viernes, 30 de junio de 2006

ACCIÓN POÉTICA DESPUÉS DEL VOTO, LA IMAGINACIÓN


Domingo 2 de julio a las 18:00 hrs.
Afuera del IAGO
Macedonio Alcalá 507, Col. Centro
Oaxaca, Oaxaca
Como actividad final de la exposición Ilusiones, ridículos e imposturas. Gráfica y caricatura de tressiglos y del ciclo literario, Bajo otro signo. Letrascontra la indigestión electoral, este Domingo 2 dejulio se realizará la Acción Poética, Después delvoto, la imaginación a las 18:00 hrs. El actoconsistirá en vaciar las tres urnas-pajarerasdiseñadas por el poeta y artista plástico EfraínVelasco donde se han venido depositando los materialesleídos en las cuatro lecturas del ciclo, así como loshan llegado vía correo electrónico, para introducirlosen sobres tipo carta y sellarlos con un grabado deCésar Chávez. Después de tener listo los poemas,cuentos, epigramas, pequeños ensayos, fragmentos denovela, en sus respectivos sobre, dará comienzo larepartición de los mismo para quien quiera llevarse asu casa un fragmento de imaginación de un autorelegido al azar. Esperamos que los paseantes por lacalle de Macedonio Alcalá sean muchos y se acerquen anuestra mesa y se hagan propietarios de un relato o deun poema. Además de escritores oaxaqueños o residentes de estaciudad, nos han llegado materiales de toda larepública mexicana, incluso, de países como España,Cuba, Costa Rica, Chile, Argentina, Brasil, Perú,Nueva Zelanda, Guatemala. En un cálculo aproximado,los materiales que se regalarán al público son casi300 textos literarios que, en unas cuantas horas,habrán encontrado un posible cómplice.
Atentamente
CONSEJO DE LETRAS DE IAGO

miércoles, 28 de junio de 2006

NUEVO LIBRO DE CECILIA PODESTÁ


ajos & zafiros
ediciones
invita a la presentación del libro

La primera anunciación

de CECILIA PODESTÁ

Performance / Comentarios / Lectura de poemas

Presentadores:
Rodolfo Hinostroza / Miguel Gutiérrez Podestá

Viernes 30 de junio - 8:00 p.m.
Casa Drama
Av. Pedro de Osma 135, Barranco
VINO DE HONOR

lunes, 19 de junio de 2006

NATURALEZAS URBANAS


POESIA PERUANA CONTEMPORANEA
33 Poetas del 70 se propone mostrar la producción poética de autores nacidos entre 1943 y 1954, muchos de ellos provenientes de las provincias del Perú en un claro eje renovador y progresista de la tradición poética nacional, esta antología representa el punto tangible del Seminario «Poesía Peruana del 70. Marginalidad-Oralidad-Nuevos Sujetos Migrantes Descentrados». Dicho Seminario se constituye como una revisión crítica y teórica en torno al movimiento Hora zero, la revista Estación reunida y otros poetas independientes como José Watanabe, Abelardo Sánchez León o Carlos López Degregori.
El Seminario es organizado por el Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y por la revista virtual Enemigo rumor y cuenta con treinta y cinco ponentes de diversas partes del mundo como Argentina, Francia, Colombia, Canadá, España, Estados Unidos y Perú. Sin duda es el mayor acontecimiento y la mayor reunión en torno a la poesía peruana de la segunda mitad del Siglo XX.
33 Poetas del 70 asume un lenguaje y un imaginario gestado a lo largo de más de tres décadas. Es con la publicación en 1969 de Poemas de entrecasa de Manuel Morales que se da inicio a una nueva sensibilidad poética y a nueva forma de vivir y escribir poesía en el Perú. La poesía de la calle, la oralidad, la experimentación con la página en blanco, la revitalización de los mitos amazónicos o serranos están presentes como una forma de ceder la voz autoral a los otros que tienen velada su voz: una secretaria, una prostituta, un borracho, etc. es así como el «yo» se convierte en «vosotros», poemas polifónicos que socavan la voz autoral y la incorporan al tránsito y decurso de un diálogo abierto. Paradigmas de esta caracterización serían los poetas que integran o integraron el movimiento Hora zero como Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Tulio Mora, Enrique Verástegui, Jorge Nájar, José Carlos Rodríguez, Feliciano Mejía, Yulino Dávila, Ángel Garrido Espinoza o Bernardo Rafael Álvarez. Reparando en que después nos han entregado libros que se podrían denominar neo-vanguardistas como Tromba de Agosto de Jorge Pimentel; Vida perpetua y Las armas molidas de Juan Ramírez Ruiz; Ruda de José Cerna; Cementerio general de Tulio Mora o Monte de goce de Enrique Verástegui. Otros integrantes de Hora zero prefirieron una poesía con referentes distintos tales como la presencia de Borges o la mística sufí en la poesía de Ricardo Oré o la presencia de la épica proveniente de Saint-John Perse en la poesía de Eloy Jáuregui. Mención especial merece Carmen Ollé que en Noches de adrenalina indagó en los intersticios del cuerpo y la escatología.
Por otra parte, los poetas de Estación reunida vinculados tanto por su poesía como por sus ideas políticas publicaron sus primeros libros bastante tarde, José Rosas Ribeyro en 1985, Óscar Málaga en 1989 y Elqui Burgos en 1974. Para ellos la ciudad de Paris será un espacio donde se instala la marginalidad, el desencanto, la incomunicación. Con una influencia mucho más beatnik que Hora zero crearon una nueva epopeya infernal de la ciudad de Lima. En susúltimos trabajos han desarrollado vetas diferentes como por ejemplo Málaga con una poesía mucho más lírica y de referentes orientales, José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos con una poesía que indaga desde el cuerpo su condición de seres sociales, obviamente con desarrollos que mantienen el trabajo de sus primeros libros, pero que logran una madurez formidable en su composición.
Los poetas insulares representados por varias líneas de enunciación y composición como José Watanabe y Alfonso Cisneros Cox influenciados por la concisión del hai-ku, el primero con una reformulación de la poética conversacional y el segundo con un apego más profundo por el surrealismo y el simbolismo. El movimiento de los poetas mágicos conformado por Omar Aramayo y César Toro Montalvo. La descomposición social y el pesimismo en la poesía de Abelardo Sánchez León. La experiencia de rescate de la obra de Juan Ojeda y Chirinos Cúneo por parte de la revista Auki con Armando Arteaga. Carlos López Degregori y su participación en la revista La Sagrada familia para luego alejarse de cualquier lugar visible y trabajar con presupuestos expresionistas y simbolistas. Mario Montalbetti, uno de los impulsores de la revista Hueso Húmero, con una poesía que trabaja otro plano de la emoción poética. El barroquismo-surrealismo de Vladimir Herrera o el barroquismo épico de José Morales Saravia. La poesía de Cesáreo Martínez que tiene una suerte de espejeo con Arte de navegar de Juan Ojeda. La poesía visceral y violenta de Jorge Espinoza Sánchez. Enriqueta Belevan con una poesía en apariencia delicada, pero que nos informa acerca de una existencia escéptica y silenciosa. La poesía casi testimonial de Rosina Valcárcel. Los poetas-profesores como Ricardo Falla o Sonia Luz Carrillo con importantes investigaciones en torno al tema que hoy nos convoca.
Por último, queremos agradecer efusivamente el desprendimiento de todos los poetasque cedieron sus poemas, muchos de ellos inéditos, para la publicación en esta muestra. Hacemos público nuestro total agradecimiento a Jorge Pimentel por facilitarnos un sinnúmero de material bibliográfico y fotográfico inaccesible en las bibliotecas limeñas. También a Jóse Rosas Ribeyro y Enrique Verástegui que siempre estuvieron pendientes del desarrollo del Seminario.
PAUL GUILLÉN
Ciudad de Lima, 26 de julio de 2005

¿QUÉ OYES ORESTES?

jueves, 15 de junio de 2006

SANDRO CHIRI EN TALLER PUERTORRIQUEÑO


Poeta Peruano en el Taller Puertorriqueño

El poeta peruano Sandro Chiri será el invitado del Ciclo "Conozca al Autor", que mensualmente organiza el Taller Puertorriqueño de Filadelfia. El evento sera el sábado 24 de junio de 2006, a las 3 pm., en 2557 N 5th Street, Filadelfia.

En esta oportunidad, Sandro Chiri hará una lectura de poemas de su libro "Viñetas" y conversará con el público asistente.

Con anterioridad Chiri ha publicado los poemarios Y si después de tantas palabras (1992) y El libro del mal amor (1989). También es autor de la Antología El Cuento en San Marcos. Siglo XX (2002, con Carlos Eduardo Zavaleta) y Narrativa Peruana de Vanguardia (1994, con J. Kishimoto). El año 2000 editó el segundo volumen de Mujer, Cultura y Sociedad en América Latina, para el Despacho Cultural de la Comunidad Europea. Desde 1993 dirige la revista de literatura La Casa de Cartón, dedicando cada una de sus 28 ediciones a un escritor peruano, entre ellos a Martín Adán, Xavier Abril, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro, Alfredo Bryce Echenique, Carlos Oquendo de Amat, entre otros.

Actualmente, Sandro Chiri trabaja en el Departamento de Español y Portugués de Temple University.

lunes, 12 de junio de 2006

VIVAN LOS CHANKAS Y EL KAPITAN PARACAS


Imagen tomada de República Chanka: Publicación esporádica de la Escuela Libre Puerto Huamaní, número 13, 12 de junio 2005.

CONVOCATORIA DE IAGO

Queridos amigos

A partir del jueves 8 de junio, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) inicia el ciclo de lecturas Bajo otro Signo: Letras contra la indigestión electoral, donde más de una treintena de escritores mexicanos compartirán su obra y la sus autores entrañables con los asistentes a estas lecturas.

Estos textos serán regalados al público la tarde del 2 de julio mediante una acción poética a las afueras del IAGO.

Esta invitación deseamos hacerla extensiva a todas las personas que gusten de la literatura y que puedan aportar el descubrimientos de letras como un descanso o alivio frente al clima enrarecido de la temporada electoral en nuestro México. El mecanismo para participar es el siguiente:

Deberán enviar, por correo electrónico, un texto de su autoría o su elección, de extensión máxima una cuartilla. El texto debe incluir título, autor, y fuente, en el caso de los que son tomados de un libro. Los textos que se reciban serán impresos y depositados en las urnas que contendrán los textos de los autores participantes en el ciclo, y regalados el 2 de julio.

La fecha límite para recepción de textos es el 29 de junio. La dirección de envío es: expoiago@yahoo.com.mx

Les invitamos a participar libremente con nosotros, asistir a las lecturas y difundir este mensaje a sus contactos.

Un saludo.


Ernesto Lumbreras

UNA TIERNA MALDICIÓN


OSWALDO ROSES. UNA TIERNA MALDICIÓN. BOGOTÁ: EDICIONES ÍNDICE, 2006. 56 PP.

PRÓLOGO

Parafraseando a Homi Bhabha una nación sería una narración, que se constituiría a través del ojo del tiempo, es decir, al hablar de una supuesta identidad, se remitiría a un pasado inmutable y sagrado, esta concepción insustancial e idealista se pierde en la irrealidad de los mitos. Es así, como podemos entender la idea de nación ligada a una fuerza simbólica, en ese sentido, no existe un progreso nacional, una línea sin puntos de corte o quiebres semánticos y estructurales. Por ejemplo: ¿qué diferencia al poblador inglés de nuestro tiempo del poblador australiano, a miles de millas de distancia, pero con una misma realidad globalizada? Las fronteras son vacíos étnicos, espacios desde donde la idea de nación empieza a formularse con sus grandes disyuntivas. Para el contexto del Siglo XIX, Australia era el pueblo colonizado y bárbaro, mientras Inglaterra era la nación civilizadora. Andando el tiempo, lo único que podría diferenciar a los pobladores contemporáneos, es que Australia no es más una colonia penal, donde se envía a los criminales ingleses para que se rehabiliten: “Australia fue fundada como colonia penal a finales del siglo XVIII, sobre todo para que Inglaterra pudiese transportar allí su exceso de población de delincuentes irredimibles e indeseables”1.

Prosiguiendo con esta reflexión Gayatri Spivak sugirió que deconstruir la historiografía significa subvertir las relaciones jerárquicas y prestar más atención a las minorías étnicas, sexuales y políticas. Con la irrupción de varios “post”: post-colonialismo, postmodernismo, post-feminismo, no como secuencialidad (después de) o como polaridad (anti o contra), sino como proyectos distintos, que se engarzan a través de imaginarios compuestos por la cultura, el imperialismo y la persuasión como una forma de manipulación, exclusión y culpa, se hablaría de nuevas realidades híbridas, heterogéneas, periféricas, descentradas, complementarias, que se constituirían como frentes de resistencia contra el imperialismo. El modelo neoliberal y la globalización, que plantean no un mundo ideal para todos, sino la hegemonía de un único mundo, configurado como un imperio de grandes superpotencias, nos hablaría de la supervivencia de esta retórica de la persuasión. En el siglo XIX, este mismo imperio metropolitano, estaba compuesto principalmente por Francia, España (en franco proceso de decadencia) e Inglaterra, que contaban con colonias de ultramar y que desarrollaban, principalmente en sus novelas, miradas sobre el discurso de civilización y barbarie. Las visiones exóticas de Oriente, de la India, del Caribe, de África se desarrollan en la novela histórica decimonónica de Walter Scott, Dickens, Kipling, Conrad, Dumas, Pushkin o Pérez Galdós. Estos intersticios, entre narración y nación imperial, nos informan sobre la configuración geocultural y política de Occidente, desde el Siglo XIV, Europa se habría consolidado con los viajes de ultramar, el comercio y la hegemonía de España y Portugal, en el intervalo, que va del Siglo XVI hasta la primera mitad del Siglo XVII, a este predominio se sumaría Italia, para luego, a inicios del siglo XIX, el poder central recaería en Inglaterra, Francia y Alemania2.

Estas estrategias de configurar la cultura como un proceso conflictivo se encuentran relacionadas con el flujo de la migración y la mixtura de las ‘identidades nacionales imperiales’. De esa manera, entendemos por cultura, no sólo un concepto ligado al archivo de lo mejor de cada sociedad, sino también a todas las prácticas sociales, económicas y políticas, incluidas las del saber popular, y aún es más, la cultura “es una especie de teatro en el cual se enfrentan distintas causas políticas e ideológicas. Lejos de constituir un plácido rincón de convivencia armónica, la cultura puede ser un auténtico campo de batalla”3.

Este poder de narrar o impedir, que otros relatos emerjan hacia la superficie pública, es decisivo para la cultura y para el imperialismo. En ese sentido, dentro del panorama de la segunda mitad de poesía española del Siglo XX, destaca la antología, Nueve novísimos poetas españoles (1970), de José María Castellet, que a pesar de no incluir a Antonio Colinas, Jorge Justo Padrón, Luis Antonio de Villena o José Miguel Ullán se constituyó como el referente hegemónico de la llamada última promoción de posguerra. En ese contexto, y luego de la irrupción de los postnovísimos, Oswaldo Roses, poeta y pensador malagueño, con tres poemarios publicados, nos propone un estro a la vez arcaizante y moderno, primitivo y tecnológico, prístino y neurasténico, que nos recuerda, en algunos trazos, la aventura poética de León Felipe, León de Greiff, Gabriel Celaya, José Hierro o Jaime Gil de Biedma, poetas que desde la reformulación de lo coloquial y la alienación trabajan el lenguaje no como un simple vehículo de comunicación, sino como un espacio inarmónico y discontinuo para la existencia del hombre. Esas “pasiones” o tensiones significativas trabajadas en el texto a través de los temas del amor, el exilio, la muerte, la orfandad nos indican una preponderancia y apego a un imaginario romántico, complementado desde la modernidad, en el sentido, de reasignar a la poesía la función de ser un lenguaje primordial, original y lleno de verdad. Por eso, su cuarto poemario, Una tierna maldición, se constituye como uno de los puntales de la nueva poesía española contemporánea, una poesía diversa en sus variaciones como puede ser Jordi Royo, Vicente Valero, Andrés Sánchez Robayna, Luis García Montero o Blanca Andreu.

Una tierna maldición, desde el punto de vista de su construcción estructural está conformado por 30 poemas repartidos en tres secciones: 1. Un oasis de corazón en el viento, 2. Una tierna maldición y 3. El tiempo virgen. En uno de los poemas de la primera parte “Siempre la envoltura” se cuestiona, siguiendo a Gracián, el tópico barroco de la apariencia: “Siempre la envoltura glorifican aquí, / el perfume del desprecio”. El ser y la apariencia, en nuestro tiempo, también es un tema de vital importancia, porque el sujeto moderno se encuentra más preocupado en su propia glorificación, que en la de los demás sujetos a los cuales tipifica de objetos e instaura una relación dual, y por ello dolorosa y autista, una relación de sujeto-objeto, en ese sentido, el libro de Oswaldo Roses es un libro de matriz neorromántica, porque tiende a lo interior, a los sentimientos, a las pasiones, a lo individual, a lo nacional, a lo subjetivo, a la idealización de la naturaleza, a lo cósmico, y, además, expresa su desconfianza ante la modernidad y su proyecto universalista:

“Enferma, pues, está la planeación
del desvelo,
la ventana ésa que abre el niño,
el dibujo de la sonrisa nueva,
la fábula de otrora selva,
la música a todo correr, como plazca”.

Otro de los rasgos neorrománticos de la poesía de Roses es su pasión por lo exótico: “pórticos incas que lucen / como lloros de Cristo” y otro ejemplo lo encontramos en: “hacia la mimbre de los tiemblos araucanos”. Para terminar podríamos englobar, que la única razón que mueve la poesía de Oswaldo Roses es la emoción y el amor: “escribes lentamente una razón: amor”.


Paul Guillén
Ciudad de Lima, abril, 2006.

NOTAS

1. Said, Edward. Cultura e imperialismo. Barcelona: Anagrama, 1990. p. 16

2. Mignolo, Walter. “Herencias coloniales y teorías postcoloniales”. En: Beatriz Gonzáles Stephan. Cultura y Tercer Mundo. Caracas: Nueva Sociedad, 1996.

3. Bhabha, Homi. El lugar de la cultura. Buenos Aires: Manantial, 2002. p. 14

jueves, 8 de junio de 2006

CAMINO A ÍTACA


PRESENTACIÓN DEL LIBRO
LA TRANSFORMACIÓN DE LOS METALES
DE PAUL GUILLÉN
DÍA: VIERNES 9 DE JUNIO 2006
LUGAR: UNIVERSIDAD SAN LUIS GONZAGA DE ICA
HORA: 11 A.M.
Y EL MISMO DÍA
EN LA BIBLIOTECA 'ABRAHAM VALDELOMAR' DE HUACACHINA
HORA: 7 P.M.

martes, 6 de junio de 2006

NUEVO NÚMERO DE LA EXCELENTE REVISTA TSÉ-TSÉ

Tsé- Tsé Nº 17 __entradaenmateria__


en este número: Virgilio Piñeira: extenso, riquísimo dossier con ensayos, poemas y entrevista.// William Blake: Caín Hipercubo por Bel Atreides // Amanda Berenguer ,Héctor Piccoli (Poemas y entrevistas) // sobre Claudio Daniel (José Kozer, María Rosa Maldonado,Jesús Barquet, Reynaldo Jiménez) + poemas // poemas de Andrés Fisher y Mario Nosotti // Azul Invisible por Octavio Armand + entrevistas // Copi: "El Rio de la Plata" + ensayo Adrián Cangi // entrevista a Paulo Leminsky // Eduardo Espina :poemas y entrevista.
Fotografía del número 16, donde se incluye la entrevista "La poesía no tiene nada que ver con lo intelectual: un diálogo con Vladimir Herrera" realizada por Paul Guillén.

CONTRA LOS POETAS POR WITOLD GOMBROWICZ


Sería más delicado por mi parte no turbar uno de los pocos rituales que aún nos quedan. Aunque hemos llegado a dudar de casi todo, seguimos practicando el culto a la Poesía y a los Poetas, y es probablemente la única Deidad que no nos avergonzamos de adorar con gran pompa, con profundas reverencias y con voz altisonante,¡Ah, Shelley! ¡Ah, Stowacki! ¡Ah, la palabra del Poeta, la misión del Poeta y el alma del Poeta! Y, sin embargo, me veo obligado a abalanzarme sobre estas oraciones y, en la medida de mis posibilidades, estropear este ritual en nombre..., sencillamente en nombre de una rabia elemental que despierta en nosotros cualquier error de estilo, cualquier falsedad, cualquier huida de la realidad. Pero ya que emprendo la lucha contra un campo particularmente ensalzado, casi celestial, debo cuidar de no elevarme yo mismo como un globo y de no perder la tierra firme bajo mis pies.

Supongo que la tesis del presente ensayo: que a casi nadie le gustan los versos y que el mundo de la poesía en verso es un mundo ficticio y falseado, puede parecer tan atrevida como poco seria. Y sin embargo, yo me planto ante vosotros y declaro que a mí los versos no me gustan en absoluto y hasta me aburren. Me diréis quizá que soy un pobre ignorante. Pero, por otra parte, llevo mucho tiempo trabajando en el arte y su lenguaje no me resulta del todo ajeno. Tampoco podéis utilizar contra mí vuestro argumento preferido afirmando que no poseo sensibilidad poética, porque precisamente la poseo y en gran cantidad, y cuando la poesía se me aparece no en los versos, sino mezclada con otros elementos más prosaicos, por ejemplo, en los dramas de Shakespeare, en la prosa de Dostoyevski o Pascal, o sencillamente con ocasión de una corriente puesta de sol, me pongo a temblar como los demás mortales. ¿Por qué, entonces, me aburre y me cansa ese extracto farmacéutico llamado «poesía pura», sobre todo cuando aparece en forma rimada? ¿Por qué no puedo soportar ese canto monótono, siempre sublime, por qué me adormece ese ritmo y esas rimas, por qué el lenguaje de los poetas se me antoja el menos interesante de todos los lenguajes posibles, por qué esa Belleza me resulta tan poco seductora y por qué no conozco nada peor en cuanto estilo, nada más ridículo, que la manera en que los Poetas hablan de sí mismos y de su Poesía?

Pero yo tal vez estaría dispuesto a reconocer una particular carencia mía en este sentido..., si no fuera por ciertos experimentos..., ciertos experimentos científicos... ¡Qué maldición para el arte, Bacori! Os aconsejo que no intentéis jamás realizar experimentos en el terreno del arte, ya que este campo no lo admite; toda la pomposidad sobre el tema es posible sólo a condición de que nadie sea tan indiscreto como para averiguar hasta qué punto se corresponde con la realidad. Vaya cosas que veríamos si nos pusiéramos a investigar, por ejemplo, hasta qué punto una persona que se embelesa con Bach tiene derecho de embelesarse con Bach, esto es, hasta qué punto es capaz de captar algo de la música de Bach. ¿Acaso no he llegado a dar (pese a que no soy capaz de tocar en el piano ni siquiera «Arroz con leche»), y no sin éxito, dos conciertos? Conciertos que consistían en ponerme a aporrear el instrumento, tras haberme asegurado el aplauso de unos cuantos expertos que estaban al corriente de mi intriga y tras anunciar que iba a tocar música moderna. Qué suerte que aquellos que discurren sobre el arte con el grandilocuente estilo de Valéry no se rebajan a semejantes confrontaciones. Quien aborda nuestra misa estética por este lado podrá descubrir con facilidad que este reino de la aparente madurez constituye justamente el más inmaduro terreno de la humanidad, donde reina el bluff, la mistificación; el esnobismo, la falsedad y la tontería. Y será muy buena gimnasia para nuestra rígida manera de pensar imaginarnos de vez en cuando al mismo Paul Valéry como sacerdote de la Inmadurez, un cura descalzo y con pantalón corto.

He realizado los siguientes experimentos: combinaba frases sueltas o fragmentos de frases, construyendo un poema absurdo, y lo leía ante un grupo de fieles admiradores como una nueva obra del vate, suscitando el arrobamiento general de dichos admiradores; o bien me ponía a interrogarles detalladamente sobre este o aquel poema, pudiendo así constatar que los «admiradores» ni siquiera lo habían leído entero. ¿Cómo es eso? ¿Admirar tanto sin siquiera leerlo hasta el final? ¿Deleitarse tanto con la «precisión matemática» de la palabra poética y no percatarse de que esta precisión está puesta radicalmente patas arriba? ¿Mostrarse tan sabihondos, extenderse tanto sobre estos temas, deleitarse con no sé qué sutilidades y matices, para al mismo tiempo cometer pecados tan graves, tan elementales? Naturalmente, después de cada uno de semejantes experimentos había grandes protestas y enfados, mientras los admiradores juraban y perjuraban que en realidad las cosas no son así..., que no obstante...; pero sus argumentos nada podían contra la dura realidad del Experimento.

Me he encontrado, pues, frente al siguiente dilema: miles de hombres escriben versos; centenares de miles admiran esta poesía; grandes genios se han expresado en verso; desde tiempos inmemorables el Poeta es venerado, y ante toda esta montaña de gloria me éncuentro yo con mi sospecha de que la misa poética se desenvuelve en un vacío total. Ah, si no supiera divertirme con esta situación, estaría seguramente muy aterrorizado. A pesar de esto, mis experimentos han fortalecido mis ánimos, y ya con más valor me he puesto a buscar respuesta a esta cuestión atormentadora: ¿por qué no me gusta la poesía pura? ¿Por qué? ¿No será por las mismas razones por las que no me gusta el azúcar en estado puro? El azúcar sirve para endulzar el café y no para comerlo a cucharadas de un plato como natillas. En la poesía pura, versificada, el exceso cansa: el exceso de palabras poéticas, el exceso de metáforas, el exceso de sublimación, el exceso, por fin, de la condensación y de la depuración de todo elemento antipoético, lo cual hace que los versos se parezcan a un producto químico.

El canto es una forma de expresión muy solemne... Pero he aquí que a lo largo de los siglos el número de cantores se multiplica, y estos cantores al cantar tienen que adoptar la postura de cantor, y esta postura con el tiempo se vuelve cada vez más rígida. Y un cantor excita al otro, uno consolida al otro en su obstinado y frenético canto; en fin, que ya no cantan más para las multitudes, sino que uno canta para el otro; y entre ellos, en una rivalidad constante, en un continuo perfeccionamiento del canto, surge una pirámide cuya cumbre alcanza los cielos y a la que admiramos desde abajo, desde la tierra, levantando las narices hacia arriba. Lo que iba a ser una elevación momentánea de la prosa se ha convertido en el programa, en el sistema, en la profesión, y hoy en día se es Poeta igual que se es ingeniero o médico. El poema nos ha crecido hasta alcanzar un tamaño monstruoso, y ya no lo dominamos nosotros a él, sino él a nosotros. Los poetas se han vuelto esclavos, y podríamos definir al poeta como un ser que no puede expresarse a sí mismo, porque tiene que expresar el Verso.

Y, sin embargo, no puede haber probablemente en el arte cometido más importante que justamente éste: expresarse a sí mismo. Nunca deberíamos perder de vista la verdad que dice que todo estilo, toda postura definida, se forma por eliminación y en el fondo constituye un empobrecimiento. Por tanto, nunca deberíamos permitir que alguna postura redujera demasiado nuestras posibilidades convirtiéndose en una mordaza, y cuando se trata de una postura tan falsa, es más, casi pretenciosa, como la de un «cantor», con más razón deberíamos andarnos con ojo. Pero nosotros, hasta ahora, en lo que al arte se refiere, dedicamos mucho más esfuerzo y tiempo a perfeccionarnos en uno u otro estilo, en una u otra postura, que a mantener ante ellos una autonomía y libertad interiores, y a elaborar una relación adecuada entre nosotros y nuestra postura. Podría parecer que la Forma es para nosotros un valor en sí mismo, independientemente del grado en que nos enriquece o empobrece. Perfeccionamos el arte con pasión, pero no nos preocupamos demasiado por la cuestión de hasta qué punto conserva todavía algún vínculo con nosotros. Cultivamos la poesía sin prestar atención al hecho de que lo bello no necesariamente tiene que «favorecernos». De modo que si queremos que la cultura no pierda todo contacto con el ser humano, debemos interrumpir de vez en cuando nuestra laboriosa creación y comprobar si lo que creamos nos expresa.

Hay dos tipos contrapuestos de humanismo: uno, que podríamos llamar religioso, trata de echar al hombre de rodillas ante la obra de la cultura humana, nos obliga a adorar y a respetar, por ejemplo, la Música o la Poesía, o el Estado, o la Divinidad; pero la otra corriente de nuestro espíritu, más insubordinada, intenta justamente devolverle al hombre su autonomía y su libertad con respecto a estos Dioses y Musas que, al fin y al cabo, son su propia obra. En este último caso, la palabra «arte» se escribe con minúscula. Es indudable que el estilo capaz de abarcar ambas tendencias es más completo, más auténtico y refleja con más exactitud el carácter antinómico de nuestra naturaleza que el estilo que con un extremismo ciego expresa solamente uno de los polos de nuestros sentimientos. Pero, de todos los artistas, los poetas son probablemente los que con más ahínco se postran de hinojos -rezan más que los otros-, son sacerdotes par excellence y ex professio, y la Poesía así planteada se convierte sencillamente en una celebración gratuita. Justamente es esta exclusividad lo que hace que el estilo y la postura de los poetas sean tan drásticamente insuficientes, tan incompletos.

Hablemos un momento más sobre el estilo. Hemos dicho que el artista debe expresarse a sí mismo. Pero, al expresarse a sí mismo, también tiene que cuidar que su manera de hablar esté acorde con su situación real en el mundo, debe expresar no solamente su actitud ante el mundo, sino también la del mundo ante él. Si siendo cobarde, adopto un tono heroico, cometo un error de estilo. Pero si me expreso como si fuera respetado y querido por todo el mundo, mientras en realidad los hombres ni me aprecian ni me tienen simpatía, también cometo un error de estilo. Si, en cambio, queremos tomar conciencia de nuestra verdadera situación en el mundo, no podemos eludir la confrontación con otras realidades diferentes de la nuestra. El hombre formado únicamente en el contacto con hombres que se le parecen, el hombre que es producto exclusivo de su propio ambiente, tendrá un estilo peor y más estrecho que el hombre que ha vivido en ambientes diferentes y ha convivido con gente diversa. Ahora bien, en los poetas irrita no sólo esa religiosidad suya, no compensada por nada, esa entrega absoluta a la Poesía, sino también su política de avestruz en relación con la realidad: porque ellos se defienden de la realidad, no quieren verla ni reconocerla, se abandonan expresamente a un estado de ofuscamiento que no es fuerza, sino debilidad.

¿Es que los poetas no crean para los poetas? ¿Es que no buscan únicamente a sus fieles, es decir, a hombres iguales a ellos? ¿Es que estos versos no son producto exclusivo de un hombre determinado y restringido? ¿Es que no son herméticos? Obviamente, no les reprocho el que sean «difíciles», no pretendo que escriban «de manera comprensible para todos» ni que sean leídos en las casas campesinas pobres. Sería igual a pretender que voluntariamente renunciaran a los valores más esenciales, como la conciencia, la razón, una mayor sensibilidad y un conocimiento más profundo de la vida y del mundo, para bajar a un nivel medio; ¡oh, no, ningún arte que se respete lo aceptaría jamás! Quien es inteligente, sutil, sublime y profundo debe hablar de manera inteligente, sutil y profunda, y quien es refinado debe hablar de un modo refinado, porque la superioridad existe, y no para rebajarse. Por tanto, no es malo que los versos contemporáneos no sean accesibles a cualquiera, lo que sí es malo es que hayan surgido de la convivencia unilateral y restringida de unos mundos y tinos hombres idénticos. Al fin y al cabo, yo mismo soy un autor que defiende obstinadamente su propio nivel, pero al mismo tiempo (lo digo para que no se me eche en cara que practico un género que combato), mis obras ni por un momento se olvidan de que fuera de mi mundillo existen otros mundos. Y si no escribo para el pueblo, no obstante escribo como alguien amenazado por el pueblo o dependiente del pueblo, o creado por el pueblo. Tampoco se me ha pasado nunca por la cabeza adoptar una pose de «artista», de «escritor», de creador maduro y reconocido, sino que ; precisamente represento el papel de candidato a artista, de aquel que sólo desea ser maduro, en una incesante y encarnizada lucha con todo lo que frena mi desarrollo. Y mi arte se ha formado no en contacto con un grupo de gente afín a mí, sino precisamente en relación y en '' contacto con el enemigo.

¿Y los poetas? ¿Acaso puede salvarse el poema de un poeta si cae en manos no de un amigo-poeta, sino de un enemigo, un no-poeta? Como cualquier otra expresión, un poema debería ser concebido y realizado de manera que no deshonrara a su propio creador, ni siquiera en el caso de que no tuviese que gustar a nadie. Más aún, es preciso que los poemas no deshonren al creador ni siquiera en el caso de que a él mismo no le gusten. Porque ningún poeta es exclusivamente poeta, y en cada poeta vive un no-poeta que no canta y a quien no le gusta el canto...; el hombre es algo más vasto que el poeta. El estilo surgido entre los adeptos de una misma religión muere en contacto con la multitud de infieles; es incapaz de defenderse y de luchar; es incapaz de vivir una verdadera vida; es un estilo estrecho.
Permitidme que os muestre la siguiente escena... Imaginémonos que en un grupo de más de diez personas una de ellas se levanta y se pone a cantar. Su canto aburre a la mayoría de los oyentes; pero el cantante no quiere darse cuenta de ello; no, él se comporta como si encantara a todo el mundo; pretende que todos caigan de rodillas ante esa Belleza, exige un reconocimiento incondicional a su papel de Vate; y aunque nadie le da mayor importancia a su canto, él adopta una expresión como si su palabra tuviera un significado decisivo para el mundo; lleno de fe en su Misión Poética lanza anatemas, truena, se agita en un vacío; pero, es más, no quiere reconocer ante la gente ni ante sí mismo que este canto le aburre hasta a él, le atormenta y le irrita, puesto que él no se expresa de una manera desenvuelta, natural ni directa, sino en una forma heredada de otros poetas, una forma que perdió hace tiempo el contacto con la directa sensibilidad humana; y así no sólo canta la Poesía, sino que también se embelesa con la Poesía; siendo Poeta, adora la grandeza y la importancia del Poeta; no sólo pretende que los demás caigan de rodillas ante él, sino que él mismo cae de rodillas ante sí mismo. ¿No podría decirse de ese hombre que ha decidido llevar un peso excesivo sobre sus espaldas? Puesto que no sólo cree en la fuerza de la poesía, sino que se obliga a sí mismo a esta fe, no sólo se ofrece a los demás, sino que los obliga a que reciban este don divino como si fuera una hostia. En un estado espiritual tan hermético, ¿dónde puede surgir una grieta por la cual desde el exterior pudiese penetrar la vida? Y al fin y al cabo no hablamos aquí de un cantor de tercera fila, no, todo esto también se refiere a los poetas más célebres, a los mejores.

Si al menos el poeta supiera tratar su canto como una pasión, o como un rito, si al menos cantara como los que tienen que cantar, aun sabiendo que cantan en el vacío. Si en lugar de un orgulloso «yo, Poeta» fuese capaz de pronunciar estas palabras con vergüenza o con temor... o hasta con repulsión... ¡Pero no! ¡El Poeta tiene que adorar al Poeta!

Esta impotencia ante la realidad caracteriza de manera contundente el estilo y la postura de los poetas. Pero el hombre que huye de la realidad ya no encuentra apoyo en nada..., se convierte en juguete de los elementos. A partir del momento en que los poetas perdieron de vista al ser humano concreto para fijar la mirada en la Poesía abstracta, ya nada pudo frenarlos en la pendiente que conducía directamente al precipicio del absurdo. Todo empezó a crecer espontáneamente. La metáfora, privada de cualquier freno, se desencadenó hasta tal punto que hoy en los versos no hay más que metáforas. El lenguaje se ha vuelto ritual: esas «rosas», esos «ocasos», esas «añoranzas» o esos «dolores», que antaño poseían cierto frescor, a causa de un uso excesivo se han convertido en sonidos vacíos; y esto mismo se refiere a los más modernos «semáforos» y demás «espirales». El estrechamiento del lenguaje va acompañado del estrechamiento del estilo, lo cual ha provocado el que hoy en día los versos no sean más que una docena de «vivencias» consagradas, servidas en insistentes combinaciones de un vocabulario mísero. A medida que el Estrechamiento se iba volviendo cada vez más Estrecho, también la Belleza no frenada por nada se volvía cada vez más Bella, la Profundidad cada vez más Profunda, la Nobleza cada vez más Noble, la Pureza cada vez más Pura. Si por un lado el verso, privado de frenos, se ha hinchado hasta alcanzar las dimensiones de un poema gigantesco (similar a una selva conocida de verdad sólo por unos cuantos exploradores), por otro lado empezó a condensarse reduciéndose a un tamaño ya demasiado sintético y homeopático. Asimismo se empezó a hacer descubrimientos y experimentos con cara de ser los únicos enterados; y, repito, ya nada es capaz de frenar esta aburrida orgía. Porque no se trata aquí de la creación de un hombre pare otro hombre, sino de un rito celebrado ante un altar. Y por cada diez versos, habrá al menos uno dedicado a la adoración del Poder de la Palabra Poética o a la glorificación de la vocación del Poeta.

Convengamos que estos síntomas patológicos no son propios únicamente de los poetas. En la prosa esta postura religiosa también ha hecho grandes estragos, y si tomamos por ejemplo obras como La muerte de Virgilio, de Broch, Ulises o algunas obras de Kafka, experimentamos la misma sensación: que la «eminencia» y la «grandeza» de estas obras se realizan en el vacío, que pertenecen a estos libros que todo el mundo sabe que son grandes..., pero que de algún modo nos resultan lejanos, inaccesibles y fríos..., puesto que fueron escritos de rodillas y con el pensamiento puesto no en el lector, sino en el Arte o en otra abstracción. Esta prosa surgió del mismo espíritu que ilumina a los poetas, e indudablemente, por su esencia, es «prosa poética».

Si dejamos aparte las obras y nos ocupamos de las personas de los poetas y del mundillo que estas personas crean con sus fieles y sus acólitos, nos sentiremos aún más sofocados y aplastados. Los poetas no sólo escriben 'para los poetas, sino que también se alaban mutuamente y mutuamente se rinden honores unos a otros. Este mundo, o mejor dicho, este mundillo, no difiere mucho de otros mundillos especializados y herméticos: los ajedrecistas consideran el ajedrez como la cumbre de la creación humana, tienen sus jerarquías, hablan de Capablanca con el mismo sentimiento religioso que los poetas de Mallarmé, y uno confirma al otro en la convicción de su propia importancia. Pero los ajedrecistas no pretenden tener un papel tan universal, y lo que después de todo se puede perdonar a los ajedrecistas, se vuelve imperdonable en el caso de los poetas. Como consecuencia de semejante aislamiento, todo aquí se hincha, y hasta los poetas mediocres se hinchan de manera apocalíptica, mientras problemas insignificantes cobran una importancia desorbitada. Recordemos, por ejemplo, las tremendas polémicas acerca del tema de las asonancias, y el tono en que se discutía esta cuestión: parecía entonces que el destino de la humanidad dependiera de si era lícito rimar de forma asonante. Es lo que ocurre cuando el espíritu del gremio llega a dominar al espíritu universal.

Otro hecho no menos vergonzoso es la cantidad de poetas. A todos los excesos mencionados más arriba, hay que añadir el exceso de vates. Estas cifras ultrademocráticas hacen explotar desde dentro la orgullosa y aristocrática fortaleza poética; realmente resulta bastante divertido verlos a todos juntos en un congreso: ¡qué multitud de seres más peculiares! Pero ¿es que el arte que se celebra en el vacío no es el terreno ideal para aquellos que justamente no son nadie, cuya personalidad vacía se desahoga encantada en esas formas limitadas? Y lo que ya es verdaderamente ridículo son esas críticas, esos articulillos, aforismos y ensayos que aparecen en la prensa sobre el tema de la poesía. Eso sí que es vanilocuencia, una vanilocuencia pomposa y tan ingenua, tan infantil, que uno no puede creer que hombres que se dedican a escribir no perciban la ridiculez de semejante publicística. Hasta ahora no han comprendido esos estilistas que de la poesía no se puede escribir en tono poético, por lo que sus gacetillas están repletas de semejantes elucubraciones poetizantes. También es muy grande la ridiculez que acompaña los recitales, concursos y manifiestos, pero supongo que no vale la pena extenderse más sobre ello.

Creo haber explicado más o menos por qué la poesía en verso no me seduce. Y por qué los poetas -que se han entregado totalmente a la Poesía y han sometido a esta Institución toda su existencia, olvidándose de la existencia del hombre concreto y cerrando los ojos a la realidad- se encuentran (desde hace siglos) en una situación catastrófica. A pesar de las apariencias de triunfo. A pesar de toda la pompa de esta ceremonia.

Pero aún tengo que refutar cierta acusación.

El simplismo inusitado con que se defienden los poetas (por lo general, hombres nada tontos, aunque ingenuos) cuando se ataca su arte, sólo se puede explicar por una ceguera voluntaria. Muchos de ellos buscan salvarse argumentando que escriben versos por placer, como si todo su comportamiento no desmintiese semejante afirmación. Los hay que sostienen con toda seriedad que escriben para el pueblo y que sus rebuscados jeroglíficos constituyen el alimento espiritual de las almas sencillas. No obstante, todos creen con firmeza en la resonancia social de la poesía, y desde luego les será difícil comprender cómo se les puede atacar desde este lado. Dirán: –¡Cómo! ¿Acaso puede usted dudar? ¿Es que no ve usted las multitudes que asisten a nuestros recitales? ¿La cantidad de ediciones que consiguen nuestros volúmenes? ¿Los estudios, los artículos, las disertaciones publicados sobre nosotros? ¿La admiración que rodea a los poetas famosos? Es usted precisamente quien no quiere ver las cosas como son...

¿Qué les contestaré? Que todo esto no son más que ilusiones. Es cierto que a los recitales van multitudes, pero también es cierto que incluso un oyente muy culto no es capaz en absoluto de comprender un poema declamado en un recital. Cuántas veces he asistido a estas aburridas sesiones, en que se recitaba un poema tras otro, cuando cada uno de ellos tendría que ser leído con la máxima atención al menos tres veces para poder descifrar por encima su contenido. En cuanto a las ediciones, sabemos que se compran miles de libros para no ser leídos jamás. Sobre la poesía escriben, como ya hemos dicho, los poetas. ¿Y la admiración? ¿Es que los caballos en las carreras no despiertan todavía más interés? Pero ¿qué tiene que ver la afición deportiva con que asistamos a toda clase de rivalidades y todas las ambiciones -nacionales u otras- que acompañan a estas carreras, qué tiene que ver todo esto con una auténtica emoción artística? Sin embargo, semejante respuesta, aunque justa, no sería suficiente. El problema de nuestra convivencia con el arte es mucho más profundo y difícil. Y es indudable, al menos a mi parecer, que si queremos entender algo de él, debemos romper totalmente con esta idea demasiado fácil de que «el arte nos encanta» y que «nos deleitamos con el arte». No el arte nos encanta sólo hasta cierto punto, mientras que los placeres que nos proporciona son más bien dudosos... Y ¿acaso puede ser de otra manera, si la convivencia con el gran arte es una convivencia con hombres maduros, de horizontes más vastos y sentimientos más fuertes? No nos deleitamos, más bien tratamos de deleitarnos..., y no comprendemos..., sino que tratamos de comprender...

Qué superficial es el pensamiento para el cual este fenómeno complicado se reduce a una simple fórmula: el arte encanta porque es bello.

–Oh, hay tantos esnobs..., pero yo no soy un esnob, yo reconozco con franqueza cuando algo' no me gusta –dice esta ingenuidad y le parece que con esto todo queda arreglado.

Sin embargo, podemos percibir aquí claramente unos factores que no tienen nada que ver con la estética. ¿Pensáis que si en la escuela no nos hubiesen obligado a extasiarnos con el arte, tendríamos por él, más tarde, tanta admiración, una admiración que nos viene dada? ¿Creéis que si toda nuestra organización cultural no nos impusiera el arte, nos interesaríamos tanto por él? ¿No será nuestra necesidad de mito, de adoración, lo que se desahoga en esta admiración nuestra, y no será que al adorar a los superiores, nos ensalzamos a nosotros mismos? Pero ante todo, estos sentimientos de admiración y de éxtasis, ¿surgen «de nosotros» o «entre nosotros»? Si en un concierto estalla una salva de aplausos, eso no quiere decir en absoluto que cada uno de los que aplauden esté entusiasmado. Un tímido aplauso provoca otro, se excitan mutuamente, hasta que por fin se crea una situación en que cada uno tiene que adaptarse interiormente a esta locura colectiva. Todos «se comportan» como si estuvieran entusiasmados, aunque «verdaderamente» nadie está entusiasmado, al menos no hasta tal punto.

Sería, pues, un error, una ingenuidad lastimosa, pretender que la poesía, o cualquier otro arte, fuera, sencillamente, fuente de placer humano. Y si desde este punto de vista observamos el mundo de los poetas y de sus admiradores, entonces todos sus absurdos y ridiculeces parecerán justificados: pues al parecer tiene que ser así, y está acorde con el orden natural de las cosas, que el arte, igual que el entusiasmo que despierta, sea más bien producto del espíritu colectivo que no una reacción espontánea del individuo.
Y, sin embargo, no. Sin embargo, tampoco este planteamiento logrará salvar a los poetas, ni proporcionar los colores de la vida y de la realidad a su poesía. Porque si la realidad es precisamente así, ellos no se dan cuenta. Para ellos todo sucede de una manera simple: el cantante canta, y el oyente, entusiasmado, escucha. Está claro que si fuesen capaces de reconocer estas verdades y sacar de ellas todas sus consecuencias, tendría que cambiar radicalmente su misma actitud hacia el canto. Pero podéis estar tranquilos: jamás nada cambiará entre los poetas. Y no os hagáis ilusiones de que ante estas fuerzas colectivas que nos falsean nuestra percepción individual muestren una voluntad de resistencia al menos para que el arte no sea una ficción y una ceremonia, sino una verdadera coexistencia del hombre con el hombre. ¡No, estos monjes prefieren postrarse!

¿Monjes? Eso no quiere decir que yo sea adversario de Dios o de sus numerosas órdenes religiosas. Pero incluso la religión muere desde el momento en que se convierte en un rito. Realmente, sacrificamos con demasiada facilidad en estos altares la autenticidad y la importancia de nuestra existencia.
Texto extraído del ANEXO del Diario 1, Alianza tres

MÚSICA RARA

GOMBROWICZ contra los poetas /

" (...) Supongo que la tesis del presente ensayo: que a casi nadie le gustan los versos y que el mundo de la poesía en verso es un mundo ficticio y falseado, puede parecer tan atrevida como poco seria. Y sin embargo, yo me planto ante vosotros y declaro que a mí los versos no me gustan en absoluto y hasta me aburren." Fragmento de Contra los poetas, del Diario 1953-1969 de Witold Gombrowicz


POESIA: el despertar de los corderos inéditos de JORGE ORTEGA (México) /

Jorge Ortega (Mexicali, México, 1972). Entre sus libros más recientes se encuentran Ajedrez de polvo (tsé-tsé, Bs.As, 2003) y Estado del tiempo (Hiperión, Madrid, 2005). Obtuvo en 2001 el Premio Nacional de Poesía Tijuana, y para 2005 resultó finalista único del Premio de Poesía Hiperión. Reside en en Barcelona.
"Era de madrugada /y la simiente de una tonadilla /se fue desperezando en la garganta /con la fosforescencia /de un microorganismo." (de Hit parade)


SILVIO MATTONI /
-poemas y ensayo inéditos

el descuido
"Una gota de amargura en el fondo /de la taza de loza que me trae/ la imagen de un amigo descuidado... "

lo que se dice en lo escrito
Y esas excursiones más allá de la conciencia de uno mismo recibían también el nombre de “éxtasis”, una suerte de estadía en el exterior. Pero dado que los griegos no creían en una interioridad del yo, esa especie de laberinto amueblado por distintas representaciones como cuadros en las paredes de las moradas de Santa Teresa, ...(frag de Lo que se dice en lo escrito)


Adélia Prado: 'todo lo que siento tropieza en Dios'

"Cuando nací un ángel esbelto /de esos que tocan trompeta, anunció: /vas a portar bandera./Pesada carga para mujer,/
especie aún humillada. /Acepto subterfugios que me contienen, /sin necesidad de mentir /No soy tan fea como para no casarme, /pienso en Río de Janeiro en belleza es / a veces sí, a veces no, creo en el parto sin dolor..."
Adélia Prado nació en 1935 en Divinópolis, ciudad del interior de Mina Gerais, Brasil. En 1975 Carlos Drummond de Andrade, entusiasmado con la lectura de algunos de sus poemas la impulsa a publicar Bagagem, su primer libro. Adélia tiene por entonces 40 años. Con su obra posterior muy pronto se convierte en una de las principales poetas del Brasil. . Lectora asidua de la biblia dirá en un reportaje: “la experiencia poética es siempre religiosa, nazca del impacto de leer un texto sagrado, de un mirar amoroso sobre usted, o de observar hormigas trabajando”.

EDICIONES MALVARIO


Américo Ferrari - Visitas del otro lado

Un libro fuerte, un haz de líneas verbales que pulveriza desde su primera sílaba cualquier tentativa de autoengaño. Visitas del otro lado tiene la contundencia luciferina de una caída en la sombra de sí mismo, allí donde las palabras se erigen frente a los rayos de un sol negro demasiado verdadero. He escrito líneas verbales, pero la denominación justa es la creada por el poeta brasileño Cassiano Ricardo, que llamó linosigno a esta nueva construcción que sobrepasa el verso tradicional. Más allá del verso y de la sensibilidad versal, los poemas de Américo Ferrari reivindican la línea que parte del Vallejo de Trilce , prosigue a su modo en Girondo, y se proyecta en la llamada lírica semántica de nuestros días. Un nuevo decir corre por ellos, un decir que concreta la minuciosa demolición de todo halago del yo, de ese Don yo que a ratos se transmuta en "un gato negro y transparente".

Desde tal radicalidad, de esa zona verbal del yanomás, la aparición del doble, la multiplicación de los yoes (y de los noyoes que acechan desde la nada), conforman esas visitas del otro lado que parecen traernos los signos de un nuevo Eclesiastés en esta hora de preguerra atómica en que vivimos. La palabra del hombre desde su sombra, bajo una oscuridad que se manifiesta en todo instante como "un relámpago negro".

Una palabra, en fin, que no acrecienta los deleites del sueño porque está escrita para despertarnos. Desde hace varias décadas Américo Ferrari es considerado uno de los críticos literarios más importantes del idioma. Hay que decir que sus poemas, y me place ahora subrayarlo, en especial los de su etapa reciente donde se incluyen Casa de nadies (2000) y estas Visitas del otro lado , no van a la zaga de su obra crítica, al contrario, consiguen aventajarla gracias a sus dones de legítima videncia y a sus innegables hallazgos poéticos.

Eugenio Montejo

edicionesmalvario@malvario.com.ar
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En Galera 2006
- Casa de tabaco de Lautaro Ortiz (colección Babalú ).
- Rumiantes de Dolores Castro (coedición El Cardo y Albatros).
- Antología de Eugenio Montejo (coedición Albatros).
- Poemas repudiados de K. Kavafis (colección Garbo).
- Byrne de Samuel Bossini.

SOL NEGRO EN ITINERARIO DE LA PALABRA


“Sol negro” es el nombre del Web Log del poeta peruano Paul Guillén (Ica, 1976).”Sol negro” surge para cubrir con su luz paradojal el ambiente poético peruano. Los textos que pueblan “Sol negro” proyectan voces de la poesía contemporánea y que revelan una apuesta por una forma de aproximarse y concebir la poesía, afincada en el culto y prolijidad en el trabajo con la palabra.Es así que apreciaremos una diversidad de textos, poemas, reseñas y artículos de buena factura que recomendamos. Hay que añadir como información adicional que “Sol negro” aparece en la blogósfera publicando su primer post el 12 de febrero del 2006. En cuanto a Paul Guillén, diremos que publicó los poemarios “La muerte del hombre amarillo” (2004) y “La transformación de los metales” (2005).
Juan José Soto
Director del Boletín Itinerario de la Palabra

CARLA FAESLER SOBRE MULTICANCHA DE GERMÁN CARRASCO

Multicancha, de Germán Carrasco

El poeta Emmanuel Hocquard, nacido en París en 1937, ha explicado el desarrollo de su escritura a través de tres personajes metafóricos que han dictado la evolución de su poética: el Arqueólogo, el Detective Privado y el Gramático. El Arqueólogo escarba, encuentra vestigios, quita el polvo, hace trabajos de restauración y exhibe sus resultados. El Detective privado, por su parte, busca pistas, investiga casos, resuelve asuntos oscuros. Un poeta detective trabaja sobre una concepción propia, es decir, ubica las “consignas” recibidas que nos controlan desde la infancia. Cuando una “consigna” se detecta en cuanto tal, comienza a ser desmontada y, en consecuencia, a diluirse. Ahí entra el Gramático. El poeta gramático sabe que la gramática gobierna su pensamiento, por eso busca interrogarla. De ahí que se ocupe verdaderamente de los problemas del lenguaje.

Germán Carrasco puede ser visto como un poeta detective privado. Su libro Multicancha es un expediente repleto de evidencias frescas y de datos útiles que nos dan pistas efectivas sobre lo que nos sucede. Un expediente flexible, lleno de sarcasmo y rapidez que se comporta como la lancha del poema “Ínsulas extrañas”: “…Quizás a eso se debía la / empecinada velocidad de la lancha, que de tan extrema / parecía estática”.

Hay dos clases de detective privado, el de la novela policíaca y el de la novela negra. El de novela policíaca –de la escuela inglesa– se mueve en el mundo del deber ser y busca restaurar el orden perdido, trastocado por el crimen que se cometió. El detective privado de la novela negra, en cambio, no busca restaurar el orden perdido porque el mundo en el que habita es caótico, disfuncional, un mundo en donde todo está averiado. Es un universo controlado por la corrupción y la ilegalidad en el que la policía misma es más corrupta que los grupos mafiosos a los que supuestamente debe eliminar. En la novela policíaca, “el mal” es visto como inherente a la naturaleza humana, mientras que en la novela negra, “el mal” está en la organización social transitoria, es parte de ella. El detective privado es ahí un personaje sumido en la crisis de un mundo en que los antiguos valores, considerados alguna vez como absolutos, han dejado de existir. Tal y como se pregunta Carrasco en “Elefantes blancos”: “Por qué y para qué héroes, magnificencia, / elefantes blancos, mayorazgos, caciques, / Por qué les neiges. Por qué aviones de despegue vertical / con los que un petimetre, un pendejo pertinaz / rodeado de botellas de whisky y líneas de polvo (que confunde con no sé qué montaña sagrada) / juega a que juega con el mundo, con la conquista / de no sé qué luz del mundo como en un casino / o juego de computador. Por qué templos.” De ahí la necesidad de inventar nuevos criterios para juzgar, para reaccionar, para escribir: “con alguna herramienta contundente / como por ejemplo una pala de jardín / –cualquier herramienta es un arma / si se la empuña adecuadamente– / permanezco alerta a palabras y sonidos / de la calle, a la vez que del libro / o mi boceto, garabatos; creo asirla, y esta vez / siento que forcejean con ganzúa.” (“Alta poesía”).

El poeta de esta naturaleza, dice Gilles Tiberghien en su libro Emmanuel Hocquard (París, Seguers, 2006), “no es sólo un detective que opera mediante la deducción, razonamiento y ensamblaje lógico, es un tipo que evoluciona en un mundo desprovisto de toda racionalidad y moral. Está dotado –además de una capacidad de razonamiento y de una tasa de alcoholemia ligeramente superior a la media– de una intuición, de un simple vistazo evaluador que no tienen otros criterios más que sus convicciones personales y, tal vez, una cierta forma de ética.” El poeta detective no busca hacer estallar la verdad sobre una tabla rasa, busca tratar de entresacar mentiras: “Los grafemas imprecisos de antiguas épicas se / pegaban al vidrio como mosquitos pero no alcanzaban a / interrumpir nuestra nítida visual” (“Razones para desplazarse”).

En Multicancha el expediente se abre con una evaluación del estado de las cosas mediante la descripción del Ombú –árbol meridional que prolifera en Sudamérica– y de quienes habitan bajo su sombra: “Las raíces exteriores del ombú / –film o novela de ciencia ficción– / reconquistan espacios públicos y aceras; / rizomas descomunales, aspiran / enroscarse en las rejas, infiltrarse / en palacios de gobierno, fundirse / en el nouveau de las fachadas / por el barón rampante, las parejas de jeans” (“Ombú”). En los poemas que siguen el libro nos enfrenta en todo momento con estructuras sociales obsoletas, sistemas culturales desvencijados y sus personajes avejentados, con el concepto hoy extraño de homenaje, de héroe, y con sistemas de valores que aún persisten. Ante la imposibilidad de actuar con un objetivo claro, de señalar con precisión (un principio de incertidumbre que nos obliga a probar que no se puede probar que no se puede probar…), el detective poeta recurre a formas alternativas, imposibles, de enfrentarse con la realidad: “de todo laberinto (que no sea Atacama o el Sahara) se sale por arriba. Obvio. / Pero ese arriba es salida / no es dios la metafísica ni cosa que se parezca” (“Hombre araña”).

Aunque en el poema “Zurdos” el poeta detective cuestiona al maestro de primaria que asocia la gramática con un trabajo de taller mecánico, de piezas y partes que hay que armar y desarmar porque “o está bien o está mal el enunciado”, Carrasco sabe que la gramática, esa que ultimadamente sirve al sistema que cuestiona, a fin de cuentas, gobierna su pensamiento. De ahí que Multicancha esté lleno también de formas del lenguaje que buscan interrogarla.

Multicancha, en fin, se lee como un ejercicio que busca desmontar la estructura sociopolítica y cultural contemporánea. Mediante una escritura arriesgada y de ritmo veloz, construye un universo de imaginación personal que se vale de vivencias cotidianas y preceptos comunes para evidenciar la descomposición –o acaso obsolescencia– de las concepciones éticas vigentes en un mundo en donde sólo el lenguaje poético puede hacer frente al lenguaje informativo y mediático como herramienta de resistencia y crítica.
Carla Faesler
publicado originalmente en Letras libres

viernes, 2 de junio de 2006

LEÓN PLASCENCIA ÑOL PRESENTA SU ÚLTIMO LIBRO


Apuntes de un anatomista de ciudades

León Plascencia Ñol


7 de junio 19:00 horas
Casa Refugio Citlatépetl
Citlatépetl 25
Hipódromo Condesa
México D.F.
Comentarios a cargo de
Miriam Mabel Martínez y Bernardo Esquinca


10 de junio 20:00 horas
Biblioteca Henestrosa
Porfirio Díaz 115
Centro
Oxacaca
Comentarios a cargo de
José Molina

CINCO POEMAS DE JAVIER DÁVILA DURAND (Iquitos, 1935-2024)

EPÍSTOLA A JUAN OJEDA Te recuerdo una tarde de la patria mía. Volvías del Brasil desengañado. Acababas de quemar tus naves en el Puerto...