lunes, 18 de abril de 2011

TRES TEXTOS INÉDITOS DEL POETA ESPAÑOL JAVIER DÍAZ GIL

Javier Díaz Gil, Madrid, 1964. Licenciado en Geografía e Historia y diplomado en Profesorado de EGB. Cofundador y director hasta 2006 de la revista “Rascamán”. Ha dirigido, durante más de diez años, Talleres de Creación Literaria. Director y moderador de los ciclos “Escritores en la Biblioteca” celebrados en la Biblioteca “María Moliner” de Madrid. Ha publicado los libros de poesía Humo, premio Humberto Tenedor, Abarán, 2000; Hallazgo de la visión, premio Nicolás del Hierro, Piedrabuena, 2000 y Vivo extramuros y El ángel prometido (Ed. Poeta de Cabra, Madrid, 2010). En 2006 participó en Santiago de Chile en el encuentro de poesía iberoamericana "Poquita Fe" y en 2007 en el "Festival de Tordesilhas" de São Paulo (Brasil). Sus poemas se han publicado en antologías y revistas literarias como “Poeta de Cabra” (Madrid), “Luces y sombras” (Tafalla), “sèrieAlfa” (Valencia) o Celuzlose (São Paulo). Fue seleccionado en el Premio de Poesía Experimental "Diputación de Badajoz" 2008 y recientemente finalista en el primer Premio de poesía Addison de Witt 2010. Sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués y catalán. Es miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles y desde 2006 y dirige la tertulia literaria semanal Rascamán en el madrileño Café Ruiz. Mantiene el blog http://javierdiazgil.blogspot.com/

Tres poemas del libro inédito “Morir en Iguazú”


V. PRAÇA DA SÉ

Cuánto mejor hubiera sido

Llamarte Plaza de la Sed,

Plaza del deseo,

De la necesidad del agua,

De la supervivencia.

Plaza de la Sed

Y que tuvieras en tu centro

Una gran fuente monumental

Que nos contemplara.

Pero la sed que evoco

Sólo es ruina de sede,

El palacio de un arzobispo

Al que nunca le faltó el agua.

Déjame que te imagine así,

-la sed-

La llegada prometida,

El final donde acabaran

Todos los desiertos.


IV. EL FANTASMA


El fantasma que he dejado en casa

Está descuidando las tareas.

Sé que está dejando

De regar las plantas,

Levantándose tarde

Y olvidándose de ir a trabajar.

Deambula por la casa

Dejando la cama sin hacer

Comiendo más de la cuenta,

Desatendiendo el teléfono

Y a mis amigos.

Pero nada de eso importa,

Ni siquiera

Que haya dejado evaporarse el agua

De toda la lluvia que guardé.

Tengo miedo

-que por olvido-

No haya sabido

Guardarme la memoria.


XIX.

Sería hermoso

Morir en Iguazú.

Abandonarse blandamente

Al río

Al rumor hipnótico

Del agua,

A su abrazo.

Flotar, precipitado,

Ingrávido,

En la nube de espuma

Que espera

El contacto de la roca.

Arrastrado por la corriente,

Cuerpo de agua,

Luz de ramas asombradas

Ante el delirio

De ser ya pez y silencio,

Agua de Iguazú

Confundido para siempre

En la sangre acogedora

Del Paraná.

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