La
ventana y once poemas (Cuadrivio, 2014) de Miguel Ángel Zapata es un libro que ofrece un tipo
de placer poco usual en una escena poética contemporánea que se caracteriza por
su propensión a desafiar o desconcertar al lector. En este libro, al contrario,
la palabra poética conduce a un estado de serenidad y de comunión. El
trasmitir una sensación de tranquilidad y plenitud se debe tanto a un trabajo interior del
autor, como a un profundo trabajo formal, que implica escoger o, mejor dicho,
pulir la expresión más diáfana y precisa.
En efecto, para fundirse con lo circundante hay que educar todos los
sentidos, particularmente la mirada, pero también domeñar la palabra. Y Zapata posee un depurado oficio
literario que, sin embargo, no pretende manifestarse en malabares o en monumentos
al lenguaje, sino en una rara, límpida y reveladora sencillez. La ventana…
es una selección de poemas, que incluye desde estampas oníricas hasta
refulgentes imágenes cotidianas, escenas familiares o elucubraciones sobre el
arte poético. Igualmente, es un libro donde hay una transición suave y virtuosa
entre el poema en prosa y el verso. De hecho, Zapata acude con frecuencia al
poema en prosa y disfraza su escritura de un ánimo descriptivo y aparentemente
llano, debajo del cual se va forjando una resolución poética deslumbrante.
Zapata utiliza el motivo de la ventana
en su libro y parece evidente por qué: el autor busca restituir la poesía como
ventana que permite pasar de la realidad ordinara a otras realidades que, muy
seguido, habitan inadvertidamente a nuestro alrededor. En esta ventana hay muchas vistas, pero vale
la pena concentrarse en tres: la vista al paisaje físico, al acto creativo y al
mundo animal. Por un lado, la transfiguración del paisaje: en el libro abundan
las visiones y celebraciones del paisaje y hay un tono esperanzado y agradecido
con el mundo. Se pasa de la postal a la
hierofanía, cuando la conciencia y la palabra aguzada del poeta advierten la
irrupción de lo sagrado en el hecho más cotidiano. Otra de las vistas de la
ventana de Zapata es el conocimiento creativo y muchos de sus poemas exploran
la vía de un conocimiento intuitivo, no argumentativo, guiado por el
razonamiento analógico, más que por el lógico y realizan una descripción
precisa de ese instante propicio y escaso que es la inspiración. Finalmente, en
las vistas de Zapata hay un enfoque privilegiado al mundo animal: en esta
zoología que comprende loros, gatas, canarios, cuervas e iguanas se alternan la
ternura y apertura hacia los otros seres y, sobre todo, un sentimiento exultante
de comunicación universal. En suma, ver muchachas ejercitándose, evocar una
comida o un paseo placenteros, elogiar una mascota, escuchar una pieza musical
son formas de celebración que proliferan en esta poesía y que se hacen
extensivas al lector. El que esta
alegría se trasmita de la manera más pura posible es el mérito, y no menor, de
la palabra lenitiva de Zapata.
Armando González Torres (México, D.F.,
1964) Poeta y ensayista mexicano. Estudió en El colegio de México. Colabora en
numerosas revistas y suplementos. Es autor de los libros de poesía La
conversación ortodoxa (Aldus, 1996), La sed de los cadáveres (Daga, 1999) y Los
días prolijos (Verdehalago, 2001), así como los ensayos Las guerras culturales
de Octavio Paz (Colibrí , 2002) y ¡Que se mueran los intelectuales! (Joaquín
Mortiz, 2005). También es coautor de varios libros de ensayo y fragmentos de su
obra aparecen en diversas antologías. Ha ganado los premios de poesía “Gilberto
Owen” en 1995 y los de ensayo “Alfonso Reyes” en 2001 y “Jus. Gabriel Zaid a
debate” en 2005.
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