miércoles, 6 de julio de 2011

Bástate alegría de Luis León, por Gustavo Diez-Canseco

Poética de los artrópodos

Welcome to the jungle of my soul and brain, baby...

1.

Llega un vaho salino. Se pensaría que Melville ha metido las manos en su masa encefálica. Pero cuando veo acercarse a Luis, cruzando las calles entre la plaga humana, son más bien unos versos de Roethke los que me asaltan refiriéndose a él: I’m naked to the bone… pareciera decirme a cada paso, martillazo, desbocado corazón.


León en cierta forma flota: lo delatan sus párpados de reflejos mínimos como banderas al viento que le indican al avisado que las acciones sinápticas han sido atacadas por la niebla. No sus ojos; que son como soldados en estado de sitio dispuestos a dar una voz de alerta que llame a la defensa.

Recojo una cita de una página perdida entre mis apuntes que atraviesa el inconsciente colectivo de C. G. Jung, lo deja de lado, y advierte «que cada secuencia de ADN contiene información de antaño, historias que jamás vivimos realmente. Incluso tenemos mecanismos de defensa por si fueran a atacarnos feroces animales ahora llamados mitológicos, y eso se ve en muchos trastornos mentales». Y desde su nube química, el poeta parece preguntarse por el origen del caos de las horas y de su interlocutor, a quien disecciona en varios niveles frontalmente, en tanto monologa.

Dije Melville al principio; quise tal vez referirme al oscuro Ahab, pues hay una similitud entre esa real ficción del personaje y la ficción real en la que zozobra el autor de estos 15 poemas. De hecho, los dos tienen su ballena blanca; su obsesión y condena. Pero León mora enclaustrado en ella. Es como el Jonás bíblico a quien las aguas rodean hasta la garganta y el abismo cerca; y las algas se enredan en su cabeza.

Enfrentar al espejo y no verse. No verse y sospecharse un Leviatán con el que Dios juega.

Y, aún así, poder celebrar auspiciosamente los tantos años de resistencia con una salida literaria… otra vez Melville, otra vez un arquetipo, esta vez Bartleby.

Sorprende hasta el espasmo de la risa las veces en que una respuesta semejante al «Preferiría no hacerlo…» del oficinista en rebeldía existencial se transmuta en boca del vate en un —no, ni hablar, antes muerto… ante la propuesta de una lectura pública, una entrevista en los medios, o la debida presentación… (Engorros que en su rechazo coincidimos aplicadamente, además).
Y sorprende cómo a veces la vía más corta entre la necesidad vital de escribir y ser leído es una elaborada disquisición sobre un “él” en oposición a los “civiles” que son Uds., estimados lectores, al otro lado de la cerca, donde la palabra cerca es un término ignoto, revulsivo, ajeno a lo políticamente correcto, hasta que se opte por bajar las defensas y entrar al ámbito lumínico de una exacerbada manera de ser animal poético por y para el estigma que el destino ha impuesto.


2.

Sobre el título qué decir: Podría haber un paralelo con la segunda carta a los Corintios cuando Dios responde a Pablo: «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad…»

Y el demiurgo, humano, débil, en colapsos, descendimientos y ascensos nos dice: Bástate alegría, que es aquello que echa en falta y que la poesía puede regalarle y regalarnos.

Pero si saberse poeta es poseer un don para arqueólogos, escribir en sonetos en este tiempo donde las redes sociales canibalizan y banalizan el lenguaje hasta hacer de él parcelas comarcales puede llevarnos a sospechar de un acto autolesivo o de un autosabotaje.

No lo es.

Hay sí un fárrago en la necesidad de decir bien. Y adivino impotencia en manejarse abundante con verso libre. Intensidad y altura… diría Vallejo. Y los bajísimos fondos… añadiría Luis. ¿Qué aporta a un novísimo el barroco?

Antes sería bueno contar mi experiencia: Recibido el libro, éste encontró su lugar en el escritorio, se arrellanó y no hizo intento alguno por llamar mi atención. Hasta que urgido por el tiempo —que a veces es como una mosca más molesta que un testigo de Jehová— lo tomé e intenté tragármelo. El rechazo fue inmediato. Y así sucedió unas dos o tres veces más...

Hasta que una madrugada, en la que la serenidad marcaba la hora con un aroma propicio, los poemas se abrieron a mí con la plenitud de sus significados; en los juegos de niveles; en los engarces de palabras ancla; y en la certeza pronta que se me impuso al ver que no había sobras ni faltantes.

Hay cientos según sé; son quince los primeros. Una vida que es y se vive según sopla el viento. No he leído envanecimiento en ellos; hay preguntas, escollos y nobleza.

Entonces dicho lo que corresponde… Queda por responder la pregunta: ¿Qué aporta a un novísimo el barroco?

Mi teoría se hace simple al ver un artrópodo... esos invertebrados que tienen un exoesqueleto articulado…

Del mismo modo, ese tanto querer decir poético ha buscado en la forma métrica del soneto sus fronteras externas con logros a meditar a lo largo de buen tiempo.

No es tanto un ejercicio literario lo que Luis León nos ofrece; es un acierto poético presentado en su más adecuada forma. La que puede responder sin problemas a la ley natural del más fuerte.

Lima, 27 de junio de 2011

* Luis León Velásquez (Lima, 1983). Ha publicado el poemario Absolutamente nada (2008).

* Gustavo Diez-Canseco: (La Oroya) Ha publicado el poemario Amorous (2003). Tiene 5 poemarios inéditos y 2 novelas en proceso.

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