domingo, 27 de enero de 2008
ENCUESTA: ¿CÓMO CALIFICARÍAS A LA POESÍA LATINOAMERICANA RECIENTE?
LA MUERTE ES UNA BUENA MAESTRA: Óscar Hahn. Hotel de las nostalgias por Paul Guillén
En un artículo nuestro sobre el número 2/3 de la revista peruana Ginebra magnolia dedicado a la poesía chilena del siglo XX afirmábamos que “desde que en 1979 la editorial Ruray publicara la antología Siete poetas chilenos, no habíamos visto un esfuerzo tan encomiable como éste”, en ese mismo sentido, se inscribe la propuesta de lectura antes que antología Hotel de las nostalgias de Óscar Hahn (Iquique, 1938) compilada por el poeta peruano Víctor Ruiz Velazco. Hahn tiene como antecedentes editoriales en el Perú la edición de Agua final bajo el sello de La Rama florida en 1967, Arte de morir con Ruray en 1981 y La muerte es una buena maestra con ediciones El Santo oficio en 2000, antología compilada por Miguel Ángel Zapata, en ese sentido, la relación de Hahn con el Perú se torna fluida y fructífera y como se incide en la presentación de Hotel de las nostalgias esta relación “se vio reforzada por notables y entusiastas lectores de su obra, entre los que destacan Carlos Germán Belli, Washington Delgado, Rodolfo Hinostroza y Mario Vargas Llosa”.
En este libro, de manera secuencial, se recorren, a través de un eje temático y no temporal, poemas de los libros: Esta rosa negra (1961), Arte de morir (1977), Mal de amor (1981), Estrellas fijas en un cielo blanco (1989), Versos robados (1995), Apariciones profanas (2002) y En un abrir y cerrar de ojos (2006). La novedad de esta propuesta es considerar la poesía de Hahn en un eje temático, rítmico y armónico de carácter cíclico, antes que como una simple sucesión, y esto se encuentra en concordancia con la particular propuesta del vate chileno, si analizamos el poema “Fragmentos de Heráclito al estrellarse contra el cielo” podemos percibir que el nivel del tiempo y del movimiento no puede ser vivido dos veces de la misma manera: “No nos bañamos dos veces en el mismo río / No entramos dos veces en el mismo cuerpo / No nos mojamos dos veces en la misma muerte”, en ese sentido, si analizamos los vectores básicos que despliega esta poesía -y que muy bien ha sabido detectar el compilador- serían la dicotomía barroca entre la muerte y el amor, la presencia de lo fantasmal y lo real, lo incierto y lo inestable, las aves como un elemento fantasmagórico y un manejo de lo irónico y el lenguaje callejero para desacralizar la figura del poeta, esto último viene a reforzar la convivencia en la poesía de Hahn de elementos de la anti-poesía, como del lenguaje “literario”, la poesía griega, goliarda o la presencia de poetas españoles del siglo de oro como Góngora o Quevedo.
Para algunos críticos el lenguaje de Hahn es inclasificable, para otros, transitaría algunos vectores del manierismo; para nosotros, se trata de una de las aventuras más constantes, concientes y prolongadas en la poesía latinoamericana del Siglo XX que ha sabido consolidar un programa de escritura, antes que un conjunto de poemas independientes unos de otros. Por eso, valdría la pena considerar la poesía de Hahn como un ciclo continuo, donde los contrastes entre elementos opuestos conviven en un mismo discurso. La poesía de Hahn es la imagen de la muerte y la vida suspendida en un mismo texto. Un texto que nos entrega Lustra editores como una fruta madura y fértil.
Sloterdijk: De la ontología de las distancias al surgimiento del ‘provincianismo global’ por Liliana Vásquez Rocca [*]
Este ensayo busca dar cuenta del proceso de globalización, a partir del anuncio que hace Sloterdijk del fin del cosmopolitismo y el surgimiento del ‘provincianismo global’. De la globalización electrónica informática, en la que los hombres superan las distancias, y el mundo vuelve a hacerse más pequeño. También se propone un análisis de las fronteras como configuraciones móviles, la crisis de los Estados Nacionales y la emergencia de un espacio sin sí mismo, esto es, como mero espacio de tránsito.
Palabras Clave: Globalización, hibridación, cultura, distancia, esfera, espacio, Estado-nación, identidad, frontera.
1.
Peter Sloterdijk en "La última esfera, historia de la globalización terrestre"[1] pone de manifiesto su interpretación del desarrollo de estos procesos desde la época de la colonización hasta lo que él denomina sociedades de paredes finas y que no es otra cosa que el escenario de la época actual marcada por la globalización, que debe ser entendida más allá del sentido clásico de la eliminación de fronteras[2], como un proceso de desterritorialización, un movimiento de descentramiento donde se produce una combinación entre lo geográfico, lo simbólico y lo disciplinario. Las fronteras se vuelven móviles, cambian dependiendo del espacio en el cual se encuentra el individuo.
En el texto referido Sloterdijk presenta una teoría de la reconfiguración del espacio y del tiempo, donde en uno de sus más polémicos planteamientos señala que el problema fundamental de la Filosofía no es el tiempo, sino el espacio. Esto quiere decir, entre otras cosas, que los estudios culturales actuales deben ser una investigación de los espacios y los desplazamientos, esto es, de las formas de tránsito -espacios de tránsito- del ser humano como fugitivo del cosmos. Desde esta perspectiva sloterdijkdiana, acuerdo al proyecto Esferas que no es otro que el de repensar las configuración de espacios y climas donde existe y se desarrolla el ser humano, donde el hombre construye y reconfigura sus relaciones emocionales, protege su intimidad, acaricia sus afectos e hilvana sus historias. El espacio donde enfrenta sus miedos y se arroja a sus proyectos, donde tienen lugar catastrofes y restauraciones inmunológicas, entre una historia de separaciones, asentamientos y repatriaciones -reales y simbólicas.
Desde la terminología de Sloterdijk estar en el mundo es vivir en esferas, espacios de relación, climas o atmósferas, "espacios de coexistencia, que se pasan por alto o se consideran comúnmente como dados encubriendo así la información crucial para desarrollar una comprensión de cómo somos los seres humanos. La exploración de las esferas comienza con la diferencia básica que existe entre los mamíferos y otros animales; la comodidad biológica y utópica que los seres humanos intentan reconstruir mediante la ciencia, la ideología y la religión. De estas microesferas (relaciones ontológicas del tipo feto-placenta) a las macroesferas (los macro-úteros, estructuras políticas que adoptan la forma de naciones o de Estados), Sloterdijk analiza así las esferas donde los seres humanos intentan sin éxito morar y refiere a una conexión entre la crisis vital (como la separación narcisista) y las crisis que se generan cuando una esfera estalla"[3].
En este espacio esferológico propuesto por Sloterdijk es donde se va desarrollando el proceso globalizante, que no es de reciente data, sino un cambio que se ha venido gestando desde la colonización de América y la era de los primeros viajes de descubrimiento.
Aquí es fundamental comprender el hecho humano como una historia de la espacialidad y la búsqueda de nuevos lugares, de habitáculos de recambio para el fugitivo del cosmos. Y como correlato de esto el mundo contemporáneo se nos ofrece con su disposición expansiva, donde pareciera que el mundo huye de sí mismo en sí mismo. La paradoja de la globalización es que allí donde todo es centro no puede existir un verdadero centro.
Es curioso que la palabra descubrimiento no aprezca en los diccionarios de Filosofía, cuando es lo que da lugar a toda ulterior pesquiza.
2.
Sloterdijk sostiene que una primera y temprana globalización tuvo lugar mediante la colonización que se dio en el siglo XVIII. Dado que en estos procesos de conquista de nuevos territorios el europeo alfabetizado nunca se sintió completamente distante de sus sistemas de sentidos patrios, esto aún cuando se encontrase en una remota isla, fue necesario un elemento que al modo de constelaciones guiara estas nuevas navegaciones ahora existenciales surgiendo así la necesidad de un cielo común, bajo el que pudieran reunirse y -en algún sentido- atenuarse todas las soledades de los primeros exploradores en los confines del nuevo mundo. El sustento que permitió esta globalización, esta integración de un alma y mente común, que además compilara los nuevos saberes y el desarrollo de las incipientes ciencias etnográficas fue -sin duda- la Enciclopedia. La Enciclopedia elimina la sensación de des-ubicación y deriva del ser humano, otorgando seguridad y pertenencia, un reconocimiento, un periscopio, un remanzo contemplativo. "El baldaquín bajo el que se reúnen todas las soledades de los exploradores tenía que ser un fantástico libro integral: un libro de los récords cognitivos en el que no se olvidara a nadie que hubieses destacado como aportador de experiencia y como contribuyente al gran texto de la colonización del mundo"[4]. Esta fue, precisamente la función de la Enciclopedia, servir de interconexión de los nuevos saberes, nuevos mundos híbridos, la contaminación cultural, la pérdida y la reapropiación de sentidos y los nuevos hombres que en lejanas tierras comenzaron a experimentar la extrañeza del mestizaje y la eclosión de los límites del mundo.
En este devenir el ser humano se plantea la tarea de ordenar en una sola mirada abarcante este nuevo conocimiento en gestación, misión -en un primer momento- de lingüistas y etnólogos quienes en una tarea de ingeniería tendieron puentes para lograr encuentros con lenguas extranjeras, posibilitando la expansión del saber de la época a los distintas latitudes de la tierra. Desde esta perspectiva, la de la traducción, existían dos caminos posibles: la imposición por medio de la fuerza de las lenguas de los señores de los feudos o la contaminación por parte pequeñas conspiraciones de lenguajes marginales desde la periferia al centro, penetrando el núcleo del saber europeo por pequeñas asoladas indigenistas -por las lenguas concretas, por el habla ancestral y telúrica de los colonizados- logrando contagiar un virus hipertextual y expansivo en el seno mismo del habla de los así mismos llamados señores.
Es así como la traducción se vuelve la clave de los procesos esferopoiéticos concretos y regionales. Uno de los ejemplos más claro de este proceso casi hegemónico fue la traducción de textos de la tradición cristiana. Esta traducción viene a convertirse en una especie de colonización del inconsciente colectivo, de naciones y pueblos, pero la pregunta que surge aquí es si esta traducción no es si no, otro tipo de invasión, ¿es posible traducir culturas sin existir los contextos necesarios para su interpretación idónea? La Biblia, por ejemplo está traducida a más de dos mil cuatrocientas lenguas, pero su contenido habrá sido interpretado de la manera correcta. De qué modo se produce la adaptación de los designios de Dios a cada cultura.
Desde mi punto de vista la expansión del conocimiento ‘oficial’ viene a ser el envoltorio de seguridad para el ser humano de la época, el resguardo del desarraigo del venir al mundo, sin embargo, Sloterdijk hace "estallar la herencia de la ilustración y la creencia en el progreso, proclama el fin del totalitarismo metafísico y la caducidad de la fatiga nihilista para encarar el mundo contemporáneo, abriendo una brecha entre los apocalípticos y los entusiastas de las nuevas tecnologías, incluida la genética, ha cambiado el eje del preguntar filosófico desde el tradicional ¿quiénes somos? al innovador ¿dónde estamos?."[5].
3.
Ahora bien, qué ocurre cuando producto del desarrollo de las nuevas tecnologías y el avance de los medios de comunicación, sobretodo lo que se refiere a Internet y las posibilidades de conexiones que esta herramienta provoca, el mundo se vuelve sincrónico haciendo que se viva un presente común, vemos las noticias al instante en todo el mundo. En tiempos pasados las noticias tardaban días en llevar al último lugar recóndito de la tierra, sin embargo, ahora está presente desde el mismo instante en que están ocurriendo los hechos, es el caso del conflicto israelí, las ganancias de la bolsa de China o la suspensión del gas desde Argentina a Chile. Se nos instala el concepto del "instante", el momentum como lo define Sloterdijk, como modo de vivencia cotidiana, sin distancias espaciales, el espectro espacio se torna gigantesco. Lo lejano se vuelve cercano. Vivimos en un espacio y tiempo donde las fronteras (terrenales – simbólicas) existen por todas partes, las fronteras pone los límites donde los individuos se pueden mantener dentro o fuera de una zona. Salir de estos límites, sin duda, representa un desafío, presupone un gran riesgo, por eso es que generalmente, los hombres no cruzan las fronteras y se mantienen aislados en una esfera (estable). Sin embargo, con esta movilidad de la frontera, el hombre debe aprender a convivir (sobrevivir) en este espacio cambiante.
En lo que respecta al tiempo, estamos ante unos medios dedicados a fabricar presente, lo que sólo puede producirse mediante el debilitamiento del pasado, de la conciencia histórica, desde esta lógica por ejemplo, las tradicionales plazas de las ciudades de cualquier ciudad del mundo significaban lugares de encuentros sociales, donde se hacía política, el lugar donde se producía la socialización, sin embargo, ahora este espacio ha sido reemplazado por la moda del mall, estas imponentes construcciones modernas, aglutinan a jóvenes y adultos como un bricolaje de la moda mundial. También este debilitamiento se puede ver reflejada en la conciencia políticas donde son evidentes la disminución de los sujetos comprometidos con la discusión y actuación política de su país.
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En este nuevo espacio esferológico, Sloterdijk nos plantea la idea que esta globalización (espacio-temporal) arrasa con cualquier pueblo que quiera mantenerse intacto producto de la revolución destructora de la lejanía: la Modernidad. "a causa de su desdichada accesibilidad por los otros agresores, viven en uno y el mismo planeta, en la estrella de los descubiertos".
Es el reino -planetario por lo demás- de lo sincronizado, donde se priorizan los acontecimientos cotidianos sin grandes análisis y que desde la perspectiva comunicacional, buscan el efecto inmediato de la tele-audencia facilista. La convergencia temática que envuelve a este espacio es el de las actualidades. Esto es lo que Sloterdijk llama el despiadado imperativo-día, en donde ya no hay tiempos-afuera, el mundo ha perdido sus sombras.
Cómo entonces, el ser humano reorganiza su estabilidad tensional si sus espacios de tranquilidad y seguridad comienzan a ser invadidos desde fuera (hasta ese momento). Ya su intimidad, su casa a donde regresa todos los días después de deambular por los espacios de tránsito no es el asilo del mundo y su esencia domiciliaria se transforma bruscamente en la del vendedor viajero que vive siempre en trayecto, sin retorno[7], ya no está aislado del mundo externo. Los espacios seguros (en Sloterdijk la interioridad, intimidad) se entremezclan con los espacios extrañamente externos. Para Sloterdijk como no existen las dicotomías (sujeto-objeto, hombre-mundo) los espacios externos e internos se interrelacionan de manera radical. El hombre que se sabe habitante de la tierra, ya sin el techo (hogar, como sustitución de espacio feto-placenta), ante lo infinito y extraño, debe recompensar su antigua seguridad ya perdida por otros medios y paradojalmente utiliza la causa de esta reconfiguración, la globalización que lleva espíritus envolventes.
Luego del recorrido analítico que hace Sloterdijk sobre los distintos fenómenos espaciales hasta llegar a la actual globalización, pregona el fin del cosmopolitismo y plantea el surgimiento del ‘provincianismo global’. "La globalización electrónica informática, en la que -dice Sloterdijk- los hombres superan las distancias, y el mundo vuelve a hacerse más pequeño, porque si la segunda etapa generó el cosmopolitismo, la tercera globalización produce un provincianismo global"[8].
Esta instalación del provincianismo global caracterizado por un mundo sincronizado se caracteriza por la eliminación de la lejanía y la reconfiguración de las culturas locales. Estos cambios se pueden conceptualizar con la construcción de Híbridos y palimpsestos donde se da cuenta cómo los hombres fundan sus identidades en épocas de globalización. Son categorías que proponen en su esencia la heterogeneidad cultural, diferenciando lo que tienen de imaginarios compartidos y diferentes y el carácter conflictivo que los actores globales y locales.
Esta idea de hibridación cultural sustenta una nueva construcción de los imaginarios simbólicos y será objeto de un próximo análisis en una segunda entrega de estas investigaciones en curso.
Por ahora, sólo diremos que en el análisis de la constitución híbrida de las identidades la discusión se trasladará hacia la problemática de la integración, de las transformaciones en las nociones de espacio territorial y cronología temporal, desde dónde se planteará un cuestionamiento de los referentes clásicos y la manera como habitualmente pensamos los procesos de construcción de las identidades bajo la forma de Estados-Nación.
Bibliografía
- AUGE, Marc, Los no-lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Ed. Gedisa
- BALARDINI, Sergio. De los jóvenes, la juventud y las políticas de juventud. Última Década. Políticas Públicas y Juventud. Tribus Urbanas. Santiago de Chile, Ediciones CIDPA, septiembre de 2000.
- GIANNINI, Humberto, La "reflexión" cotidiana. Hacia una arqueología de la experiencia, Editorial Universitaria, 2004
- KROTZ, Esteban. La Otredad Cultural entre Utopía y Ciencia, Fondo de Cultura Económica, México 2002
- MARTIN BARBERO, Jesús "Nuevos mapas culturales de la integración y el desarrollo". En Bernardo Kliksberg y Luciano Tomassini (compiladores): Capital social y cultura: claves estratégicas para el desarrollo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 2000, p. 337.
- MICHAELSEN, Scout y JOHNSON, David, Teoría de la Frontera. Los límites de la política cultural, Editorial Gedisa, Barcelona, 2003.
- SLOTERDIJK, Peter, El desprecio de las masas; Ensayos sobre las luchas culturales de la sociedad moderna, Editorial Pre-textos, Valencia, 2002.
- SLOTERDIJK, Peter, Extrañamiento del mundo. Pre-textos, Valencia, 2001.
- SLOTERDIJK, Peter, Esferas II. Globos. Macroesferología,. Siruela, 2004.
Artículos
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo.
"Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización" En Eikasia Revista de Filosofía, julio 2006, Oviedo, España. ISSN: 1885-5679
"Peter Sloterdijk; Microesferas íntimas y úteros fantásticos para masas infantilizadas", en NÓMADAS Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Universidad Complutense de Madrid, Nº 15 Enero-Junio 2007, pp. 193-200.
http://www.ucm.es/info/nomadas/15/avrocca_microesferas.pdf
"Sloterdijk y Canetti; El detonante iconográfico y operístico de la política de masas", en NÓMADAS Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Universidad Complutense de Madrid, Nº 15 Enero-Junio 2007, pp. 201-214.
http://www.ucm.es/info/nomadas/15/avrocca_detonanteiconografico.pdf
NOTAS
[1] SLOTERDIJK, Peter, Esferas II -capítulo 8-
[2] MICHAELSEN, S. Y JOHNSON D., Teoría de la Frontera, Los límites de la política cultural.
[3] VASQUEZ ROCCA, Adolfo, Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización. 2007
[4] SLOTERDIJK, Peter, Esferas II. Globos. Macroesferología,. Siruela, 2004, p. 843.
[5] VASQUEZ ROCCA, Adolfo, Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización. 2007, p. 3
[6] SLOTERDIJK, Peter, Esferas II. Globos. Macroesferología,. Siruela, 2004. p. 848
[7] GIANINNI, Humberto, La "reflexión" cotidiana. Hacia una arqueología de la experiencia, Editorial Universitaria, 1989, Santiago.
[8] VASQUEZ, Adolfo, Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización. 2007, p. 9.
[*] Licenciada en Comunicación Social, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Periodista. Cursa Postgrado en Filosofía Instituto de Filosofía PUCV.
Fuente: Psikeba
ROGER SANTIVÁÑEZ: DIARIO 99
HE PASADO por la casa de Lourdes. Un sinnúmero de recuerdos han sobrevolado mi mente. ¿Qué estará haciendo mi dulce y linda enamorada de la pubertad? En la puerta de la morada he reconocido a su padre, aquejado por una dolencia, pero tranquilo y amando la vida. Por un instante me provocó preguntarle por Lourdes, mas seguí caminando. Es increíble: unos minutos antes junto a Kito Cortés habíamos hablado de ella. “Mi chica” –sentenció mi amigo-. Computé que no sabía o no se acordó que algo tuve que ver con la muchacha más hermosa de Santa Isabel a principio de los años setenta. En verdad Kito fue su primer templado y llegó a estar con ella. En ese tiempo Lourdes venía en una alta bicicleta roja a pasear por las inmediaciones de mi casa, debido a que cultivaba una buena amistad con Emilia, una de las chicas Navarro, vecinas nuestras.
Conmigo estuvo después. Diez años después. Volví a Piura unas vacaciones y retomé el contacto con ella. Estaba llena de esplendor en su vestido azul y los ojos más arrobadores que jamás gozó la ciudad del sol y los algarrobales. Nos reencontramos en Lima y deambulamos por las calles de Barranco, entrando y saliendo de pubs, cerca del Puente de los Suspiros; yes, suspirando de rato en rato por ese amor que lanzamos al viento del acantilado y que se envolvió en la soledad del tiempo. Luego de veinticinco años de ausencia –otra vez en Piura- tendría la ocasión de verla y recuperarme en sus ojos maravillosos, como un manantial de juventud, donde abrevar la música de la canción que nos ensimismara.
Me preguntaba si aún escucharía aquel tema de Perales: El amor, sonando en su corazón mientras volábamos por las polvorientas autopistas de Piura, en el toyota-corona de mi padre, desde La Granja al Country Club, rehuyendo de la inmisericordia de los días vacíos y el tedium vitae. La alegría de Lourdes vive en mí. Es como si no hubiera demorado nuestra vida. Las imágenes se suceden suavemente y enarbolan mi poesía. ¿Qué melodía hemos de componer ahora?
DOS
HOY ES 25 de mayo de 1956. No. Es la misma fecha pero 43 años después. Yo soy un poeta. Lo único que quise ser, desde que escribí el primer poema hacia los 15 años, en 1971. En plena crisis adolescente, una mañana de junio with ese friecito de Piura, sentado en mi salón de 4o de secundaria en el colegio San Ignacio de Loyola; súbitamente escribí un poema al que llamé Mundo en el que me interrogaba acerca de la infinita realidad que me rodeaba. Y no tuve ninguna respuesta. Sólo una rara calma luego de botar todo lo que tenía adentro. Y con eso ya fue suficiente.
Lo extraño es que desde aquel instante de soledad no tuve otro interés que convertirme en poeta. Ya lo era (sentía que lo era) pero debía proyectarme, estudiar, leer para poder llegar a mi lenguaje, a mi tono original. Pero ¿Qué tiene que ver la fecha de hoy? Es que cumplo años, mi santo, mi onomástico –para decirlo con una palabra rebuscada- y son 28 años desde que asumí la vocación en cuerpo y alma. ¿Qué ha sucedido todo este tiempo? “Han habido muertes y matrimonios” podría decir como el poeta José Watanabe, o acaso sucumbir ante la memoria (la resaca –Vallejo dixit-) de lo intensamente vivido.
En la segunda parte de aquel año 1971 conocí a una linda rubia a quien recordaré como Beatriz (tal era su tercer name). Quedé absolutamente enamorado de sus ojos iridiscentes –entre plomo, celeste y azul con radiaciones en negro y verde- . Con ella mantuve una relación platónica que me arrojó a los baldíos de la desesperación, la pena y la melancolía. Para colmo en el curso de Literatura Española del colegio descubrí a Gustavo Adolfo Becquer y mi pasión se desató con los estragos previsibles. Al terminar dicho año y con el corazón destrozado intenté un poemario sobre la funesta experiencia. Fue algo que marcó mi adolescencia con el sello blanco de un desolado amor. Las vacaciones del verano curaron mi pena. Y lo que es peor: decidí no volver a enamorarme nunca más.
En 5o de secundaria me sucedió lo maravilloso. Sin darme cuenta me fui templando de Ana, hermana de un compañero de clase que tenía la bondad de llevarme al colegio en la camioneta de su familia. Ana ya había terminado (un año antes) la secundaria y salía a acompañar a su mamá –quien manejaba el vehículo- o para asistir a sus clases de secretariado en una academia de la ciudad. Contra todos mis pronósticos Ana correspondió mi requerimiento y fui el poeta más feliz durante aquellos días de furtivos encuentros y poemas escritos para ella. Ocurrían de noche en la glorieta del parque de Santa Isabel o yo me tiraba la pera, citándome con Ana en la iglesia San Sebastián o en la azotea de algún desguarnecido edificio –lugares exóticos, apacibles, inauditos- de modo que nadie osara intervenir nuestro amor, sagrado como todo verdadero amor. Fue bello, inolvidable, azul como el marino de sus pantalones. Ana ¿Dónde estarás hoy día? Qué angustia tibia se apodera de mí en este mediodía translúcido y manso. Desaparición.
TRES
PIURA, 26 de mayo. Ayer celebré mi santo con un recital de poesía en la Universidad Nacional de Piura. Fue una hermosa experiencia en un aula del campus de aquella institución que fundó mi padre. El poeta Sigfredo Burneo junto al narrador Rafael Gutarra me agasajaron en El Golfo. Previamente –en la universidad escuché una excelente exposición sobre mi obra poética y luego respondí todas las inquietudes de los estudiantes de Educación, especialidad de Literatura. Por la noche convinimos en visitar al poeta Adolfo Venegas con quien hice recuerdos de la primera juventud en Lima, época de las revistas Nubetonta y Tallo de Habas, de amigos comunes comos los poetas Mario Montalbetti y Edgar O’Hara.
En este instante escribo en el escritorio de mi padre. Acabo de ver fotos antiguas de mi familia y siempre me parece increíble el milagro de la existencia y el tiempo: de la nada a la vida y otra vez a la nada. Por lo menos estoy tranquilo, siempre con una suave angustia imperceptible. Pero ya no padezco esa insatisfacción desesperada de la juventud. Mis penas están como mitigadas. Estoy reconciliado conmigo mismo, sólo por momentos me asalta la memoria de Lima y tengo algo de melancolía. Un sutil estremecimiento siento al recordar a Dalmacia, la compañera de la juventud rebelde y altanera o a Mabel, la mujer de mis últimos tiempos limensis; pero hay que seguir. Si no pude quedarme en la Ciudad de los Reyes, tengo la esperanza de volver, mas ¿Cuándo será?
CUATRO
A ESTA HORA del atardecer se me ha dado por escribir. Debo hacerlo, si luché tanto por dedicarme a esta rara ocupación, tengo que estar en forma. El tema no interesa. Lo importante es pergueñar unas frases ideales, una música a tajo abierto del corazón. Ya van a ser tres semanas que llevo en mi ciudad natal. Me vi obligado a salir de Lima por la dificultad de sobrevivencia que observé. Se podría decir que estoy refugiado en la vieja casa de mis padres –ya fallecidos- que ahora maneja mi hermana mayor, Lola, con su dulce autoridad ya acostumbrada.
¿Qué hago en Piura? Estoy lejos de mis amigos limeños, de mi puesto de vanguardia en la literatura peruana, de mis actividades de promoción de recitales, conciertos, discusiones; en fín, la famosa contra-cultura. Hoy sólo me queda el recuerdo de 25 años de creación y acción radical. Pero esa memoria –es indudable- me permite vivir. Porque estoy vivo. Estoy perenne allí y aquí. Estos días –es necesario verlo así- constituyen el reposo del guerrero, la canción del después.
Acá tengo el apoyo directo de mi familia para poder vivir y escribir. En Lima esto se hacía cada vez más difícil. “Nunca me encontrarán abatido” podría decir como un verso de Jorge Pimentel. ¿Qué será del loco? Nos pasamos muy buenos momentos, desde hace mucho tiempo y en distintas etapas. Aquí puedo rememorarlo con afecto. Mi época con el Movimiento Hora Zero y luego mi relación personal y profesional con el autor de Kenacort y Valium 10. Juventud, aprendizaje, ultrismo, rabia y pasión. Qué más. La belleza de ciertas chicas. La otredad.
En Piura cae otro atardecer inmisericorde con la poesía. Es decir yo puedo escribir que estoy solo y puro, que mi vida es un reciclaje sorprendente, pero nada será como el poema más bello nunca logrado. Porque es inexistente, pero es.
CINCO
HOY ES 2 de julio. Llevo casi dos meses en mi Piura natal. Hace una semana se me propuso trabajar en VISION del Norte, un diario de la localidad y no acepté debido a que es mi deseo volver a Lima pronto. Lo agradable de Piura es el clima, pero nada más. Estoy acostumbrado al ritmo de la Ciudad de los Reyes y allá debo marchar. Ya me comuniqué con Mabel, mi compañera y amante para regresar a sus delgados brazos y las noches de amor. Aquí me paso los días leyendo –felizmente está intacta la clásica biblioteca de mi padre- de modo que puedo alegrarme el espíritu con buenas páginas. Y escribir. Estoy componiendo poemas con la paz que no tenía hacía bastante tiempo en Lima, por la vida desordenada que llevé y que espero haber concluido definitivamente. Mientras tanto estoy preparando la presentación en Piura de mi último libro, la nouvelle Santísima Trinidad para el viernes 23 de este mes, en el auditorio de la Biblioteca Municipal de Piura. Contaré con las palabras introductorias de los poetas y profesores Sigfredo Burneo, Lelis Rebolledo y Adolfo Venegas. Entonces quedaré listo para mi retorno a Lima. A seguir escribiendo la novela Camarada Bailarina que tengo comenzada en el ordenador de Mabel. Estos son mis planes inmediatos.
SEIS
CAPRICHO RIMADO
La tarde azul de mi extraño corazón
No sobrevivirá la pústula sí
Y en que vano sol tu fresco berbiquí
Se abre como flor bellísima pon
La rareza en el poema dudo
Que nos consuele la memoria triste
De cualquier forma tú estás desnudo
Por si acaso con la lluvia insiste
Debes avanzar en la cerretera
No morir de pena sino de kung fú
Ya sabes la línea es clara y tú
Corres sin descanso por la frontera
Santa Isabel, Piura, Año Domini 1999.
Fuente: Roger Santiváñez
PROGRAMACIÓN DE LOS VIERNES LITERARIOS (FEBRERO 2008)
VIERNES 1 (694)
HERNÁN HURTADO (Poesía)
EDUARDO BORJAS (Poesía)
ÉDGAR VÁSQUEZ (Poesía)
RICHARD VALERA (Poesía)
VIERNES 8 (695)
MARLET RÍOS (Poesía)
RICARDO VEGA (Poesía)
JAIME COHAILA (Narrativa)
VIERNES 15 (696)
Un verso, una canción, una palabra...
HOMENAJE PÓSTUMO A:
JUAN RAMÍREZ RUIZ
VIERNES 22 (697)
GUSTAVO ZORRILLA (Poesía)
MIGUEL ÁNGEL ALFARO (Poesía)
VÍCTOR ENRIQUE DEL ÁGUILA (Narrativa)
VIERNES 29 (698)
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN y
RAÚL GÁLVEZ CUÉLLAR
presentarán el poemario:
OJO DE AGUA
de CHACO GIL
AUDITORIO DEL CENTRO CULTURAL EL AVERNO
Jiron Quilca Nro. 238.- Lima - Perú
HORA: De 7 a 9 p.m.
INGRESO LIBRE
viernesliterarios@hotmail.com
SÓLO LA CULTURA SALVARÁ AL HOMBRE
http://viernesliterarios.blogspot.com/
Apunte de Juan Ramírez Ruiz por Nelson Castañeda (Tomado de http://terraignea.blogspot.com/)
No oscuro todavía de Hugo García Manríquez por Christian Barragán
Hugo García Manríquez,
Conaculta (colección Práctica mortal), México, 2006.
Aunque gran parte de los hechos son referidos en pretérito y las imágenes, así, se presentan inmóviles, fijas con palabras como clavos en el muro del tiempo, recortadas, dibujos de un modelo vivo pero ausente, lejano, No oscuro todavía —primer libro de poemas de Hugo García Manríquez (Ciudad Camargo, 1978)— es, haciendo coro de la poesía concreta brasileña y de lo que el crítico Eugen Gomringer dijera en su momento acerca de ella, una realidad en sí y no un poema sobre. Porque el lenguaje, nos dice su autor en el poema y en el epígrafe de Óscar del Barco que lo anuncia, es una función del paisaje que engaña a la mirada en su aparente quietud. Lo cual podría explicar, mas no justificar, la presencia de pasajes disonantes que desmeritan las posibilidades que ha experimentado y los registros que ha logrado el poeta chihuahuense dentro de la reciente literatura mexicana con su inesperada y muy loable opera prima.
La relación que entabla el extenso poema de García Manríquez —en esta edición de Práctica Mortal ocupa 57 cuartillas— con la poesía concreta no es gratuita, y el lazo mencionado arriba no es el único. Si se considera a la ampliación de las dimensiones expresivas del poema la preocupación fundamental y a la meta-comunicación, conseguida a través de la simultaneidad de la comunicación verbal y no verbal, como el objetivo final del movimiento carioca, encontraremos que son motivos no sólo patentes, sino entrañables en la constitución de No oscuro todavía. Y, siguiendo al grupo Noigandres, es por ello que el uso de recursos como ideogramas, espacios blancos, neologismos, voces plurilingües, o la atomización del discurso, la ruptura de la sintaxis, la abolición lineal del verso, la ausencia de puntuación y la paronomasia sean los más asistidos por el autor en su escritura; sin embargo, también integra y conjuga, aun cuando no siempre de manera afortunada, a este caldo sonoro visual otros elementos como correos electrónicos, recados, anécdotas, canciones y dichos populares, siglas, retazos de conversaciones y noticias. De modo, que la lectura del poema deviene un amplio y recargado ensamblaje audiovisual que se recrea en la cadencia de la respiración. ¿Acaso, por momentos, un lettre-collage de André Breton o una carta postal de Kurt Schwitters?
Una revisión más ecuánime de la obra de García Manríquez, hallará que son dos las razones esenciales que la animan: de orden sintáctico, “el cultivo de un habla (de una respiración normal)”, escribir un poema que sea “un río improvisado”, “dicho así como está dicho”, “construido/ de mera habla concentrada”, “una corriente/ fluyendo”. Aquí es donde el lenguaje —vivaz, espontáneo— muda desordenado y veloz de la cita al recado, y de éste a una conversación digital o al corrido popular. La segunda causa, complementaria, pertenece al campo de la semántica: la búsqueda de “palabras marcadas por un sitio”, de una voz que “intenta decir algo/ marcado por un lugar/ desde un lugar/ Enraizada”, de un lenguaje que funda, que levanta, que significa: “una música de lo que es y lo que no es/ Inundándolo todo”. Y si nuestro lector se pregunta —como acertadamente hace y responde el autor— “Qué significa significar”, con él podemos decir: que “Todo/ tiene un/ sentido”, y que “ese sentido es el que uno le otorga.”
No oscuro todavía acusa, de acuerdo con lo propuesto, un serio y atento sentido del equilibrio, de la proporción entre la forma (sintáctica) y el contenido (semántico). Pero el tener una clara concepción del orden estético, no basta ni implica necesariamente su pleno acabado; y sin ser la obra de García Manríquez la excepción, sí hay en ella considerables muestras de poder alcanzarlo, gracias también a un oído y un lenguaje igualmente depurado y honesto, que dice.
Asimismo, y paralela a estas facultades, hay en la escritura de Manríquez una voluntad de riesgo, de audaz acercamiento hacia el mundo natural y poético —dada la diversidad y disimilitud de agentes que conforman la voz del poeta—, que no es de menor preeminencia. Como no lo es tampoco, el diálogo que confirma por una parte y establece por la otra con dos figuras angulares de la lírica de nuestro continente. Me refiero indudablemente a Haroldo de Campos (fundador, por demás sabido, con Decio Pignatari y Augusto de Campos del citado movimiento concretista) y a Octavio Paz (inteligencia sensible a la música y a la luz, pero también al vértigo y al arrojo).
“Escribir es una forma de/ ver”, ha escrito Haroldo de Campos en “Lectura de Novalis”, una de sus magníficas Galaxias (1963-1976), en tanto que Manríquez, al andar entre los nombres de los árboles (jacarandas, álamos, fresnos, eucaliptos), o mientras viaja en tren y ve tras la ventana los nogales, las jarillas, el virginio, el mezquite y la granada intuye: “Ver es caminar”. Con lo cual resulta dable, que no por ello gratuito, prever el siguiente paso de este propósito: “Ver es [una, otra forma de] caminar”; y, si se me permite el atrevimiento: escribir es una forma de “camina[r] hacia el centro/ de una flor/ diferenciada/ única/ La flor de la memoria”. Escribir es otra forma de ver, de recorrer “la vida y no la muerte”, de ser uno en el “mundo que está/ expuesto desnudo abierto”. Escribir —escribir poesía naturalmente, esa “música de lo que es y lo que no es”— es una forma de alcanzar la memoria y vivir con la visión, la perspectiva que nos provee ella; “La memoria habitada” nos dice el poeta, ese “campo plano/ desbordado por un río” de “Agua no oscura [todavía]”.
Escribir, finalmente, es otra forma de darle sentido a las cosas, de mirarles a través de uno henchidas de significado. Eso es, de significado. “¿Qué significa significar?”, parece insistir únicamente sobre esto el autor durante todo el largo poema. Y quizá así sea, puesto que no habría otra razón más prudente para que en la última parte leamos: “Pero significar/ Qué significa significar”, e inmediatamente: “Caer”. Y, caer, ¿qué significa? La respuesta la podemos encontrar en el mismo poema unas páginas antes; pero también, y porque resulta gratamente inevitable, en la medianamente temprana y madura obra poética de Octavio Paz: en la pequeña prosa “Salida” del cuaderno titulado ¿Águila o sol? (1949-1950). Ahí, Paz apunta: “Al cabo de tanta vigilia [...], de habitar tantas ruinas y razones en ruinas, salgo al aire. Busco un contacto. Y desde ese trampolín me arrojo, cabeza baja, ojos abiertos, a ¿dónde? Al pozo, el espejo, la mierda. (¡Oh belleza, duro resplandor que rechaza!) [“Una claridad tan dura”, dice en otro momento García Manríquez] No; caer, caer en otros ojos”. Por su parte, Manríquez, sin ignorar al igual que Paz a Heidegger, señala: “¿Qué quiere decir caer?/ [...] Caer es conocerlos a todos en mí”. Hasta aquí, sin premura ni rigidez, tenemos que “significar”, que “caer”, es salto y descenso de un estado yermo a no el abismo oscuro de un pozo, o al falso y claro de un espejo, sino al encuentro con lo otro (“caer en otros ojos”, Paz), que está en uno (“Caer es conocerlos a todos en mí”, Manríquez).
“Caída sin fin en unos ojos translúcidos —continúa Octavio Paz—, en un río de ojos abiertos”; “Yo puedo oír el río/ adentro”, parece confesarle García Manríquez a Paz, quien más adelante declara: “Río abajo he de perderme, he de volver a lo obscuro”. “Un pájaro/ negro [...]/ vuela en/ la lluvia/ [...] Y uno es habitado por una penumbra hermosa”: “Esta voz habla”, refrenda por último Manríquez. Escribir, significar, caer es para ellos, entonces, buscar un contacto con lo otro: salir a nuestro encuentro. “Cierra, amor mío, cierra esos ojos tan repletos de insignificancias terribles”, “Yo puedo oír el río/ adentro/ Si abres los oídos lo escucharás correr”, parecen decirnos, a dúo, los poetas.
Fuente: Periódico de Poesía de la UNAM
ESTE ES EL JÚBILO.. Homenaje a JUAN RAMÍREZ RUIZ en Barranca
En la XIV Semana Turística de la Provincia de Barranca, Se hace extensiva la invitación para compartir la causa justa y necesaria de lo que será “ESTE ES EL JÚBILO”, Homenaje Benéfico en favor de la memoria y la poesía de JUAN RAMÍREZ RUIZ. Evento que se llevará a cabo el día SÁBADO 02 DE FEBRERO EN LA PLAZA DE ARMAS DE BARRANCA.
En ese sentido, se invita a todo intelectual se una a este homenaje para recordar la poesía y la palabra de uno de los poetas que hizo que la poesía se nutra del lenguaje y ruido de las calles.
Un poeta llamado Juan Ramírez Ruiz, cofundador del Movimiento Hora Zero y una de las voces más altas de la Generación del 70, cuya propuesta fue el poema integral. Autor de libros fundamentales en la poesía peruana contemporánea, como “Un par de vueltas por la realidad”, “Vida perpetua” y “Las armas molidas”.
Por estos y muchos motivos más, ven y participa de este homenaje al gran poeta de la generación del ‘70.
Características Del Homenaje
*Objetivo:
Recaudar la mayor cantidad monetaria, para colaborar con la familia del poeta, para los fines pertinentes de estos.
Recordar la poesía de este gran poeta
*Estrategia:
Venta de libros, revistas, plaquetas
Venta de la plaqueta ESTE ES EL JÚBILO, breve poesía reunida de Juan Ramírez Ruiz.
*Programación:
Lectura de Poesía (de Juan Ramírez Ruiz)
Presentación de Performances
Proyección de videos
Concierto Musical
*Lugar – Hora y Fecha
Plaza de Armas de Barranca / 4:30 p.m. / Sábado 2 de Febrero / Entrada Libre
NOTA: Para asegurar su participación, e incluírseles en el afiche promocional, escribir a los correos: ego_sum83@hotmail.com o ganjaman_82@hotmail.com o llamar al 98961087.
Organizan: Anábasis, Otras Voces y Municipalidad Provincial de Barranca.
Fotografía: JRR en el Queirolo en 1999 (Archivo de Bernardo Rafael Álvarez)
miércoles, 23 de enero de 2008
Programa de radio Poesía Salvaje dirigido por el poeta infrarrealista Edgar Altamirano
martes, 22 de enero de 2008
Zero Realismo: Viva Juan Ramírez Ruiz! Viva Mario Santiago Papasquiaro! Muerte a la poesía mediocre!
Zero realismo: "consideramos necesario rescatar la poética de movimientos trascendentales en la historia de la poesía como los movimientos del Infrarrealismo, Hora zero, Nadaísmo (...) Viva el Zero realismo a ultranza! Viva Juan Ramírez Ruiz! Viva Mario Santiago Papasquiaro! Muerte a la poesía mediocre!
Diapasón de lo inverosímil en la carne de Yulino Dávila
Del tiempo el ocio torpe, y los engaños
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños
Quevedo
diapasón de lo inverosímil en la carne
(ensayo tahúr)
tránsito y perspectiva del desamparo
en 8 diapositivas contrastadas con retocado
a la manera de c.v.
1. palabra: crudo inverosímil
...y las noticias de catástrofes con regusto a sur
acuellan la marca del oprobio o se engalanan
bajan sus pantalones armados con escarnio
enhiestos con hilachas de horizontes
acaso se turnan coloquiales –se enternecen
suben sus faldas por el lado adiposo del hambre
por el lado mandíbula y mezcla de anilina
y plasman sus asombros
de ser lo que son sin que a nadie le importe
luego orinan
y a diente partido se adosan virutas de supuradas noches
se dan la vuelta sueñan descalzos
al día siguiente
provocan otra vez la vida
con la inercia que entumece / casi inverosímil
para sufrir bien ajustado lo insufrible
moderación esquemática para no agotar el presente
y aunar en boceto crudo: melancolía y piedra
2. palabra: estertor de beso
a este sur le toca (por el lado de su redondez)
geografías que calcan purgatorios
para no se sabe qué delitos
o extravíos aún por cometer que carecen de mentor
perdedores sin recato ni remordimiento
sin tan siquiera una culpa
donde secar el desierto que su lágrima tuerce
en esta orfandad las esperanzas
caricaturan coordenadas
(un estertor como lanuda cosquilla panfletaria
se aloja en el bucle de la risa)
pernocta pues un agravio audaz casi perverso
pozo lúgubre que fricciona: placer y extrañamiento
la virtud tambaleante de los cielos se torna trapo
: marsupio reseco
la intemperie del desahucio retrocede hasta su tara
¡insolente aporía!
el ego fofo se aglomera entre la náusea y el sarcasmo
ríe a gatas ilustrando solemne tórax y garabato
un amargor articula una flema sin costuras
en forma de escápula añadida
quizá leve joroba o hueso de calandraca
luego bizquea
hollejo adentro en los molinos de tiempo
¡tachón de féretro que no se termina de evacuar!
3. palabra: tórtola de huayco
porque el sur duele por su orificio occidental
duele dolor a pan
suave ceniza unicornio de hojalata
dolor puntiagudo en pleno círculo
baobab dolor y dolor diadema vulnerando
(abotargado belfo)
dolor tamaño familiar en el sabor despojo
en los pequeños asuntos: doméstico dolor
desnucado momento rumiándose los imprevistos
porque el sur duele sin el menor esfuerzo
un estrépito de tórtolas lavativas mastica
la cadencia de una retaguardia herida de cordura
porque el sur ha vomitado la brújula de los bostezos
y deja morder entre sus yemas: desamparos
derramantes muecas
marquetería de huaycos incrustada en verticales lenguas
[se hornea un respirar de tinyas en la migraña
el danzarín enteco gime por su musgo de estrellas
iza todo a media testa: el poncho mesiánico y sus caries]
un percudido ornamento conmuta la tripa en duda plana
transita su gameto / sus rústicos lingotes
huele a dios amedrentado
o en desacato
(mucho verdugo para tan poca cruz atropellada)
aperitivo de tormento
sin milagro que enderece la historia que pudo ser y no
y ahora se luce a trizas entre sus colchas de folclor
:
axiomas que una mugre trasquila mansamente
con su dolor apenas
4. palabra: pudiente sombra
en su más alturada flojera el sur lastima
ofende su caída más allá de la plomada
le rebuscan la intoxicación
de una tarde de nicho
de holocausto portátil en el pañuelo
de arruga lavando su añorada clausura
(la muesca advierte a la probeta
cuando la anorexia gorda de pena gesta su mejor informe)
le indagan el fundillo su afrecho de anticipo
el tufo blancuzco descartado con el oxígeno meñique
ese relincho que no tuvo
o que olvidó su caja de pezuña que presiente
si chasca la rumia de los ardores helantes
empina un paraninfo de boato
¡y que no le alcance estos embargos!
¡caracho!
(la incógnita y su guante de neblina en ganglio de adobe y caña
les recluta / desabrocha cicatrices / arpegia sus sobacos)
disforzado esconde tras la mampara otro dolor
más dolorido en su hueco general
que los pudientes originan y gestionan (sin ánimo de ofender)
que los ilustrados callan de perfil maduro
y los que huyen o no quieren ver
saber
darse todas las cuentas
ahondan la escuálida semilla que se iracunda
apaciblemente abrupta
sin que nadie les consienta viven su fatiga experta
5. palabra: cocacho tajo
el sur-madre reporta otro termostato en sus maniobras
por donde escapa el alborozo del parietal coqueado
musicando hasta la gónada
su corcho su calambre en equinoccios
prepara la resaca les tumba boca abajo ¡beben!
y que ayunen luego sin soroche el coloquial remilgo
rutina pues esa aflicción irreverente
cuando le hurgan la vacuidad
sonándose en las vinchas parvularias
(más acá
ensaya la sensual desobediencia
y el pudor ancestral de su dilapo )
el sur-padre
purga el salitre mientras más angosta su moneda
pastorea terremotos que decoran sus cocachos
o arrastra sus cornisas atadas con un pedazo de viento
(así levantaron sus templos más esbeltos que el orgullo)
los lugareños remedan en la arcilla la vida que han sudado
chacchan lágrimas de sol torcido si cojea
en el trapecio de su grito sucio
en el ojo cuando padece el tajo de la voz
y se enjuagan el pedigrí con ollantays de zafarrancho
como quien regresa al prójimo desafinado se agachan
a palpar el latrocinio en su tristísima alegría
¡espuela caudalosa!
drenan una atmósfera cuarteada a la hora de reventar
que el espejo de otro porfiado repite
son la risa lacia de su atónita tardanza y firman
en el aire
el equidistante ordinario terrestre de su peso
6. palabra: grumo paradoja
destartala su infancia tanto sur
hasta alcanzar a beber el agua que le seca
a merodeo de menudencia milimetra sus todavía
da la vuelta a su jamás ¡eructa!
y se encomienda hasta el empacho al ombligo intruso
ajeno al balance de latifundios (encallados en polainas)
calamita siempre de su pabilo al riñón descamisado
o del abismo a la orfebrería y fronteras con ponzoña
impunemente sus gobiernos deambulan
tratando de alquilar sombras o postizos de electores
al resto de sus autóctonos de enclenque todo pecho
(así se rascan vecinos y parentela; chocando los regates,
sus agujas de reserva, haciendo latir las revueltas sangres
dándose las espaldas)
este sur
pariente de lo oscuro fracciona su anémica alegría
indaga el despilfarro de su frente en la frente equivalente
y se ausenta
mientras: caligrafía el eco que devuelve en espumado beso
sin ánimo de bandera medita su aridez obligatoria
mezcla cogote y grumo en la nostalgia
desnuda de memoria los andrajos / la sal / el olvido
¡su silencio tupido que alharaca me deja el abrazo roto!
más tarde
(sin pretexto) desenvaina otro hálito y de su rigor
inventa otro tiempo
allí su primitiva metafísica se ata con pelados engranajes
de porfías de santiamenes
de vaho acorazado en la espita de su paradoja
hasta conseguirnos ordenadamente bien dispersos
con inédita esperanza
y se gasta que se gasta corrigiendo a sus ajenos
7. palabra: trepanar candela
con el ángulo de la Z masticando
aquí vinieron los extranjeros a pescar harina
y el excremento de las aves que dejaron en morisqueta
sus zambullidas
y vinieron con su circo sus latas y el embudo
a engordar sus destinos a podar sus harapos
a montar las hembras (sus pailas traseras)
dejando pasar la circunferencia golosa de Paita
a un arancel distante
para ir resbalando por los aromas tiznados al pairo
en Malambo o Lunahuaná
vinieron / torcieron / se fueron
se quedó el zigzag preguntando por la derechura
la palanca por el punto pregonado
el cúmulo invertido por su espejismo de rigor
y el atropello hurgando la mano de otro ejemplo
en su cuero vuelto a la caracha
¡ah compadre! este sur doma candelas
que apaga con ruda o con chamico
distrae los oestes con bufeos y totoras
o mide sus distancias en el ichu
cuando le hacen flamear su greña
andadores del olvido se aflojan
fécula de conjetura a la altura de la sal
para embriagarse a turno de jora y lúpulo de cachaco
la hormona tartamuda fermenta una flor de cuerda
que agasaja al pezuñento / y se abrazan en manca carcajada
¿quién sigue recetando la dieta de sus dolores trepanados?
8. palabra: descaro y palo
la incógnita asimétrica incuba
en la casa del herrero con cuchillo de palo
el dolor de palo
mas para sus adentros
la locura albina esmera su acto de tallar
patíbulo y corbata
un kilo que sustrae al gramo la inocencia
la pereza el espesor
y como si llegara temprano para algo
se embadurna con la nada más cercana / nos guiña
un martes se repite a lo ancho de la semana
vomita su folletín / ¡no te embarques!
nueve meses se aprietan dispersos en toda una vida
humea en las gavetas la prueba delatora
nos depila en el espejo
salpica el delantal con esquinas por donde lo efímero
huye sin desprecio
perfuma su alharaca
ese sarcasmo hila a trompicones un robusto silencio
el llanto habla la palma de su mano que saluda
acusa con el hueco de la palabra
se despacha
hace florecer
en el dolor de palo una lágrima de palo
sin amén
Barcelona / 2000
Notas
1 acuellan: símil de acogotar, de cogote.
2 marsupio: bolsa de las hembras de los marsupiales
3 huayco: del quechua,(desprendimiento de tierra, lodo etc, por causas naturales): Alud
4 tinyas: (voz quechua) denomina a pequeño tambor.
5 chascar: dar chasquidos
6 disforzado: afectación, exagerar la expresión de sentimientos.
7 cocacho: coscorrón, golpe con los nudillos /
8 dilapo: de dilapidar
9 chacchan: de chacchar: voz quechua: masticar la hoja de coca
10 ollantays: de Ollantay: personaje de leyenda de la cultura quechua. Obra de teatro
11 Malambo y Lunahuaná: lugares geográficos
12 caracha: (voz quechua) sarna
13 ichu: voz quechua: yerbajo que crece en la puna
14 de jora y lúpulo de cachaco/ jora: variedad de maíz para hacer chicha / cachaco: soldadito o policía
YULINO DÁVILA (Perú, 1952). Es miembro de Hora zero. Ha publicado dos libros de poemas: El Tratante, Lima, 1995 y Hebras de Malasaña, (con ilustraciones del autor), Lima, 1998. Ha colaborado con diversas revistas de Latinoamérica y España. Tiene inéditos otros libros. Ha realizado dos exposiciones de dibujos individuales: Galería Acrópolis, Lima, 1975, y en la galería-café Casa Fugger, Madrid, 1987. Ha realizado una exposición colectiva en París, Galería Edifor, noviembre-diciembre de 2006. Sus dibujos han servido para ilustrar portadas de libros y discos L. P. etc., etc.
Fuente: Sietedesiete
Homenaje al poeta peruano Domingo de Ramos en Dinamarca
Copenhague, Dinamarca
Martes 5 de febrero del 2008
a las 8pm
Colaboración: 50 coronas
Domingo de Ramos (Ica, Perú, 1960) es uno de los poetas peruanos más importantes en los últimos veinte años. Su poesía ofrece una visión profunda sobre las realidades de las grandes y turbulentas ciudades latinoamericanas. Domingo de Ramos es un poeta efervescente y trasgresor; en la década de los ochenta fue uno de los fundadores del movimiento literario Kloaka, que hasta el día del hoy influye en miles de jóvenes peruanos.
Obras: Antología (2006), Arquitectura del Espanto (1988), Pastor de Perros (1993), Luna Serrada (1995), Ósmosis (1996) -Premio COPE-, Las Cenizas de Altamira (1999), Erótika de Clase (2003) -Premio Carlos Oquendo de Amat- Obra inédita: Dorada Apocalipsis.
PROGRAMA
Participación de los escritores daneses Thomas Boberg, Lars Skinnebach y Jeppe Brixvold que como homenaje leerán sus propios poemas así como los del poeta peruano.
Al homenaje se sumará la poeta peruana Roxana Crisólogo, que vendrá a Copenhague para unirse al recital y contarnos lo que significa ser escritor en el Perú.
A este evento se unirán también los actores José Yábar Mesias (Perú) y Laura Ponce (Ecuador) representantes del arte escénico Latinoamericano de los 80´s. La joven actriz Tanja Pibjørn Zabell (Dinamarca) también brindará su homenaje y solidaridad al poeta
Además, mostraremos videos y fotomontajes con los poemas y voz de Domingo de Ramos.
organizan: FilmPlatform y drastica_projects
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Una selección de los poemas de Domingo de Ramos fue publicada en la revista literaria Den Blå Port, num. 39, 1997 con entrevista de Rune Stefansson, quien también escribió un artículo sobre el poeta en su libro Sydamerikas sjæl, Reportage og interview, Tiderne Skifter, 1998. Los poemas de Domingo de Ramos han sido traducidos por el escritor danés Thomas Boberg.
Presentación de A 1000 o La Vida Muerta de Héctor Hernández Montecinos
Este libro es el primer título de la serie “novísima poesía latinoamericana” y la presentación estará a cargo de Paul Guillén, Yaxkin Malchyn y Víctor Ruiz Velazco (Editor).
Día: Martes 29 de enero
Hora: 6:00 p.m.
Lugar: Centro Cultural de España
Sobre el autor:
[HH]
(Santiago, Chile, 1979)
Licenciado en Literatura. Doctor en Filosofía mención Teoría del Arte. Sus libros de poesía editados entre el 2001 y el 2003 aparecen reunidos en [guión] (LOM: Stgo, 2008), que es el primer volumen de su trilogía La Divina Revelación; [coma] (MANTRA: Stgo, 2006; 2º edición al portugués, en preparación) es el volumen siguiente y reúne su trabajo poético del 2004 al 2006. Además han aparecido los siguientes libros recopilatorios de sus textos Putamadre (Zignos, Lima, 2005); Ay de mí (Ripio ediciones: Stgo, 2006), La poesía chilena soy yo (Mandrágora cartonera, Cochabamba, 2007) y Segunda mano (Zignos, Lima, 2007). Textos suyos aparecen en diversas antologías y revistas en Latinoamérica, EEUU, España y Alemania. Algunos han sido traducidos al inglés, portugués, francés, catalán, alemán y vasco. Ha sido invitado a festivales de poesía y a presentar sus libros en Alemania, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México y Perú. Ha sido becario del Consejo Nacional del Libro y la Lectura como ensayista (2003) y como poeta (2006), del FONDART para realizar su doctorado (2004 y 2005), de la Fundación Pablo Neruda (2005) y de la Fundación Andes (2005). Escribe regularmente sobre literatura, subjetividad, cultura, arte y género. Su trabajo poético se ha cruzado con música, fotografía, instalaciones y diversas realizaciones audiovisuales. Ha dirigido varios proyectos editoriales, hace performances y acciones de arte, collages en papel, ilustraciones, guiones y obras de teatro en pequeño formato. Es el director general de los encuentros latinoamericanos de poetas en Santiago de Chile “Poquita Fe”.
Sobre el libro:
SOLO el enorme talento de Héctor Hernández Montecinos ha podido construir un libro como este A-1000 o La Vida Muerta cuando el Conversacionalismo parecía atravesar sus estertores finales. He aquí que -quien es probablemente el mejor dotado entre los jóvenes poetas chilenos de hoy- consigue conmovernos con un fraseo terriblemente coloquial –en su atropellada dicción sobre el tema de un amor conflictivo y radical- propenso a la destrucción de todos los conceptos establecidos posibles. Ningún ícono queda en pie ante la blietzkrieg hernando-montecina. Ni el amor ni el odio. Ni las convenciones ni las rebeldías sociales. Una ráfaga destructiva asola los predios de la poesía latinoamericana reciente, pero no en el plano del lenguaje –en este caso- sino en la pura mentalidad de sus transgresores. En [HH] la vitalidad de su escritura se inmiscuye en la coloquialidad y la desbroza, extrañamente presentándonos un nuevo y rotundo tono; el cual es exacto para decirle Salud Broster! –Dos escudos más o si volviera a Lima –donde ha escrito este libro- Dos cristales, porque como él dice en un poema la soledad en Perú es diferente. Así es.
[Roger Santiváñez. Vientos helados de Filadelfia, diciembre 2007]
Indicio de Belén Vecchi
uno que flote desprevenido por un pasillo en penumbras
uno que intenta descifrar signos
cosmogonía cíclica
tótem relámpago
al final del pasillo
el polo iluminado
la inclinación de las nubes, sus ejes
sus cejas
rotación de sus miradas
lloran clavos tuercas vidrios
lloran porque no hay cables que los sostengan
como a las aves
posadas sobre un horizonte
que corta el espacio con su lineal perspectiva
a diez años luz sobre el nivel del mar
una posibilidad existe
de que no se considere lo imposible
y las criaturas marinas
y las aéreas
crucen sus límites, sus medios
y sea un todoceleste-azul
su aleteo de vida
Belén Vecchi. Es argentina, tiene 17 años y está a punto de publicar su primer libro de poemas y prosas, titulado Furia de Luciérnagas. Ha publicado en muchas revistas digitales y de papel impreso.
Los demonios de la isla: Carlos López Degregori: A quien debemos temer
Carlos López Degregori (Lima, 1952) pertenece a esa lista de autores cuyas obras siempre supondrán un desafío al lector y a la crítica. No se trata de provocar al respetable público con estridencias, sino aguijonearlo por la vía de las tormentas interiores y mundos con imaginería propia.
A quien debemos temer (2007) es la última entrega de CLD, injustamente obviada por los medios. El proceso de composición resulta muy atractivo, pues nace de integrar tres momentos distintos dentro de una escritura.
La primera parte se titula “La canción de mi nodriza”. Data de 1984 y no apareció en formato de libro. Este segmento reelabora antiguos mitos, sobre todo el del niño de misterioso origen que es dejado en custodia a un guardabosques o pastor. En muchas circunstancias semejantes, el infante es amamantado por la hembra de alguna especie. La nodriza –en el poema de CLD– es una cabra (alusión a los relatos sobre Zeus niño). López le insufla al registro atávico un tono oscuro y contradictorio: un guardabosques construyó una cabra de madera que lo nutrió y, más tarde, la incineró.
El segundo segmento, “A quien debemos temer”, está fechado en 1991. Consiste en un largo poema en prosa, próximo al cuento. En medio de escenas extrañas, oníricas (posible guiño a Buñuel y Dalí), una pareja de amantes encuentra una cabeza humana en la playa. Escrito en segunda persona, intercala diálogo, estructura versal y una supuesta fotografía de ese objeto. La ambigüedad del final sugiere un perverso juego de disfraces y máscaras.
Pero es el tercer grupo de poemas, “Pequeño animal de alivio”, el que concentra la atención, por tratarse de inéditos; además, los tres textos son anticipo de un próximo libro. Todos son prueba de que CLD ha desplazado las coordenadas de su ya extensa obra hacia los terrenos de una historia. Esto no supone una apuesta absoluta por la narratividad, sino más bien un aprovechamiento de ella para hilvanar símbolos o imágenes en una secuencia donde la aparente racionalidad con que se “relatan situaciones” sea cuestionada por la abrupta llegada del horror poetizado. Nítido ejemplo es “Pulsos”, vinculado a clásicos de la cultura de masas: un hombre, en un avión, descubre, a través de la ventana, a un ser espantoso que devora el fuselaje. La poesía irrumpe para exacerbar las angustias y pesadillas que anidan en los viajeros.
Ahora sólo nos resta aguardar el volumen que se avecina. CLD prosigue su labor silenciosa, y sin declaraciones de principios o gestos grandilocuentes. No son necesarios para quien ha sabido incorporar a la palabra aquella evasiva materia de los sueños.
Autor: Carlos López Degregori.
Título: A quien debemos temer.
Editorial: Colección Underwood. PUCP, 2007 (pp. 29)
Fuente: Correo
Ronald Portocarrero lee en homenaje a Juan Ramírez Ruiz
Ronald Portocarrero lee en homenaje a Juan Ramire Raíz
Video sent by f_obregon
Cineasta, actor y poeta, Ronald Portocarrero compartió con Juan Ramírez Ruíz "la oficina" del bar Queirolo, donde se frecuentaban y encontraban esporádicamente. En esta oportunidad, el testimonio de Portocarrero nos devuelve la figura de un Juan Ramírez Ruiz, rodeado de estudiantes universitarios conversando de literatura. La muerte de Ramírez Ruiz se supo hace poco y sus amigos del movimiento Hora Zero se reunieron para leer sus poemas y testimoniar sobre él. Al igual que los vídeos anteriores, éste fue grabado el jueves 17 de enero del 2008 y con el mismo culminan los vídeos de homenaje de Hora Zero grabados en el taller de Oswaldo Higuchi.
Aproximaciones a la novela EL ÁRBOL DE SODOMA (2007) de Jorge Nájar por Rosina Valcárcel
Hace un año llegó a mis manos el manuscrito. Tuve la suerte de ser la primera, y, tal vez, una de las pocas amistades que leyó la novela en su primera versión. La leí despacio, como quien bebe una buena copa de cognac; sus hojas paulatinamente me fueron cautivando; el paisaje selvático; el clima exótico; los personajes singulares, sus vínculos contradictorios y su entorno devinieron en un acertado acercamiento a la problemática amazónica, y, acaso también a la inconsciente historia del autor. Pude sentir la recurrencia poética construyendo un código, un ritmo, un discurso que fluyen y se enlazan con lo real, lo concreto, lo externo. La cosmovisión del universo, los diálogos entre los personajes y sus historias se asienta en el referente de nuestra fecunda y misteriosa Amazonía.
Este artículo, pues, aspira por ahora a situar las opiniones aparecidas hasta este momento sobre el libro de Nájar.
No sé hasta qué punto la novela coloca el énfasis en la función poética, plurisemántica del texto, o hasta dónde coloca el énfasis en la exaltación de la prosa, así como la búsqueda de trascendencia del tema, sinfonía de historias paralelas, símbolos más allá del significado "real" en pos de una unidad, a la par con retratos especialmente labrados, como afirma Sonia Luz Carrillo.
Sí me parece -como agrega la escritora- que se manifiesta una especial atención por el plano sonoro, la sugerencia de las comparaciones, imágenes, metáforas y la sutileza de la adjetivación. Y esto es lo que se halla en diversos pasajes de la obra.
En su inquietante ficción, Nájar nos revela que lo que ocurre al otro lado de la capital no siempre es claro. Pero justamente su aporte es conectar ese hilo de intrigas, alucinaciones, manejos turbios, con hechos prosaicos a los que añade rasgos del relato psicológico para darle mayor densidad a la trama narrativa. Sabemos que en todo fruto estético la relación con el entorno, la existencia y la afectividad, está transida de elementos socioculturales y de época. Y por cierto la representación y auto-representación a que da lugar.
La novela de Nájar es una extensa creación en la que se entretejen problemas contemporáneos dentro de un complejo paisaje cultural. El universo emocional, el desgarramiento y escepticismo o los momentos resplandecientes gracias a la dicha o el amor, siendo íntimos al ser objetivados, manifiestan un conjunto de características que inscriben al creador en el hecho histórico. Todo ello se produce por la elección y combinación de los recursos lingüísticos.
S. L. Carrillo enfatiza: "Las señales de pertenencia a una comunidad imaginada, formada por la confluencia de lo diverso, aparecen nítidas." Acota también que en la escritura, de modo reiterado, aparece el exilio, acaso como un espacio ideal para observar profundamente la existencia o lo vivido; hay un punto de vista que no sólo recrea circunstancias de gran peso subjetivo, sino que a la vez reflexiona sobre el mundo objetivo, a veces enrarecido y lleno de obsesiones.
Con El árbol de Sodoma, el autor ha logrado presentar la riqueza de Amazonía en sus diversas dimensiones, donde están presentes la violencia de los encuentros y de las separaciones, los sueños y desencuentros, la belleza y la orfandad, la abundancia y la miseria, el placer y la muerte. Así, la obra no es evasiva y alcanza con fortuna un real compromiso ético y estético.
A propósito de esta obra Javier Agreda acaba de lanzar el artículo controversial: "Jaque perpetuo. Tres novelas de Jorge Nájar" (La República: 18/11/07). Si bien discrepamos de cierta apreciación suya, somos conscientes de que Agreda pone sobre el tapete este trabajo narrativo. Enfatiza que: Sin personajes ni episodios en común, estas novelas son tres diferentes intentos de llevar a la narrativa la compleja problemática de esta región del país: narcotráfico, corrupción, pobreza extrema, y también de testimoniar la riqueza y vigencia de sus mitos, costumbres y tradiciones.
Nadie escucha el canto, editada inicialmente en 1999, aborda esa temática desde el marco de un relato policial, es la más antigua. Agreda considera que Nájar trabaja mejor la relación entre trama narrativa y mitos en la segunda novela, El otro olimpo. Aquí quien retorna a la ciudad, también procedente de Europa, es Enrique Cabrera, un exitoso artista plástico. El encuentro con los amigos de la niñez lo lleva a evocar las leyendas shipibas (la de Ronin, la gran serpiente cósmica; la de Ibojiwi, el árbol madre) que entonces les relataba el viejo Juan Chufandana y en las que el pintor descubre su verdadera identidad y el tema a desarrollar en sus futuros trabajos. Según el periodista, JA, Una casa embrujada resultaría la novela menos redonda. Aquí la protagonista es Úrsula del Río, una abogada defensora de los más pobres, nacida en Mayushín y que en su juventud actuó en cabarets limeños, disfrazada de diosa amazónica y bailando música de Piazzolla.
Yo pienso que la problemática de la corrupción universitaria local y su entramado con el poder político en Lima, es el lado más visible precisamente en esta parte de El árbol de Sodoma, sin por eso ocultar el mundillo de las fiestas en el que se mueven los personajes.
Desde mi perspectiva los relatos citados revelan el buen nivel formal alcanzado por Jorge Nájar. El autor se torna en interlocutor idóneo para tratar no sólo lo cotidiano, lo mundano, sino el arte de la palabra. La literatura, para él, sigue siendo una fiebre deslumbrante. Su destreza narrativa se hace evidente en el manejo de la tensión en las diferentes historias melancólicas y entretenidas que confluyen en el desarrollo de la acción. Meritoria es, asimismo, la puesta en escena de una temática que amplía el horizonte narrativo nacional, excesivamente centralizado en el ámbito capitalino.
Resta saber si Dios enviará una lluvia de fuego y azufre que incinere completamente Mayushín con sus habitantes, como en el caso de la historia bíblica al que alude el título general El árbol de Sodoma en cuyo seno están las tres historias que lo componen.
lunes, 21 de enero de 2008
Juan Ramírez Ruiz el arcipreste peruano en la Jornada de Morelos (México)
Fuente: http://www.lajornadamorelos.com/index.php?module=pagesetter&func=viewpub&tid=1&pid=32750
CLAVELES ROJOS PARA JUAN RAMÍREZ RUIZ por Rodolfo Ybarra
En algún preciso instante, entre los interregnos del recital y cuando uno de los poetas le pasaba el micro al presentador, nos quedamos mirando y me saludó amablemente como si me conociera a lo cual respondí con el saludo levantando la mano. Vi que cargaba un saco o bolsa cuyas protuberancias rectilíneas y rectangulares hacían denotar que se trataba de libros, revistas, material bibliográfico. Unos meses después lo encontré en el otrora bar “Las Rejas” del jirón Quilca. Algún poeta parroquiano nos presentó y me sorprendí cuando dijo que era Juan Ramírez Ruiz, a quien yo había leído en la adolescencia primera, a los diecisiete años, tanto sus “Palabras Urgentes” en la revista manifiesto que un amigo me pasó; “Un par de vueltas por la realidad”, y, su “Vida Perpetua”, hasta ese momento uno de sus mejores logros, donde aplicaba la mecánica cortazariana, los poemas saltados, numerados y dispuestos aleatoriamente, guarismos en los que se descubría algún posible o intrincado poema, algún infinitesimal verso, además de ciertos criterios surrealistas como el azar y la probabilidad. Y también vanguardistas, sobre todo en esos poliedros versiculares, esas imágenes sacadas de la geometría no euclidiana. Nos tomamos unas cervezas hablando de poesía, entre insultos y exabruptos, altavoces y escupitajos, luego de que se nos acabara la plata -yo, en un acto de rebeldía y desdén crematístico no trabajaba, y Juan tampoco, en lo que formalmente se conoce como trabajo- y luego, también, de recíprocos insultos coprolálicos (tú no eres nadie, yo soy un poeta, yo soy el que soy, tú eres el leoncito poeta y tú el perro poeta, y tú la rata poeta, entonces quién es quien, escribe nomás y no jodas, etc.) nos pedimos un par de “medias reses” o sea ron con gaseosa, y terminamos abrazados bajo la lluvia de ese invierno garuesco en Lima. Las calles las aromaba el humo de las fritangas y choncholíes que emergía de una carreta ubicada en la esquina entre Cailloma y Quilca. Fumones, lúmpenes, escritores, rockeros encuerados, mujeres en tacos agujas, perros embarrados con violeta genciana avanzaban por la estrecha calle. Desde ahí nos encontrábamos casualmente, tanto en “Las Rejas” como en el “Queirolo”. Recuerdo alguna vez, reunidos -otra vez bajo el mismo techo-, el mozo iba y venía con heladísimas botellas y los vasos flotaban entre las manos, con un humo grisáceo fungiendo de éter; a un costado, en unas mesas arrejuntadas, estaba un grupo de poetas: Carlos Oliva, Juan Vega, Josemári Recalde, Juan Ramírez Ruiz; y en otro: Hudson Valdivia, Grober Gambarini, Kilowats. Muchos sueños y ganas de vivir en aquella época. Cachuca cantaba nostalgia provinciana…
En una ocasión me encontraba conversando con una amiga dentro de este último local y apareció repentinamente Juan enlentado, cabellos revueltos, sudoroso, con aires de haber descubierto algo extraño, alguna fórmula poética de alguna angelical procedencia, y de pronto, señalando con el dedo a mi amiga cuando yo pensé que iba a decir ¡Eureka!, empezó a gritar, dando resoplidos: “puta”, “puta”, “maldita puta” (durus est hic sermo). Me quedé pensando un momento, estaba en un dilema (¿qué es lo que debía hacer?, ¿qué era lo más correcto?), y me puse de pie decididamente. Cuando los comensales, ayayeros de la petimetre, haciendo círculo, se preparaban para el espectáculo, abracé a Juan, (cálmate Juan, te estás confundiendo de persona, no te preocupes hermano, todo está bien, no hay de qué preocuparse, normal, normal, tú eres poeta y quizá nosotros simples mortales, no te podemos juzgar, no se nos está permitido, no te preocupes, hagamos un brindis, sí, eso está mejor…), lo llevé a una mesa aparte y le puse una cerveza (¡salud, poeta!). Antes de irme solo aquella noche, porque mi amiga se había molestado aduciendo que no era capaz de defenderla, vi a Juan miccionando en la mesa de un grupo de bardos mientras daba estruendosas carcajadas (¡ah, cojudos, aquí ya no hay poetas, no hay nada, ociosos!…). No sé si esos actos eran provocación o simples “excentricidades”. Dicen que la palabra “locura” patológica se debería emplear para personas de espíritu chato, para los artistas lo correcto sería la palabra “excéntrico”. Juan obviamente hubiera descreído de esto, que más resonancias tiene a los diálogos de Zavalita con el zambo Ambrosio; y no podría decirse que JRR fuera un desclasado o un poeta irracional como alguna vez escuché por ahí. Muchos se han atrevido a hablar de delirium tremens y de locura, e incluso de posesión (¿exorcismo?) o de alguna extraña manía. Nada de modales, ni el “Manual de Carreño”, ni “Ese Dedo Meñique” de la Holler Figallo. Quizás a su manera Juan era el escritor engagement, comprometido con su escritura y con su vida. Tanto su poesía como su persona, era en alguna forma un peligro para la delicatessen, un puñetazo a las narices levantadas que no se querían juntar con él, no era nice, mucho menos invitarlo a algún evento “porque podría malograr el show” y después “qué iba a decir el público”. “Horror vacui”. Hipocresías de espíritus innobles y reptiles.
En otra ocasión me encontré con él a plena luz del día -pensaba que Juan era un espíritu nocturno, gótico, un ángel de Pasolini. Me equivoqué. ¡Me equivoqué?- lo vi bastante preocupado y me contó que se había olvidado en el taxi, luego de un viaje relámpago a Chiclayo, un libro totalmente inédito que superaba las doscientas páginas y en el que había volcado años de trabajo e investigación, le propuse que pusiéramos un anuncio en el periódico o que pegásemos en los muros del centro de Lima un aviso donde constase la pérdida, además de alguna ficticia o improbable recompensa. Para ello, y luego de escribir a mano el anuncio sobre el reverso de un paquete de cigarros, nos citamos al día siguiente; por cierto el poeta nunca llegó, días después lo volví a ver y me dijo que me olvidara del asunto y que trataría de reescribir el libro saliera como le saliese. Nunca más se volvió a hablar del tema.
En cierta ocasión, conversando en San Vicente de Cañete con el poeta Enrique Verástegui, me “confesó” que él había iniciado en las matemáticas y en la escritura a JRR. No contento con esta “confesión” (y no es que me gusten las intrigas, pero siempre me gusta llegar a la verdad, aunque sea de manera silogística o confrontacional) fui un día a buscar a Juan y le comuniqué el rollo, a lo que él me dijo que fue al revés: “Verástegui es lo que es gracias a mí”. Bueno, rollo de poetas dije, y nos fuimos a tomar. Aquella noche acabamos en la “cámara de gas”, ubicado cerca de la avenida Alfonso Ugarte. Una garra negra de uñas largas nos acercó un extraño líquido verduzco que burbujeaba en una bolsa plástica.
Hubo tiempos relativamente largos en que el poeta no hablaba, se mostraba catatónico y se limitaba a observar y a beber todo el licor que le pudieran acercar. Con las justas se movía de su asiento para ir al baño, o ante el saludo cumplidor de algunos solo levantaba la mano para llevarse el cigarrillo a la boca. Imagino que eran momentos de introspección y de silencios casi típicos en su psicología y su modus vivendi. En cierta forma, y aunque no lo hubiera aceptado, se estaba convirtiendo en una suerte de mito viviente y no es que fuera un convidado de piedra, Juan estaba y no estaba en la realidad. Quién hubiera podido decirnos qué es lo que pasaba realmente por su cabeza. Quizá simplemente estaba construyendo versos o corrigiendo ritmos, cadencias, estructuras o qué se yo.
La última vez que vi a Juan, hace algunos meses, estaba bastante delgado, se había afeitado la barba y lucía un sacón largo color crema y una gorra de lana, estaba parado afuera de “La Rockola” de Quilca, como aguardando en la puerta de un centro materno- infantil, nervioso, impasible, titubeante, esperando a que alguien lo invitara a entrar, y nos dimos un fuerte abrazo, le dije que me esperara, que iba a entregar unos textos a un editor y regresaba por la misma. Cuando salí, ya no estaba, busqué por calles aledañas. Había desaparecido literalmente para siempre. Luego vendrían los continuos mensajes que rebotaban de uno y otro lado por internet, avisando de su pérdida, y que su hermano José había iniciado una intensa búsqueda en Chiclayo. ¿Cómo un poeta se podía perder? Salvo que esto no estuviera precisamente referido a su situación física. Muchos temían lo peor. Un comunicado firmado por Hora Zero apagaba todo tipo de esperanzas: nuestro amigo había partido el 17 de julio, arrollado por un camión. Según confirman las noticias, su cuerpo fue hallado en el cementerio de Huanchaco, gracias a una identificación de huellas digitales. Un canal local mostraría por primera vez en televisión la foto de JRR. Paradojas de la vida.
Sé que en estos momentos debería estar escribiendo de su poesía y de sus “Las Armas Molidas” –que, amablemente, lo editó Jorge Luis Roncal-, o de sus teorías sobre el poema integral o de sus innumerables peleas literarias -con guantes verdaderos, pero con protectores para no afectar la integridad del contrincante-, con los otros supérstites horacerianos, pero lo cierto es que no logro comprender –o quizás sí, pero me cuesta- por qué un creador, un espíritu dotado de magia necesitaba de ciertos resabios de sordidez, de cierto spleen y anosmia, o como dicen los cátaros todo es ficción, nada existe, y por eso los cristianos heterodoxos los eliminaron porque ellos salían a pelear con espadas ficticias, puesto que sus enemigos también deberían ser ficticios, arrojados a una carne de cañón indescriptible. Idealismo ortodoxo. Poesía pura.
Debería también aquí hablar de los reclamos a un Estado farsante, un Estado plutócrata y verdugo donde los políticos confunden cultura con celulares y que nada hace por sus artistas y descuida y pisotea a sus mejores hijos y solo se acuerda de ellos cuando se mueren. Por ello sería inaceptable que el INC o alguna otra institución burocrática de fintosa culturalidad se presente a hacer algún homenaje tardío a JRR. No se podría permitir. La sociedad necrofílica tiene que acabar.
Debería también sindicar con el índice y con todos los dedos de la mano a quienes lo vejaron y lo mantuvieron en la mordaza impidiéndole, de alguna forma, participar en lo único que a él le interesaba y por lo cual se desvivía: la literatura, la Weltanschaung literaria. ¿Por qué muchos ahora se rasgan las vestiduras y lloran con lágrimas de cocodrilo? Ahora se habla de algunas viudas y pelonas literarias, hasta ha aparecido por ahí algún monaguillo que quiere cargar la cruz y otro que clama a gritos por ser crucificado y se irroga el nombre de nuestro vate. ¿Acaso alguna vez les interesó realmente Juan Ramírez Ruiz, el poeta, el escritor, el ángel caído que transitó por este mundo de infamias intolerables y de epifanías ridículas? Ahora se rifan sus vestiduras y dicen “creerle” porque al final “no hay novia fea, hijo idiota, ni muerto malo”. Sicofantes. Basta ya de traficar con el dolor. Basta ya de hipocresías. Basta ya de querer tapar el sol con un dedo y de fingir la búsqueda de una justicia que sólo se remite a la unidad indivisible.
Debería también recordar que no es casual que sobre su tumba, la tumba de un buen rapsoda, se pusiera paradójicamente las siglas NN. ¿No es acaso esto la metáfora o alguna novedosa figura literaria de cómo se premia en este país a la sensibilidad creativa? Sin seguro de vida, sin pensión, sin jubilación, sin ningún tipo de reconocimiento ni asistencia, muriendo como alguna vez lo dije, parafraseando a JRR, “a la intemperie”.
Muchos escritores amigos y no muy amigos han empezado a discutir sobre el verdadero valor (literario) de JRR y su calidad de artista. No estoy seguro de hasta dónde más pudiera haber llegado el espíritu creador de Juan, lo cierto es que de seguro a él no le hubiera importado mucho las opiniones de nadie y de seguro nos hubiera mandado a la misma merde al modo de Jarry, como hizo con Raúl Zurita, el que se echó ácido en los ojos para no ver la realidad poética que se proyectaba en el cielo, el Zurita emocionado ante el poeta de hierro y hormigón, el poeta cofundador de Hora Zero a quien se acercó para saludarlo y estrechar su mano. Tampoco le importaban los desaires, los ninguneos, la bofetada o la patada de nadie, porque él sabía que había algo intocable dentro de su persona, algo de inmenso valor que solo un verdadero escritor, un verdadero artista podría reconocer dentro de sí.
Ahora muchos jóvenes poetas –y me incluyo- como en el cuento “El bagrecico” del maestro Izquierdo, quieren saber mayores detalles, signos, indicios reveladores de Juan Ramírez Ruiz, nuestro mitológico Juan, y les (me) digo como les dicen todos sus amigos, los que realmente le apreciaban: que lean su poesía, que lean sus libros, (que se saque fotocopias, que se escriba a mano, como hice yo cuando en la BN no me quisieron sacar copia del libro completo por razones del “copyright”). Acaso no nos dimos cuenta de que sus libros nunca se reeditaron, ni que nadie se preocupó por incluirlo en la curricula de las universidades o por lo menos de los colegios. Que descubran ahora en sus libros su calidad humana, su esencia, su luz, sus giros, su simbología, sus delicados manejos del verso y sus proyecciones, sus descubrimientos, sus nobles locuras. Ahí está Juan, nunca se perdió, siempre estuvo ahí, proteico, vital, con el puño hacia arriba. Solo fue a dar un paseo, “un par de vueltas por la realidad”. Acerquémonos a escuchar y leer al poeta.
Ahora prendo una vela para ti, Juan Ramírez Ruiz; espero que te alumbre, amigo, poeta. Que suenen las trompetas de Jericó. Que doblen las campanas de las iglesias. Que se icen las banderas a media asta. Que se disparen los doce cañonazos. Que todo el mundo cargue su negro crespón. Que se desempolven los trajes negros, los trajes de luto. Que se silencie el mundanal ruido. Que se entone “La pasión según San Mateo” de Bach, los Cantos goliardos del siglo XII o “Cuando los santos van marchando” de Armstrong. “Agua Rosada” del Picaflor de los Andes. Música de clavicordio. Quenas. Pututos. Tarkas. Violines. Charangos. Pianos y arpas. Un momento deténganse todos. Un minuto de silencio. Ha muerto un Poeta.
Dejo estos claveles rojos para ti.
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