El jueves 9
de mayo, a las 7:30 pm, en Santa Diabla Restoart (Prolongación
San Martín 110, Barranco) se presentará Contemplaciones (apuntes de un sobreviviente),
poemario de José Rosas Ribeyro. Los comentarios estarán a cargo de los
escritores Violeta Barrientos y Gabriel Ruiz Ortega.
José Rosas Ribeyro (Lima,
1949) es poeta, narrador y periodista. Fundador de
la revista Estación Reunida en la Universidad
de San Marcos. Dejó el Perú en 1975 deportado por la dictadura militar cuando
era responsable de la sección “Cultura y creación” del semanario Marka. En México fue uno de los
iniciadores del movimiento infrarrealista, con Mario Santiago Papasquiaro y
Roberto Bolaño. Doctorado por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales
de París con una tesis sobre el movimiento anarquista en México. Ha publicado
los poemarios Curriculum mortis
(bilingüe, París, 1985), Ciudad del
infierno (Lima, 1994) y Todo es
aluvión (México, 2012), y la novela País
sin nombre (Lima 2011). Actualmente reside en Francia, donde se ha dedicado
a la enseñanza, la traducción y el periodismo cultural.
En Contemplaciones (apuntes de su
sobreviviente) (Paracaídas editores, 138 pp.) encontramos una reflexión
sobre la existencia, sobre la presencia del cuerpo (como apunta en el poema XX:
“Hasta dónde las ruinas/ me pregunto/ y las cenizas/ los restos petrificados/
de mi gloria”), una representación de sí mismo que se sustenta en la
experiencia del camino recorrido, aquella que, a diferencia de otros libros de
Rosas Ribeyro como Curriculum mortis,
ha ido suavizando el impulso juvenil y el verso aglutinante, para dar paso a la
voz sosegada que le es permitida a aquel que ha visto y ha sobrevivido. Es así
que si confrontamos la primera poesía de José Rosas Ribeyro (es decir, la de
los setentas en la antología Estos 13
o en la revista Estación Reunida)
apreciaremos que siempre ha permanecido un hilo narrativo en la estructura de
sus poemas, digamos un señuelo autobiográfico, al modo de una novela de
aprendizaje donde el protagonista escribe porque se inquiere, porque se piensa
en su tiempo y contempla el camino recorrido.
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