Peruano y argentino, poeta y ensayista, Reynaldo Jiménez (1959) lleva más de 10 años a cargo, junto a Carlos Riccardo y Gabriela Giusti, de uno de los proyectos editoriales más fascinantes de Latinoamérica: tsé-tsé. Tanto en la revista como en la publicación de libros (en su catálogo se incluyen nombres ineludibles como Cecilia Vicuña, José Kozer, Roberto Echavarren, y Wilson Bueno), su inagotable instinto de búsqueda ha permitido la difusión de algunas de las expresiones más vivas de la poesía y el arte actuales. A pesar de que sus publicaciones aún no se distribuyen suficientemente en nuestro país, son muchos los lazos que se han tendido con algunos de nuestros creadores, y sus lectores ya están echando a correr la voz.
¿Cuál fue el origen de la revista, a qué necesidades intentaba responder?
Tsé-tsé surgió en 1994-95 como una experiencia artesanal, se trataba de una revista compuesta de hojas sueltas que reunía cosas que Gabriela Giusti y yo leíamos, o nos interesaban particularmente. Rápido vimos que era una publicación de poesía y poéticas (implicando en esto a artistas de diversos lenguajes, no sólo los de la poesía escrita). Fue una continuación de otras publicaciones como Labio, que hacíamos en fotocopias y regalábamos, como una acción en sí misma, con terminaciones a mano, sencillas, pero delicadas. Al tener la impresora láser y nada de trabajo, decidimos simplemente utilizarla. En lo personal, hacer una revista es una antigua aspiración, surgida en mi adolescencia. De hecho participé, hasta el momento de coinventar tsé-tsé, en diversas publicaciones; y aún hoy lo hago, tanto en papel como en Internet. Lentamente la revista fue definiéndose. Tuvo una segunda etapa, de transición, en que pasó de revista artesanal de pocos ejemplares, a otra de más ejemplares, hecha en una imprenta, encuadernada, y con cierta distribución en librerías. Para esto se formó un consejo editorial que funcionó un par de años, para luego pasar a una tercera etapa, la actual, desde el número 12, que me parece que marca una cierta definición del proyecto. Actualmente tsé-tsé es parte de una red de autores, publicaciones y editoriales. Diría que la principal razón de ser de esta revista-libro es publicar desde Buenos Aires ciertos textos y otros aportes (dibujos, fotos, principalmente) que de otra forma no se encontrarían, no estarían reunidos.
¿Y de qué modo este proyecto se abrió a la edición de libros?
Fue una consecuencia natural, en realidad todo surgió más o menos a la vez. El catálogo de los libros incluye autores que colaboran regularmente en la revista, así como otros que hasta ahora nunca han publicado, por distintas razones, pero que nos interesan en tanto una constelación más amplia, variaciones del registro. Es cierto que algunos libros se nos presentan como encargos, y los asumimos como un trabajo, pero hay que aclarar que no tomamos todo lo que se nos presenta, que dependiendo de los textos (la diversa medida de la afinidad) y las situaciones materiales de cada autor, varían mucho las condiciones de edición. En este último año hemos comenzado, gracias a diversos aportes privados, a editar algunos títulos totalmente elegidos (un par esperaba ya años para salir) y como parte, sobre todo, de dos colecciones en las que ponemos mucho entusiasmo y expectativas literarias: la serie Archipiélago, que es una especie de colectivo de escrituras actuales, con un gradual panorama de autores latinoamericanos en su mayoría, o al menos en nuestra lengua y variaciones, y que está en plena expansión en estos días; también una serie de antologías que comienza por el momento con El libro de unos sonidos. 37 poetas del Perú, muestra o recopilación de 600 páginas que es, asimismo, una obra personal como editor (en el sentido más abarcador del rol, si se quiere). Para esta serie tenemos prevista una futura antología de poesía uruguaya y planeamos ir abarcando otros ámbitos más adelante. Por sus características, ignoramos cuál será la periodicidad de apariciones de esta serie, pero ése es más o menos el plan. Además, editamos libros sin colección, ya sea porque los autores traen junto a sus textos un proyecto gráfico concebido, particular, ya sea por características de otra índole, pero que nos interesan de todos modos y son parte de nuestro catálogo. Algo más: todo esto puede sonar como una empresa afiatada, pero lo cierto es que estamos aprendiendo sobre la marcha y bastante a los golpes; no fue fácil encontrar una imprenta aliada en Buenos Aires así como un distribuidor que se tomara en serio la tarea. Han pasado diez años de labor y podría afirmar que recién en los últimos dos o tres, hemos empezado a vislumbrar mínimamente qué estuvimos haciendo todo este tiempo y qué estamos haciendo en la actualidad. Nada muy claro, pero sin bajar la guardia y el sentido micropolítico de la aventura de editar en pro de una diversidad…
Tanto en la revista como en la antología que mencionas, se evidencia un afán por remover el canon poético hispanoamericano, rescatando a figuras injustamente olvidadas. Tengo la impresión que ése es uno de los mayores impulsos del proyecto, junto con el interés por tender líneas cruzadas entre las tradiciones muchas veces aisladas de los diversos países del continente.
Pero es que a esta altura ignoro cuál es ese canon poético hispanoamericano. Aparte de las "grandes figuras", hay una vastedad de poéticas y líneas de exploración artística que simplemente están allí para quien las quiera abordar. No se reviste, en nuestro caso, de una sobreintención de salir a debatir con determinadas posturas críticas o determinadas lecturas del panorama poético, ni tenemos la pretensión de marcar nada, ni de sentar ninguna base (otro canon, digamos) para la apreciación de semejante multiplicidad. La sola presencia plural de las poéticas va señalando un curso posible, apenas vamos publicando cosas que nos entusiasman o cuando menos nos llaman la atención por diversos motivos siempre. Está bien, de hecho hay bajo cuerda una actitud de acecho lo más flexible, dentro de nuestras posibilidades, en cuanto a seguir abriendo el abanico, seguir ampliando el panorama (en el sentido de reconocer su amplitud per se, quiero decir). Pero hay que aclarar que ésta ha sido (y es) la tarea o el aporte de muchas otras publicaciones y aventuras editoriales. Podría nombrar unas cuantas. Entre las revistas, tomadas como obras editoriales (en el sentido que se le da al término "obra" en relación, por ejemplo, al itinerario de un artista o una tendencia de arte), pienso en las revistas ya históricas peruanas: Amauta (José Carlos Mariátegui), Las moradas y Amaru (Emilio Adolfo Westphalen), o la cubana Orígenes (José Lezama Lima), y su contra-descendiente Diáspora(s) en los años 90 (de la que tsé-tsé coordinó un extenso dossier en su No. 13), o la internacional Escandalar (Octavio Armand). En Argentina, tuve la suerte de participar en los años '80 en un proyecto que tuvo su impacto a nivel precisamente del entrecruzamiento y "rescate" de poéticas: Último Reino (Víctor Redondo). En la actualidad, encuentro unos cuantos proyectos (y sé que olvidaré en este momento varios), que me convocan a este mismo nivel y siempre guardando las enormes diferencias entre ellos: sin ir más lejos, en Chile, está la tarea que desarrolla el Foro de Escritores, que me parece no sólo precisa sino preciosa, desde todo punto de vista, o el sello Intemperie, con sus ediciones y diálogos de revistas de número único (diálogos con revistas del pasado hechas por Huidobro o Neruda, etc.); en Buenos Aires-Rosario está la editorial Bajo la Luna (Miguel Balaguer y Valentina Rebassa), que va llevando con el tiempo un catálogo impecable, con la presentación de poéticas igualmente diversas y a través de ediciones límpidas, muy cuidadas. Está la revista boliviana La mariposa mundial (Rodolfo Ortiz) y también la plaquette de alto vuelo Música rara (Mario Nosotti) en Buenos Aires. Para no hablar de Brasil, donde subsiste una cantidad de publicaciones que constantemente me incitan y enriquecen: Coyote (Rodrigo Garcia Lopes y Ademir Assunção), Oroboro (Ricardo Corona), o las editoriales de Curitiba Travessa dos editores (Fábio Campana) y Mirabilia (Josely Vianna Baptista, Francisco Faria y Luis Dohlnikoff), que producen ediciones de un nivel increíble y con igual esfuerzo, milagroso diría. O la editorial venezolana Eclepsidra (Carmen Verde) y las ediciones de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde, de Caracas (Santos López). O las peruanas More ferarum (José Ignacio Padilla y Carlos Estela) o Girabel (Renato Gómez y Paul Guillén). Y hay más. ¡Y en México! Y páginas web de todas partes: El artefacto literario (Mónica Saldías y Américo Ferrari), Banda hispánica (Floriano Martins), Zunái (Claudio Daniel), Respiro, Cacharros, etc., etc., etc. Pongo algunos nombres junto a los de las publicaciones o proyectos porque considero que en casi todos los casos estamos hablando de obras, insisto. Todo este panorama constituye una red en la que tsé-tsé participa y a la que a su manera alienta. Me parece que esto habla a las claras de que ya no es posible sostener ninguna visión hegemónica sobre el acontecer poético actual. Y ojo, tampoco estoy defendiendo un mero eclecticismo; me refiero a un estado de cosas enriquecedor, variadísimo, un verdadero panorama de agitación y renovación conciente. El tiempo dirá lo demás. Estamos, sin duda, en medio del baile. Y la poesía, sierpe, sigue moviéndose. En cuanto a las tradiciones aisladas, sí, evidentemente compartimos en nuestro continente la tradición del aislamiento, pero con lo antedicho, creo que estamos aprendiendo a burlar también ese aparente determinismo. Por suerte ya no somos los mismos, y a la vez, ya no veo esas figuras paternales, los "líderes de poesía" (pese a alguno que otro brote de poetas nacionales y demás horripilancias demodé), percibo una horizontalidad y una franqueza absolutamente nuevas y renovadoras en nuestro panorama que, ahora sí, y desde hace ya un tiempo, está siendo continental, y al mismo tiempo intergeneracional.
Tsé-tsé también promueve los intercambios entre la poesía y la narrativa, la pintura, el cine, etc. Incluso se advierte una fuerte preocupación gráfica en la misma revista y en los libros.
Todo sería parte de un mismo gesto, evidentemente. Digamos que tanto la intención gráfica ("o projeto grafico" como dicen en Brasil) como los intercambios entre lenguajes expresivos (llamémoslos, por un momento difuso, así), surgen de la misma fuente, necesidad, entusiasmo. La poesía es la recurrencia, pero creo que el eje son las poéticas. Es decir el rastreo o exploración o frecuentación cambiante de los puntos de enlace entre la escritura y la experiencia. Ambas siendo ambas, quiero decir: ahí donde la escritura es experiencia que se ahonda. Por eso las temáticas que rondan los dossieres implican múltiples reflexiones acerca de la poesía como una acción en el mundo. Formas de estar, de ir por entre las cosas, modificándolas, siendo modificados por ellas. Por eso no es extraño que puedan aparecer Brian Eno o Joseph Beuys o Patti Smith o César Paternosto y otros artistas; aunque repasando esta lista acotada (es más extensa, de hecho), todos ellos están muy cercanos a la poesía. O a una experiencia que podríamos llamar poética, aun cuando no trabajen necesariamente (algunos sí) en paralelo el lenguaje verbal. Quizá, pienso ahora, todo esto remita a un fuerte deseo de continuar investigando. Yo no tengo ninguna conclusión acerca de qué sea o pueda ser, en cuanto a definiciones, la poesía. Me parece que la revista tiene sentido en la medida que siga siendo una zona para la exploración, el juego, incluso la ignorancia activa que incita a continuar viajando.
A propósito de esta "ignorancia activa", una de las peculiaridades de la revista es que, a diferencia de la mayoría, no incluye una nota editorial explicando o dirigiendo la lectura de sus contenidos, y en cambio lo que sí aparece como presentación suele ser un poema.
¡Exacto! Pero incluso dentro de los dossieres, que suelen fundamentar ciertas zonas del recorrido, hay textos de presentación, o prosas de articulación (firmados por lo general por Carlos o por mí), donde se exponen puntos de vista relacionales, con actitud (creo) de trazar ínfimos canales entre grandes lagunas. Incluso en los comienzos la revista no traía índice y, en los números de más de 200 páginas, esto tendía a trastornar demasiado ciertos códigos de convivencia con esos contenidos que mencionás. La maliciosa y -por qué no- ingenua estrategia editorial apuntaba a que, en efecto, se encontrara el quid de la deriva en ese perderse, de aquello que al buscar algo pueda llegar a encontrarse algo. Pero la aparición de los nombres de los autores simplemente junto a los números de folio en las solapas de cada tapa, ya incorpora un guiño, los puntos que encubren un dibujo en silueta y perspectiva cuyo recorrido al fin y al cabo sólo cabe trazar al lector, más que suficiente (en ambas manos reversibles del sentido: la del mapa y la del perderse, de todos modos). Determinados poemas de apertura a la secuencia lineal (aunque ya sabemos que una revista termina leyéndose siempre en orden imprevisible para sus editores, según las apetencias de cada lector, y esto ya es infinito: una secuencia de contenidos es material para un interminable remixar, para mí fungen de acápite, de cita, al modo libresco, "primera página", pórtico. Sin embargo son las tapas, al menos desde el No. 12, las que ya serían sincrónicamente, el editorial, un poema visual, un lema o mejor un paralema, una presentación hipersintética no de los contenidos sino del ánimo que reviste sus criterios editoriales y sus elecciones. El próximo número, por ejemplo (No. 17), cuando pueda aparecer venciendo los monstruitos de la falta de fondos estables que financien "con seguridad" este delirium publicante, este absurdo "heroico" que nos entusiasma tanto, abrirá a la consideración general el paralema ENTRADA EN MATERIA. Me parece que en la posibilidad de volver a encontrarse con este guiño (verlo aunque sea de reojo o con la yema de los dedos) cada vez que se allegan los lectores a la revista para leer otras cosas, va tejiendo (y destejiendo) una trama por estratos, con reminiscencias de las anteriores, una especie de adentramiento subliminal si se quiere; por supuesto absolutamente elegido, cuidado y acechado como propuesta de intimidad, a nivel de juego, con quienes quieran participarlo.
¿Y cómo han ido reaccionando los numerosos colaboradores y lectores frente al variado panorama que desplieguen en cada número? ¿Qué tipo de feedback han recibido y cómo lo han procesado?
Bueno, como te imaginarás hay todo tipo de respuestas y posiciones. Desde la indiferencia típica de Buenos Aires hacia todo lo que venga avalado desde "afuera" (léase Europa o USA), hasta el fértil entusiasmo de algunos lectores. Creo que de todas maneras los lectores son pocos. No ya de tsé-tsé, sino de la poesía en general (los cincuenta lectores que decía Michaux). Por otra parte, una de nuestras alegrías es que los propios colaboradores se lean y conozcan entre sí. De parte de la crítica mediática, algunas aproximaciones siempre periodísticas, desde las más generosas o discretas hasta las alucinaciones de determinados personajes que comentan textos que nunca aparecieron en la revista. Está el caso de ese famoso novelista puesto a reseñista en prestigioso suplemento español hablando concretamente de determinados autores que no están, de hecho, en el número que afirma "comentar". Y lo dice con un conocimiento de causa… Y me refiero a un novelista que también ha sido jurado en concursos para importantes subsidios de fundaciones privadas, y cuya palabra influiría positivamente en la circulación de una publicación como la nuestra. Está de más acotar que su comentario no era muy amable que digamos, dándole peso sobre todo a un encomio de lo que él, el novelista devenido reseñista, hubiese hecho con nuestras páginas. No discute una sola idea (no expone una sola idea). Luego, por supuesto, están los comentarios personales, generalmente lo más interesantes, los más enriquecedores. De esto hay mucho y ayuda a continuar. En cuanto a otro tipo de aproximaciones críticas, más detenidas, que se dediquen en todo caso a discutir, desde otros textos, ideas o conceptos aparecidos en la revista, querido Felipe, te aseguro que no he visto un solo caso hasta ahora. En diez años. No me sorprende. Tampoco me quejo. Es lo que hay. Lo digo sin sarcasmo. La mejor retribución en este caso es cuando aparece de pronto alguien que ni sabíamos que existía y nos brinda un afecto especial, un acercamiento humano. Compartimos la conmoción. Ahí se cifra el valor fundamental de todo esto: aportar calor (diría Beuys). Ahí uno siente que la cosa tiene sentido.
Tomado de http://www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/index.php
¿Cuál fue el origen de la revista, a qué necesidades intentaba responder?
Tsé-tsé surgió en 1994-95 como una experiencia artesanal, se trataba de una revista compuesta de hojas sueltas que reunía cosas que Gabriela Giusti y yo leíamos, o nos interesaban particularmente. Rápido vimos que era una publicación de poesía y poéticas (implicando en esto a artistas de diversos lenguajes, no sólo los de la poesía escrita). Fue una continuación de otras publicaciones como Labio, que hacíamos en fotocopias y regalábamos, como una acción en sí misma, con terminaciones a mano, sencillas, pero delicadas. Al tener la impresora láser y nada de trabajo, decidimos simplemente utilizarla. En lo personal, hacer una revista es una antigua aspiración, surgida en mi adolescencia. De hecho participé, hasta el momento de coinventar tsé-tsé, en diversas publicaciones; y aún hoy lo hago, tanto en papel como en Internet. Lentamente la revista fue definiéndose. Tuvo una segunda etapa, de transición, en que pasó de revista artesanal de pocos ejemplares, a otra de más ejemplares, hecha en una imprenta, encuadernada, y con cierta distribución en librerías. Para esto se formó un consejo editorial que funcionó un par de años, para luego pasar a una tercera etapa, la actual, desde el número 12, que me parece que marca una cierta definición del proyecto. Actualmente tsé-tsé es parte de una red de autores, publicaciones y editoriales. Diría que la principal razón de ser de esta revista-libro es publicar desde Buenos Aires ciertos textos y otros aportes (dibujos, fotos, principalmente) que de otra forma no se encontrarían, no estarían reunidos.
¿Y de qué modo este proyecto se abrió a la edición de libros?
Fue una consecuencia natural, en realidad todo surgió más o menos a la vez. El catálogo de los libros incluye autores que colaboran regularmente en la revista, así como otros que hasta ahora nunca han publicado, por distintas razones, pero que nos interesan en tanto una constelación más amplia, variaciones del registro. Es cierto que algunos libros se nos presentan como encargos, y los asumimos como un trabajo, pero hay que aclarar que no tomamos todo lo que se nos presenta, que dependiendo de los textos (la diversa medida de la afinidad) y las situaciones materiales de cada autor, varían mucho las condiciones de edición. En este último año hemos comenzado, gracias a diversos aportes privados, a editar algunos títulos totalmente elegidos (un par esperaba ya años para salir) y como parte, sobre todo, de dos colecciones en las que ponemos mucho entusiasmo y expectativas literarias: la serie Archipiélago, que es una especie de colectivo de escrituras actuales, con un gradual panorama de autores latinoamericanos en su mayoría, o al menos en nuestra lengua y variaciones, y que está en plena expansión en estos días; también una serie de antologías que comienza por el momento con El libro de unos sonidos. 37 poetas del Perú, muestra o recopilación de 600 páginas que es, asimismo, una obra personal como editor (en el sentido más abarcador del rol, si se quiere). Para esta serie tenemos prevista una futura antología de poesía uruguaya y planeamos ir abarcando otros ámbitos más adelante. Por sus características, ignoramos cuál será la periodicidad de apariciones de esta serie, pero ése es más o menos el plan. Además, editamos libros sin colección, ya sea porque los autores traen junto a sus textos un proyecto gráfico concebido, particular, ya sea por características de otra índole, pero que nos interesan de todos modos y son parte de nuestro catálogo. Algo más: todo esto puede sonar como una empresa afiatada, pero lo cierto es que estamos aprendiendo sobre la marcha y bastante a los golpes; no fue fácil encontrar una imprenta aliada en Buenos Aires así como un distribuidor que se tomara en serio la tarea. Han pasado diez años de labor y podría afirmar que recién en los últimos dos o tres, hemos empezado a vislumbrar mínimamente qué estuvimos haciendo todo este tiempo y qué estamos haciendo en la actualidad. Nada muy claro, pero sin bajar la guardia y el sentido micropolítico de la aventura de editar en pro de una diversidad…
Tanto en la revista como en la antología que mencionas, se evidencia un afán por remover el canon poético hispanoamericano, rescatando a figuras injustamente olvidadas. Tengo la impresión que ése es uno de los mayores impulsos del proyecto, junto con el interés por tender líneas cruzadas entre las tradiciones muchas veces aisladas de los diversos países del continente.
Pero es que a esta altura ignoro cuál es ese canon poético hispanoamericano. Aparte de las "grandes figuras", hay una vastedad de poéticas y líneas de exploración artística que simplemente están allí para quien las quiera abordar. No se reviste, en nuestro caso, de una sobreintención de salir a debatir con determinadas posturas críticas o determinadas lecturas del panorama poético, ni tenemos la pretensión de marcar nada, ni de sentar ninguna base (otro canon, digamos) para la apreciación de semejante multiplicidad. La sola presencia plural de las poéticas va señalando un curso posible, apenas vamos publicando cosas que nos entusiasman o cuando menos nos llaman la atención por diversos motivos siempre. Está bien, de hecho hay bajo cuerda una actitud de acecho lo más flexible, dentro de nuestras posibilidades, en cuanto a seguir abriendo el abanico, seguir ampliando el panorama (en el sentido de reconocer su amplitud per se, quiero decir). Pero hay que aclarar que ésta ha sido (y es) la tarea o el aporte de muchas otras publicaciones y aventuras editoriales. Podría nombrar unas cuantas. Entre las revistas, tomadas como obras editoriales (en el sentido que se le da al término "obra" en relación, por ejemplo, al itinerario de un artista o una tendencia de arte), pienso en las revistas ya históricas peruanas: Amauta (José Carlos Mariátegui), Las moradas y Amaru (Emilio Adolfo Westphalen), o la cubana Orígenes (José Lezama Lima), y su contra-descendiente Diáspora(s) en los años 90 (de la que tsé-tsé coordinó un extenso dossier en su No. 13), o la internacional Escandalar (Octavio Armand). En Argentina, tuve la suerte de participar en los años '80 en un proyecto que tuvo su impacto a nivel precisamente del entrecruzamiento y "rescate" de poéticas: Último Reino (Víctor Redondo). En la actualidad, encuentro unos cuantos proyectos (y sé que olvidaré en este momento varios), que me convocan a este mismo nivel y siempre guardando las enormes diferencias entre ellos: sin ir más lejos, en Chile, está la tarea que desarrolla el Foro de Escritores, que me parece no sólo precisa sino preciosa, desde todo punto de vista, o el sello Intemperie, con sus ediciones y diálogos de revistas de número único (diálogos con revistas del pasado hechas por Huidobro o Neruda, etc.); en Buenos Aires-Rosario está la editorial Bajo la Luna (Miguel Balaguer y Valentina Rebassa), que va llevando con el tiempo un catálogo impecable, con la presentación de poéticas igualmente diversas y a través de ediciones límpidas, muy cuidadas. Está la revista boliviana La mariposa mundial (Rodolfo Ortiz) y también la plaquette de alto vuelo Música rara (Mario Nosotti) en Buenos Aires. Para no hablar de Brasil, donde subsiste una cantidad de publicaciones que constantemente me incitan y enriquecen: Coyote (Rodrigo Garcia Lopes y Ademir Assunção), Oroboro (Ricardo Corona), o las editoriales de Curitiba Travessa dos editores (Fábio Campana) y Mirabilia (Josely Vianna Baptista, Francisco Faria y Luis Dohlnikoff), que producen ediciones de un nivel increíble y con igual esfuerzo, milagroso diría. O la editorial venezolana Eclepsidra (Carmen Verde) y las ediciones de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde, de Caracas (Santos López). O las peruanas More ferarum (José Ignacio Padilla y Carlos Estela) o Girabel (Renato Gómez y Paul Guillén). Y hay más. ¡Y en México! Y páginas web de todas partes: El artefacto literario (Mónica Saldías y Américo Ferrari), Banda hispánica (Floriano Martins), Zunái (Claudio Daniel), Respiro, Cacharros, etc., etc., etc. Pongo algunos nombres junto a los de las publicaciones o proyectos porque considero que en casi todos los casos estamos hablando de obras, insisto. Todo este panorama constituye una red en la que tsé-tsé participa y a la que a su manera alienta. Me parece que esto habla a las claras de que ya no es posible sostener ninguna visión hegemónica sobre el acontecer poético actual. Y ojo, tampoco estoy defendiendo un mero eclecticismo; me refiero a un estado de cosas enriquecedor, variadísimo, un verdadero panorama de agitación y renovación conciente. El tiempo dirá lo demás. Estamos, sin duda, en medio del baile. Y la poesía, sierpe, sigue moviéndose. En cuanto a las tradiciones aisladas, sí, evidentemente compartimos en nuestro continente la tradición del aislamiento, pero con lo antedicho, creo que estamos aprendiendo a burlar también ese aparente determinismo. Por suerte ya no somos los mismos, y a la vez, ya no veo esas figuras paternales, los "líderes de poesía" (pese a alguno que otro brote de poetas nacionales y demás horripilancias demodé), percibo una horizontalidad y una franqueza absolutamente nuevas y renovadoras en nuestro panorama que, ahora sí, y desde hace ya un tiempo, está siendo continental, y al mismo tiempo intergeneracional.
Tsé-tsé también promueve los intercambios entre la poesía y la narrativa, la pintura, el cine, etc. Incluso se advierte una fuerte preocupación gráfica en la misma revista y en los libros.
Todo sería parte de un mismo gesto, evidentemente. Digamos que tanto la intención gráfica ("o projeto grafico" como dicen en Brasil) como los intercambios entre lenguajes expresivos (llamémoslos, por un momento difuso, así), surgen de la misma fuente, necesidad, entusiasmo. La poesía es la recurrencia, pero creo que el eje son las poéticas. Es decir el rastreo o exploración o frecuentación cambiante de los puntos de enlace entre la escritura y la experiencia. Ambas siendo ambas, quiero decir: ahí donde la escritura es experiencia que se ahonda. Por eso las temáticas que rondan los dossieres implican múltiples reflexiones acerca de la poesía como una acción en el mundo. Formas de estar, de ir por entre las cosas, modificándolas, siendo modificados por ellas. Por eso no es extraño que puedan aparecer Brian Eno o Joseph Beuys o Patti Smith o César Paternosto y otros artistas; aunque repasando esta lista acotada (es más extensa, de hecho), todos ellos están muy cercanos a la poesía. O a una experiencia que podríamos llamar poética, aun cuando no trabajen necesariamente (algunos sí) en paralelo el lenguaje verbal. Quizá, pienso ahora, todo esto remita a un fuerte deseo de continuar investigando. Yo no tengo ninguna conclusión acerca de qué sea o pueda ser, en cuanto a definiciones, la poesía. Me parece que la revista tiene sentido en la medida que siga siendo una zona para la exploración, el juego, incluso la ignorancia activa que incita a continuar viajando.
A propósito de esta "ignorancia activa", una de las peculiaridades de la revista es que, a diferencia de la mayoría, no incluye una nota editorial explicando o dirigiendo la lectura de sus contenidos, y en cambio lo que sí aparece como presentación suele ser un poema.
¡Exacto! Pero incluso dentro de los dossieres, que suelen fundamentar ciertas zonas del recorrido, hay textos de presentación, o prosas de articulación (firmados por lo general por Carlos o por mí), donde se exponen puntos de vista relacionales, con actitud (creo) de trazar ínfimos canales entre grandes lagunas. Incluso en los comienzos la revista no traía índice y, en los números de más de 200 páginas, esto tendía a trastornar demasiado ciertos códigos de convivencia con esos contenidos que mencionás. La maliciosa y -por qué no- ingenua estrategia editorial apuntaba a que, en efecto, se encontrara el quid de la deriva en ese perderse, de aquello que al buscar algo pueda llegar a encontrarse algo. Pero la aparición de los nombres de los autores simplemente junto a los números de folio en las solapas de cada tapa, ya incorpora un guiño, los puntos que encubren un dibujo en silueta y perspectiva cuyo recorrido al fin y al cabo sólo cabe trazar al lector, más que suficiente (en ambas manos reversibles del sentido: la del mapa y la del perderse, de todos modos). Determinados poemas de apertura a la secuencia lineal (aunque ya sabemos que una revista termina leyéndose siempre en orden imprevisible para sus editores, según las apetencias de cada lector, y esto ya es infinito: una secuencia de contenidos es material para un interminable remixar, para mí fungen de acápite, de cita, al modo libresco, "primera página", pórtico. Sin embargo son las tapas, al menos desde el No. 12, las que ya serían sincrónicamente, el editorial, un poema visual, un lema o mejor un paralema, una presentación hipersintética no de los contenidos sino del ánimo que reviste sus criterios editoriales y sus elecciones. El próximo número, por ejemplo (No. 17), cuando pueda aparecer venciendo los monstruitos de la falta de fondos estables que financien "con seguridad" este delirium publicante, este absurdo "heroico" que nos entusiasma tanto, abrirá a la consideración general el paralema ENTRADA EN MATERIA. Me parece que en la posibilidad de volver a encontrarse con este guiño (verlo aunque sea de reojo o con la yema de los dedos) cada vez que se allegan los lectores a la revista para leer otras cosas, va tejiendo (y destejiendo) una trama por estratos, con reminiscencias de las anteriores, una especie de adentramiento subliminal si se quiere; por supuesto absolutamente elegido, cuidado y acechado como propuesta de intimidad, a nivel de juego, con quienes quieran participarlo.
¿Y cómo han ido reaccionando los numerosos colaboradores y lectores frente al variado panorama que desplieguen en cada número? ¿Qué tipo de feedback han recibido y cómo lo han procesado?
Bueno, como te imaginarás hay todo tipo de respuestas y posiciones. Desde la indiferencia típica de Buenos Aires hacia todo lo que venga avalado desde "afuera" (léase Europa o USA), hasta el fértil entusiasmo de algunos lectores. Creo que de todas maneras los lectores son pocos. No ya de tsé-tsé, sino de la poesía en general (los cincuenta lectores que decía Michaux). Por otra parte, una de nuestras alegrías es que los propios colaboradores se lean y conozcan entre sí. De parte de la crítica mediática, algunas aproximaciones siempre periodísticas, desde las más generosas o discretas hasta las alucinaciones de determinados personajes que comentan textos que nunca aparecieron en la revista. Está el caso de ese famoso novelista puesto a reseñista en prestigioso suplemento español hablando concretamente de determinados autores que no están, de hecho, en el número que afirma "comentar". Y lo dice con un conocimiento de causa… Y me refiero a un novelista que también ha sido jurado en concursos para importantes subsidios de fundaciones privadas, y cuya palabra influiría positivamente en la circulación de una publicación como la nuestra. Está de más acotar que su comentario no era muy amable que digamos, dándole peso sobre todo a un encomio de lo que él, el novelista devenido reseñista, hubiese hecho con nuestras páginas. No discute una sola idea (no expone una sola idea). Luego, por supuesto, están los comentarios personales, generalmente lo más interesantes, los más enriquecedores. De esto hay mucho y ayuda a continuar. En cuanto a otro tipo de aproximaciones críticas, más detenidas, que se dediquen en todo caso a discutir, desde otros textos, ideas o conceptos aparecidos en la revista, querido Felipe, te aseguro que no he visto un solo caso hasta ahora. En diez años. No me sorprende. Tampoco me quejo. Es lo que hay. Lo digo sin sarcasmo. La mejor retribución en este caso es cuando aparece de pronto alguien que ni sabíamos que existía y nos brinda un afecto especial, un acercamiento humano. Compartimos la conmoción. Ahí se cifra el valor fundamental de todo esto: aportar calor (diría Beuys). Ahí uno siente que la cosa tiene sentido.
Tomado de http://www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/index.php