viernes, 22 de febrero de 2008

LA POESÍA DEBE SER CONTUNDENTE COMO LA GOTA QUE HORADA LA ROCA DIÁLOGO CON MARCOS YAURI MONTERO por Javier Morales Mena (Revista Lhymen)


Si tuviéramos que apuntar algunos datos biográficos y bibliográficos de Marcos Yauri Montero, anotaríamos que nació en la ciudad de Huarás el año de 1930. Es novelista, poeta, ensayista y maestro universitario. Dialogar con él sobre la totalidad de su producción literaria es desafío pendiente. En la presente entrevista abordamos mínimamente una de sus facetas literarias: la poética. Yauri Montero ha publicado hasta la actualidad los siguientes poemarios: El mar, la lluvia y ella (1960), La poesía es sencilla como el amor (1963a), Un rostro en el polvo (1963b), La balada de amor de Lázaro (1967), El amor de la adusta tierra /Rapsodia en Chavín (1968), Lázaro divagante (1969), El arte de olvidar / Casa donde nací (2006) y Torres de la soledad (2007).


JM. Quizá podamos empezar esta conversación con una división de su producción poética. Pienso que ésta tiene cronológicamente dos etapas. Los poemarios publicados en la década de los sesenta, primera etapa: El mar, la lluvia y ella (1960), La poesía es sencilla como el amor (1963a), Un rostro en el polvo (1963b), La balada de amor de Lázaro (1967), El amor de la adusta tierra /Rapsodia en Chavín (1968), Lázaro divagante (1969); y la segunda etapa, del que forman parte los poemarios más recientes: El arte de olvidar / Casa donde nací (2006) y Torres de la soledad (2007). En este recorrido cronológico, dos detalles evidentes: por un lado, la frecuencia encadenada de publicaciones en cada etapa; y, por otro lado, el considerable espacio de tiempo entre la primera y la segunda etapa. ¿Por qué el torrencial devenir poético en ambas etapas? y ¿Por qué no dijo nada o qué dijo la poesía en todo aquel tiempo que media entre ambas etapas?

MYM. Creo que este rasgo acaece siempre en la producción de todo escritor, y es algo no deliberado. Pues, pienso que casi nadie, o en todo caso muy pocos planifican su trabajo para un determinado tiempo. No puedo precisar cuándo nació en mí el deseo de volcar a la escritura lo que me afectaba ya como euforia o decaimiento. Yo nací en 1930 en Huarás, un mundo tranquilo, con una numerosa clase media de relativo poder, con una sociedad sin cesuras conflictivas, sino con distancias que siempre las hay. Por entonces mi ciudad, económicamente era pobre, y culturalmente aspiraba a superarse. Todos, o la gran mayoría incluyendo las clases altas, eran bilingües, hablaban castellano y quechua. El hecho de que la ciudad dependía de la agricultura, la llevó a entenderse con los campesinos a través del quechua. Yo soy bilingüe y no sabré jamás en qué lengua aprendí a hablar. Ahora, cuando pienso cuál fue la causa para optar por la creación literaria como la actividad suprema de mi vida, mi pensamiento me lleva por diversos caminos. Quizás algo ancestral, o ciertas contradicciones sociales me afectaron espiritualmente, cosas que tal vez me hicieron sentir como un ser que ha perdido un paraíso o como alguien que se siente capaz de conquistarlo. Pertenezco a una familia que ha sufrido traumas. Por la línea paterna desciendo de una familia de agricultores cuyos orígenes se remontan al S. XVIII (1723), y por el lado materno mi abuelo descendía de una rama de los Montero de Ayavaca (Piura). Mi madre era netamente urbana, en tanto que mi padre tenía su existencia repartida entre el mundo urbano y rural. Nací en Tucuypayoc, una bella llanura a los pies de la Cordillera Blanca, donde mi padre heredó unas tierras, a 8 kilómetros de Huarás. Ahí en la casa de campo yo leí desde mi infancia. Me sentí ligado a los campesinos, a las faenas, a la deslumbrante naturaleza; y al mismo tiempo me sentía unido a la ciudad donde mi madre tenía parientes vanidosos que me hicieron sentir como un ser marginal. Recuerdo, cuando murió uno de mis tíos (José María Mejía) mi madre me llevó a su entierro. Yo tenía 4 ó 5 años. Entramos a una casa inmensa con más de cien puertas; había campesinos de la hacienda de Huapra. Me perdí en esa casa, y en el corral o caballeriza, hasta hoy lo recuerdo, vi en un rincón, pegado a un muro, bajo unos limoneros, un coche de tiro que se hundía en el barro, y llovía. En una de mis novelas cuento esa escena, en la que ahora es fácil leer la decadencia y el fin de una era. Más tarde, cuando llegué a la juventud, en el colegio La Libertad, me formé en un ambiente de clase media liberal, contestataria, anticlerical, aspirante a un porvenir de grandes profesionales. Al final de mi secundaria, mis compañeros se fueron a Lima para ingresar en San Marcos, en La Molina o a la escuela militar. Yo me quedé vagando un año, para luego estudiar en una universidad provinciana, de Trujillo. Era la época de Odría, y la universidad peruana inició la lucha contra la dictadura. Durante las huelgas escuché las arengas de Luis de la Puente Uceda (que al advertir el viraje del APRA y de su líder Haya de la Torre a las derechas y a favor del imperialismo, se apartó y fundó el APRA rebelde). Estudié Letras y Educación; una señora francesa, de quien jamás supe su nombre completo, madame Eufrasia, fue mi profesora de francés, era tía política de Lucho. Eran años difíciles posteriores a la 2ª guerra mundial, el mundo estaba dividido entre Oriente y Occidente, ardía la guerra coreana, la Unión Internacional de Estudiantes (UIE) estaba en contacto con intelectuales y juventudes antiimperialistas. Con un grupo de amigos fundamos en la universidad el Grupo Musoc Runa de intención indigenista y social. El existencialismo era el pan cotidiano en la calle, en las casas de pensión y en las clases. Yo leía incansablemente, tuve interés por armarme teóricamente. Fue un tiempo fecundo, leí a Proust, Kafka, Joyce, Rilke, Eluard, Thomas Mann, Faulkner, en fin. Creo que en este cuadro hirviente de la vida mundial y nacional donde se iniciaban las luchas sindicales y por las reformas, entre ellas la nacionalización del petróleo y la reforma agraria, está el por qué de mi producción literaria. Los académicos teorizaban acerca de la literatura comprometida y no comprometida. La poesía era vista desde dos vertientes: la pura y la social, y esta perspectiva duró mucho tiempo incentivada por nuevos acontecimientos, la guerra de liberación de Argelia, el triunfo de la revolución cubana, la nacionalización del canal de Suez y la figura mesiánica de Nasser, el inicio del fogonazo de la guerra árabe-israelí, la guerra en Vietnam, la desconfianza mutua entre la URSS y la República Popular China, la revolución cultural de Mao. En el Perú la caída de la dictadura odriista , la aparición del FLN al estilo de los Frentes de Liberación Nacional en los espacios coloniales y poscoloniales del mundo., la lucha por la nacionalización del petróleo y la reforma agraria, el golpe militar de l962 y la feroz persecución que la dictadura de un triunvirato de generales inició contra los intelectuales democráticos, (la redada del 5 de enero de 1963), en fin…¿Qué creo, entonces, por qué mi vida se fracturó en pedazos?


JM. Aunque operativamente hablemos de dos etapas cronológicas en su producción poética, hay una continuidad temática en sus poemarios. Unidad en los tópicos matriciales. Sus primeros textos y los más recientes revelan que el amor y el compromiso social organizan, despliegan y conducen la historia de su universo poético. En tal sentido, advierto dos tipos de dicción: la dicción amorosa, fuertemente intimista, que echa mano de elementos de la naturaleza —el paisaje costeño y andino— para comunicar la sentida afección que produce la partida, distancia o ausencia de la amada; y la dicción "política", alocución que refiere problemas de orden social (pobreza, injusticia, lucha de clases, entre otros) —sobre todo pienso en la segunda parte de Un rostro en el polvo. ¿Por qué la predilección por aquellos dos temas?

MYM. Ciertamente, en mi producción poética hay 2 etapas, que no se bifurcan sino que acusan continuidad temática. Esto se explica porque ningún tema estaba agotado, como ahora tampoco está. Yo, formado en un ambiente familiar tranquilo donde la cultura era prioritaria y al mismo tiempo en una realidad nacional y mundial convulsas, sentía que el piso cedía bajo mis pies. No estaba sobre un espacio estable, sino en uno que amenazaba con desplomarse. Amaba el arte en todas sus formas, la pintura, la música, la literatura, la filosofía, así como la vida en contacto con la naturaleza, así como también amaba al amor. Me enfebrecían los problemas que estremecían al mundo, la injusticia, la violación de los derechos humanos, la pobreza, la explotación del hombre. A mi posición de amante de las cosas bellas y felices responden mis poemarios desde El mar, la lluvia y ella, hasta Lázaro divagante., que según tu opinión constituyen el primer período: y, el segundo representado por Arte del olvidar/Casa donde nací y Torres de la soledad, a los que yo sumo Rapsodia en Chavín, que apareció como un añadido en El amor de la adusta tierra, y que en el 2000 fue reescrito hasta constituir un poema nuevo. El primero de mis poemarios encantó mucho, ¡cómo no iba a hacerlo! El mar que aparece no tiene cola de pavorreal, como el de Paul Valery, sino es una catedral verde de donde sale el amor con su cesta de frutas a visitar a una pareja de amantes. Esta línea continúa en El amor es sencilla como el amor, pero aquí ya no juega el mar sino la naturaleza y el alma indígena de los andes, como apreció el poeta nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, que dirigió la extraordinaria revista El pez y la serpiente: “un diálogo que eterniza un cantar de cantares andino”. Esta línea puramente lírica se mezcla con los problemas humanos en Un rostro en el polvo, y Balada de amor de Lázaro, escritos en momentos cruciales; el primero, cuando en América Latina se desencadenó la lucha armada de Luis de la Puente, de Javier Heraud, del Ché Guevara, que fueron exterminados; el segundo, durante la crisis de los misiles en Cuba (l962), que puso al mundo al borde de la tercera guerra mundial que si estallaba habría sido nuclear, y no lo pensé solo yo, sino muchos, entre ellos Doris Lessing, militante del grupo inglés de los “Jóvenes iracundos”, hoy Premio Nobel del 2007: “Todos nosotros estamos vinculados mutuamente y con todo lo que existe en el mundo, debido a la vinculación de la posible destrucción” (Manifiesto de los Jóvenes Iracundos); Faulkner, en diciembre de 1950 al recibir el Premio Nóbel, también dijo: “La tragedia de nuestro tiempo consiste en un general y universal miedo físico durante tan largo tiempo sufrido que ya no podemos soportarlo […] La pregunta es: “¿Cuándo volaré hecho pedazos?” Entre 1950 y 51 en el instituto de Altos Estudios de Saint Galen, los sabios convocados llegaron a expresar que el mundo de la “era atómica” vivía la desgracia que provenía del miedo interior. En pocas palabras, el mundo y la humanidad de los 50 y 60 estaban cruzados por temores y utopías; las utopías apuntaban a una felicidad futura, así lo demostraron los movimientos que surgieron sucesivamente: “The lost generation” la “Beat generation”, ambos norteamericanos, “Los hijos del absurdo”, de los franceses y la “Beat generation” o “Generación vencida”, grupo norteamericano, de Jack Kerouac. El mundo cayó en un cierto pesimismo, Colin Wilson, del grupo de los iracundos, llegó al convencimiento de que el hombre era un “outsider”, uno que es romántico, realista, espiritual, pero que no llega a nada, que es un pobre diablo. Llegó luego Mayo del 68, la revuelta juvenil en París de repercusión mundial, pasada la cual el mundo ya no sería el de antes, sino el de la contracultura. Sartre y Marcuse los líderes espirituales, a través de los jóvenes cambiaron el mundo, igual que la teoría cultural que tuvo su edad de oro con toda una pléyade de pensadores que conmocionaron todo, desde la literatura, la historia, las ciencias sociales, etc. La poesía, desde antes era casi la misma revolución, Eliot, Eluard, Pound, Sain-John Perse, Seferis, Vallejo, Neruda…
Yo, en este mundo qué hacía, o ¿qué tenía que hacer? Para mí la tarea se me hizo múltiple. ¿Cómo decir los problemas sociales de nuestro país? ¿Qué medios usar? Fue cuando mi actividad se diversificó. Me fui convirtiendo lentamente en estudioso social, histórico, crítico, filósofo, poeta. Los resultados no fueron inmediatos, vinieron con los años, y me hice novelista, ensayista, antropólogo, etnólogo, etnohistoriador, en fin. La poesía se replegó en lo más recóndito de mi ser. Las novelas de Arguedas, todas de las cumbres del realismo maravilloso me sirvieron de escuela. Habían quedado atrás Un rostro en el polvo, en cuya trama se enrabia la poesía, en La balada de amor de Lázaro, poemario doble, porque intervino el poeta francés Henri de Lescöet, el temor ante la guerra nuclear que incita al yo-poético a enarbolar el símbolo de Lázaro, como muerte y resurrección… La novela me ganó, me ofrecía un espacio inmenso para decir muchas cosas. El poeta sumido en el reposo –pero no a la manera del guerrero de Christiane Rochefort-, despertaba de cuando en cuando y fue naciendo Yo y los días, (inédito hasta hoy) que en 1987 mereció el Premio José Gálvez Barrenechea otorgado por la Logia Masónica del Perú. Más tarde volvió de su reposo y se ha hecho nuevamente presente dando origen a los dos últimos poemarios, y uno que actualmente se va haciendo, mientras escribo otras cosas, entre ellas sobre el tema del zorro músico, que no está presente en el hermoso ensayo de Gonzalo Espino Relucé, que he leído en Mapa cultural y educación en el Perú (2007), cuyo compilador y editor es el historiador Wilfredo Kapsoli.

JM. ¿Quiénes son los autores que han marcado su escritura? Por ejemplo, en el coro poético, oigo las voces de Vallejo y Neruda.

MYM. He leído a muchos poetas, incluso a aquellos que siendo filósofos son poetas, como Nietzsche. A Vallejo lo leí tempranamente, lo descubrí casi de modo casual y se quedó en mi alma para siempre. Una mañana, en Huarás, al salir al patio vi entre las astillas de los leños partidos unas hojas de periódico que flameaban, me llamaron la atención, fui y las recogí, eran unas páginas de “La Prensa”; al ver poesía me puse a leer, los poemas estaban firmados por Vallejo. La impresión de ese momento lo siento hasta hoy, esa poesía me sabía a algo que ya conocía desde antes pese a no haberla leído hasta ese momento. Sentía su aroma, me hizo ver imágenes como si fueran familiares, vi el mundo como en el Aleph borgiano. En la universidad leí a los franceses desde Villon, Verlaine y Baudelaire, hasta Eluard, leí a Rilke. Con el tiempo me fueron familiares los que arriba he mencionado, conocí a los norteamericanos de los 50 y 60, desde Williams C. Williams hasta John Ashvery, Sylvia Plath. Los que me han acompañado siempre y me acompañan: Vallejo, Kavafis, Seferis, ¿de los peruanos?, los “puros” y los “sociales”, casi todos. Algo anecdótico, Rodolfo Hinostroza fue mi alumno de Historia en el colegio La Libertad de Huarás, hijo de Octavio Hinostroza, un poeta valioso, pariente de mi padre por la línea de los Hinostroza, aunque mi padre como muchos de ese mismo tronco familiar, cambiaron en su apellido la “i” por la “e”. No recuerdo el primer libro de poesía que leí. Lo que sí recuerdo es el primer poema que leí, era de un poeta huarasino, Teófilo Méndez: Con el oído atento voy marchando por la vida/ auscultando el rumor que emergen de las cosas/ a la espera de la estrofa aprendida/ a la.lírica, fuente de notas armoniosas La encontré en la revista Ancash Actual, dirigida por Leandro Barrionuevo e impresa en Huarás. Me gustó tanto que hasta ahora la recuerdo. Teófilo Méndez fue maestro de mi padre, es uno de los notables poetas ancashinos.

JM. Ha pasado muchos años desde que empezó a escribir poesía, considerando aquello, ¿qué significa la poesía es su vida, en su historia personal?

MYM. Siempre he pensado que la poesía es una comunión con la vida , tal como Rilke, en una página inicial de su misterioso libro: Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, dice que para escribir un solo verso es necesario haber vivido bastante, conocer el amor, la muerte, la tempestad, haber estado al lado de los agonizantes y parturientas… Mi vieja ciudad desaparecida con el sismo de 1970 me marcó para siempre. ¿Cómo no haber amado esa ciudad como una acuarela, de paredes enyesadas, sus calles de piedra azul, sus tejados amarillos con musgo, sus puertas viejas, sus torres y balcones donde entre macetas floridas se disolvían niñas de leyenda? (Con una de ellas me casé en 1958). Ahí crecí, amé, luché, ahí me hice hombre. Huarás está presente en mi producción, e incomoda a algunos que no saben que Joyce, Proust, Faulkner y otros, estuvieron apegados a Dublín, Combray-París y el sur de los Estados Unidos, sus territorios. En la biblioteca de los obreros y artesanos leí a todos los poetas españoles del 27, conocí a los peruanos: Valdelomar, Ciro Alegría, Eguren, López Albújar. Ese mundo de montañas dormidas que cambian de colores, con inmensos trigales, me empujaron a escribir un poema: Canto a la primavera, de estirpe ultraísta, lorquiana, que ganó en los Juegos Florales de 1953 que en Trujillo eran organizados anualmente para setiembre o la fiesta de la primavera, por el Club de Leones, la universidad y el diario “La Nación”; me declararon “ganador absoluto” , me dieron el Botón de Oro y llegué a la redacción del diario indicado. En Huarás, fundé el Grupo Literario Piedra y Nieve, en 1956, cuya sede fue mi estudio al final del Jirón Bolívar, en Capulí-Cuchu, o sea la Esquina del Cerezo, moralmente apoyado por el poeta Abraham Arias Larreta, profesor en la Universidad de California, el escritor y crítico español Luis Monguió, también profesor de la misma universidad, e igualmente por los poetas peruanos: Florencio de la Sierra, Gustavo Valcárcel, Juan Gonzalo Rose y Arturo Corcuera que siendo cajamarquino pasó su infancia en Huarás. Amaba las canciones populares huarasinas, yaravíes, valses y huainos. En las chicherías, los domingos, bailaban los campesinos luego de la misa de las once. Había violinistas indios, también arpistas, viejitos, algunos ciegos, recuerdo a uno, se llamaba Quiroz Miguel, era de la estancia de Chekió, cantaba las terriblemente tristes canciones quechuas en las misas de la iglesia de mi barrio que siendo populoso y alegre llevaba el nombre de La Soledad, residencia del patrón de la ciudad, el Señor de La Soledad; en Tucuypayoc vivía otro cantor, don Resurrección García, de aspecto como el de uno de los apóstoles, por su barba blanca. También llevo en el alma, como un tesoro, las canciones que cantaban mi madre y mi padre, mis hermanas, huainos huarasinos, con mucha ternura y fineza, como si fueran trabajos de filigrana y no como los de ahora, estridentes, hechos para el coliseo donde han sido envilecidos por la comercialización y la borrachera con camionadas de cerveza que cada cantante negocia… ¿Qué preparo en estos días? Sin proponérmelo tengo escritos l7 poemas, extrañamente son preguntas para Argos, el homérico perro inmortal, quizás salga este año… Esto me hace pensar que nada termina, así como Terry Eagleton se pregunta después de la teoría qué. Se han muerto los pioneros: Lacan, Barthes, Foucault, Bourdieu, Derrida, Habermas, Jameson, Said y muchos más, pero el pensamiento continúa, después de la teoría vienen los cambios y nacen nuevos planteamientos, otras teorías. La poesía es invencible. Y en el mundo en que vivimos las tensiones prosiguen.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

CON EL OÍDO ATENTO

Con el oído atento voy marchando en la vida,
auscultando el rumor que emerge de las cosas,
en espera angustiosa de la estrofa, aprendida
a la lírica fuente de notas armoniosas.

Mientras tanto e1 silencio, alma mía, alma ansiosa
de encontrar el sendero que te lleve a la cima
promisoria y serena. Al silencio acuciosa...
Mañana, al alba hermana, te ofrecerá su rima.

Si acaso la palabra, como el mármol, desnuda,
Se resiste a dar forma al pensamiento grave,
tornarase la lira trágicamente muda
hasta que llegue e1 verso transparente y suave.

Con el oído atento voy marchando en la vida
auscultando el rumor que emerge de las cosas,
en espera angustiosa de la estrofa aprendida
a la lírica fuente de notas armoniosas.

http://teofilomendezramos.netne.net/poesia.html

Anónimo dijo...

buenas noches.. por favor necesito con suma urgencia contactarme con Javier Morales Mena ya sea por medio de un mail o numero... dejo mi mail princesajudith12@hotmail.com

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