panoramas y antologías a cargo de renombrados poetas y críticos extranjeros: el chileno Óscar Hahn; el colombiano Álvaro Mutis; los mexicanos José Emilio Pacheco y Víctor Manuel Mendiola, este autor de la antología de la poesía peruana última titulada “La mitad del cuerpo sonríe”; el uruguayo Eduardo Espina, quien recientemente nos entregó la selección “Festivas formas (Poesía peruana contemporánea)”. Además, ha sido traducido al inglés, francés, polaco, italiano y portugués.
Una prueba elocuente del interés internacional es que la Universidad de Carabobo (Valencia, Venezuela) publicó una muestra de su obra: “Los canales de piedra (Antología mínima)” (2008). Como esa antología personal no ha circulado en nuestro país, con buen criterio la Universidad de San Martín de Porres acaba de editar este “Ensayo sobre la rosa”, que facilitará que se aprecie como es debido a Zapata en el Perú.
Resaltemos aquí que la mirada peruana puede descubrir referencias locales que se les escapan a los lectores extranjeros. Por ejemplo, el poema “El paso” (comentado por el prologuista Miguel Gomes) contrapone el poblado en la frontera mexicano-estadounidense a Lima, con su río hablador (Rímac) y ese viejo puente celebrados por Chabuca Granda: “Aquí hay un puente al revés y un río que no habla”. (p. 22).
Fuente: El Comercio
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