Reúne este volumen los tres libros esenciales de la peripecia vanguardista de Alberto Hidalgo, Química del espíritu (1923), Simplismo (1925) y Descripción del cielo (1928). Hidalgo se las arregló para hacer ruido desde bien temprano: ya en el año 1916 había publicado en su pueblo natal, Arequipa, un folleto titulado Arenga lírica al Emperador de Alemania, en el que se disfrazaba, más en el fondo que en la forma, de futurista.
No es raro que, después del impacto de las vanguardias en Latinoamérica, Hidalgo se decidiera a fundar, con un manifiesto y unos poemas, un movimiento que le tuvo a él como capitán y único soldado: el simplismo. El largo texto en que recoge los propósitos y presupuestos teóricos de ese movimiento, está lleno de ideas prestadas por los demás movimientos vanguardistas. Pero las teorías importan poco si no se apoyan en textos que las hagan buenas: y de Hidalgo importan más sus poemas que sus proposiciones teóricas, un poco mareantes, cuando no ya conquistadas por teóricos previos. Química del espíritu -donde aún no se habla de simplismo, y es seguramente el mejor libro de Hidalgo, por su frescura, por su atrevimiento, por el ingenio con que están elaborados sus pocos y magníficos poemas visuales- y Simplismo, son dos de las cimas de la poesía de vanguardia en Latinoamérica, y junto al tercer libro de la época, Descripción del cielo. poemas de varios lados (1928), donde se recogen los poemas murales de Hidalgo, componen uno de los más vivos corpus poéticos de esa época, comparable al firmado por Oliverio Girondo.
Muchos de los poemas de Simplismo son meras concatenaciones de greguerías, pero tienen una capacidad envidiable para hallarlas en cualquier parte, no sólo en los característicos entramados urbanos tan cantados por los poetas de vanguardia -y ahí Hidalgo suena algo al Morand de Lamps á arc- sino también en elementos poco visuales, abstractos (por ejemplo, el poema El fin simplista). El libro tiene por ello, como casi todo Ramón, un no sé qué infantil y delicioso, incluso en los momentos de pulla -como cuando en la Oda a Arequipa, dice que las recuas de borricos aprendieron su trote en los versos de Santos Chocano. No es una de sus menores virtudes ese aire infantil y delicioso.
Estos poemas inventados que forman el corpus íntegro de su simplismo -aunque en puridad Química del espíritu llegara demasiado pronto para ser considerado simplista y Descripción del cielo apareciera demasiado tarde- resultan mucho más accesibles y modernos y latentes que esas odas farragosas en las que acabó consumiendo su fortaleza poética.
MÁS INFORMACIÓN:
http://www.zut-ediciones.com/libro/6/poemas-simplistas
http://www.diariosur.es/v/20100404/cultura/revista-rescata-poesia-simplista-20100404.html
No es raro que, después del impacto de las vanguardias en Latinoamérica, Hidalgo se decidiera a fundar, con un manifiesto y unos poemas, un movimiento que le tuvo a él como capitán y único soldado: el simplismo. El largo texto en que recoge los propósitos y presupuestos teóricos de ese movimiento, está lleno de ideas prestadas por los demás movimientos vanguardistas. Pero las teorías importan poco si no se apoyan en textos que las hagan buenas: y de Hidalgo importan más sus poemas que sus proposiciones teóricas, un poco mareantes, cuando no ya conquistadas por teóricos previos. Química del espíritu -donde aún no se habla de simplismo, y es seguramente el mejor libro de Hidalgo, por su frescura, por su atrevimiento, por el ingenio con que están elaborados sus pocos y magníficos poemas visuales- y Simplismo, son dos de las cimas de la poesía de vanguardia en Latinoamérica, y junto al tercer libro de la época, Descripción del cielo. poemas de varios lados (1928), donde se recogen los poemas murales de Hidalgo, componen uno de los más vivos corpus poéticos de esa época, comparable al firmado por Oliverio Girondo.
Muchos de los poemas de Simplismo son meras concatenaciones de greguerías, pero tienen una capacidad envidiable para hallarlas en cualquier parte, no sólo en los característicos entramados urbanos tan cantados por los poetas de vanguardia -y ahí Hidalgo suena algo al Morand de Lamps á arc- sino también en elementos poco visuales, abstractos (por ejemplo, el poema El fin simplista). El libro tiene por ello, como casi todo Ramón, un no sé qué infantil y delicioso, incluso en los momentos de pulla -como cuando en la Oda a Arequipa, dice que las recuas de borricos aprendieron su trote en los versos de Santos Chocano. No es una de sus menores virtudes ese aire infantil y delicioso.
Estos poemas inventados que forman el corpus íntegro de su simplismo -aunque en puridad Química del espíritu llegara demasiado pronto para ser considerado simplista y Descripción del cielo apareciera demasiado tarde- resultan mucho más accesibles y modernos y latentes que esas odas farragosas en las que acabó consumiendo su fortaleza poética.
MÁS INFORMACIÓN:
http://www.zut-ediciones.com/libro/6/poemas-simplistas
http://www.diariosur.es/v/20100404/cultura/revista-rescata-poesia-simplista-20100404.html