martes, 20 de noviembre de 2007

El arquitecto de la mentalidad: sobre la obra de Héctor Hernández Montecinos, a propósito de Segunda Mano (Lima: Zignos, 2007) por Rafael García Godos


Empezaré por plantear algunas preguntas semiprovocativas y semiingenuas, ¿Seguimos necesitando términos tales como “vanguardia”? ¿Categorías tales como “transgresión” y “ruptura”? ¿Cómo “innovación” y como “lo nuevo”? ¿Podemos dar un significado inequívoco al término “experimentación”? ¿Cómo podemos determinar dónde termina el lenguaje artístico?

Hace algunos años –sesentas, setentas-, la vanguardia no era un mundo olvidado ni pasado de moda; al contrario, varios movimientos culturales pusieron en evidencia algunos problemas específicos relacionados con la dimensión evolutiva del arte moderno y su reconocimiento. Específicamente en la literatura, esta dimensión resultó del hecho de que tanto la poesía como la prosa experimentaron operaciones discursivas que configuraron el propósito y el significado funcionales de la vanguardia, y que intentaron reinventar los lenguajes de la poesía y de la prosa.

Cito:

Cuando el tiempo existía de forma natural en el universo
y nadie podía apuntarlo con ningún dedo
hubo una gran colisión entre un cometa y un satélite
de esta explosión(*) millones de palabras
se esparcieron por todo el espacio
rasgando el silencio de aquel tiempo primordial
esa catástrofe cósmica se repite a cada momento
dentro de otro espacio útero
que es donde las palabras revelan cosas secretas
porque esas palabras están escritas con
oscuridad sangre y otra pequeña luz
que sólo al cerrar los ojos se pueden leer

(*) Los torbellinos de letras desde acá se ven como líneas luminosas agrupadas y plegadas en haces y quanta. Las letras que ya han llegado hacen una fiesta cada vez que aparecen otras desde el silencio gutural de donde no hay aire.

De esta colisión cósmica donde tiempo, universo y palabras se reescriben, procede la escritura telúrica de Segunda Mano, continuación de Putamadre, trilogía recopilatoria del proyecto que Héctor Hernández Montecinos ha denominado Categorías visuales de la gloria trágica, y que estaconformada por No!, Este libro se llama como el que yo una vez escribí, El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz y [coma].

El modelo de HH no es la vanguardia ampulosa y futurista, de agresividades asertivas y ostensibles. Más bien, reconoce la función cognitiva y combinatoria de la poesía y de la literatura, entendidas como sensu stricto, como lenguajes concomitantes que experimentan constantemente cambios funcionales a la vista de eventos cognitivos, semánticos y semióticos del texto, que ocurren y emergen como formas y mensajes significantes.

Todo lo anterior se construye siguiendo el plano de un nuevo universo, la creación de un arquitecto de la mentalidad, que dispone imágenes y otorga nombres a los elementos de su entorno, ajustando el mensaje, camuflando un discurso, a partir de la desconfianza la precisión de las palabras.

Cito:

porque las palabras son un paraíso arcaico
(esto me lo dijeron en sueño) escuchándolo todo riendo
mi frivolidad y mi indiferencia son una exploración no
tengo prisa en seguir fragmentando el
d e s o r d e n

Con el carácter de un happening polidimensional en el que un one man show se esfuerza para afirmarse como un arquitecto mental en la indeterminación del lenguaje, paradójica y dialécticamente sobredeterminando todo el universo en un juego donde el lenguaje empleado pertenece a todos y a ninguno, confirmando el estado permanente de la determinación tautológica del hombre en el mundo, de un no ser.

Cito:

porque ser lúcido y lúdico esa es la questión
en cuanto al contenido y la forma en poesía pero si fuera por mí que todos se jodan el culo con un tenedor oxidado

HH argumenta –como algunos de nosotros- que la inteligibilidad de la palabra puede alcanzarse solamente mediante la creación de nuevos lenguajes artísticos. En la medida que la poesía se interese en dicha creación será “contemporánea”. Esos nuevos lenguajes debe dialogar con los lenguajes mediáticos de las sociedades tecnologizadas, desde la teoría de la hipodérmica, la influencia de los mecanismos donde el individuo se queda impotente para elaborar de forma específica los mensajes que llegan de los medios de comunicación de masas.

Cito:

Drive Matic Progress Edición limitada

EL DETERGENTE RACIONAL

EN EL PRICIPIO ERA DRIVE
EL PODER LO HIZO MATIC
LAS MÁQUINAS PROGRESS

NUEVO

Envase innovador
Fácil manipulación

La percepción sarcástica y crítica del mundo como estructuras esquizofrénicas y esquizomórficas impone la necesidad de inventar nuevas formas poéticas. Estas formas son variables, pero tienden hacia la expresión tensa y adecuada de la alineación del ser humano inmerso en la sociedad industrial y postindustrial de nuestros días.

En este mundo todo puede convertirse en algo más por la función misma de los elementos de cambio: el lenguaje y la escritura. Como resultado, la textualidad de la prosa y de la poesía de HH involucra perspectivas cambiantes mediante la manipulación de sus estructuras lingüísticas. Esto ocurre como extensión intertextual e interdiscursiva, tales como la expansión del ego poético despersonalizado, la reescritura y contraescritura dialéctica de la prosa y de la poesía, la expansión de los efectos que producen las cosas, y no de la inscripción de las cosas mismas.

Cito:

Escucho voces a lo lejos no soy yo quien habla porque estoy completamente solo Y me siento en el fondo también como un muchacho herido de alegría oyendo a las gentes bramar y a la cordillera en su larga meditación

Tenemos que aceptar que la construcción de la textualidad de HH apunta a un autor-actor-arquitecto que aplica el lenguaje en una multiplicidad de perspectivas: como una sentencia repetitiva, permutativa, alusiva, narrativa y lógicamente continua, autoreflexiva, lógica, paralógica, léxica, semántica, semiótica y literaria.

Asimismo, el orfismo en algunos pasajes estable un paradigma poético que implicaba el encantamiento, ritmización extática, amor único y, al mismo tiempo, infeliz. Las transformaciones de la poesía han implicado la formación de un yo metalírico. El yo metalírico es un mezcla de varios registros. En primer lugar el registro cognoscitivo que representa la visión del mundo que da cada poema, que provoca una salida de la situación psicológica normal hacia la metáfora, a la actitud de distancia.

Cito:

Les diré que soñar es morirse un poquito
y que ese sueño es una suspensión de la supervivencia

Esta situación significa que más allá de la poesía normativamente fija se crea una poesía de instancias individuales subjetivas. Cada nuevo poema es un acontecimiento semántico, pero también una proposición intelectual.

El plano dibujado por este arquitecto de la mentalidad está vinculado con la historia de la humanidad engañada, decepcionada. El imaginario de lo subjetivo rechaza toda monotonía. Aparentemente inagotable, confiere a esta poesía la unicidad y la fuerza que la ubican en las antípodas de todas las experiencias futuristas, surrealistas, expresionistas o dadaístas, en las antípodas incluso de la poesía pura, abstracta, alógica, deshumanizadora. Las polaridades de HH se han constituido, por decirlo así, en búsqueda de una voz única e inconmensurable fiel a sus afectos, a sus pasiones y a sus visiones.

El compromiso de HH no es complacer el dogma posmoderno que proclama la muerte de la vanguardia. Tampoco es la intención sobrevalorar la importancia de la vanguardia y los elementos en que se apoya, tales como “transgresión”, “ruptura”, “nuevo”, “innovación”.

Su obra propone una dinámica mental que reconstruye la literatura actual, al entregarnos una obra total, un proyecto de versificación universal que me lleva a afirmar, desde el fin de la posmodernidad, que la vanguardia está desactualizada ideológica y axiológicamente como respuesta a mis preguntas iniciales, porque si hasta hace algunos años las categorías explicativas principales fueron el “texto” y el “discurso”, ahora, nuevamente, encontramos que la “obra” constituye una categoría funcional que nos permite comprender la diversidad y las diferencias que existen entre las obras que buscan reconocimiento social y crítico, cuya función principal es la búsqueda del conocimiento por la palabra incesante y renovadora.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

un regreso al concepto de "obra" presentado como summun de la poesía contemporánea? Vamos, tenemos más inaginación que eso, no? El chileno es buen poeta pero está muy lejos de clausurar una forma de entender la poesía como quiere sugerir Rafael. Saludos.

Anónimo dijo...

Hernández es el arquitecto de su propia mentalidad acomplejada. Cree, erróneamente, que más, mucho, cantidad, voluptuosidad, son sinónimos de calidad. García Godos debería leer más la "gran obra poética" de este chileno simplón para darse cuenta de lo olvidable que es...

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