1.- En una página de internet se caracteriza a tu libro de esta manera: “poema extenso dividido en 11 fragmentos constituye un canto sobre el origen y la creación del universo y la formación de la materia. Este retorno a nuestros primeros días, a nosotros mismos está regido por la fuerza que da sentido y conciencia a todo: el Amor”. En ese sentido, ¿cómo has trabajado la construcción de este poema-río que se va modulando en diferentes sensaciones entre la claridad y la oscuridad?
El trabajo del libro fue arduo, dilatado, extenso y por momentos extenuante, ya que su escritura no nació de un solo impulso, sino más bien es un poema fragmentado tanto por su disposición técnica y formal, como por el tiempo que me llevó su creación. Al principio no tenía idea de lo que estaba sucediendo, en el sentido que pensé que iba a ser solo un poema que formaría parte de un libro que en ese momento escribía. Con el tiempo, me di cuenta que el Árbol difería mucho de los demás poemas de aquel libro, ya sea en cuanto al estilo, a la temática, e incluso en su misma versificación. Por otro lado, sin llegar a ser un poema luminoso, sí es cierto que hay mucha presencia del fulgor y brillo de las cosas, de la palabra misma, pues el nacimiento y el origen del mundo, del orden, y de la vida en general, supone el enfrentamiento cíclico y mítico del caos y cosmos, cuya consecuencia es la victoria de la luz sobre la oscuridad. No sé si el poema se torne oscuro por momentos, pero sí se que en muchos de sus fragmentos se evidencia esta lucha y el predominio de la primera sobre la segunda.
2.- Un aspecto que me parece interesante recalcar es que tu libro está alejado de las poéticas coloquiales o vitalistas y, más bien, propugna una poesía mucho más reflexiva y contemplativa. Es notoria la presencia tutelar de poetas como Cesare Pavese, Saint-John Perse, Francis Ponge, etc. ¿Esta respuesta al coloquialismo más llano es de manera consciente o es sólo una coincidencia?
En ese sentido, el Árbol y en general la poesía que he escrito mantienen más bien una tendencia hacia el tono clásico, épico o contemplativo (ciertamente, más cercana al tipo de contemplación de los hermetistas italianos que a la de la poesía oriental). Me gusta más la poesía épica que la coloquial, sin por ello menospreciar una en beneficio de la otra. Reconozco la valía de la poesía coloquial, pero me inclino más por los poemas de largo aliento, épicos, potentes, y también por la visión mítica del mundo, más que por una tendencia urbana o citadina. Por ello, no creo que se trate de una coincidencia, puesto que mis lecturas y mis tendencias van más por la línea reflexiva que por la vitalista.
3.- Ahora quisiera preguntarte acerca del título: el Árbol, en el sentido, que si nos remitimos a Guattari y Deleuze sería un no-rizoma, en tanto, la imagen del árbol es una imagen jerárquica, fálica, logocéntrica. En tu libro ese árbol primigenio, arquetípico o de la sabiduría es una crítica en contra de esas “ciudadelas que se pierden en rescates”, una crítica en contra de ese logocentrismo. Además, en esa misma línea habría un parentesco de oposición con algunos poemas de Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo Westphalen, porque mientras este quiere alcanzar el absoluto mediante la imagen del árbol, tú escribes: “aquí sus líneas nunca crecen / -ni hacia arriba” o “la tierra gira / y / muda de corteza / y en el Árbol / apenas el sonido / -sus despojos”. En tu libro, lo que el poeta quiere es comprender las mutaciones y no la trascendencia.
No lo sé, no lo había visto de esa manera. Más que ver al árbol como forma fálica yo lo veía como el símbolo mítico que une opuestos, los cuales, al fin y al cabo, son los que generan y propician el juego cíclico de la vida y la muerte; la creación y la destrucción. Hay más un impulso mítico que mitológico, antes que una crítica al logocentrismo es un juego entre el vacío y lo representado, entre lo que no hay y lo que ha de venir, la paradoja mítica. Hablo de una creación en un sentido metafísico, en donde nada había, ya que paulatinamente se fue generando la vida y la existencia de las cosas y los seres. el Árbol, más que detenerse en el momento en que nace el hombre, antes de la erección de ciudades, incluso antes que las edades de bronce y la agricultura, hace hincapié en la génesis del origen, movido siempre por una fuerza poderosa, que es el amor.
4.- el Árbol trabaja la idea de la materialidad de sus componentes en conjunción con las partes-ramas del libro. Quisiera que nos cuentes acerca de las características técnicas de este, por ejemplo, la utilización de una placa muy fina de pino para la carátula. Aquí percibimos cierta resonancia con el Francis Ponge del Cuaderno del bosque de pinos.
La relación entre el poema y el formato físico que presenta es adrede, ya que una vez terminado el libro y, por su disposición gráfica y visual, la totalidad de los fragmentos conforman un tronco mayor e inmenso. Asimismo, los versos son cortos, creo que de no más de 5 o 6 palabras, con lo cual estábamos ante la presencia de 11 pequeños tallos alargados. Además, la idea de la placa de pino (que en realidad hay ejemplares con maderos de nogal y manzano, además del mencionado pino oregón), surgió para darle mayor relieve a la figura del árbol como símbolo y arquetípico mítico, para que la relación entre naturaleza-sabiduría-origen cobrara mayor realce a partir de su contemplación y contacto físico con el madero en la portada del poemario.
5.- Publicas tu libro a inicios del 2007, aunque sabemos que desde hace varios años diriges la revista Ginebra Magnolia que ha dedicado sus números a un balance entre escritura creativa y crítica. ¿Tú crees pertenecer a una generación? O ¿cómo ves las demás poéticas de tus contemporáneos?
No lo sé, creo que si antes era difícil hablar de generaciones, ahora es mucho más problemático encontrar un hilo que sea capaz de congregar las numerosas propuestas poéticas de los nuevos autores. Me parece que la tendencia hacia la dispersión se da con mayor fuerza desde el 90, como bien apunta Luis Fernando Chueca. Ahora, en estos últimos 7 u 8 años han sido pocos los que han definido un estilo propio, siendo consecuentes con su poética. En general, no me molestan las agrupaciones por generaciones, en realidad me parece un facilismo, pero no tengo nada en contra de ello. Honor a la verdad, hasta ahora nadie ha podido encontrar un mejor método taxonómico, así que continuaremos con las generaciones del 90, del 2000, 2010 y así sucesivamente, aun cuando no haya casi nada para emparentarlos.
6.- Hablando de tu revista es muy recordado el experimentalismo del primer número con el homenaje al OPLEPO, versión italiana del OULIPO (Taller de literatura potencial), es más, en ese primer número firmabas bajo el seudónimo de “Mag 1”. ¿Ese experimentalismo tiene algún filamento en tu libro o quizás en un libro que vengas preparando en estos momentos?
No, no hay mucho experimentalismo estructural ni lingüístico en este primer libro. Creo que el quiebre estilístico o la innovación en este ámbito son siempre más llamativos que la ruptura temática. Son muy pocos los autores que al leerlos te das cuenta de la profundidad de su poesía, de su trascendencia basada en su propuesta temática, del tratamiento y la conjunción de temas tan universales y humanos como el amor, la vida, la tristeza, la muerte, la ciudad, entre otros, que están en perfecta materialización rítmica y formal propias de la poesía. De esta manera, es destacable la poesía de Saint-John Perse, Yeats o Elytis, por citar algunos nombres. Cada uno, con su particular sensibilidad nos conduce a un mundo distinto, a espacios que van más allá de la ciudad decadente o del cuerpo putrefacto tan típico de la poesía norteamericana posmoderna. Creo que el OULIPO, como propuesta formal es muy sólida, porque si bien es cierto que lo más saltante son las constricciones de estilo, también es importante el aporte temático, como lo hace Queneau, Perec, Calvino o los mismos oplepianos.
7.- Conocemos tu labor desde la crítica literaria, sabemos de tu interés tanto de autores como Goethe, Blanca Varela, Luis Loayza, Clarice Lispector, Óscar Málaga o Carlos López Degregori, tienes algún proyecto en ese campo y qué opinas de la crítica literaria periodística y de la que se ejerce en los blogs.
No, por el momento no tengo ningún proyecto, excepto el que estamos trabajando como próximo número de Ginebra Magnolia. En cuanto a la crítica literaria ejercida en periódicos. me parece que es variopinta, pues lamentablemente seguimos encontrando rencillas personales, dimes y diretes, etc. Pero, creo que hay un sector muy grande de la crítica periodística que, en virtud a su lucidez y ética profesional, contribuyen a consolidar y darle más valor a nuestro circuito literario. Respecto a los blogs y la crítica ejercida allí, sinceramente estamos frente a una galaxia, ya que la masificación de la comunicación, más que proponer un diálogo alturado y constructivo, cobija una olla de grillos en donde cualquiera opina, ataca y construye. Con seguridad, sé que son muy pocos los blogs cuya propuesta es sumamente interesante y productiva. Estos blogs que son muy bien editados contribuyen y le devuelven la seriedad, credibilidad y el interés a los lectores interesados en nuestra propia producción literaria.