lunes, 22 de abril de 2013

III MicroFestival de Poesía Tridimensional - manofalsa


Tercera edición del MicroFestival de Poesía Tridimensional organizado por la no-revista chalaca Manofalsa, que exalta la exploración de nuevos soportes poéticos (poesía visual, poesía sonora, arte correo, slam poetry, grafiti, libro acción, entre otras disciplinas). 

Este año, el MicroFestival está dedicado a la figura y obra de Adalberto Varallanos (poco conocido escritor huanuqueño de principios del siglo pasado) y continúa en la tónica de las dos primeras ediciones realizadas en 2010 y 2012, respectivamente y que congregaron diversos artistas de Italia, Argentina, Brasil, Ecuador, Uruguay, México, entre otros, todos preocupados por encontrar nuevos vehículos de expresión para la poesía.

Los asistentes disfrutarán de muestras de poesía sonora, presentaciones de libros objeto, acciones poéticas, lecturas de poesía, talleres, proyecciones de videopoesía, como en anteriores ocasiones, la microferia del libro objetual y más.

PARTICIPAN
José Pancorvo * Sandra Suazo * Yuri Gutiérrez * Miguel Det * Rocío Fuentes * Virginia Benavides * Frido Martin * Lorena Best * Acción Poética * Ada Quintana * Miguel Coletti * Carlos Estela * Miguel Ángel Fuentes * ZFuerte * Johannes Bergmark * José Roberto Sechi * Konstantin Kalendorf

FECHAS
25 y 26 de abril de 2013
Mañana (talleres) 10:30 am – 13:00 pm
Tarde (presentaciones) 4:30 – 9:00 pm

LUGAR
Museo Metropolitano de Lima
Parque de la Exposición. Cercado de Lima

I N G R E S O L I B R E

SOBRE MANOFALSA
Manofalsa es dirigida por Carlos Estela y Miguel H. Coletti, artistas chalacos que exploran hace más de una década los límites entre escritura, edición, diseño gráfico, a partir de sus publicaciones que llevan al límite el formato de libro. En este sentido producen libros-objeto, realizan lecturas interactivas, acciones poéticas, ejecutan talleres de escritura creativa, todas acciones que buscan “democratizar el acceso a la escritura”.
Influenciada por Eielson, Manofalsa alude a su intento por salir del ghetto literario que aprisiona la palabra poética para devolverle su lugar como “instrumento privilegiado de la comunicación interior”, “su capacidad de síntesis de las demás artes y disciplinas, su vocación crítica y testimonial”.

SOBRE ADALBERTO VARALLANOS
El escritor Adalberto Varallanos nació en 1903 Huánuco. Fue un fervoroso lector y crítico ácido, ávido investigador tanto de las vanguardias literarias europeas que asumió naturalmente en sus textos como de los orígenes de su identidad india. Desarrolló una vertiente particular del indigenismo; se reclamó “mestizo indohispano”. Su texto experimental: La muerte de los 21 años fue publicado por James Joyce en su famosa revista Transition, lo cual nos puede dar cuenta de la calidad de su trabajo. Alentó diversos esfuerzos editoriales como la revista Jarana, junto con Jorge Basadre y Xavier Abril. Murió en Jauja, en 1929, víctima de una enfermedad a las vías respiratorias. Su obra fue recopilada por la familia en Permanencia, una edición de finales de los sesenta.

lunes, 8 de abril de 2013

¡Salud! por la eterna (semblanza), por Yulino Dávila



Todos los días se parecen, y ninguno es igual que otro.
Hoy mi madre no está, y sin embargo está más presente
que nunca.
Más presente que ninguno.
Tengo tantos Yulinos, tantos hermanos, tantos
escasos amigos, tantos amores que,
la luz de su ausencia presente, nubla a todos los demás.

Esta mujer hace todas las mujeres, todos los hermanos,
todos los amigos y, todos los amores.
Hoy estoy en sus riendas, otra vez, en cada lágrima.

Ha fallecido la madre de mis hermanos,
haciéndose más madre mía
que jamás.
Todo lo que es de ellos, también me llena y
me estoca / por eso
me embarga un dolor desconocido y extraño.
(Ella misma se encargará de sanarlo.)

El mal trago de pirata atrapado en la marea de
la impotencia, es migaja, al costado
de la tristeza hecha maza, por el humano pesar.

Ella es y será la bruja más bella entre las magas.
Sabía dar a cada uno su merecer y antojo    o,
a cada torcido tajo, su palo corrector / ¡siempre a tiempo!

¡Acuérdate hermano!      ¡Acuérdate amigo!
-no sé por qué lo digo, si siempre te has de acordar-
su buen hacer en la cocina bruja,
hizo bailar paladares en muchos arrugados pantalones,
allá, en el recordado Parque Huiracocha y alrededores.
De su sazón
a gozo lleno probó ¿medio parque talvez? /comió pollo
el que no lo comía, o hizo salivar al que esperaba su juane,
mientras hervía una canción.
De su mano han comido todo los colores,
desde el transparente      hasta el ingrato.
Por entonces… el tiempo era un malandrín y
la jarana era la melodía en nuestros zurcidos pasos.

Dicen que se ha ido, pero… no es tan así,
ni tan fácil;      ella
está en todo el futuro que nos ha legado.

Zoila García Díaz, familiarmente “la mamita”, es
la viejita linda y dulce, llenando nuestra memoria
con la trampa de su cariño.
Ahora quizá está haciendo algún equilibrio en
la esquina de una estrella; peinando olas
como su cabellera, liquidando pupilas, domando
las espumas o regalándonos un poco más de tacto
a nuestro minuto desteñido.

Sus hijos crecieron embrujados por la serena
emoción con que forraba su sonrisa.
Su sombra larga y lúcida arrullará
cualquier lamentación.
Así pues, ¡Madre!, infinita madre, así, siempre
estaré en deuda con tu fortaleza.

¡Madre, presente en todas las justas ausencias!
Fuiste quien me enseñó y preparó para ser feliz.

A ella le debo hasta la baba de mis asombros.

Si quiero recrearme con el hechizo, sólo me
basta con pensar en ti.
¡Que la eternidad te bendiga!, ¡Zoila medular!

A su familia le toca limar sus diferencias -a ella
le hubiera gustado- y aprender de la luz
que lava su sonoro silencio.


Yulino Dávila, Barcelona, 19 de marzo, 2013

jueves, 4 de abril de 2013

DOS POEMAS DE OPHELIA DE ERIKA RODRÍGUEZ, LIBRO DE PRÓXIMA APARICIÓN



de Ophelia. Lima. Escalante Editores, 2013.


                                                     Hawthorne’s  Experiment


Adormecida
en la piel satinada del lienzo
me estás mirando
entre tanto silencio
que encendido
pienso en el calor de un seno
tibio.

Aún estás ahí
y distingo el solar,
una luz dorada de atardecer
que se impregna sobre tus hombros.

Inclinado hacia el labio
no hay distancia
y la mano envejecida
guarda púrpura
la rosa
nocturna
E  s  T  r  E  m  E  c  I  d  A

Detrás de las cortinas de la noche
una sombra se esconde
Detrás de las cortinas
el cadáver de la mañana.



                                                                      Ophelia

      La bella es la noche
      y en nombre de Ophelia
      te espera.

     Con el rostro pálido y oculto
     con el cabello desordenado
     entre peinetas de bronce
     te espera.

     Ella es la dama perpetua
    de fúnebres encajes de sombra
    quien llama a tu puerta
    se descubre y te mira.

    Te mira
    como al amor tendido en un sofá
    a la hora de los amantes
    cuando se escuchan las campanas de la muerte

    Ella es Venus o Diana, Lesbia o Afrodita
    quien toma tu cuerpo
    oculto en su baúl de incienso
      para ofrecerlo como único resto
      por las secretas colinas de las brujas.


Erika Rodríguez (Lima, 1977). Bachiller en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue miembro editor de la revista de crítica literaria Ajos & Zafiros. En el año 2006 y 2007 formó parte del comité organizador de las muestras de interacción entre poesía y pintura POETARTE y POÉTICAS URBANAS, respectivamente. Sus Poemas han sido publicados en diversas revistas del medio y plaquettes. En el año 2008 fue invitada a participar en el ciclo de poesía “Los Poetas en el Patio de Letras”, organizado por el centro cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.  En el año 2009, en el festival multidisciplinario de arte independiente “Lima no es Muda”, y en el año 2012, en el Festival Homenaje a Blanca Varela, VI FIP “Cielo Abierto”.  Ophelia es su primer libro de poemas. 

martes, 2 de abril de 2013

Presentación del poemario Légamos de José Morales Saravia y un poema del libro


El miércoles 3 de abril, a las 7:00 pm, en el Instituto Raúl Porras Barrenechea (calle Colina 398, Miraflores) se presentará Légamos, poemario de José Morales Saravia (Lima, 1954). Las palabras de presentación estarán a cargo de Santiago López Maguiña (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) y de Juan Pablo Mejía (Paracaídas Editores).

Légamos es una nueva entrega del proyecto poético que inauguró su autor en 1979 con Cactáceas, su primer libro, considerado éste, según la crítica, inicio o texto precursor del neobarroco actual peruano. Otras entregas que se han sumado en los últimos años al proyecto poético, que  Morales Saravia se ha propuesto construir, han sido los poemarios Zancudas (Lima, 1983), Oceánidas (2006) y Peces (Buenos Aires, 2008).

Légamos (Lima, Paracaídas editores, 176 pp.) continúa el ciclo de diálogos —una especie de fisiodicea— con los elementos naturales que el autor ha venido realizando de libro a libro en los últimos decenios. En este caso se interroga a una naturaleza disminuida, inhóspita, no bella, por su hospitalidad y por sus posibles valores, también estéticos.

COMENTARIOS SOBRE LA POESÍA DE JOSÉ MORALES SARAVIAS

Reynaldo Jiménez ha escrito sobre Peces (Buenos Aires, tsé-tsé), el anterior poemario del autor: «La poesía de José Morales Saravia constituye, desde los años 70, un inusitado proyecto de curación sobre el idioma. Los largos períodos en que suele modularse, propulsan un evento respiratorio, cuya densidad se reconoce conectora en la reasimilación de varias y bien diversas tradiciones. Tal aventurarse en la multiplicidad, se manifiesta insistencia simbólica de labrado y textura, la cual tacta un trasfondo siempre apasionado. De allí, quizá, esa contención inherente a su explayar, esa brujería razonada —diríase— de incesante transfiguración [...]. El idioma es revisitado desde incontables perspectivas y planos de evocación, para ser revelado una vez y otra en tanto aliento recuperado [...]. Aquel genio proteico y aun arbitrario, transformista inaferrable, sabe reverberar: se nos entrega, más que por el recurso metáfora, por eclosiones —partículas de lo inquietante— de la dimensión metafórica. [...] Emblemas, cosas y formas de vida renuevan sin fin identidad en la variación —por otra parte, tan cara y propicia al ser: los elementos, “naturales” y “culturales”, recuperan reciprocidad, gracias al horizonte imantado del versículo, reanudándose entrelazo de la acción imaginaria, como ámbito propicio a la amplitud [...]. »

El crítico y poeta uruguayo Eduardo Espina comenta la poesía del autor: «Su lenguaje, en complicidad con una sintaxis reverberante, tiene una fisonomía inmediatamernte reconocible. Lo mismo que en la poesía de Carlos Germán Belli, también aquí destaca una minuciosa tarea de construcción lingüística que se remonta a los inicios modernos de un barroco recuperado y actualizado en Hispanoamérica a partir de José Lezama Lima. La búsqueda, o por lo menos presunción, de un espacio perdurable, de una palabra que se lea y entienda por sí misma, encuentra en la poesía de Morales Saravia una dimensión encantadora y una rareza arquitectónica que provoca por todo cuanto esconde. Aunque las referencias a lecturas y escrituras anteriores resultan detectables [...], a pesar de todo eso, de los secretos “robos” y de las “versiones” furtivas que T. S. Eliot recomendaba a rajatabla y que en última instancia sirven para ampliar un proyecto de manificencia, la lírica de Morales Saravia inaugura un trayecto espléndido en la poesía de su país. Regresa, tal cual Martin Heidegger lo había sugerido, a la principal tarea que el poeta debe poner en práctica cuando escribe; mirar para saber y sostener una visión epistemológica. La lírica de Morales Saravia es especular del espectáculo del pensamiento: es una representación asimétrica de la antítesis de lo imaginario y lo anatómico, arropada de un lenguaje poético bien calibrado que se presiente, pero que además se ve. La estrategia escritural se apoya en una gimnasia contemplativa que antecede la llegada de la verdad poética. La palabra responde a la intencionalidad del ojo. La mirada supera lo puramente material para trascender el orden que se le ha querido imponer y devenir minucioso interioramiento del mundo inmediato [...]»

La  poeta peruana Rossella di Paolo comentaba en la presentación del poemario Peces: «Desde fines de los años setenta, José Morales hace un trabajo en solitario, lejos del coloquialismo que marcó a su generación, así como de las pequeñas y grandes pasiones y desesperos de un yo atrapado en lo doméstico y social. Su poética quiere atender principalmente al paisaje, al planeta que nos contiene, a su carácter rocoso, vegetal y líquido; por eso, los seres humanos no están presentes aquí sino a través de sus huellas, de sus ciudades y oficios. En todo caso, las referencias a la naturaleza están llenas de elementos de nuestra civilización. Es una poesía que canta la realidad, asombrada y asombrosamente.»

Paul Guillén le preguntaba al autor en relación al poemario Oceánidas, en una entrevista de 2006 aparecida en la revista tsé-tsé 18/19: «Paul Guillén: Al respecto de una posible filiación con el neobarroco latinoamericano, veo algunas diferencias, pero que no son decisivas en Oceánidas. Por ejemplo, la textura erótica, la mezcla de idiomas y la sensualidad serían una pequeña parte de tu poesía y, más bien, prepondera una poesía del pensamiento, racionalista, fría, hasta cierto punto científica. Pero el neobarroco es un camino en tu poesía, lo encuentro un poco cercano a Mar paraguayo de Wilson Bueno [...]. ¿Te sientes cómodo dentro de esta tradición?// José Morales Saravia: En términos generales, sí me siento cómodo dentro de esto que se ha llamado el neobarroco. Mi poesía es esta sensibilidad. El neobarroco en relación con el barroco americano es más que un gesto. Santiago López Maguiña tuvo razón al decir en la presentación de Oceánidas algunas cosas como lo de gesto, pero más allá de gesto es una actitud natural. El barroco americano es natural, en el sentido de que no tenemos que esforzarnos mucho para ser barrocos. Es, de alguna manera, una sensibilidad, por supuesto que no la única, pero es una sensibilidad. Ahora, en términos más concretos, mi poesía no es erótica, mi poesía es una poesía del ser, de los objetos, del mundo. En este sentido, es una poesía que podría parecer muy racional.»

Carlos López Degregori escribía en 2006 sobre la obra del autor: «Hay libros y obras que tienen el designio de la imprevisibilidad y surgen como una rara flor o, a veces, como un escollo o una trampa. Ese ha sido el lugar que ha ocupado desde 1979 la poesía de José Morales. [...] Difícil, alejada de los cánones y caminos poéticos dominantes en esos años, leída por muy pocos pero respetada sin reservas, la poesía de Morales siguió en los años siguientes expandiéndose y madurando en su secreto. Recuerdo largas conversaciones con el autor  a fines de los años setenta y de los primeros ochenta, en las que me explicaba y cartografiaba minuciosamente su sistema poético. [...]. Las plantas espinosas de pobres raíces (sábilas, cabuyas y pencas), fijas en el suelo árido y nostálgicas de un origen que se confundía con un destino, iniciaban una travesía cósmica. El sistema poético de Morales era el itinerario de ese viaje y sus metamorfosis: las cactáceas se volvían parásitas orquídeas para ir ascendiendo con sus raíces aéreas y transformarse luego en flamencos, cigüeñas, alargados cirros, o feroces ventiscas. Y también las metamorfosis del mar en tortugas, corales, peces, o los inmensos recorridos oceánicos hasta retornar otra vez a la fijeza del principio, el retorno a la tierra pero ahora con enormes raíces de ceibas. Se trata de la aventura del estar en el mundo, el destino del enraizar o el pertenecer, y todo articulado en los ciclos de un mito anterior a los hombres en el que solo existe el germen que origina e impulsa a la naturaleza, la irradiación de las mutaciones, el devenir.»

1
Légamos



Entre el agua que pone sus labios sobre la tierra y las costas y riberas que la arregazan, presencia del lodo en su prístino beso, en su abrazo que enturbia orillas para desorillarlas de lo sublime y bello y hacer su gesto de marisma.
¿Origen del evento humano infuso de un aliento de fuentes brotando desde interioridades térreas?
¿Final de todas las inquietudes que perdieron sus hojas y vieron mondadas sus raíces al cabo de una peripecia coronada con final de pantano?
¿Ascenso a las más viles superficies que palpitan de vermes cruzando como azules venas las sienes de los bajíos, agusanando los duros terrones en un salamandro apremio de anfibias prisas?
Descenso en la escala de los evaluantes tulpos hasta el diente que pellizca el astrágalo de las marismas en roedora faena de malignas miradas.
Tomáis la posta, légamos, en la travesía que ha tendido sus redes e hila una maroma a otra maroma en cada uno de los puertos en que pone su pregunta, dando giro de trompo a tholos, a domo o a polis de fuertes y menos fuertes muros.
Ofrecéis fisonomía a los que se miran innúmeros dedos en manos de cuencos írritos que han perdido los pétalos de las miradas y el parpadeo que otorga, al menos, breve intervalo.
Os presentáis menuzando cualquier árbol para dejarlo humillado en los cueros que ya no esconden mentidas genealogías o verdaderas cicatrices masilladas como si un lozano cutis semblara.
Consecusión de los turbiones cuando soltados de riendas han cabalgado la pradera del horizonte tepalante y han cubierto con el sauzal de sus aguas cada palmo de sierra y abra, de monte y quebrada, y esperan en sus acuos techados aún por el suspiro sosegante que peina las olas.
Tras el turbión estáis vosotros en la humedad de rincón visitado por líquenes, en el anegamiento de la ribera de irrumpidos manglares y sus urbanismos saurios.
El trenzado de tierras desfondadas y líquidos zapadores, el tejido que traman anélidos y desentraman barrosos telares penélopes, ¿logrará haceros de arcillosas consistencias, de la representación en ceramios que os construyan las palabras, salvándoos de vileza y malignidad?
Sois poco el museo de reliquias que se apatina en su precioso almacenaje de edades y menos aún el acuario de sembrados corales que mantiene sus horas eternecidas en el repetido bogar de los peces dorados.
Sois el siempre presente y magnífico lodo de no logradas transpiraciones que no os hacen costra de látigo lluvioso ni empedrecida salpicadura de mastines desabuesados cuyas escobas barren con las orillas de vida pululante:
La nunca desecada piel de humectantes actitudes y transpirantes collares, la contundente argamasa de nunca malditos cementos que nieguen a mohos carta de ciudadanía, avecinamiento a barrio de imprevistos hongos y mayores legañas en los extramuros de la mirada, légamos de medrantes cienos.

CINCO POEMAS DE JAVIER DÁVILA DURAND (Iquitos, 1935-2024)

EPÍSTOLA A JUAN OJEDA Te recuerdo una tarde de la patria mía. Volvías del Brasil desengañado. Acababas de quemar tus naves en el Puerto...