Liudmyla Diadchenko (1988). Poeta, ha sido vicepresidente de la Asociación Ucraniana de Escritores; miembro de la organización de rating de la literatura ucraniana “Libro del Año”; Doctora en filología (Teoría de la literatura) y estudiosa de la mithopoesis y la hermenéutica, entre otros temas.
Autora de los libros Cuota de entrada (2011), Una gallina para el turco (2017), Kedem (2021), este último laureado con el premio germano-ucraniano “Olecia Gonchara” (2017) y en el concurso literario “Poesía a la sombra del granado” de la Asociación de la diáspora de Azerbaiyán (2018). Lіudmyla Diadchenko es miembro de la Unión de escritores de los pueblos del mundo en Kazajistán. Ha participado en el Festival Internacional de Poesía y Literatura de Estambul (Turquía 2017 y 2019); Festival Noches de Sapanca (Turquía, 2018); VI Festival de poesía de Sidi Bou Said (Túnez, 2019) y en el Festival Internacional de Poesía “Fikret Demir” (Chipre, 2019), 30 ° Festival Internacional de poesía de Medellín (Colombia, 2020), I Festival Internacional de Poesía y Literatura de Kahramanmarash (Turquía, 2020). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, árabe, еspañol, bosnio, chino, croata, georgiano, ruso, azerbaiyano y turco. Vive y trabaja en Ucrania (Kyiv).
Traducciones de Tallulah Flores
*
¿qué quedará de ti? ¿hojas marchitas y este par de pieles
que te quitaste como una serpiente? ¿tallos de ajenjo muertos?
¿brotes de ambrosia? los dioses griegos gustaban de esta hierba
pero la carne de los dioses es el veneno de la mujer los dioses no somos nosotros
el néctar produce alergia (como chador he ahí la mascarilla quirúrgica)
y las hojas muertas hacen ruido en noches de delirio
¿qué quedará de mí? Antes, te despojaste de todo
y la travesura de la sota de corazones frente a eso es una parodia juvenil,
mientras que nos preguntamos ¿qué nos queda?: símbolos, recuerdos o solo mentiras?
de jesús —la cruz, de van gogh —los girasoles, de hugo —quasimodo
y del mundo —los huesos de todos aquellos que fueron conducidos por Dios
a la aventura de esta tierra bajo el cielo.
*
Aquí, desde estas latitudes que son tu norte,
Estrechando el horizonte de ocasos dorados,
Como sardina en lata, desvelada por más de uno
(al observar nuestras piernas, nuestra longitud común)
Leo signo a signo las claves del horóscopo:
En general, nada cambia los fines de semana.
Sería más fácil consultar a las estrellas, a esa alegría
Tan suya que abruptamente
Colma la habitación, y a los vecinos cercanos.
¿Qué hay de mi desierto? ¿Se ha secado la arena?
Atravesarlo no es nada del otro mundo para ellas.
Así que aquí, después de interferir tus relaciones, cualquiera que ellas sean,
Las palomas vuelan hacia el cielo como una oración a Dios.
*
Julio me dejó unas cuantas tormentas magnéticas,
Tú me dejaste una que otra neurosis nueva.
Estoy amasando agosto para que crezca todo.
Amaso la estancia respondiendo a las huellas y tomando extraños cursos.
Para leer recetas y la alegría de hornear un poco.
Este es mi interior, mi verdad palpable.
Todo barján es modelado por vientos solitarios,
Pero la arena es la misma, el desierto es el mismo, plenos de temor.
Tan sólo levanta algunos escarabajos, chacales o cualquier otro compañero
Y despréndete de tu indecorosa compasión.
Deja que tu agosto triunfe por completo,
Y haz que tus dedos se embadurnen como lo hicieron los caquis.
*
Un libro de Kafka corrobora el absurdo de los últimos quince días.
Unas copas de vino corroboran la fiesta de la última noche.
Es un tanto difícil mirar de frente la verdad o las fantasías de los escritores.
Y nuestra historia es como una manta arrugada con los primeros rayos del sol.
"¡Por el futuro!", dices levantando la mano y haciendo una venia a la ventana,
Dispuesta frente a las plazas y a los cuerpos elípticos, silenciosos.
Ni las radiografías podrían mostrar esta irritante razón tan prolongada,
¿Por qué el alma tiene los pelos de punta? Si eres inteligente, lo descifrarás.
¿Y qué necesitan? ¿Por qué no reposan en las ventanas o en las mantas?
¿Y por qué se ocultan entre los remos en quietud en medio de la niebla?
Las perspectivas vuelan desde los ojos como de las manos un pájaro hambriento.
Entonces mañana ya no habrá silencio, no, Kafka, ya no habrá pájaros.
*
Ikebana son las grullas que emigran hacia tierras y arenas extrañas.
Cuando se cuelgan sobre mi mesa, conquistan mi corazón.
¿Qué beneficios tendrán? Como se les enseñó a los patos, ellas saludan,
Mientras afuera, una calle sumisa besa los talones de alguien.
Un final de otoño, querida, trae virus, tos y un cielo amargo,
Frotando sarcásticamente mi nariz en el manojo de errores cometidos alguna vez.
Un pato morderá una estrella en medio de la noche y compartirá la presa
con algún joven,
Volará hacia el este cubriendo apenas su rostro con un chador.
Sucumbo a mi camino y soy devoto como todo vagabundo.
Dos maletas, traslados nocturnos, una taza de té barato sin azúcar.
Hay una grulla en el cielo. ¿Puedes ver? Puedes preguntarte esto...
¡Saluda a la grulla! ¡Deséale "Buen viaje"! ¡Madura!
*
La matemática no tiene esperanza. La lógica es desayuno luctuoso.
El cereal de alguien se enfría.
El espacio es tan libre que incluso engañando
Nadie tomará la iniciativa ni se asustará ante las penas de prisión.
Aunque fragmentos de este cielo se fijen a la ventana,
Las moscas y las hadas pasarán sin problemas a través de los marcos,
Y el eco, afirmando la buena acústica del dormitorio
Sin ninguna resistencia, seguirá deambulando por allí.
Son las ocho y veinte. Un infinito pródigo de arenas y de olas.
No permite enfocar el drama de la vida eterna.
Tu lengua materna te compromete: un "cuco" asustado se escapa,
Esta fue la primera palabra pronunciada por Adán.
*
Capitán, ¡veo tierra donde desembarcar!
Hay una ciudad con murallas pero sin torre,
Donde los pavos reales desfilan al mediodía,
Donde los arcángeles miran desde los rascacielos en reposo,
Y comparan los acontecimientos con las aplicaciones de la tabet
Hundiéndose felizmente en el dióxido de carbono... Capitán,
¡Esta capital me sumerge hasta el fondo!
¿Se me ha volado el sombrero o me estoy volviendo loco?
Hastiado por lo visto a través del telescopio,
Ahogado por la tristeza agarrando mi garganta
Capitán, dé una orden
Me bajaré del barco.
Capitán,
Permítame bajar.
Lo que deseo es la tierra.
*
Uno al lado del otro con los genios. Aquí
Se encuentran. ¡Solo frota una tetera eléctrica!
Tienes mis números. Si lo deseas, llámame
O pasa la noche aquí, no hay problema.
Las amas de casa tienen ollas y otras cacerolas.
Pero yo tengo algunos arenques, agua y tengo al genio
Empacando mi dote en la maleta,
Pero le hace falta tiempo. ¿Cómo podría arreglárselas solo?
Sin separar los calcetines, al principio,
Por lo que todo quedará en manos del destino.
"Ábrete Sésamo", dirás, mientras me abandonas
Y serás observado por mis genios.
Traducciones de un traductor de Venezuela
***
mi capitán, ya el ancla tocó fondo y
ante los ojos se levanta una ciudad
sin torres, amurallada. durante el día
sus lugareños redoblan con tambores
marchas en fastuosos desfiles.
y arriba en lo oculto, desde sus edificios
vigilan arcángeles para que todo obedezca
a las normas escritas en las tablas.
desde el dióxido de carbón
el rostro hundido emerge.
capitán, esta ciudad tan hondo me carcome,
me arrebata el sombrero, arranca los techos.
agotado de todo lo visto detengo la mirada,
en mi catalejos veo la tristeza jadear asfixiada
por unas manos.
capitán, quiero bajar, dé la orden,
permítame quedarme en esta orilla.
***
tengo un asno —arrímale heno, dale zanahorias–, que no se le ocurra pensar,
porque a su lado se extiende un país tan posible como todos los rumbos en
los que cabemos tú y yo.
haz dos atados con ese manjar de nueces,
en la sombra eleva una oración al sol.
decídete a elegir una ruta
y si aquí has llegado a querer a alguien,
no le mires –bien sea Caín o bien Abel–, definitivamente
no hay milagros. sólo existe este camino que se extiende
ante los ojos.
ya el asno se tragó su zanahoria.
elevo mi voz, grito y sólo el polvo y la arena me responden.
emprendo el viaje junto a ti,
ya veremos –mientras vamos–, si al menos Dios
no nos ha olvidado
***
aquí.
comprimiendo el horizonte hasta tus latitudes norte,
donde el otoño es ahora dorado.
acomodados como sardinas en la estrecha lata –y justo es decir que vistas desde acá,
nuestras piernas tienen una longitud común–, y
los horóscopos en los periódicos, por cierto,
son iguales para todos en cualquier día de la semana –sus páginas raídas…
es más fácil consultarle a las estrellas: con sus jugosas sonrisas
que inundan la habitación –inclusive la de abajo.
¿cómo seguirá allá mi desierto? ¿se habrán resecado sus arenas?
se han colado hacia la tierra –sus perspectivas son de un tímido optimismo.
Aquí estoy. contigo y tus alas recogidas,
mientras en el cielo las palomas las extienden,
como elevando en silencio una plegaria
***
cruzar Venecia –no por su lado más hondo–,
sino a lo largo,
de arriba a abajo. recogiendo sueños, tropezando góndolas;
es un territorio en el que no se ve adónde ni desde dónde
han caído esas lluvias
ahora es invierno en tus tierras
tienes frío. se oculta la madriguera en la arena
y es evidente que su clima es cambiante como en las mujeres
es hora de encender las fogatas
y navegar con buen viento hasta la orilla
¿acaso no conocen el invierno sureño y el frío metido entre las uñas?
aquí están las máscaras de mi carnaval… nada ha servido para acercarme
ni un gramo más a ti; voy a las redes bajo el agua
los gondoleros te hacen señas y tu los llamas “barqueros”
***
codo a codo con los genios. los hay por aquí –frota
la tetera eléctrica y verás.
mis números están anotados –si quieres llama–
y así, casualmente, te quedas esta noche.
las ollas y los calderos se fueron con los dueños–
hay arenques agua y ginebra
mi dote cabe en una maleta,
a él no le dará tiempo porque él empaca solo.
no vayas a dejar tirados tus calcetines,
al final –será lo que el destino quiera.
ring-ring suena la puerta y tu susurras: “abre”.
así te traerán mis genios
***
fobia a los números. el coro de mulas
de la posta sordamente oprime el borde
de mi angustia
tú escribirás de cómo las cigüeñas elevan plegarias
con sus picos, yo escribiré acerca de las Baba-Yagás
–esas nada fáciles hechiceras–
fobia a esas cifras que mañana colgarán sus neblinas:
encalladas en este tiempo que pretende ser vida
en silencio observo –juntas la manada y yo nos asustamos–
tiendo sobre la cama mi camisón de lino y lo visto
y para que todo se torne más horrible agrego un grito
y así aceptar el humilde nido de los años furiosos.
sobre la ventana desmenuzo migajas a las aves:
tengo fe que en la mañana me despierte su respuesta
***
en medio de la noche. páginas. ni risas
ni pecado. sólo un despojo polvoriento.
toma del camino mis golondrinas
duelen sus picos y sus alas de tanto cielo.
el hecho es que el radio del vacío rebasa
cada día los límites permitidos
por eso el viento ha soltado la nieve antes
que el fuego –con su humo.
tu que atesoras cada carta con todos sus detalles,
que has sabido ser fiel hasta la tumba,
cuida mis golondrinas –vendrá la primavera– entonces,
regrésalas todas de vuelta a su camino
***
carruseles, caramelos mecidos por el viento
–venid hasta mí.
por estos lados cuidar de uno mismo no es de gran ayuda
y lo más horrible es que ni la fe en el destino sirve para nada,
aquí lo que más falta hace es tiempo que al menos salva
tanto a buenos como a malos.
como esos carruseles con sus caballos de plástico,
seguimos adelante –reunir recuerdos será más difícil
que a un perro sus pulgas.
vendrán tiempos de máscaras /alimento/graznidos de gaviotas /ladridos/
maullidos. Esto –a bien decir– no es poco y, tampoco demasiado.
es la vida tuya, lugares que viste y que cambiaste
porque no te quisieron
1 comentario:
me gusta su manera de decir con palabras sencillas la complejidad del amor y del deseo a veces divino a veces humano
Publicar un comentario