domingo, 27 de abril de 2008

CONTRAMANO: PRIMER LIBRO BINACIONAL DE POESÍA CONTEMPORÁNEA: CARRIÓN - MEDO

CONTRAMANO*

Por Luis Fernando Chueca


Frente al desconcierto, ¿qué escribir? Los últimos años han ahondado la sensación de un espacio poético en que todo lo posible parece ya probado hasta el cansancio. Esa es, al menos, la sospecha más común. Entre la repetición y el reciclaje, o en el interminable regodeo en las voces que dieron y dijeron ya lo suyo, mucha poesía alimenta una cierta impresión de agotamiento.

Y sin embargo, ante quienes se aprestan a declarar la caducidad de un género ya sin vigencia (eso dicen) en este prontamente aletargado siglo XXI, hay aún proyectos que se inscriben como agudas incisiones en la crisis, y beben, desde ella, su fuerza para establecer la radicalidad y la potencia de su palabra.

Es el caso de propuestas como las del ecuatoriano Ernesto Carrión y el peruano Maurizio Medo, quienes desde dos coordenadas diferentes del gran territorio de la lengua, coinciden en establecer su voz como afilada punta sobre la manta del desierto. Así, en un escenario sin certezas (ni vitales ni verbales) y entre las apologías que quisieran consagrar la absoluta imposibilidad, procuran hacer de la escritura la manera de responder a la incertidumbre. Pero no para decretar una nueva verdad o un camino único e inequívoco, sino para alertar la permanente necesidad de la búsqueda. Para afirmar, eso sí, que solo una palabra que se atreva a hundirse en los pliegues del más feroz desconcierto podrá entregar verdadera poesía: aquella que estremezca y sea capaz de provocar en el lector una nueva manera de mirar.

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CAJA NEGRA
(POÉTICA TEMPORAL)

Ernesto Carrión

Si morir es una batalla horizontal, la poesía es una caja negra vertical sobre la página en blanco. Lo que sospecho del desierto. Lepra creadora que logra manejar los artificios y soltarme en la oscuridad absoluta. Energía incontrolable en la boca del ojo. Responsabilidad ética y estética, desde el verso más bondadoso hasta el malditismo puro. Quién no tiene nada que decir, quien se encuentra en calma con la realidad impuesta en sus primeros planos, no escribe. O al menos no posee nada diferente, a lo que hemos visto ya, para contarnos. Cuando la realidad se vuelve soportable, decía Cioran, todo poeta es un monstruo. Entonces toda poesía tiene la responsabilidad de desplegarse hacia el desciframiento del mundo y de uno mismo (que puede ser –amén de Caín- todos los hombres del mundo), aunque quede el autor en entredicho, por los retazos con los que proponga se teja la realidad.

Debo decir que, particularmente, dos preguntas me han inquietado desde hace más de diez años que llevo en este ejercicio inútil: a) ¿Por qué no es susceptible a ninguna definición total o rigurosa la Poesía? Y b) ¿De qué sustancia está hecha que a pesar de su inutilidad sigue moviéndose entre nosotros? Lo único que he llegado a entender es que el mismo hecho de que no desaparezca la poesía, a pesar de los giros continuos en la historia (desde la política, la economía, la ciencia, la religión hasta las nuevas formas de agrupación y desacato social), la convierte en una reafirmación absoluta de lo que somos. La verdadera Poesía, aquella que nace desde el conflicto con la realidad, aquella que busca desesperadamente planteamientos nuevos para quien la realiza, como para el resto de la humanidad, es aquella que pierde el miedo a ser lo que es: esencia de la nada parecida al hombre. Búsqueda incesante sin mayores hallazgos. Viaje que nos mantiene en vigilia pero que al mismo tiempo nos condena a la elaboración de otros mundos. Otra muerte incompleta (materia primitiva dixit) mientras contemplamos cómo se apaga el camino tomado. Como el rostro del autor desaparece, para fundar comunidades nuevas.


POÉTICA

Maurizio Medo

Alguna vez conversaba con Eduardo Milán sobre un pensamiento de Ibn Harabi. El sufí hablaba (en referencia al plano mesocósmico) de “un lugar que no tiene dónde y que transcurre sin cuándo pero que, en revancha, contiene todos los lugares y todos los tiempos”. Creo que la construcción de este (no) lugar es en el que me he empeñado obcecadamente a lo largo de estos veinte años (que es nada) de oficio poético, “éste que no es mío” (Gelman). Desde que escribí la primera línea, a éstas que hoy entrego, las circunstancias parecían decir que cada día sería el último: la reunificación de Alemania, la desaparición del imperio soviético, la consolidación de la UE, el gigantesco problema de las relaciones con el Islam, el terrorismo generalizado como frente de conflicto, el ataque químico a Halabja, la invasión de Kuwait, la Guerra del Golfo, la de Bosnia Los levantamientos indígenas en Bolivia y Ecuador, la barbarie terrorista en el Perú, el arachazo, la “globalización contra-hegemónica”… Poco tiempo después: la aparición de la Web, la masificación de la Internet, Afganistán, Al qaeda, el 11 de setiembre, el calentamiento global etc., etc. Quizás las circunstancias históricas me sigan diciendo lo mismo (“hoy es el último…”) y al ser su testigo “todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre”, (otra vez Gelman).

Comencé a escribir bajo los escombros del Muro de Berlín, seguí bajo los del Word Trade Center y, quizá ahora lo haga bajo los de la literatura (tal como se concebía en el siglo XIX) pero aquí “estamos”.

La escritura es resistir (el mayor talento) y, simultáneamente, afirmar que hoy hubo aún otro día (con sus fragmentos se levanta este texto) y también una utopía: creer que las palabras (sombras de un hecho) podrán formar parte de un futuro testamento.


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DOS POEMAS

1.


Del conjuro de los viejos amanuenses
heredamos estos fósiles
(un chancho un perro y la ballena)
Del arca sólo el mascarón de proa
y cientos de astillas del bauprés

Heredamos la alucinación de estar
al pie del extramuro, ansiosos
por volver de la locura y medir
en cinco los metros que perdió
el poema en la realidad

Abajo, como en un filme de sci fi,
sus fantasmas cautivos en escolios,
no ven el esfuerzo de la miss
por aprender al detalle en qué sala
el grito bautismal, a qué edad de
extremaunción, si hubo ahí o no

¿Fatalidad es con mayúsculas?
¿Dijo extrema qué?
¿Bautismal con v o b?

Los niños tampoco ven

Ella alucina con Vallejo en rúbea desolación,
atrás Eielson azul erídano
en el crepúsculo de Adán

Los niños entre cartularios y añalejos preguntan
qué escritura entre las piezas del museo:

la piedra alada y un círculo de huesos
son representaciones no las cosas que debimos heredar

De los viejos amanuenses lecciones de poesía
bien aprendidas para el examen bimestral

Nada de sus gestos que escaran
en la niebla, amarga hiel

Nada de sus soledades extraviadas
en catres de burdel.

Del conjuro apenas algunas
partituras sin saber
cómo se debían de cantar

(Maurizio Medo)



ø

esto que se abre sobre ti, ahora es el cielo. Podría pensarse es un cuerpo, con intenciones de instaurarse, entre el zarpazo del ojo y tu hoja tendida 0.25 de grama testaruda. Pero esto es una choza nipona donde aparece tu madre, de sólo 30 años, sollozando. El temblor de su silencio rayando las paredes/ formando rostros en las manchas de la losa. Su abrazo como un mantel enorme encendiendo tu fuego. Cerrándote en su torno. Cobrando un sentido extraño, pero completo, en todas las erupciones de lo confesado. Días hirviendo su acero sobre los párpados ávidos de cordeles. La piel trabada en los labios, moviéndose a la sombra.


(Ernesto Carrión)


* Contramano: título de este libro binacional de poesía contemporánea de los poetas Maurizio Medo y Ernesto Carrión (Perú y Ecuador, respectivamente); publicado por el Consulado General del Perú en Guayaquil, conmemorando el décimo aniversario de los acuerdos de paz entre ambas naciones.

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